La historia de la Quinta de Olivos: la donación de un soltero millonario, un churrasco para el Che y dos bodas

Villate Olaguer, que solía viajar a Europa en un barco propio amarrado en Olivos, murió tempranamente a los 46 años en esa quinta. En su testamento, legaba al Estado la quinta y sus tierras para que sirviese como residencia de veraneo para presidentes. Desde 1918, encierra un sinfín de historias, encuentros secretos, fiestas y hasta colonias para niños, donde cada presidente dejó su impronta

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La Quinta, con el diseño arquitectónico de Prilidiano Pueyrredón
La Quinta, con el diseño arquitectónico de Prilidiano Pueyrredón

Ese 18 de agosto de 1961 al mediodía cuando el visitante se disponía a irse, la mujer le ofreció tomar algo. “La verdad, señora, es que no pruebo nada desde las 7 de la mañana. Apenas alcancé a tomar un par de mates antes de salir”.

—“Entonces lo que usted necesita no es un desayuno sino algo más sólido, porque tendrá que seguir viajando. Le haremos preparar un bife”, respondió ella.

—“Pero señora…”

—“¿Jugoso?”, preguntó. “¡Jugoso!”

La mujer era Elena Faggionato, esposa de Arturo Frondizi, el primer presidente es usar la Quinta de Olivos como residencia permanente. El visitante era Ernesto Che Guevara, quien comió ese bife mientras hablaba con la mujer.

Descendientes de Anchorena donaron "la quinta de los olivos". Años atrás era conocida como Cabaña Anchorena, donde se criaban caballos (Caras y Caretas)
Descendientes de Anchorena donaron "la quinta de los olivos". Años atrás era conocida como Cabaña Anchorena, donde se criaban caballos (Caras y Caretas)

Guevara se había entrevistado con el presidente, quien intentó acercar Cuba a Estados Unidos, incluirla en el sistema interamericano y que no fuera forzada a ingresar a la órbita soviética. Ese encuentro a Frondizi le costaría la presidencia.

Esa es una de las tantísimas anécdotas que conserva la famosa Quinta de Olivos, que tiene historia propia.

Ocupa un predio de 35 hectáreas, cuyos primeros dueños se remontan a los tiempos en que Juan de Garay hizo el reparto de tierras en 1580. Perteneció Miguel de Azcuénaga, quien en 1810 fue vocal de la Primera Junta de Gobierno y encargado de organizar las milicias. En 1795 se había casado con su prima, Rufina de Basavilbaso, hija de Manuel, rico comerciante de Buenos Aires que fue el promotor del correo en el Río de la Plata y su administrador.

Octubre1942. Habitación dentro del pabellón de huéspedes, destinado a invitados del presidente y de la primera dama (Archivo General de la Nación)
Octubre1942. Habitación dentro del pabellón de huéspedes, destinado a invitados del presidente y de la primera dama (Archivo General de la Nación)

Las tierras de la quinta -300 varas de frente por una legua de fondo- pertenecían a Basavilbaso, quien las había comprado en 1774. Pasó a manos de Azcuénaga cuando murió su suegro. Hizo construir una casa con la idea de usarla los fines de semana y disfrutar de la cercanía del río. En esa casa falleció el vocal de la Primera Junta el 19 de diciembre de 1833, a los 79 años. Aún era legislador.

Su hijo, Miguel José le dio otra finalidad a esas tierras: las usó para la cría de caballos. Nacía la Cabaña Azcuénaga.

Parece que la casa que había construido Azcuénaga no era del agrado de su hijo, y en 1854 encargó a su amigo, el arquitecto Prilidiano Pueyrredón, hijo de Juan Martín de Pueyrredón, que idease una casa un poco más cómoda y moderna. Pueyrredón había estudiado arquitectura en París y ya de regreso en Buenos Aires, se dedicó a la pintura. Era un precursor: fue uno de los primeros en pintar desnudos femeninos.

El comedor de la colonia de vacaciones que funcionaba dentro de la quinta. Así lucía en 1938 (Archivo General de la Nación)
El comedor de la colonia de vacaciones que funcionaba dentro de la quinta. Así lucía en 1938 (Archivo General de la Nación)

La posición de la casa sobre la barranca que terminaba en el río pesó a la hora de definir el diseño, que Pueyrredón lo concibió de estilo neoclásico. Incluyó terrazas divergentes, que se abrían en diagonal hacia el río coronadas por un mirador. Lo terrenos no habían sido todavía rellenados. La casa tiene amplias ventanas, lo que llevó a su dueño a llamar a la vivienda “la pajarera”, al encontrarla similar a los palomares.

El paisajista Carlos Thays dejaría su impronta en el diseño del parque, e hizo plantar tipas y araucarias.

Miguel José murió en 1873 sin dejar descendencia, y la casa pasó a su sobrina María Rosa Martina de Olaguer Feliú Azcuénaga y cuando falleció en 1903 la casa quedó en poder de su hijo Carlos Villate Olaguer.

La cocina principal de la Quinta de Olivos con sus cocineros en 1967. Estaba ubicada en la planta baja: se pueden observar grandes ollas a presión industriales, donde se cocinaba para el Presidente y las personas que trabajan en la Quinta.
La cocina principal de la Quinta de Olivos con sus cocineros en 1967. Estaba ubicada en la planta baja: se pueden observar grandes ollas a presión industriales, donde se cocinaba para el Presidente y las personas que trabajan en la Quinta.

Villate Olaguer fue un soltero millonario, que cuando viajaba a Europa lo hacía en barco propio, que mantenía amarrado en Olivos. La vida le pasó factura y murió en 1918, a los 46 años, en esa quinta.

En su testamento, el hombre legaba al Estado la quinta y sus tierras para que sirviese como residencia de veraneo para presidentes. Y que en caso que esa iniciativa no prosperase, que se levantase un parque público que llevase el nombre de Azcuénaga.

Hipólito Yrigoyen, el presidente de entonces, aceptó la donación el 30 de septiembre de 1918.

Ocasionalmente fue habitada por Marcelo T. de Alvear y por el presidente de facto José F. Uriburu. Por 1927 se la amuebló con la Casa Thompson, una reconocida mueblería que en 1914 inauguró un imponente edificio en Florida 833, al lado de Tiendas Harrod’s.

En su momento, se compraron en la Casa Thompson los muebles para la residencia (Caras y Caretas)
En su momento, se compraron en la Casa Thompson los muebles para la residencia (Caras y Caretas)

El primero en darle una utilidad fue Agustín P. Justo, quien aplicó reformas e hizo organizar, en esas tierras, a partir de 1933, una colonia de vacaciones, una idea que le sugirió el dirigente socialista Gregorio Beschinsky. El ministerio de Agricultura aportó las carpas y se hizo un tendido de luz. Se habían armado una suerte de dos repúblicas, que competían en diversos juegos. A la colonia iban 100 chicos por turno. Se la llamó Colonia de Niños Débiles General José de San Martín. Los chicos ingresaban por el portón sobre Villate.

Esa vieja colonia le dejó el lugar, en tiempos de la segunda presidencia de Juan Domingo Perón, a la Unión de Estudiantes Secundarios, donde desarrollaban actividades deportivas y culturales y existían dormitorios para las chicas que venían del interior del país.

El primer mandatario había hecho llevar distintas especies de animales y aplicó diversas reformas: se construyó un cine, un teatro griego, un taller para motonetas y un garaje.

El presidente de facto Pedro Eugenio Aramburu usó la quinta como residencia permanente, aunque el primero constitucional en hacerlo fue Frondizi.

Hubo dos casamientos: el de Emma Silvia, hija del presidente Arturo Illia, con Gustavo Soler. Fue en abril de 1965 en los jardines, donde se armó un altar, y el de Estela, la hija del general Alejandro Lanusse, con Roberto Rimoldi Fraga en octubre de 1971. La pareja hizo dos fiestas, una de compromiso y otra de casamiento, que aseguran que fue espectacular.

El presidente Raúl Alfonsin camina por los jardines de la Quinta Presidencial de Olivos conversando con Carlos Saúl Menem, tras el denominado Pacto de Olivos  en 1989 (Víctor Bugge)
El presidente Raúl Alfonsin camina por los jardines de la Quinta Presidencial de Olivos conversando con Carlos Saúl Menem, tras el denominado Pacto de Olivos en 1989 (Víctor Bugge)

En la década del sesenta fue remodelada, se ampliaron dormitorios y se agregó una galería posterior.

En su tercera presidencia, a partir de enero de 1974 Perón se instaló allí. Se sorprendió al encontrar grande y robusto un palo borracho que había plantado junto a Evita. En la quinta falleció el 1 de julio de 1974.

Sus jardines fueron el escenario donde Raúl Alfonsín charló con Carlos Menem, presidente electo, en esos convulsionados días de la transición de 1989. Menem popularizaría la quinta, donde recibió a celebridades y se fotografió con la famosa Ferrari.

Durante la gestión de Cristina Fernández de Kirchner se la declaró lugar histórico nacional. Sus paredes más que centenarias son testigos silenciosos de la intimidad de los hombres y mujeres que rigieron los destinos del país.

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