La rebelión que salvó a la pareja argentina que vivía en un kibutz y había sido tomada de rehén por Hamas

El argentino Moshe Rozen pasó casi toda su vida, 50 de sus 72 años, viviendo en un kibutz en el sur de Israel a unas 35 cuadras de la Franja de Gaza. Allí, conoció Diana el amor de su vida, también argentina, y se casaron dentro de la comunidad Nir Iezjak.

El sábado 7 de octubre la pareja vivió un momento límite cuando 5 terroristas de Hamas ingresaron a su casa. Esta es la historia de la pareja que llevaba medio siglo dedicada a consolidar la paz en la porción de tierra que comparten judíos y árabes en Medio Oriente. El relato de la captura y de cómo enfrentaron la opción de ser llevados a Gaza.

Diálogo por la paz

Durante muchos años todos los viernes Moshe se reunió con grupos de israelíes y palestinos. El objetivo era contribuir a la paz en la región. “Compartimos una misma región, que tiene condiciones climáticas y agrícolas similares. Tenemos los mismos problemas y tendríamos que poder tener soluciones similares a partir del diálogo”, explica en diálogo con Infobae desde la cama de un hospital de Jerusalén

Cada viernes se juntaban en un yacimiento de sulfuro que había sido operado en forma conjunta por las dos comunidades y había quedado en desuso tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. “Después empezamos a hacer reuniones por zoom –relata Mosher-. Pero muchos de los palestinos que participaban se fueron alejando porque eran perseguidos por Hamas y los amenazaban para que no participen de los encuentros”.

El matrimonio se dedicó a la docencia en su comunidad. Diana, además, estaba a cargo del comedor en el que llegaron a alimentarse unas 500 personas todos los días.

El día del ataque

El sábado 7 de octubre Rozen se levantó bien temprano. Se había elegido una serie de libros y suplementos literarios de diarios para leer esa mañana. “Es un día que los judíos aprovechamos para el descanso. Todo estaba normal esa mañana al comienzo del día”, recuerda el hombre.

Cerca de las 7 de la mañana, empieza a escuchar el altavoz del kibutz que daba la señal de alerta. El sistema detecta los preparativos en la Franja de Gaza antes del lanzamiento de un misil. Los habitantes de la comunidad muy cercana a la frontera tienen pocos segundos para encerrarse en el cuarto de seguridad blindado.

“Aunque parezca extraño para nosotros ya es parte de una rutina. Llega la alerta, nos metemos en las habitaciones seguras y luego escuchamos las explosiones de los cohetes en el escudo de defensa de Israel”, explica Rozen.

Esa mañana fue distinta, Moshe y Diana empezaron a ver gente extraña por las calles tranquilas y solitarias del kibutz. Luego, escucharon las armas largas y las voces con frases árabes nerviosas. “Era algo que nos sorprendió y que nunca habíamos visto. No fue la incursión de un terrorista. Fue una invasión militar regular”, resalta Moshe desde el hospital en el que curan sus heridas.

Cara a cara con los terroristas

La pareja se vuelve a meter en la habitación de seguridad. En ese momento, escuchan como los terroristas de Hamas derriban la puerta de su casa. “Fue un estruendo muy fuerte. La golpearon con un objeto contundente”, explica el hombre.

Moshe y Diana seguían detrás de la puerta blindada. Escondidos. Se miraban nerviosos y trataban de no hacer ruido. Temían que los miembros de Hamas los escucharan e intentaran entrar. Les daba miedo hasta respirar.

“Escuchamos como rompían las mesas y sillas de nuestra casa – relata Rozen-. Los oía gritar en árabe insultos, abrir las puertas de los armarios y romper platos y vasos”. En un momento, los terroristas descubrieron el escondite de la pareja. Intentaron forzar la puerta. De un lado, los miembros de Hamas empujaban del otro Moshe y Diana agarraban fuerte el picaporte para intentar salvar sus vidas.

Se produce un silencio y es el momento que la pareja cree que el peligro había pasado. Y entonces, una ráfaga de ametralladora atraviesa el cuarto y hiere al matrimonio en sus manos. En las mismas manos que sostenían la puerta para evitar el encuentro con Hamas.

La puerta cede y la pareja se encuentra cara a cara con cinco miembros de Hamas que portaban armas largas. “Los veía muy nerviosos y enojados. Estaban muy en alerta. Creo que querían evitar ser descubiertos por las patrullas del ejército que se acercaban tras conocerse la invasión”, sostiene el hombre.

Moshe y Diana fueron empujados fuera de su casa y arrastrados por el bosque hacia la frontera con la Franja de Gaza. Cruzaron arbustos y se golpearon contra los árboles de la zona cercana a su kibutz. “Nos dimos cuenta que evitaban los caminos principales para no cruzarse con los militares israelíes”.

Los terroristas llevaban a la rastra a la pareja mientras también cargaban objetos que se habían robado de la casa de los Rozen. Moshe y Diana veían como se acercaban hasta el límite de la zona de viviendas del kibutz. De allí un alambrado los separaba de los cultivos de la comunidad y a poca distancia de la frontera con Gaza.

Entonces, ya muy cerca del alambrado Moshe ve el hueco que seguramente los miembros de Gaza usaron para atacar el kibutz. Pasa el primer terrorista, el segundo, el tercero y el cuarto. Antes del quinto integrante, le hace señas para que pasen Moshe y Diana. A esta altura, los dos habían perdido mucha sangre y estaban muy débiles. “Yo tenía toda mi ropa teñida de rojo por las heridas y empezaba a ver nublado”, recuerda el hombre.

La rebelión de Moshe y Diana

La escena que quizás merezca en el futuro ser contada en alguna serie o película fue la siguiente. De un lado del alambrado 4 terroristas de Hamas que llevaban las pertenencias robadas en la casa de los Rozen. Del otro, el último de los miembros de Hamas que quedaba haciendo señas a Moshe y Diana para que pasen del otro lado. Entonces, a pura intuición, el hombre toma de la mano a su esposa y se empieza a negar. “Dije algunas palabras en inglés y luego los gestos universales. Les decía que necesitábamos un hospital, que no íbamos a ir a Gaza con ellos”, relata Moshe.

Y en un segundo, que seguramente fue eterno para los Rozen, Moshe y Diana se dieron vuelta y empezaron a correr con rumbo a su casa en el kibutz. Atrás quedaron sus captores. “Corrimos por nuestras vidas. Esperaba recibir una ráfaga de disparos en cualquier momento, pero no lo hicieron. No puedo explicar cómo nos salvamos”, argumenta el hombre.

Su casa del kibutz había quedado totalmente destruida por el paso de Hamas. Ventanas rotas, paredes baleadas y mucha ropa desperdigada por las habitaciones y el jardín de entrada. Empezaron a deambular por la zona. El miedo era cruzarse con algún otro grupo de Hamas. Muchos vecinos no le abrieron la puerta por temor a que fueran parte de una trampa de los terroristas. “Por suerte desde una casa un hombre que nos conoce hace muchos años nos dio refugio. Nos hicieron las primeras curaciones y un par de horas después llegó el ejército para trasladarnos al hospital”.

Mientras se recupera de las heridas junto a Diana, Moshe sueña en el futuro cercano retomar los diálogos de paz con parte de la comunidad palestina que vive apenas a 35 cuadras de su kibutz. Por ahora, solo se escuchan los llantos por las víctimas y los dos centenares de secuestrados que aún están en poder de Hamas.