El final del Che Guevara: depresión y fracaso en el Congo, un paso por Argentina y la violenta muerte en Bolivia

Los últimos dos años de vida del guerrillero argentino fueron erráticos. Su salida de África luego de fallar como comandante en la guerra, su intención de emular a la revolución cubana en Argentina y la desastrosa aventura en la selva boliviana que lo llevó a una huida desesperada, la rendición y el fusilamiento en una escuela de La Higuera

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El cadáver del Che minutos después que el guerrillero argentino fue fusilado por el sargento Mario Terán, el ejército boliviano (The Grosby Group)
El cadáver del Che minutos después que el guerrillero argentino fue fusilado por el sargento Mario Terán, el ejército boliviano (The Grosby Group)

El lunes 22 de noviembre de 1965, luego de cruzar el lago Tanganica, en el puerto de Kigoma, Ernesto “Che” Guevara se despide de la tropa quedándose solamente con “Papi” (José María Martínez Tamayo), “Pombo” (Harry Villegas Tamayo) y “Tuma” (Carlos Coello). Frente a su fracaso en su guerra en el Congo, sus palabras no fueron de una despedida definitiva porque los instó a volver a encontrarse con ellos “en otro país”. Otro soldado cubano, presente en esas horas, Dariel Alarcón Ramírez, “Benigno”, fue más preciso: “El Che nos explicó que él saldría para Argentina, incondicionalmente, y nos pidió que nosotros regresáramos a Cuba. Unos irían con él pasando por Checoslovaquia, otros irían por Argelia.” También estaba presente Emilio Aragonés Navarro que lo fue a rescatar y años más tarde seria embajador cubano en la Argentina.

Según Pombo, todavía no se había establecido en el piso superior de la cancillería cubana en Dar es Salaam, Tanzania, que ya Guevara había lanzado a girar su “ruleta” revolucionaria. ¿Una “misión internacionalista” en la Argentina? ¿Por qué? En Buenos Aires no había un gobierno colonialista, tampoco un régimen militar. Gobernaba el régimen constitucional del radical Arturo Umberto Illia, por la proscripción del Partido Justicialista. Durante los tres meses en Tanzania, “Ramón”, “Tatú” o el Che, Ernesto Guevara de la Serna, los dedicó, primero, a salir del pozo depresivo en el que se encontraba y recuperarse físicamente. En todo ese período fue custodiado y ayudado por agentes de la Seguridad cubana, del comandante Manuel Piñeiro Losada, sus incondicionales “Pombo” Harry Villegas, “Papi” José María Martínez Tamayo y “Tuma” Carlos Coello.

Guevara en su fracasado paso por el Congo
Guevara en su fracasado paso por el Congo

En esas semanas, el semanario “Primera Plana” saca en su tapa al Teniente General Juan Carlos Onganía, con su uniforme militar, bajo el título: “El nuevo Onganía”. Trataba, entre otras cuestiones, el largo viaje que el jefe militar había realizado por Europa y Brasil. Al retornar, dijo, el 31 de agosto, entre otras cosas: El Ejército Argentino está dispuesto a ese acercamiento mayor, como imperativo de la solidez que merecen los fundamentos de nuestra nacionalidad y al de agrupar fuerzas para oponerse al comunismo. A este enemigo tenaz, fluido, sinuoso, no lo persuadiremos ni retardaremos con el sonido de la retórica que tiene la confesión de los errores cometidos ni con la citación de medidas de enmienda en un utópico clima de convivencia pacífica:”

La caída del gobierno del radical Arturo Umberto Illia fue uno de los actos más inevitables de la historia argentina. Sí, inevitable, porque fueron contados con los dedos de una sola mano aquellos argentinos que rechazaron la idea que se derrocara a otro gobierno constitucional. De alguna manera, los referentes más importantes de la dirigencia argentina lo aceptaron. Y, es bueno decirlo, a Illia le faltó templanza, muñeca, para impedirlo. El rumor de un golpe militar era cada vez más fuerte en el primer semestre de 1966. Quizás la frase que mejor refleja el estado de ánimo de algunos políticos la pronunció Enrique de Vedia: “El gobierno se merece un golpe, pero el país no.”

Teniente General Juan Carlos Onganía
Teniente General Juan Carlos Onganía

En La Habana el acto del 2 de enero de 1966, aniversario de la llegada de Fidel Castro al poder, a diferencia de los anteriores, fue marcadamente distinto. Por lo pronto, estuvo mucho más concurrido que en los seis años que lo precedieron. La razón era sencilla, el palco estaba atestado de gente prolijamente distribuida. Era por la enorme cantidad de extranjeros que, al día siguiente, debían participar en el acto inaugural de la “Primera Conferencia de Solidaridad de los Pueblos de Asia, África y América Latina”, más conocida como “la Tricontinental”. Entre los latinoamericanos estaban, entre otros, el socialista Salvador Allende Gossens, presidente de la Conferencia, más tarde Presidente de Chile; Clodomiro Almeyda, luego canciller de Chile; el uruguayo Rodney Arismendi; los argentinos presididos por John W. Cooke, Alcira de la Peña (PCA) y Carlos Lafforgue (Juventudes Políticas); el francés Regis Debray Entre tanta gente, no podía faltar la “Venus de bronce” Josephine Baker, cantante y bailarina estadounidense, nacionalizada francesa.

Casi -- podría decirse—dentro de la tendencia de izquierda o marxista de la época no faltaba nadie. Sin embargo hubo una notoria ausencia que Castro no se atrevió a nombrar en la “asamblea popular”. La de Ernesto Guevara, postrado en Dar es Salaam, Tanzania luego de su fracaso en el Congo. El discurso de Castro, como todos los anteriores, fue un largo rosario de confesiones inexactas y proezas no cumplidas. Castro propuso a la “asamblea” el lema del año: “¡Con Cuba, cualquier movimiento revolucionario, en cualquier parte del mundo, podrá contar, con su ayuda incondicional y decidida!” En esas horas Fidel Castro, muy suelto de cuerpo, entre los “mojitos” y los habanos “Cohiba”, les dijo a los periodistas en el Hotel “Habana Libre”: “No importa cuántos son y cómo lo hacen o por qué camino asumieron la representación de los intereses de sus pueblos. Cuántos sean y quiénes sean no importa. Importa que luchen por la liberación, contra el imperialismo y por los gloriosos objetivos de la dictadura del proletariado y la revolución mundial.” En el plano latinoamericano y caribeño, sus 27 delegaciones acordaron por unanimidad fundar la “Organización Latinoamericana de Solidaridad” (OLAS) y reunirse el año siguiente (1967). La futura sede de la organización, como era de prever, estaría en La Habana.

El Che en sus días de La Habana (Photo by Joseph Scherschel/The LIFE Picture Collection/Getty Images)
El Che en sus días de La Habana (Photo by Joseph Scherschel/The LIFE Picture Collection/Getty Images)

El sábado 15 de enero de 1966, Fidel Castro dio su discurso final ante la audiencia de la Cumbre “Tricontinental”. A diferencia del que había pronunciado el domingo 2, esta vez fue más extenso y por primera vez habló de Ernesto Guevara. Una vez que terminó con la “agenda” de América Latina, intentó aplacar las dudas alrededor del paradero de Guevara, cargando las tintas a una campaña de rumores del imperialismo y del trotskismo: “El compañero Ernesto Guevara, unos cuantos revolucionarios de este país y unos cuantos revolucionarios fuera de este país saben cuándo salió, qué ha estado haciendo en este tiempo y, desde luego, los imperialistas estarían muy interesados en saber, con todos los detalles, dónde está, qué ha hecho, cómo lo hace y, desde luego, al parecer no lo saben y si lo saben lo disimulan mucho. Pero, desde luego, éstas son cosas que el tiempo, cuando las circunstancias lo permitan, permitirá su esclarecimiento. Pero los revolucionarios no necesitamos esos esclarecimientos; es el enemigo quien se vale de éstas circunstancias para tratar de intrigar y para tratar de confundir y para tratar de calumniar.”

Guevara maquillado para uno de sus viajes
Guevara maquillado para uno de sus viajes

El año 1966 lo encontró al Che Guevara escondido en un pequeño departamento dentro de la residencia del embajador cubano en Dar es Salaam, Tanzania, al que solo unos pocos elegidos tienen acceso. Fue en ese lugar donde inició su período de recuperación física y espiritual tras su derrota en el Congo. Todo lo que era reflejaba lo falso, la nada: No era el “Che”, porque lo llamaban “Tatú” y luego “Ramón”. No era cubano, nacionalidad a la que había renunciado por escrito, y su jefe había leído su carta públicamente dejándolo en el aire, apátrida, por decir lo menos. Como bien dijo Elizabeth Burgos, la ex esposa del francés Régis Debray, “al hacerla pública (a la carta), Fidel condenaba a Guevara a una total clandestinidad: ya era el preludio de su muerte”. Decía llamarse Ernesto Guevara de la Serna pero su pasaporte sostenía que era “Ramón Benítez”. Su documento lo acreditaba como nacido en Montevideo, Uruguay, y en realidad era de Rosario, Argentina. Era un jefe guerrillero sin guerrilla a su mando. Sostenía que iba a atacar la Argentina (en ese momento bajo un gobierno constitucional) y terminó en Bolivia. En esos días era todo pasado: Ex Ministro de Industria, ex titular del INRA, ex presidente del Banco Nacional de Cuba. Salvo su esposa Aleida March Torres, que fue llevada por “Ariel” Juan Carretero a principios de año, todos los demás que lo vieron y trataron eran oficiales de Inteligencia del “Gallego” o “Barbarroja” Manuel Piñeiro Losada. En otras palabras, Guevara era ya una ficha –importante por cierto—del espionaje cubano. De allí que seguir sus pasos exactos, día a día, es hoy imposible, porque es en Cuba un secreto de Estado y los archivos disponibles no lo establecen. Guevara tenía en su contra, a diferencia de los grandes espías, que no pasaba desapercibido porque su rostro era mundialmente conocido.

Como cuenta Jorge Castañeda, Guevara pasará los meses de Dar es Saalam en un insistente tironeo con La Habana, entre atacar la Argentina o dirigirse a otro país intermedio. Fidel Castro –menos propenso al delirio-- sabía que los soldados de la Gendarmería Nacional o el Ejército Argentino no eran los “mercenarios” que Guevara imaginaba en 1960 cuando hablo con el escritor Osvaldo Bayer. Las palabras del encargado de Bolivia en los servicios cubanos Ángel Brager, “Lino”, no pueden ser más claras: “Se da un juego con Fidel para que no vaya a la Argentina y regrese a Cuba. Fidel manda a Aleida y a otros a verlo. El Che quería ir directamente a Buenos Aires. Fidel inventa Bolivia, usando los recursos que existen en ese país, para convencerlo de regresar a Cuba y no ir a la Argentina.” “El Che no perseguía más que un solo propósito: dirigirse a Buenos Aires, con o sin preparación, recursos y acompañantes.”

El comandante Guevara con Leonov
El comandante Guevara con Leonov

El general ( R ) Nikolai Leonov (alto funcionario del KGB) aseveró: “Discutiendo una vez con los compañeros cubanos sobre la locura esa de meterse en la selva de Bolivia, un país mediterráneo, donde incluso de triunfar la revolución socialista sería imposible mantenerla, porque se estaría rodeado de estados por todos lados sin posibilidad de recibir ayuda ninguna, por primera vez oí una variante, que quizás era una variante posible: oí decir que Bolivia no era el punto final del Che Guevara, sino que era una especie de polígono donde tenía que entrenar la guerrilla, pero que el objetivo final tendría que ser Argentina, su país natal, donde había un fuerte movimiento clandestino que se levantaría en el momento de la incursión de las tropas desde afuera. Así que, en este caso, no se trataba de ninguna divergencia entre Fidel y el Che. Era un proyecto geopolítico: la repetición, en cierto modo, de la hazaña del propio Fidel, pero en otra escala, en otra región”. Finalmente es convencido de ir a Bolivia y él, en principio, elige viajar a Praga antes que volver a La Habana. Ramiro Valdés Menéndez ( uno de los oficiales más importantes en la intervención castrista en la Venezuela de Hugo Chávez Frías y Maduro) y Manuel “Barbarroja” Piñero Losada son los que tienen la parte ejecutiva pero detrás de ellos está Fidel Castro.

Ernesto Guevara llego a Praga, en marzo de 1966, vía ferrocarril y varias décadas más tarde, en el diario “Mladá Fronta Dnes”, se escribió que para Guevara, esos meses en Praga, fueron el peor período de su vida. “Todo aquí es aburrido, gris y sin vida. Esto no es un socialismo sino su fracaso. Praga entera es como una sala del Titanic”, apuntó Guevara sobre su estancia en este país. Entre marzo y julio de 1966 toma forma su proyecto de ataque a Bolivia, mientras se cruzan mensajes y planes a través de enviados que se desplazan entre La Habana y Praga. Al elegir Bolivia, “brota la idea de organizar una guerrilla madre, de donde se efectuarían distintos desprendimientos, siendo el principal precisamente el que se adentraría en la Argentina. Por todas estas razones y por los recursos de los que disponían los cubanos en Bolivia, ese país ofrecía mejores posibilidades de éxito”, aunque, “sólo faltaba convencer de ello a los bolivianos y al Che.” Como ocurrió la formación del Ejército de Liberación Nacional (ELN), con sus “sucursales” en la Argentina, Bolivia y Chile respondió a este proyecto primigenio. A esta idea parece relacionarse el envío de “Papi” José María Martínez Tamayo a Bolivia con la instrucción de estudiar el panorama político y militar, además de analizar la posibilidad de crear una escuela de formación de combatientes y cuadros.

Ficha de Tamara Bunke del aeropuerto de Praga
Ficha de Tamara Bunke del aeropuerto de Praga

Esta tarea la cumple en conjunto con la argentino-alemana “Laura Gutiérrez Bauer”, Tamara Bunke o “Tania”, con radicación definitiva en Bolivia desde el 20 de enero de 1965. Lo cierto es que “Tania”, había recibido en Praga y Alemania comunista un intenso curso de actualización de Inteligencia en diferentes rubros (chequeos, contra chequeos, confirmación de fuentes, uso de claves y tintas, etc.). La idea inicial del Che fue viajar directamente al objetivo sin pasar por Cuba pero tras la visita del Ministro del Interior, Ramiro Valdés Menéndez, Guevara acepta volver a Cuba, como clandestino, para organizar la expedición boliviana.

El 19 de julio de 1966, con un pasaporte uruguayo a nombre de Ramón Benítez y acompañado de Alberto Fernández Montes de Oca (“Pacho”), el Che sale de Praga en tren; ocupa el asiento 22 del vagón 181 y “Pacho” el 24 hacia Viena y después Ginebra y Zürich. Vía Moscú llega a La Habana. En el aeropuerto internacional de Rancho Boyeros lo esperaban el “Gallego” Piñeiro Losada y el general Raúl Menéndez Tomassevich.

Periodista: ¿Del aeropuerto para dónde fueron?

Tomassevich: Directo para la finca San Andrés, en Pinar del Río. Allí permaneció el Che hasta su salida para Bolivia. Le informé que estaba preparando a un grupo de compañeros para formar una guerrilla. Le mostré el listado. Escogió a algunos e hizo por su cuenta una nueva relación. Entregué la lista al Ministro de las Fuerzas Armadas quien después me informó que estaba aprobada”. Como bien se conoce la tropa del Che estaba compuesta por veintiún cubanos de “paladar negro”: cinco miembros del Comité Central del PCC y dos ex vice ministros de Estado. Los demás son veteranos de la Sierra Maestra, Inteligencia y Tropas Especiales del MININT.

Hay un gran misterio: ¿Cuándo realmente salió Ernesto Guevara de Cuba hacia Sudamérica? ¿Viajo directamente a Bolivia? Estas y otras preguntas no pueden ser respondidas por el gobierno de La Habana, simplemente, porque el agente castrista en ese trayecto violó aduanas; pasos migratorios y transgredió todos los preceptos internacionales que fundamentan las cordiales relaciones entre los países. Y Cuba, desde hace más de medio siglo, siempre violó todo.

Foto tomada a fines de marzo de 1965 en una casa de seguridad de La Habana. Fidel Castro observa el pasaporte falso y el Che, fuera de foco, espera su aprobación
Foto tomada a fines de marzo de 1965 en una casa de seguridad de La Habana. Fidel Castro observa el pasaporte falso y el Che, fuera de foco, espera su aprobación

Para el escritor Reginaldo Ustariz, el empresario uruguayo Adolfo Mena González --el Che-- llegó a La Paz el jueves 3 de noviembre de 1966, en calidad de consultor de la OEA. La misma fecha la confirma el general (R) boliviano Gary Prado, en ese entonces capitán. En el recorrido de La Habana a Bolivia hay puntos oscuros, días vacíos, acompañados de rumores. Para la reconstrucción histórica, simplemente, lo que se esconde es el paso de Guevara por otros países antes de entrar en Bolivia. Por ejemplo se sostiene que pasó por Chile, Uruguay y la Argentina. En su paso por la Argentina dejó huellas, hay registros. El embajador Valentín Luco, mano derecha de Héctor Villalón, el encargado de las Relaciones Internacionales y contactos con la juventud del Comando Superior Peronista, contó que se encontró con Ernesto Guevara antes de entrar en Bolivia: “Cuando pasó por Buenos Aires tuve la oportunidad de conversar unos minutos con él. Era pesimista; el lugar por él decidido, Bolivia, no era el más adecuado para un éxito, ni político, ni civil, ni militar.” En la biografía de Jorge Rulli se puede encontrar la siguiente anécdota: “En el 66, un día, después de jugar al fútbol, conversando con Carlos Mugica sobre lo que se vivía en la Argentina, me dijo: ‘Julio la revolución viene en serio, el Che Guevara está en la Argentina.”

También fue visto en la provincia de Córdoba, en la que tenía grandes amigos y amigas. En la que vivió diecisiete años, entre Alta Gracia y su ciudad capital. Su paso por la provincia mediterránea argentina tiene varios capítulos. Uno es de “Chichina” Ferreyra, una histórica amiga del dirigente “cubano”-“uruguayo”-“argentino”, a quien Gustavo Roca le confirmó su estadía, y que una noche se hizo llevar a una reunión a la vuelta del Palacio Ferreyra. Según me conto la misma señora, otra persona le dijo que Guevara había estado parando en la localidad de Ferreyra, en la entrada de la capital, donde tiene instalada su fábrica de automóviles la Empresa Fiat. Quise profundizar la veracidad del relato y el viernes 18 de octubre de 2013, en Córdoba, me entrevisté con Lucio Garzón Maceda. Me limité a preguntarle si se había reunido con Guevara en esa oportunidad. La respuesta fue inmediata: “No, yo no estuve con el Che. Sí se entrevistó con Gustavo Roca” (su ex socio en el estudio de abogados). Pero Guevara no solo pasó por Córdoba. También estuvo en Tucumán. Un testimonio valioso, con nombre y apellido, me lo dio Harry García Hamilton que llegó al más alto cargo en la dirección del matutino “La Gaceta” de Tucumán.

A mitad de marzo de 1967 se observan los primeros indicios de una fuerza insurgente en la zona boliviana de Ñancahuazú (donde habían creado 3 campamentos y 5 cuevas-embutes). El 10 de abril de 1967, una columna de soldados bolivianos es emboscada y pierde 20 hombres. La tropa del Che va a sufrir la caída del boliviano Jesús Suárez Gayol, “Rubio” o “Félix”. Guevara va a apuntar en su diario que un periodista chileno revelo que fue descubierta una foto suya “sin barba y con pipa”. El 20, en Muyupampa, son detenidos Régis Debray, el periodista inglés-chileno George Andrew Roth (que no se explica cómo pudo llegar ahí) y el “Pelado” Ciro Bustos, que habían logrado salir del cuartel guerrillero. Con las horas todo comienza a saberse. El factor sorpresa estaba perdido y, como bien dice el escritor Pierre Kalfón, “para los veinticinco hombres que constituyen el grupo que permanece alrededor del Che, toda la historia de la guerrilla, de mayo a octubre de 1967, no es más que un deambular vacilante impulsado por las necesidades elementales: encontrar agua, alimento, medicinas.”

El Che en la selva boliviana con miembros de su guerrilla (Photo by Hulton Archive/Getty Images)
El Che en la selva boliviana con miembros de su guerrilla (Photo by Hulton Archive/Getty Images)

El 25 de abril va a apuntar en su diario: “Día negro”. Porque se vuelve a mantener un encuentro con el Ejército boliviano y muere “Rolando”, Eliseo Reyes Rodríguez, “uno de los pilares, anota Guevara, compañero mío desde que, siendo casi un niño, fue mensajero de la columna 4″ en Sierra Maestra. Por esas horas, se abandona Ñancahuazú, el lugar elegido para servir de centro de reclutamiento y escuela para los guerrilleros. Faltaba menos de medio año para que terminara la experiencia guerrillera. Como anticipando el final de la incursión en Bolivia, el 31 de agosto de 1967 será exterminada la retaguardia del Che, cuando la columna de “Joaquín”, el comandante Juan Vitalio Acuña Núñez, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba es emboscada en el paraje Vado del Yeso. Junto con él caen Moisés Guevara (boliviano), “Tania” (Haydeé Tamara Bunke Bider), Israel Reyes Sayas (Braulio, combatiente en el Congo y veterano del Segundo Frente del Escambray), Gustavo Machín Hosed de Meché (“Alejandro”, ex vice Ministro de Hacienda y ex jefe militar en Matanzas y varios más.

El general Alfredo Ovando Candía (presidente de facto en 1966 y 1969) anunció que Guevara había ingresado a Bolivia entre el 15 y 22 de septiembre de 1966 y de manera definitiva el 25 de noviembre. Al instalarse en Ñancahuazú, el Che observa que “poco de lo previsto existe o funciona. No hay armas, no hay comunistas más que los conocidos…el equipo de comunicaciones prácticamente es inoperante, y la zona escogida abarca todo tipo de inconvenientes. Según Benigno (el cubano Dariel Alarcón Ramírez) no hay comida, no hay medicinas, no hay armas.”

Che Guevara y Mario Monje, del partido comunista boliviano
Che Guevara y Mario Monje, del partido comunista boliviano

¿Y dónde estaba el secretario general del Partido Comunista de Bolivia, Mario Monje Molina? El fundador del PCB va a explicar muy pocos años más: “En diciembre de 1966 Fidel me pide una entrevista con el Che fuera de Bolivia. Me señaló que el Che no se encontraba en Bolivia y que esa entrevista podía ser en un lugar fronterizo. El 24 de diciembre de 1966 llegué a Bolivia pero yo suponía que el Che estaba en Bolivia. La entrevista con el Che en cierta medida me dio la pauta.” “Benigno” cuenta que Monje y Guevara se encontraron el 31 de diciembre de 1966. Lo llevó a la fuerza, por orden de Guevara, “Papi”, José María Martínez Tamayo (veterano del Movimiento 26 de Julio, Tropas Especiales del MININT, moriría el 31 de julio de 1967). Guevara “inició la conversación manifestando que era necesario hacer algunas aclaraciones para que pudiera haber un clima de sinceridad en la decisión sobre la posibilidad que se iba a conversar. Y concretamente dijo: ‘quiero pedirte disculpas, te hemos engañado. No pudimos explicarte nuestros planes…pero estamos aquí en mi territorio liberado. Entonces de un modo concreto yo le planteé la necesidad de que la revolución boliviana debía ser dirigida por los bolivianos”. “Él planteó que había hecho bastante experiencia, había visto lo que había ocurrido en el Perú en 1963; Argentina en 1964, lo que pasó en el Congo, y que consideraba que eran ellos (los cubanos) los que debían encabezar o dirigir la revolución y que no podían subordinarse […] Su intención inicial era ir a la Argentina o en forma alternativa ir al Perú, pero no había sido posible porque en la Argentina no existía nada, no tenían un aparato, no tenían quién los reciba, y en el Perú menos. El Che dijo: “Yo no te puedo dar la conducción revolucionaria porque no crees en la guerrilla. Tú tienes planes diferentes, tú crees en un enfrentamiento de carácter nacional, sin fecha, sin tiempo fijo.” A lo que Monje dice responder: “Sí, así yo pienso porque no creo que esto pueda llevar a la revolución…pero creo que comprendo mejor que tú el problema boliviano.” “Pombo (Harry Villegas Tamayo) en su diario pone que el PC y yo dudábamos de la guerrilla, descartábamos la guerrilla, y sin embargo el Che aparece en éste país. ¿Qué es lo que puede explicar ésta situación? Habrá que llevar en cuenta lo que ocurrió en el Congo; habrá que llevar en cuenta el tiempo transcurrido desde su desaparición en Cuba; habrá que llevar en cuenta finalmente una situación de explicación ante la propia opinión pública. Él mandó su carta de despedida no para venir a Bolivia, su carta de despedida era para el Congo y él no podía pensar que va a ir primero al Congo, va a vencer, y después va a otro país y también va a vencer. No, se supone que él iba a allí donde probablemente tenía que entregar su vida, y entonces se ve obligado a salir de África y buscar una salida. Él mismo me dijo en la conversación: ‘Yo a Cuba no podía volver, yo me había cerrado, me había despedido a paso marcial’. Entonces tenía que buscar otro lugar donde aparecer y Bolivia se presentaba por algunas consideraciones y por el hecho de que nosotros estábamos en proceso de preparación.”

El comandante Ernesto Guevara de la Serna tomó su lapicera y anotó en su agenda alemana, en la página correspondiente al “Sonnabend” (Sábado) 7 de octubre de 1967: “Se cumplieron los 11 meses de nuestra inauguración guerrillera sin complicaciones, bucólicamente; hasta las 12.30 hora en que una vieja, pastoreando sus chivas, entró en el cañón en que habíamos acampado y hubo que apresarla.” Éstas y otras pocas líneas más fueron sus últimos apuntes de la “Campaña de Bolivia”. ¿Escribió que había atravesado los meses “sin complicaciones”? El que escribía ya no era el altivo Che que bajaba de los aviones a la cabeza de delegaciones oficiales, o el que se paraba en el “Rostrum” de las Naciones Unidas, con su uniforme verde oliva y sus botas que brillaban. ¿La verdad? Al observar sus últimas fotos en La Higuera parecía un pordiosero, terriblemente desprolijo, con las crenchas duras por la suciedad y con sus pies cubiertos con unas medias inmundas y trozos de cuero que hacían de calzado.

El Che Guevara a caballo en Bolivia en 1967, poco antes de caer prisionero del ejército de ese país (AFP PHOTO / CENTRO DE ESTUDIOS CHE GUEVARA)
El Che Guevara a caballo en Bolivia en 1967, poco antes de caer prisionero del ejército de ese país (AFP PHOTO / CENTRO DE ESTUDIOS CHE GUEVARA)

El domingo 8 de octubre no anotó nada porque ese día cayó prisionero del Ejército de Bolivia en la Quebrada del Yuro (o del Churo). Estaba herido en una pierna. Lo llevan al pueblito de La Higuera junto con “Willy” (el boliviano Simón Cuba Saravia) y dos cadáveres: los cubanos “Arturo” (capitán René Martínez Tamayo) y “Antonio” (capitán Orlando Pantoja Tamayo). Poco después se agregan los cadáveres del “Chino”, el peruano Juan Pablo Chang, y de “Pacho” o “Pachungo”, el capitán Alberto Fernández Montes de Oca, su subordinado cubano de la Columna 8 en el Escambray y Director de Minas del Ministerio de Industria.

Llega a La Higuera rengueando, con la ayuda de un soldadito boliviano. Se transmite la novedad a los jefes y al gobierno de La Paz. El “Papá cansado” (la clave de la detención del jefe guerrillero) se transmite boca a boca en el Palacio Quemado. Al día siguiente llega a La Higuera el cubano-estadounidense, agente de la CIA, Félix Ismael Fernando José Rodríguez (para algunos Benton H. Mizones y Félix Ramos Mendieta). Guevara fue puesto en un aula de la escuelita del pueblo y a su lado tiraron los cadáveres de “Arturo” y “El Chino”. Una imagen dantesca. Solo comparable, si se quiere, a las que se vivían en La Cabaña cuando el Che administraba, sumariamente, “aspirinas” (condenas) a los pobres infelices antes de fusilarlos. Habló con Rodríguez y también con el capitán boliviano Gary Prado Salmón. El diálogo con Prado es para la Historia:

Prado: “¿Qué ha venido a hacer a Bolivia? ¿No supo usted que habíamos tenido una revolución acá y ya hicimos la reforma agraria?”

Che: “Sí, lo supe. Ya había venido yo aquí… estuve en Bolivia en el 53. Pero había mucho que hacer.”

Prado: “Claro, pero déjenos hacer a nosotros. Una cosa que no nos gusta es que nos vengan a decir de afuera lo que tenemos que hacer.”

Che: “Sí, tal vez nos equivocamos”.

Prado: “Bueno, pero ¿quién tomó la decisión de venir a Bolivia? ¿Usted?”.

Che: “No. No fui yo…otros niveles”.

Prado: “Pero, ¿qué otros niveles? ¿Fidel?

Che: “Otros niveles…”.

El Che poco antes de morir con Félix Rodriguez
El Che poco antes de morir con Félix Rodriguez

El 9 de octubre llegó Félix Rodríguez junto con otros altos militares bolivianos y habló con Guevara lo indispensable, según me conto en 2016. A diferencia de Prado, el cubano pidió sacarse una foto. Entonces, lo asomaron a la puerta del ranchito-escuela, y el agente de la CIA le dijo: “Comandante, mire el pajarito:” Fue la última instantánea de Guevara vivo. Rodríguez intentó llevar a Ernesto Guevara a la sede del Comando Sur, en Panamá, para ser intensamente interrogado. Jugaba con la fantasía de que podía “colaborar”. En la mañana del lunes 9 de octubre recibió desde La Paz el mensaje: “Está autorizado para ejecutar las Operaciones 500-600″. Pidió repetición y las palabras fueron idénticas. Significaba que a Guevara se le aplicaba la Ley Marcial que regía en Bolivia y moriría fusilado. El sargento Mario Terán cumplió la orden. Antes de despedirse, Rodríguez le preguntó si deseaba transmitir algún mensaje. Guevara sólo dijo: “Dile a Fidel que pronto verá una revolución triunfante en América. Dile a mi esposa que vuelva a casarse y trate de ser feliz.” Con la muerte del Che los argentinos se dispersaron fundando Montoneros, FAR y el ERP.

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