La alucinante historia que narró el papa Pío XII luego de su visión del “milagro del Sol Danzante” sobre el Vaticano

El Sumo Pontífice dejó un testimonio por escrito sobre lo que vio hace 73 años, el 30 de octubre de 1950, Fue un fenómeno idéntico al que observaron los pastorcitos del milagro de Fátima y se repitió cuatro veces, a lo largo de 40 días, sobre la Santa Sede. Su impactante relato y las conclusiones a las que llegó el observatorio astronómico del Vaticano y otros ubicados en Roma sobre el supuesto milagro

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El papa Pío XII el 26 de noviembre de 1955 en Castel Gandolfo. (AFP)
El papa Pío XII el 26 de noviembre de 1955 en Castel Gandolfo. (AFP)

Existe, está documentado, un testimonio muy importante sobre el fenómeno del “Sol Danzante” o “el Milagro del Sol”. Muchos, es cierto, unen ese acontecimiento con los hechos de Fátima y el milagro de los pastores en la villa de Portugal, presenciados por 50 mil personas. Pero este ocurrió en Roma, sobre los jardines del Vaticano, un día como hoy, 30 de octubre de 1950, hace 73 años. Y no sucedió sólo un día, se repitió cuatro veces.

¿Quién fue testigo de tan increíble acontecimiento?, nada más que el mismo Papa Pio XII, Eugenio Pacelli, aquel que había venido a la Argentina a celebrar el Congreso Eucarístico Internacional en 1934.

Eugenio María Giuseppe Giovanni Pacelli nació el 2 de marzo de 1876 en Roma de familia noble y principal, era el tercero de los cuatro hijos de Filippo Pacelli, príncipe de Acquapendente y de Sant’Angelo in Vado, y de su esposa la nobildonna Virginia Graziosi. Eugenio rompió la tradición jurídica familiar al ordenarse sacerdote en 1899. Luego llegaría a ser catedrático de Derecho canónico en el Instituto Pontificio del Apollinaire y de diplomacia eclesiástica en la Academia de Eclesiásticos Nobles en Roma. En 1901 ingresó en la secretaría de Estado del Papa y a partir de 1904 colaboró con el arzobispo (luego cardenal) Pietro Gasparri en una nueva codificación del derecho canónico, publicada en 1917. En 1920 fue nombrado primer nuncio papal en Alemania y en 1924 y 1929 negoció concordatos entre el Vaticano y los estados alemanes de Baviera y Prusia, respectivamente. En ese último año fue llamado a Roma y nombrado cardenal y secretario de Estado de la Santa Sede, cargo en el que ejecutó las políticas del papa Pío XI. Ganó reputación como diplomático hábil y capaz y estableció un precedente viajando fuera de su jurisdicción oficial a Francia, Argentina y Hungría. Ascendió al trono papal el 2 de marzo de 1939 como Pío XII.

Como podemos leer, Eugenio Pacelli no era muy adicto a tener visiones místicas, ni arrobamientos celestiales ni éxtasis con apariciones divinas; era pragmático y con un régimen de vida austero y sobrio.

El manuscrito del Papa Pío XII donde narró su visión del Sol Danzante sobre el Vaticano
El manuscrito del Papa Pío XII donde narró su visión del Sol Danzante sobre el Vaticano

Durante muchos años su testimonio pudo haber parecido surrealista y poco creíble. Un día, luego del fallecimiento del papa Pacelli, en los archivos de la familia se descubrió una nota suya autografiada que se halló en el reverso de una hoja mecanografiada preparada para una audiencia. En unas pocas líneas escritas a lápiz, el Papa narra sin tono sensacionalista el acontecimiento que presenció: la visión de un globo solar giratorio o simplemente danzante que se podía mirar sin dañar los ojos. El hecho había ocurrido unos días antes de la proclamación del dogma de la Asunción de María a los cielos y luego de ese evento.

El último dogma de la Iglesia después de los famosos del Concilio de Éfeso en 431 que sancionó a la Virgen María como madre de Dios, el Concilio de Constantinopla de 553 que afirmó su virginidad perpetua, luego el dogma de la Inmaculada Concepción de 1850 con Pío IX, llegamos al dogma de la Asunción proclamado en 1950 por Pío XII después de haber consultado al episcopado mundial, para asegurarse de que se pronunciaría o no con voto favorable o desfavorable sobre la asunción de la Virgen María al cielo en el momento de la muerte en cuerpo y alma.

Escribe Pacelli a lápiz que “era el 30 de octubre de 1950…” aquella tarde, alrededor de las cuatro nos refiere que " en el habitual paseo por los jardines del Vaticano, leyendo y estudiando…” y sigue relatando que mientras subía desde la gruta de Nuestra Señora de Lourdes, “hacia la cima del cerro, por la avenida de la derecha que bordea el muro alrededor de la muralla “, levantó la vista de los documentos y en ese instante “me golpeó un fenómeno que nunca antes había visto. El Sol, todavía bastante alto, aparecía como un globo opaco y amarillento, rodeado todo alrededor por un círculo luminoso que, sin embargo, no le impedía fijar la mirada sin sentir el menor malestar. Una nube muy ligera estaba frente a él”. Pío XII continúa: “El globo opaco se movió ligeramente hacia afuera, girando y moviéndose de izquierda a derecha y viceversa. Pero dentro del mundo se podían ver movimientos muy fuertes muy claramente y sin interrupción”.

Fotografía del 13 de octubre de 1917, durante el llamado "Milagro del sol" en Fátima, Portugal, ante una multitud
Fotografía del 13 de octubre de 1917, durante el llamado "Milagro del sol" en Fátima, Portugal, ante una multitud

Pero este acontecimiento sobre la colina del Vaticano, no solo ocurrió el día 30 de octubre, sino el 31 de octubre, el 1ro. de Noviembre, y el 8 de noviembre.

Cada vez que ocurría el evento y luego de haber finalizado el mismo declaró en varias ocasiones que había intentado, al mismo tiempo y en condiciones similares mirar al Sol, pero que no lo había conseguido porque estaba deslumbrado.

El Papa informó de este suceso a un pequeño grupo de cardenales íntimos, entre ellos el cardenal Tedeschini, quien al año siguiente, en octubre de 1951, contactó a Pío XII pidiéndole permiso para contar el suceso durante una homilía que tendría lugar en Fátima, pero el Papa dijo : “Ese no es el caso “.

El Papa Pacelli concluyó su nota sobre el evento con: “En términos breves y sencillos, la pura verdad”. Hasta su ama de llaves, la famosa “papisa” (llamada así por el poder que manejaba dentro del Vaticano) sor Pascalina Lehnert declaró que “Pío XII estaba muy convencido de la realidad del extraordinario fenómeno que había presenciado en cuatro ocasiones”.

El Papa Pío XII fue el anteriormente cardenal Eugenio Pacelli (Crédito: De Bundesarchiv, Bild 102-00535 / CC-BY-SA 3.0)
El Papa Pío XII fue el anteriormente cardenal Eugenio Pacelli (Crédito: De Bundesarchiv, Bild 102-00535 / CC-BY-SA 3.0)

A escasos metros de donde el papa Pacelli tuvo la visión, se encuentra el observatorio de la ciudad del Vaticano fundado por el Papa León XIII en 1891. Es la institución de la Santa Sede dedicada a la investigación científica. Luego de recibir la misión de ocuparse de la ciencia a tiempo completo y de modo profesional, supo granjearse inmediatamente la estima del mundo científico. Los miembros del Observatorio Vaticano, en su mayoría jesuitas, desarrollan su investigación vinculada a las más prestigiosas instituciones de astrofísica del planeta, en colaboración con colegas de todo el mundo. El prestigioso observatorio no determinó anomalía cósmica alguna en esos días.

Y también, a no más de dos kilómetros del Vaticano está el observatorio de la ciudad de Roma de Monte Mario. Este observatorio se fundó en 1938 en la histórica Villa Mellini, sobre el monte Mario de Roma. Ese mismo año se estableció un nuevo observatorio en Monteporzio Catone, donde se instalaría un gran telescopio refractor. Es la colina más alta de Roma, con 139 m de altitud y se ubica en la parte noroeste de la ciudad. El nombre proviene de Mario Mellini, un cardenal que a mediados del siglo XV era propietario de una villa y varias aldeas que se ubicaban allí. Desde ese lugar, tampoco en esos días detectaron ninguna anomalía en los cielos de la Ciudad Eterna.

Imaginémonos si toda la población de la ciudad de Roma hubieran visto que lo vio el Papa. El caos y el pánico se habrían apoderado de la ciudad. Sin embargo nada de esto ocurrió, y mientras el Papa en el Vaticano, en varias oportunidades veía este extraño fenómeno lumínico, los romanos seguían su vida como si nada.

Para el papa Pacelli este evento celestial fue la confirmación que el dogma de la Asunción de la Virgen era aceptado; solemnemente proclamado este dice: “Por eso, después que una y otra vez hemos elevado a Dios nuestras preces suplicantes e invocado la luz del Espíritu de Verdad, para gloria de Dios omnipotente que otorgó su particular benevolencia a la Virgen María, para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte, para aumento de la gloria de la misma augusta Madre, y gozo y regocijo de toda la Iglesia, por la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo y nuestra, proclamamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado: Que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial.” Según la constitución apostólica “Munificentissimus Deus” del 1 de noviembre de 1950.

El Papa Pío XII esbozó el Concilio Vaticano 2do., que llevó a cabo su sucesor, Juan XXIII
El Papa Pío XII esbozó el Concilio Vaticano 2do., que llevó a cabo su sucesor, Juan XXIII

La prosecución de los eventos celestes dieron la confianza al papa Pio XII para seguir avanzando en varios temas, uno de ellos fue que Pacelli comenzó a pergeñar la idea de un Concilio para aggiornar a la Iglesia Católica, dado que el mundo, luego de la Segunda Guerra Mundial, había cambiado mucho, sobre todo la visión de la Iglesia para con la sociedad. Una vez escritos los borradores sobre este llamado al Concilio, notó que no era el tiempo oportuno. El papa que lo siguiera lo podría llegar a convocar, pero no en ese tiempo. Gran parte del mundo estaba saliendo muy de a poco de los estragos de la guerra y sus 40 millones de muertos. Y fue así, que el papa Juan XXIII convocó al Concilio Vaticano II, basándose en los escritos del papa Pio XII sobre este tema.

¿El papa Pio XII tuvo alguna alucinación?, ¿fue testigo de un evento cósmico sólo para sus ojos? Eso nunca lo podremos descifrar. Pero lo que sí sabemos es que esos eventos le otorgaron al papa Pacelli las fuerzas para bosquejar un cambio estructural en la Iglesia, que su sucesor llevaría a cabo.

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