“En un país sumamente polarizado, uno de los pocos consensos gira en torno a que la educación está en crisis y que es preciso una urgente transformación. Es cierto que hubo y hay distintas propuestas; sin embargo, los diferentes intentos de transformación realizados a lo largo de los últimos cuarenta años resultaron fallidos o insuficientes”. Así lo remarcó Alberto Barbieri, Director del Instituto de Investigaciones en Gestión, Desarrollo y Control de Organizaciones (IGEDECO UBA) y ex rector de la UBA, al presentar su libro “Cómo transformar la educación y no fracasar (otra vez) en el intento.”
Editado por Eudeba y Siglo XXI, la obra, de la que participan especialistas del Observatorio Hacer Educación que dirige Barbieri, ofrece en la primera parte un pormenorizado diagnóstico de la crisis educativa que atraviesa el país, y más adelante, aporta algunos lineamientos para impulsar los cambios que se necesitan con ideas y propuestas orientadas a transformar la gestión. “Así como está planteada en nuestro país, la educación no cumple su objetivo”.
Para el autor, el principal problema es cómo se gestiona actualmente el sistema educativo, y la salida requiere pensar a mediano y largo plazo. “Se han elaborado cientos de diagnósticos y todos estamos de acuerdo que hay problemas. Ahora es tiempo de pensar soluciones. Ese es el sentido de este libro”, explicó Barbieri.
“Si estuviésemos gestionando bien, los resultados serían mejores y los chicos tendrían una educación de calidad”, destacó. “Gestionar implica comprender contextos diferentes, tanto para formular las políticas educativas como para implementarlas”, destacó en un diálogo con el periodista Ricardo Braginski.
Destacó que “para transformar este estado de situación es necesario generar consensos básicos sobre qué hay que hacer y cómo llevarlo adelante. La gestión es la pieza fundamental, es la estrategia para hacer que las cosas sucedan.”
“Hay quienes aseguran que la solución es una mayor inversión en educación. Si seguimos con un sistema con este nivel de ineficiencia de gestión, invirtamos lo que invirtamos, el resultado siempre va a ser malo”.
La escuela como herramienta de transformación
El libro sugiere algunas propuestas abiertas, que funcionen como disparadores o inspiración para pensar los cambios que se necesitan. De ahí que Barbieri haga hincapié en “transformar a las escuelas en unidades de gestión, porque es donde confluyen los directivos, los estudiantes, docentes, los no docentes, auxiliares y las familias. La respuesta está en la escuela, porque es ahí es donde suceden los procesos de enseñanza y aprendizaje. Nuevamente, la base es articular consensos”. Agregó que “la educación se transforma con gestión integral, poniendo el foco en las escuelas y en las herramientas necesarias para resolver problemas que la afectan en el día a día”. Remarcó la necesidad de otorgarles herramientas concretas para resolver los emergentes cotidianos vinculados a infraestructura, equipamiento y otros recursos.
Jerarquizar las políticas educativas
Otra de las propuestas que ofrece el libro es la de crear una Agencia Nacional de Educación, con el propósito de jerarquizar la coordinación de las políticas educativas a través de un organismo de carácter federal con respaldo del Poder Legislativo.
“El objetivo de esta agencia –explicó- es consolidar herramientas técnicas que permitan articular la gestión federal de las políticas educativas, coordinando su diseño e implementación con todas las jurisdicciones intervinientes. Esto permitiría construir legitimidad desde la esfera política para viabilizar la implementación de las políticas educativas a nivel nacional.”
Barbieri remarcó que este nuevo organismo sería un ente autárquico descentralizado que absorbería algunos aspectos destacados del actual ministerio actualmente existente, y desarrollaría áreas nuevas para la gestión efectiva de los proyectos y la profundización de las agencias de acreditación que habilitan el funcionamiento de los sistemas federales, con cargos a los que se acceda con aval legislativo y concurso de antecedentes.
Por otro lado, hizo hincapié en la necesidad de fomentar que las políticas educativas se sostengan en el tiempo y estén separadas de la política electoral: “Muchas veces no somos conscientes de que a lo largo de los 14 años de educación obligatoria pueden sucederse al menos tres gobiernos de distintos signos políticos, con sus distintos ministros de Educación. Esto implica que se cambie de dirección, por lo menos, cada cuatro años y que no haya una continuidad en las políticas que funcionan”.
En ese sentido, la Agencia podría funcionar como un organismo que garantice una mirada a mediano y largo plazo: “Sus funcionarios permanecerían seis años en el cargo, designados por el Senado; de esa forma se podría avanzar en los compromisos de gobierno, fortaleciendo la responsabilidad de los funcionarios públicos de todas las jurisdicciones. Es una contribución para transformar los procesos de gestión, y para lograr que las transformaciones que requiere el sistema educativo sucedan”.
“Por lo general se culpabiliza a los docentes como responsables de los problemas educativos; pero hay que asumir que si el problema es generalizado lo que hay que cambiar es cómo se gestiona la organización”. Además, agregó que “el docente no es el problema, sino la solución. Un país sin docentes sería imposible que tuviera los recursos humanos que necesita para desarrollarse”.
En el libro, además, se analizan otros problemas, como el llamado “profesor taxi”, donde un docente de secundaria llega a dar clases en seis o siete colegios diferentes. “Hay que concentrar las horas de cada profesor en una escuela, conformar los cargos de profesor y no desparramar las horas entre montones de docentes; los marcos normativos para llevarlo adelante existen y la mejora que produce está verificada”, señaló.
Salarios, piedra de la discordia
En cuanto al salario docente, el ex rector de la UBA explicó que es preciso “elaborar una fórmula de actualización salarial que permita reponer la pérdida de valor adquisitivo por inflación por un lado, pero que también ligue la expansión del PBI a un incremento salarial por sobre la recomposición misma”.
“Es preciso incentivar el ingreso y la permanencia en la carrera docente, ya que la falta de maestros hoy es un problema mundial”. Tomando en cuenta que las autoridades de la escuela son pieza central de cualquier institución educativa, “debemos llevar adelante una propuesta de formación y selección de directivos de escuelas, jerarquizando el rol del director, fortaleciendo su formación y optimizando las instancias de selección posteriores”.
Cuestiones como la inversión, la conectividad, los planes de estudio y la necesidad de que las prácticas profesionalizantes, obligatorias en las escuelas técnicas, deberían aplicarse a todo el nivel secundario, son también analizadas en el libro.
Por último, destacó que “estamos decididos a sentar las bases para abrir una discusión sincera y profunda acerca de lo que se necesita en la educación argentina. No encontrarán en este libro soluciones mágicas, sino algunas propuestas que pretenden ofrecer y poner en discusión ideas y alternativas para impulsar los cambios que se necesitan. Estoy convencido que no debemos renunciar al sueño que muchos, como yo, pudieron cumplir: el de la movilidad social ascendente a través de la educación pública. Es necesario recuperar el poder de la educación, cuando es inclusiva y de calidad, para transformar los destinos individuales. Sin educación, no hay desarrollo posible. Es tiempo de transformarla”.