Estudió Artes del Circo en la universidad y se fue de gira por las calles del mundo con un clown y acróbata como ella

Mailén Mansilla quedó deslumbrada por el show de un equilibrista. Recién terminaba la secundaria cuando se anotó en un curso de acrobacia. Su aprendizaje en escuelas de circo, en la universidad y el primer show a la gorra que fue un fracaso. El día que conoció a Luciano Mezzotero, su dupla, con quien creó un espectáculo con el que se aventuró por las calles de Europa y ya cumplió 200 funciones. Su historia de amor después del amor

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El espectáculo de circo y teatro callejero de la compañía Trotamundos, fundada por Mailén Mansilla y Luciano Mezzotero

Mailén Mansilla (37) trabajaba como asistente contable cuando la invitaron a ver un espectáculo varieté, súper alternativo. Corría el año 2005, vívía en Zona Norte y acababa de terminar el colegio Polivalente de Artes, por lo que siempre había estado vinculada a la música y las artes plásticas. Al ver un número de acrobacia, y más tarde, otro espectáculo del artista argentino Ernesto Terri “un crac del cable y del equilibrio” haciendo mortales hacia atrás quedó “impresionadísima. Como loca. Intenté rastrearlo también, pero se había ido al día siguiente. En ese momento, creo que vivía en Europa. Y me dijeron que a la semana siguiente comenzaba un curso corto intensivo de cable. Y me anoté”, dijo.

A sus 18, 19 años Mailén vivía con la sensación inequívoca de que iba a dedicarse a algo artístico. Condiciones físicas no le faltaban. En la preadolescencia había hecho patín artístico y aprendía a toda velocidad. “Lo físico no lo tenía muy explotado, pero se me daba muy bien, por la flexibilidad, condiciones que vienen de yo que sé, de nacimiento, sin haber entrenado”.

Después del intensivo de cable, empezó a asistir a un taller anual integral que tenía aéreos, trapecio, acrobacia de suelo y ahí empezó a entrenar a la salida del trabajo como quien va al gimnasio. Fue cambiando de escuelas y su práctica estaba más asociada al placer que a una actividad profesional. “Después con el tiempo me fui enganchando más. Cuando algo te gusta necesitas más, cada vez más. Y creo que en 2010, me metí en la UNTREF, Universidad de 3 de Febrero, porque el año anterior habían inaugurado la carrera Artes del Circo”.

En ese momento Mailén, que ya llevaba cuatro años haciendo acrobacia, se planteó cómo seguir. Vivía en Boulogne y trabajaba ocho horas en Floresta. Propuso reducir su jornada laboral a seis horas para poder estudiar e hizo un canje con su hermana. “La llevé a trabajar en mi lugar y la formé, con la idea de dejar mi puesto en un futuro. Me dijeron que sí y así fue”.

Mailén formó parte de la segunda camada de la carrera Artes del Circo, de la Universidad de Tres de Febrero. Una carrera terciaria, que otorga el título de Intérprete en Artes del Circo. No es la única. La Universidad de San Martín tiene una licenciatura en Artes Escénicas con una orientación en Artes Circenses.

Un recuerdo de la UNTREF cuando estudiaba Artes del Circo
Un recuerdo de la UNTREF cuando estudiaba Artes del Circo

Sobre su paso por la carrera, contó: “Había una parte teórica y otra práctica y una carga universitaria. Había materias que no tienen que ver con la carrera de artes del circo, comunes a todas las carreras en la universidad. Y después había materias teóricas relativas a nuestra actividad como anatomía, educación de la voz, cuidados en la alimentación, primeros auxilios y temas relacionados con el cuerpo. Además, historia del circo, historia del arte. Y después, en cuanto a lo físico y práctico, tuvimos Malabares 1, 2 y 3. Acrobacia 1, 2 y 3. Y después actuación. También varios módulos de danza. La mayoría éramos chicas en la carrera. Creo que 16 chicas y un solo chico”.

La carrera no la terminó. “De hecho, ninguna de mis compañeras la terminó. De hecho, todas desertamos de esa camada. Nos fuimos yendo”, cuenta la acróbata. “De hecho, ninguna de mis compañeras la terminó. Todas desertamos de esa camada. Nos fuimos yendo”, cuenta la acróbata que dijo haberse sentido desmotivada. “Las materias más difíciles fueron las relativas a la universidad. Había una que se llama Cuestiones de economía, sociología y política, que era muy ajeno a mí, y a la mayoría de mis compañeras”.

A Mailén le encantó la acrobacia y no paró de entrenar y aprender. "Cuando algo te gusta necesitás, cada vez más"
A Mailén le encantó la acrobacia y no paró de entrenar y aprender. "Cuando algo te gusta necesitás, cada vez más"

“Justo el otro día con una amiga de la carrera hablábamos de eso, que en el circo no necesitás un título, pero bueno, suma muchas veces. No es un título que te habilite para dar clases, es más que nada recolectar todos los conocimientos y que te aporten como artista”, explica.

De algo totalmente alternativo, Mailén cree que el circo tomó cuerpo y presencia en un montón de instituciones. Así como en el pasado y en el presente, muchas personas crecen dentro de un circo y siguen la tradición, cada vez es más común que personas como ella, que no tienen nada que ver con ese mundo, de repente, vivan del circo.

Cuando se fue de la facultad empezó a entrenar por fuera y le ofrecieron un trabajo en el municipio de San Martín durante las vacaciones de invierno. “Es un municipio bastante implicado en lo cultural, tiene mucha, mucha movida cultural, le dan mucho bombo. Y bueno, entré en un espectáculo que hicimos y después se extendió a más fechas después de las vacaciones. A fin de ese año formé una compañía con mis amigas del circo y nos fuimos de temporada a Necochea, así que tuvimos la primera experiencia autogestiva laboral”, recuerda. Hacían shows en la plaza de Necochea a la gorra todas las noches.

Mailén Mansilla con sus amigas con quienes había conformado la compañía Marea
Mailén Mansilla con sus amigas con quienes había conformado la compañía Marea

Y cómo les fue?

— No, no nos fue muy bien. No nos fue muy bien porque éramos muy pichis. No, no sabíamos muy bien del oficio de la calle. Eso es un arte. Es algo que se aprende. Pero pasar la gorra, chamuyar todo eso, no. Tal vez le poníamos más énfasis a lo artístico, a lo visual. Pero claro, a la hora de pasar la gorra, la calle es dura. Hay gente que lo sabe hacer muy bien. De hecho, tal vez no hace casi nada de técnica, hace un malabar y el resto es todo hablar. Pero nosotras todo al revés (se ríe). Fue un gran aprendizaje para, sobre todo en mi caso, para saber que no iba a volver a repetir ese formato, porque no soy buena para eso. Ese verano conocí a Luciano.

¿Él estaba haciendo circo igual que vos?

Sí, coincidimos en el mismo espacio, en Necochea, en la plaza. Él también tenía una compañía. Estuvimos dos meses completos, todo enero y todo febrero, así que después nos pusimos en pareja. Volvimos a Buenos Aires y empezamos a entrenar. El es un poco más grande que yo, siete años. Hace unos días cumplió 45 y empezó a hacer circo a los 19. Ya tenía experiencia. Había vivido acá en el País Vasco y se había vuelto a la Argentina. Se sabía manejar a nivel profesional y yo recién empezaba.

Mailén y Luciano en una escena de Historias de un baúl, show propio que ya cumplió 200 funciones
Mailén y Luciano en una escena de Historias de un baúl, show propio que ya cumplió 200 funciones

¿Qué aprendiste de él?

— Fue como un gran aprendizaje en general la unión con él. De hecho, sigo aprendiendo. Él es muy bueno y sabe mucho de gestión. Hacer circo no es solamente entrenar y armar un espectáculo o un número, sino también requiere hacer una facturación, firmar contratos, contratar seguros. Todo un trasfondo de gestión bastante denso y que hay que saber hacerlo porque claro, te dedicas a una tarea y lo otro no tiene nada que ver. Pero bueno, tenés que aprender porque también es lo que te piden para trabajar.

En Buenos Aires nació la idea de crear un espectáculo juntos haciendo acrobacia a dúo. El es el portor, que es la persona fuerte y la volante es ella. Empezaron a entrenar juntos y a buscar una historia que contar. “El tenía un baúl en su casa, de esos antiguos, de viaje. La idea era crear una historia con simpleza. Dos personajes que viajan con un baúl y ahí está todo lo que necesitan. Con poquitas cosas hacen muchas cosas.

Historias de un baúl con el que ya cumplieron 200 funciones nació en Buenos Aires pero terminó de cerrarse en Bilbao, España, donde contrataron un director. Luciano había sido llamado para hacer un reemplazo en un espectáculo y ya tenía como 30 actuaciones contratadas. “Así que me propuso acompañarlo y nos vinimos los dos para acá. Y en paralelo a esa suplencia que él cubrió terminamos la creación de Historias de un baúl

Luciano es el portor y Mailén la volante
Luciano es el portor y Mailén la volante

Fidel y Capulita no tienen nariz colorada pero son clowns. Dice la sinopsis de la obra que son dos entrañables personajes, viajeros, circenses, soñadores y compañeros que van por la vida con un antiguo Baúl a cuestas. “Es una historia muy sencilla pero muy empática. Le llega a la gente de una manera muy directa. Son personajes muy limpios en cuanto a que se lee muy bien el rol de cada uno. Tiene un poco de malabares, un poco de aros hula hula, acrobacia, tiene clown. Es completo en lo físico, gestual, actoral”.

— ¿Es todo gestual? ¿No hablan?

— No hablamos, porque yo nunca hablé en escena. Luciano sí y nos parecía raro hacer un espectáculo en el que uno hable y el otro no. Entonces decidimos no hablar, algo que fue un desafío, pero estuvo bien. Y eso también nos abrió la puerta a viajar por muchos países porque el humor y la historia se entiende en casi todo el mundo. Así que fue un gran acierto.

Cuando decidieron qué nombre ponerle a la compañía eligieron Trotamundos (en Instagram @ciatrotamundos). Y no se equivocaron porque empezaron a viajar. Mailén nunca había imaginado vivir lejos de Buenos Aires. Fue solo una oportunidad que decidieron aprovechar, por necesidad. “Viajamos un montón con el espectáculo. Estuvimos en Chile, en la Argentina, Brasil, Portugal, Francia, Dubai y España donde lo difundimos mucho, en muchos lugares”, asegura la acróbata argentina que actualmente vive en Bilbao.

En el plano personal su vida de artista circense en el exterior lo vivió de manera intensa. “Tener una pareja con la que trabajas, convivís, entrenás, viajás. Y además, estar lejos de tu casa. Un poco estar sola porque él tenía amigos acá, pero yo recién llegaba y bueno, hay un choque cultural. Acá hay otra cultura, es diferente. Entonces, llegás y de repente creés que hablamos el mismo idioma, pero no, no te entienden”, cuenta. Además, se tuvo que adaptar a los cielos grises, lluviosos buena parte del año, a profesionalizarse, tener un director por primera vez. La tarea fue compleja.

Mailén y Luciano bautizaron su compañía como Trotamundos y empezaron a viajar
Mailén y Luciano bautizaron su compañía como Trotamundos y empezaron a viajar

La dupla trabaja en la calle, en plazas, pero no a la gorra. Son contratados por municipios, barrios. España vive de fiestas en sus barrios, pueblos, por lo que contratan espectáculos todo el tiempo. La primera y última vez que trabajó a la gorra fue ese verano en Necochea.

Brasil es uno de los países que los contrata con asiduidad y les permite venir a la Argentina de visita. Cuenta que el público brasileño es especial con ellos. “La gente vuelve del trabajo o va a hacer la compra y de repente ve un espectáculo, se acerca por curiosidad y se queda a los 50 minutos que dura y después queda fascinada y te viene a saludar”, asegura. En Bilbao, el público, sin bien es más frío, porque no aplaude tanto, también se engancha y al finalizar se acerca a saludarnos.

La clown y acróbata dice que cada lugar tiene lo suyo. En Dubai hicieron funciones en un shopping donde se concentra la vida social. “Fuimos a un festival que se llama Dubai Shopping Festival y trabajamos cuatro días, haciendo cuatro pases por día, cada día de 20 minutos”, detalla.

En 2022 empezaron a crear un espectáculo nuevo con Luciano que se va a llamar Finito Infinito con un escenario planteado en 360º y se va a estrenar el año que viene, cuando reanudarán las giras.

Con Luciano se separaron durante la pandemia. “Un poco se saturó como la relación de tanto todo. Hoy somos muy compañeros, compartimos mucho. La relación funciona mejor como compañeros de trabajo y creo que ambos estamos de acuerdo en que hacemos buen equipo y de hecho, igual sin trabajar compartimos mucho. Ayer fue su cumpleaños y lo festejamos en mi casa con amigos de él y míos”, explica y agrega: “Lo bueno de todo fue como supimos encauzar todo el vínculo hacia otro lugar, porque hay mucho cariño”, concluye.

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