Tras cinco meses de navegación, la Fragata Libertad volvió este sábado a la ciudad de Buenos Aires y fue recibida por una multitud de personas que se acercó al puerto para presenciar el arribo del buque y darle la bienvenida a su gran tripulación, la cual participó del 51º viaje de instrucción de guardamarinas.
El emotivo recibimiento transcurrió en horas del mediodía y fue protagonizado por familiares y amigos de los marinos que zarparon en el barco el pasado 27 de mayo, cuando comenzó el viaje que se extendió a lo largo de 19.737 millas, lo que equivale a 145 días.
Conmocionados y expectantes por el reencuentro, más de una decena de allegados llegaron a la zona de Puerto Madero con carteles y fotos de sus seres queridos y aguardaron en conjunto el arribo de ellos. Fueron 270 los tripulantes que formaron parte de esta misión: hubo 48 mujeres, 26 oficiales, 51 guardiamarinas en comisión (2 becados de las armadas de Bolivia y de Panamá) y 192 suboficiales.
A los presentes, se les sumó un gran grupo de transeúntes y turistas que se encontraban paseando por el lugar y que decidieron frenar para ver el arribo de una de las embarcaciones más emblemáticas de Argentina. La llegada dejó postales de todo tipo: desde familias enteras fundidas en un abrazo hasta una propuesta de matrimonio en la proa del barco.
Es que entre los aplausos y los festejos por su vuelta, uno de los tripulantes aprovechó el reencuentro con su novia y, frente a la multitud que los había ido a recibir, se arrodilló frente a ella y le pidió casamiento. La mujer, visiblemente sorprendida y emocionada, aceptó al instante. Además del anillo, el hombre también le entregó un ramo de flores con el que posó para las fotos que inmortalizaron el momento.
Otro momento destacado fue cuando el primer marinero en bajar de la Fragata conoció a su hija, que nació hace un mes y lo convirtió en papá por primera vez.
La Fragata Libertad salió de Buenos Aires el pasado 27 de mayo y su itinerario duró cinco meses. De los 145 días que estuvo de viaje, navegó durante 99, mientras que los otros 46 permaneció en cuatro en puertos nacionales y puertos extranjeros. Uno de estos fue el de Baltimore, en Estados Unidos, donde fue recibido por una comitiva de representantes internacionales que encabezaron la bienvenida al buque argentino.
Los funcionarios que se embarcaron a bordo del navío, cuando este se encontraba fondeado en la Bahía Chesapeake, ciudad de Annapolis, fueron el embajador argentino en EE.UU, Jorge Martín Arturo Arguello, el representante argentino en la Misión Permanente ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Carlos Raimundi; y el agregado naval a la Embajada Argentina en el país norteamericano, el comodoro de Marina Horacio Jorge Calafell.
Antes de que la fragata tocara puerto, la tripulación se encargó de cumplir con los honores, por lo que el personal formó en fila en la cubierta, mientras que los gavieros subieron a los palos y se realizaron las salvas con los cañones. Luego, los navegantes procedieron a participar de la ceremonia de bienvenida organizada por las autoridades de Sail Baltimore, entre ellos se encontraron varios integrantes de las Fuerzas Armadas, de la Marina y la Guardia Costera de EE.UU, y organismos gubernamentales y civiles pertenecientes al estado de Maryland.
Para finalizar el acto, el embajador argentino; el comandante de la Fragata ARA “Libertad”, Gonzalo Horacio Niet; los representantes de Sail Baltimore y del Instituto Browniano le rindieron un homenaje al máximo prócer de la Armada Argentina, el almirante Guillermo Brown, tras desplazarse hasta el muelle y depositar una ofrenda floral con los colores patrios frente a la placa honorífica que posee el ex comandante de las fuerzas navales.
Además de este, la fragata también estuvo en Salvador de Bahía (Brasil), Puerto España (Trinidad y Tobago), Baltimore (Estados Unidos), Cartagena (Colombia), Veracruz (México), Limón (Costa Rica), Balboa (Panamá), Guayaquil (Ecuador), Callao (Perú), Valparaíso (Chile), Ushuaia (Argentina), Comodoro Rivadavia (Argentina), Puerto Madryn (Argentina), hasta arribar a su apostadero natural en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.