La larga espera terminó para Dani Lerer y su familia. Brenda, su hija de 18 años que estaba en un plan de estudios y trabajando en Israel finalmente llegó a la Argentina, sana y salva.
El especialista en terrorismo, que mantiene informada a la comunidad judía, argentina y a nivel global (su cuenta en X es @Danilerer) había conversado con su hija que era momento de regresar. Ella que había pisado por primera vez el suelo israelí, que había descubierto y vivido en carne propia la solidaridad de ese pueblo tal como le habían contado, no tenía ganas de volver, porque se había hecho muchos amigos. En un punto sentía que irse era abandonarlos en medio de esta situación tan dolorosa, donde muchos de ellos se estaban alistando para ir al frente. “Pero se dio cuenta que empezó a quedarse sola en Tel Aviv. Sus amigas se estaban volviendo a sus casas y el turismo estaba decayendo. No tenía sentido quedarse sola”, cuenta su padre, que también tiene esa sensación dual, porque nadie que deja Israel lo siente como una celebración y menos después de la semana vivida en las que están todos atravesados por el dolor.
Brenda estaba en la última etapa de su viaje, trabajando como camarera en el hotel Hilton, después de haber realizado un curso de 4 meses de perfeccionamiento de inglés en el norte de Israel, y de haber alquilado en el centro del país junto a tres amigas. De manera, que ella no vivió de cerca la matanza y secuestros perpetrados por los terroristas de Hamas que ocurrieron en el sur de Israel. Cuenta su padre que ella le dijo sentirse segura, que los bombardeos no le preocupaban. “Pero finalmente se convenció sola que era momento de volver”, explica.
Para su regreso lo que hicieron fue adelantar su pasaje de Emirates, que estaba programado para diciembre. Como había convivido con amigos porque ella no tenía refugio, había dejado las valijas hechas en su departamento. Pasó con un taxi a buscarlas, acompañada de una amiga, que también tomaba el mismo vuelo. El vuelo salía desde Tel Aviv a las 23 horas, pero fueron muy temprano, a las 7 de la mañana, porque sabían que se encontrarían con el aeropuerto colapsado y que sería complicado. La adolescente se encontró con que su vuelo se había cancelado, y gracias a que había ido a esa hora de la mañana logró que la compañía le adelantara el vuelo tan solo dos horas después hasta Dubai, donde la esperaba una conexión de 17 horas con destino a Buenos Aires.
“Una vez que avisó que apagaría el celular porque el avión ya estaba a punto de despegar, sentí el alivio”, cuenta Dani Lerer, que desde que estalló el conflicto le costaba mucho dormir, porque su cabeza le trabajaba todo el tiempo. “Desde que comenzó todo no debo haber dormido más de ocho horas en total. La realidad es que todo el pueblo de Israel es mi familia, somos todos hermanos, y por ello estoy muy triste, lo que siento es imposible de describir con palabras”, le había dicho a Infobae días atrás.
Después de esa escala eterna en Dubai, pero que ya marcaba la cuenta regresiva del regreso a Buenos Aires, comenzaron los preparativos de la familia para volver a organizar su cuarto. Hacía 8 meses que faltaba de Buenos Aires.
Estas tareas ayudaron a que el tiempo pasara más rápido y su padre dicen que también aprovechó para poder descansar un poco cuando sintió que ya podía hacerlo. Brenda hizo un pedido especial para su recibimiento. Quiso que llevaran al aeropuerto a Ulises, el golden retriever de la familia, que es un miembro más. Dani Lerer cumplió con su pedido y fue quien llevó al perro con la correa.
Recuerda también que cuando alguien de la familia, una tía que no quiso perderse ese momento dijo “Ahí está Brenda”, el perro levantó las orejas de inmediato y salió corriendo arrastrándolo prácticamente hacia su hija. Así fue el esperado reencuentro de la familia que se fundió en un abrazo. “La emoción fue inconmensurable. Hubo lágrimas de su mamá, hermana, mías. Brenda no tanto”, expresó.
“¿Cómo la encontré después de esta vivencia? Más madura. Creció cinco años de golpe. Ella siempre fue de llevarse el mundo por delante, de saber lo que quiere, pero tuvo que moverse sola por el país. Desenvolverse y lo hizo muy bien”, dice este padre muy orgulloso de su hija. Y explica, que las lágrimas y la emoción también hubiesen existido más allá del contexto de la guerra, porque se hacían falta después de 8 meses.También hubiesen llorado de la emoción porque son una familia unida.
Brenda enseguida se reencontró con sus amigas, quienes se escondieron y le dieron una grata sorpresa.
Al día siguiente fue al club y sin programarlo demasiado, porque fue de visita, volvió a jugar su deporte favorito, el hockey en el club de la colectividad judía al que asiste toda la familia. En el momento de esta entrevista, padre e hija regresaban agotados -él por jugar al fútbol- y felices de estar otra vez juntos.