El veterinario que es atleta vegetariano y lucha contra el maltrato animal: “Nací para curarlos”

Cuando era muy chico Miguel Onofrio Longo decía que quería ser “doctor de perros”. Su fuerte vocación hacia el cuidado de la salud animal lo acompañó siempre: hace 38 años que vive de su sueño cumplido, se especializa en veterinaria homeopática y hace 15 que lleva una alimentación vegetariana

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Hace 38 años abrió su propio centro de asistencia veterinaria en el barrio de Flores (Fotos: Instagram @ecoanimalvet)
Hace 38 años abrió su propio centro de asistencia veterinaria en el barrio de Flores (Fotos: Instagram @ecoanimalvet)

En 1977 la Sociedad Vegetariana de Norteamérica fue pionera en celebrar el Día Internacional del Vegetarianismo, y al año siguiente adquirió carácter global cuando la Unión Vegetariana Internacional se sumó a la conmemoración de la jornada. En aquel entonces Miguel Onofrio Longo ya soñaba con estudiar la carrera de médico veterinario, una meta que cumplió cuando se recibió en 1985. Se especializó en homeopatía para incorporar la medicina natural en los tratamientos, y ese fue solo el comienzo de una filosofía de vida que aplica tanto en su enfoque profesional como en su día a día. “Hace 15 años soy vegetariano, porque nací para curar a los animales, no para matarlos y comerlos”, expresa en diálogo con Infobae.

Miguel tiene 64 años, y atiende en el barrio porteño de Flores, en el centro asistencial veterinario que inauguró ni bien obtuvo su título en la Universidad de Buenos Aires. Lleva cuatro décadas de ejercicio de la profesión, y hace poco celebró un nuevo aniversario. En 1983 comenzó su camino en uno de los hospitales de la Sociedad Argentina Protectora de los Animales, una experiencia que tuvo mucho significado y la destaca como una vivencia valiosa. “Fue maravilloso para mí, me forjó a nivel humano; hacíamos campañas de castración, de vacunación, y teníamos una demanda altísima porque en ese momento no había muchas clínicas veterinarias grandes, como hay ahora”, explica.

Su madre y sus primas se acuerdan que a los 3 años él decía que iba a ser “doctor de perros”, y nunca cambió de idea. “No quería ser ni jugador de fútbol, bombero, policía, que era lo que en ese entonces casi todos querían ser; yo iba a recoger hormigas, moscas y mariposas y les daba de comer, toda la vida fui así y me miraban raro, pero yo lo disfruto porque es mi pasión”, cuenta.

"Si me preguntaran por qué los amo, por qué cuando les duele me duele, solo podría decir que surge de mi corazón", expresa Miguel Onofrio Longo
"Si me preguntaran por qué los amo, por qué cuando les duele me duele, solo podría decir que surge de mi corazón", expresa Miguel Onofrio Longo

Con tan solo apreciar su sonrisa, y la alegría que irradia en cada día de trabajo, se percibe su amor por los animales. Esa sensibilidad y empatía también la manifestaba en sus épocas de estudiante, y ya estaba en búsqueda de un enfoque alternativo. “No había tecnología como hay actualmente, que operan en 3D con la computadora, cuando yo cursaba el peor momento era cuando teníamos que ir a los frigoríficos, a los campos, para practicar técnicas quirúrgicas, y era terrible ver cómo criaban a los animales para más adelante sacrificarlos”, expresa con pesar.

“Yo me iba llorando de las clases, porque ser testigo del sufrimiento animal era muy feo, y es como dijo Paul McCartney, ‘si los mataderos tuvieran paredes de cristal, nadie comería carne’”, argumenta. Una vez que terminó la carrera hizo su búsqueda propia, para que estuviera alineada con su manera de pensar y sentir. “Quería que los métodos de diagnóstico no fuesen tan invasivos y tan violentos, que los tratamientos sean menos nocivos, no con tantos efectos secundarios, y por eso elegí la veterinaria homeopática, para poder darles la mejor calidad de vida posible sin sufrimientos innecesarios; hago cirugías, doy antibióticos cuando el cuadro lo requiere, pero uso la homeopatía y un montón de medicinas naturales”, indica.

En paralelo empezó su labor en la difusión de campañas en contra del maltrato animal, y sentó las bases de lo que se convirtió en un estilo de vida, en la que el vegetarianismo fue otra de las decisiones que tomó para estar en sintonía con sus convicciones. “En aquel momento no se hablaba de maltrato ni de tenencia responsable, solamente en Europa, hasta que en el 2000 con la ayuda de Internet, de tener acceso a más información, seguí formándome y di charlas ad honorem charlas en las escuelas durante cinco años”, rememora.

Durante las charlas que realiza en escuelas y salitas sobre la importancia de brindarle amor y respeto a todos los animales
Durante las charlas que realiza en escuelas y salitas sobre la importancia de brindarle amor y respeto a todos los animales

Veterinario y vegetariano

Durante su infancia siempre prefirió pizza y pastas a un plato con carne, y se acuerda de que algunas veces llamaban a su mamá desde la casa de sus amigos para contarle que no quería comer churrasco con puré. “Nunca me gustó, toda la vida fui insultado por los asadores porque no podían creer que yo comía una suela carbonizada, porque era la única manera que yo comiera carne, que estuviera cocinada como el carbón de las brasas; por eso nunca hubo ni una gota de sangre en mi plato, porque no lo veía como ‘juguito’, yo lo veía como sangre, y eso me remitía directamente al sufrimiento animal”, señala.

En su dieta siempre primaron las frutas y verduras, a excepción del pescado, que solía incluir más seguido en su alimentación, pero cambió de parecer de manera definitiva cuando lo invitaron a un almuerzo de campo en la previa a la Navidad. “Había que hacer un lechón, y todavía no lo habían matado, entonces yo escuchaba los gritos de ese pobre bicho y ahí dije: ‘Acá se terminó, nunca más’. Y tuve muy en claro mi convicción, y la realidad es que los peces son seres vivos que sienten y sufren, así que dejé por completo de comer animales muertos”, sentencia.

Desde sus inicios también colabora con grupos de defensa de los derechos animales
Desde sus inicios también colabora con grupos de defensa de los derechos animales

Cuando le contó a sus amigos algunos le preguntaron si igual seguiría yendo a los asados, y recuerda que algunos le decían que iba a ser una barrera para las reuniones sociales. “No fue así para nada, yo no tenía problema en ir, siempre y cuando me lleve mi parrilla para hacer mis vegetales, y lo gracioso es que después se comían también mi comida, porque les gustaba cómo los cocinaba y hoy hay infinidad de variantes de platos vegetarianos”, sostiene.

Además asegura que en su caso no representó una complicación en su economía el cambio en la dieta. “Podía comer al mismo costo, o incluso gastando menos, mi alimentación es sumamente variada, y creo que todo tiene que ver con tener en claro el motivo por el que uno lo hace, si es por empatía con los animales, por una cuestión de salud, saber identificar bien la causa para tener ese porqué siempre presente, es como todo en la vida, si uno no tiene claro a dónde va, se queda a mitad de camino”.

También empezó a cuestionarse sobre otras áreas de su vida, y su bienestar general, por lo que decidió incluir el deporte en su rutina diaria. “Empecé a correr y los médicos me decían que era raro ser un atleta vegetariano, pero nunca tuve ni anemia ni un solo problema de salud, pude hacer cinco maratones, me estoy preparando para otra más, y con 64 años sigo haciendo actividad deportiva todos los días”, dice con alegría y entusiasmo.

Una de las cinco maratones que corrió, otra de sus pasiones, además de definirse como "bostero de alma y corazón"
Una de las cinco maratones que corrió, otra de sus pasiones, además de definirse como "bostero de alma y corazón"

Miguel explica que para él todas las decisiones que tomó están interconectadas hacia un mismo fin, y le resulta imposible concebir el Día del Vegetarianismo sin relacionarlo con el maltrato animal, que es una de las causas que lo moviliza hacia la acción. “Un día una amiga vegana me dijo: ‘Sos el único veterinario que conozco que trata a los animales y no se los come’, y lo cierto es que de los que yo conozco, no hay ninguno que sea vegetariano, y me pone contento vivir de lo que amo, y saber que los animales son respetados, queridos y adorados”, destaca.

Cuenta que muchas personas de su entorno redujeron el consumo de carne, y sus dos hijas, de 27 y 25 años, también son vegetarianas. “Nunca voy a obligar a alguien ni voy a criticar que otra persona coma carne, de la misma manera que me gusta que respeten que yo soy feliz comiendo una ensalada sin proteína animal y que entiendan que es una filosofía de vida mucho más amplia que solamente comer vegetales y frutas”, comenta.

La Unión Vegana Argentina (UVA) aportó algunos datos en julio de 2020, luego de realizar una medición demográfica. El resultado arrojó que el 12% de la población de nuestro país es vegetariana o vegana, lo que marca un aumento del 3% con respecto al 2019 y se traduce en la afirmación de que al menos 1 de cada 10 argentinos es vegetariano o vegano.

"Tuve animales toda mi vida, ahora tengo cuatro perros, pero he tenido también gatos y he rescatado a muchos más", cuenta el veterinario que es reconocido como uno de los primeros especializados en homeopatía
"Tuve animales toda mi vida, ahora tengo cuatro perros, pero he tenido también gatos y he rescatado a muchos más", cuenta el veterinario que es reconocido como uno de los primeros especializados en homeopatía

Activismo y convicción

A través de sus redes sociales –en Instagram @ecoanimalvet- Miguel comparte sus actividades en pos del amor animal, y se muestra tan transparente y genuino como es por fuera de su rol de veterinario. “Mi camilla es una excusa para hacer todo lo que me gusta, siempre trabajé difundiendo y participé de todo lo que tenga que ver con los derechos y la defensa de los animales, desde las charlas gratis de concientización en todas las escuelas, haber tenido stands en La Rural, porque considera que mi vocación no es solamente dar un servicio, sino también ayudar en un montón de otras cosas que tenía dentro y me encanta hacer”, asegura.

En marzo de 2019 fue invitado como profesional y asesor veterinario al primer plenario de la Cámara de Diputados, en el que se abordó una posible modificación a la Ley 14.346 de Malos tratos y actos de crueldad hacia los animales. “Fue promulgada en 1954, tiempos en que un montón de cosas no existían o no se conocían, muchas atrocidades como el corte de cuerdas vocales, de cola, orejas, y ni qué decir de la zoofilia, por eso es necesario una reforma, y hemos luchado mucho por la actualización de las penas por maltrato animal”, indica.

En el primer plenario por la modificación de la Ley 14.346: como médico veterinario también luchó contra las carreras de galgos, que fueron prohibidas en 2016 (Fotos: Instagram @ecoanimalvet)
En el primer plenario por la modificación de la Ley 14.346: como médico veterinario también luchó contra las carreras de galgos, que fueron prohibidas en 2016 (Fotos: Instagram @ecoanimalvet)

En ese entonces acompañó en la lucha por la Ley de Protección Animal a la actriz, modelo y conductora Liz Solari, quien además es co-creadora de la iniciativa conocida como Ley Sintientes, que propone propone modificar el Código Civil y Comercial Argentino para que se considere a los animales como “personas no humanas sintientes”, excluyéndolos del carácter de “cosa”. En sintonía con ese pensamiento, el veterinario promueve la adopción de mascotas desde siempre. “Cada uno tiene la libertad de pensar lo que quiera, pero yo nunca pude entender cómo la gente se gasta fortunas en comprar un perro, estoy en contra de los criaderos donde se los trata como máquinas para hacer perros simplemente para lucrar con eso; adoptar es amor, le cambia la vida entera a un animal”, expresa.

De alma optimista, pese a los obstáculos que resta vencer en materia legislativa, asegura que advierte un proceso de transformación social que avanza de forma sostenida. “Ya no es como cuando yo iba a las escuelas hace 30 años, ahora los chicos tienen una mirada mucho más consciente, más sensibilidad, y siento que hay una evolución para mejor, porque no todo tiempo pasado fue bueno: antes los perros vivían entre 8 y 10 años, ahora superan ampliamente ese promedio de vida, y tiene que ver con los cambios de mentalidad, con el cuidado de la salud de manera integral, el trato hacia ellos, y los avances de la ciencia”, detalla. Y concluye: “Realmente no sé qué más puedo pedirle a la vida, yo agradezco que tengo el trabajo que siempre soñé y que puedo seguir aportando mi granito de arena”.

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