Hay un hermoso reportaje a Anibal Troilo donde el periodista le pregunta por la madre. Pichuco hace una pausa, mira al reportero y le pregunta – “¿Tiene tiempo amigo?... Mire que le voy a hablar de mi madre.”
Ud. Amigo, ¿tiene tiempo? Mire que voy a escribir acerca de Astor Piazzolla. No le diría que es mi madre, aunque la veneración es similar.
El más chico de mis hijos se llama Astor, por Piazzolla.
No es esta una nota personal, sólo quiero dejar constancia de cuanto me cuesta escribir sobre Piazzolla. Hacerlo sin dejarme llevar por la devoción, las emociones con que me cautivan sus músicas o la inabarcabilidad de su talento.
Astor Piazzolla nació en Mar del Plata en 1921 y creció en la zona marginal de la New York de Los Intocables. A los 7 hablaba tres idiomas, castellano, italiano por sus padres y también inglés por las calles que recorría. Ya tocaba el bandoneón porque su padre, con nostalgias de Argentina, le había regalado uno para su cumpleaños. Ante la imposibilidad de encontrar en NYC un maestro de tango en 1930, el niño se hizo autodidacta: maniobraba el fuelle y las teclas como le iba saliendo. Debutó en 1932 en un pequeño teatro de la calle 42.
En 1935 Carlos Gardel se instala un tiempo en la Gran Manzana para filmar “El día que me quieras”. Allí va el pequeño Astor llevándole a Carlitos un presente de su familia. Cuentan que Gardel lo vió y nada, pero cuando le tocó el bandoneón le dijo que iba a ser un gran bandoneonista, pero que el tango lo tocaba como un gallego. Astor le respondió que no entendía mucho al tango, y Gardel le respondió que cuando lo entendiera no lo dejaría más.
Piazzolla es el pibito canillita que aparece en una famosísima escena del film entre Tito Lusiardo y Carlos Gardel. Predestinación, Tao, karma, destino, llámalo como quieras pero ahí estaba el niño Astor.
Unos años después, ya en Buenos Aires y después de toparse con maestros inmensos como Alberto Ginastera, Astor de 20 años es contratado por Anibal Troilo para incluirlo en la línea de bandoneones de su gran orquesta en el escenario, encargándose además de algunos arreglos en las partituras.
Obviamente al poco tiempo su asiento en la orquesta le quedaba chico, así que encaró solo con sus ideas.
A los tangueros ortodoxos, llenos de prejuicios al respecto, Piazzolla les parecía el anticristo. Lo ningunearon mal, le gritaban que lo que él hacía no era tango, que se fuera a lavar los platos. Piazzolla estaba acostumbrado a la pelea, en las calles peligrosas del West Side había aprendido a rebuscárselas con las trompadas. Así que estuvo lejos de acorbardarse por el odioso recibimiento, y lejos de tirarles trompadas, con la sobriedad que otorga la vocación definida y el mensaje claro. Dijo un día en una revista que él no creía ya en los guapos del Abasto y que no veía farolitos en las esquinas, así que los tangos quedaban para los bailarines, que él hacía la nueva música de Buenos Aires.
Nada fue igual.
Su hazaña artística se infiltró en las nuevas generaciones a través de Gotan Project, esa gran banda que en los 90´s integraban Eduardo Makaroff con el suizo Cristoph Muller y el francés Pillipe Cohen Soliat. Un rato más tarde el multipremiado Gustavo Santaolalla arma Bajofondo Tango Club, con eximios músicos rioplatenses como Juan Campodónico. Eduardo Casalla y Luciano Supervielle entre otros por el estilo. Podemos sumar en esta lista a Daniel Melingo que con un tango más roots sacó a pasear por toda europa la prosapia musical argentina. Omar Mollo hace algo más tradicional con toques Piazzolleros en Holanda donde es elevado a las más altas esferas de la música popular y toca para la reina en los cumpleaños. Hay más por todos lados, tangueros de ley, para los que Astor Piazzolla es tan genuino para el movimiento tanguero como Anibal Troilo, Gardel y el Polaco Goyeneche. Su arte acabó con cualquier discusión.
Pero hay uno que les lleva ventaja a todos. Uno de nuestros divinos, baterista impresionante, literalmente impresiona. Noble caballero, gallina de Nuñez desde la cuna, de inmensurable talento, graciosa plática y apellidado Piazzolla.
También se llama Astor, Daniel Astor Piazzolla. Pipi Piazzolla para el mundo entero.
El mismo me contó que se enamoró de su instrumento viendo un show de Def Leppard o uno de ésos en River cuando era preadolescente. Lo había llevado su padre Daniel Piazzolla, hijo y músico de Astor. Ahí nomás su abuelo le dió el dinero para que se compre una batería, iniciando en el joven la tercera generación de Piazzollas para el porvenir.
Pipi lleva el apellido con alegría y honor. Llamarse Piazzolla en el mundo del arte implica que por ejemplo, en un festival de músicas contemporáneas le golpeen la puerta del camarín, y cuando pregunta ¿quién es?, del otro lado le responden “Acá te está buscando Flea de Red Hot Chili Peppers, quiere saludarte, es muy fan de tu abuelo.” Cosas que no pasan. Solo le pueden pasar a Pipi.
Escalandrum es un tiburón argentino bastante peligroso. Astor Piazzolla cazaba tiburones en sus ratos libres. También tiraba con gomera.
Hace 24 años, Escalandrum también es una de las más importantes bandas de ... ¿jazz? argentina. Liderada por Daniel Pipi Piazzolla, ha grabado una veintena de discos y está integrada por Pipi, el pianista Nicolás Guerschberg, Daniel Fogiel, Gustavo Musso y Martin Pantyrer en saxos y clarinetes, con Mariano Sivori, bajista excepcional. El séptimo Escalandrum sería Horacio Sarria, manager 4x4.
Juntos también integran otras agrupaciones, tríos, cuartetos y quintetos con amigos en general. No paran de tocar, de aprender y de lucirse. También viajan permanentemente a festivales de jazz por todo el mundo. Esas giras y conciertos a mansalva que han destruido bandas y carreras, a los tipos de verdad los une aún más cada vez. Como los Rolling Stones, Bruce Springsteen o Herbie Hancock, a quienes en escena se los ve felices, en el escenario se los ve felices, plenos de toda plenitud.
Se inician discograficamente en 2000 con “Bar Los Amigos” y de ahí en más el vértigo de una bola de nieve llena de intros, melodías, acordes y puentes musicales. Todos sus discos son de altísimo nivel, compositivo, artístico, por donde se los mire y escuche.
Aunque, siempre hay aunque, “Piazzolla plays Piazzolla. 2da Parte. 100″ es distinto. Esta es una obra que originalmente surgió en 2011 consagrando a la banda y convirtiéndose en uno de los discos del año, ganando premios y generando presentaciones como Escalandrum merecía desde antes.
En una edición memorable en vinilo, disfrutar de este disco con buen sonido es una experiencia sensorial única. La pulcritud y el refinamiento de esta producción merecen un tratamiento especial definitivamente.
Se trata de temas firmados por Astor Piazzolla versionados por Pipi Piazzolla en Escalandrum. Más una introducción inédita del propio Astor. Ese será el único bandoneón que se escucha en la placa. Lo demás corre por cuenta del mejor sexteto de jazz que yo jamás haya escuchado.
Nadie mejor que Pipi contándome todo sobre la obra: “El disco 100 de Escalandrum comienza en el 2017, cuando fuimos a grabar a Abbey Road en Londres. Hicimos el disco “Estudio 2″ que es el estudio donde grabamos. Teníamos reservado lunes y martes. El lunes grabamos todo el disco, así que teníamos libre a disposición todo el martes. Aprovechamos con la banda y grabamos algunos temas de Piazzolla que no habíamos podido grabar antes. Entonces pasó que todo ese material quedó guardado unos años, hasta el 2021 que se conmemoró el centenario del nacimiento de mi abuelo. Recordé que teníamos esos tracks guardados, que eran cuatro, ahí estaba “Soledad” en una versión hermosa por ejemplo. Decidimos entrar en ION para grabar cuatro o cinco versiones más. La “Suite Troileana”, “Michelangelo ´70″ y una pieza de mi abuelo donde está tocando el bandoneón solo donde nosotros lo acompañamos como si fuera una versión de Free Jazz bien atrás.
“Lo bueno de “100″ es que vos tenés grabados cuatro temas en Abbey Road y el resto que fueron grabados en nuestro Abbey Road propio que es ION. Ya para los melómanos es muy interesante esto, poder escuchar las dos sonoridades”.
“Warner edita esta placa el mismo día que mi abuelo hubiese cumplido 100 años. El 11 de marzo. Justo ese día tocábamos con Escalandrum en el Teatro Colón con invitados de lujo como el Chango Spasiuk, Elena Roger, Jairo y Raul Lavié. En un Colón que estaba a la mitad de su capacidad por el Covid, pero con 50.000 personas mirando el directo por streaming. Fue una experiencia muy linda sacar este disco “100″ ese día, tocando en el Teatro Colón, donde se tocaron durante 15 días seguidos músicas de Astor Piazzolla, algo inédito en la historia del teatro. Fue todo impresionante”
“En lo personal destaco del disco la versión de “Michelángelo ´70″ que está en 5x4, que es un arreglo diferente. Quedó muy bueno lo que hicimos con mi abuelo, que es un arreglo de Nico genial. Después también tocar la “Suite Troileana” que mi abuelo dedicó a los cuatro amores de Aníbal Troilo que son “Escolaso”, “Whisky”, “Zita” su mujer y “Bandoneón”, composiciones muy populares de mi abuelo para su octeto electrónico en el que también tocaba mi papá. Ahí fue cuando todo el rock y la gente joven se acercaron a mi abuelo. Y la verdad que a pesar de ser temas muy conocidos y populares no son muy tocados, de manera que fue buenísimo poder mostrarlos con este disco.”
Entre todo lo que se puede destacar de Astor Piazzolla, vale la pena detenerse en la “Suite Troileana” que es un repertorio compuesto para una banda de música electrónica en ¡1975! Además de la cosmogonía troileana a la que desde acá los rockers de la época comenzaron a valorar y a entender del todo. Es un disco iniciático para muchos que por primera vez nos asomamos al tango desde nosotros, y no por nuestros viejos.
Astor Piazzolla es aún hoy un cuenco inagotable de músicas, y siguiendo su estrella, Escalandrum tampoco se agota.
Sigue diciéndome Pipi respecto de lo que vendrá (Otro gran tema de Astor “Lo que Vendrá)...
“El nuevo proyecto de Escalandrum es el proyecto Scalextric que ya grabamos en mayo de este año y si todo va bien Warner editará a fin de año. Es un proyecto que es del todo eléctrico, mas groovero, todas composiciones originales. Musso toca aca un saxo. Ewi que estudió mucho en la pandemia y desarrolló en su grupo Versus, que tiene con Esteban Sehikman, donde también toco yo y Mariano Sívori. Esta idea nació en una gira de 40 días que hicimos el año pasado. Nicolas Guershberg está en los teclados con cuatro equipos diferentes, Mariano Sívori en el bajo eléctrico que toca con miles de efectos y pedales, yo mismo estoy con una “bata” mas grande. Bueno, el sexteto de siempre digamos, más power. Lo hemos grabado con Facu Rodriguez que es quien nos graba los discos siempre. También contamos con Esteban Sehikman que nos ha aportado ideas frescas y muy buenas para el grupo. Es un proyecto que creo que va a gustar mucho, encontrarse con otro Escalandrum que ha pateado el tablero.”
No hacía ninguna falta que Escalandrum pateara la mesa, pero Pipi es un Piazzolla, así que no deja de sonarme lógico.
Admiro y quiero a este sujeto abismalmente, se lo respeta como músico en todo el mundo, es capaz de tocar la batería en las fiestas de River Plate en el Monumental o en el pub más oscuro de la ciudad. Su presencia y la de Escalandrum entero engalana cualquier escenario en Buenos Aires, en Londres o en Tokio estemos hablando de Jazz, rock o tango.
Con Willy Crook hace unos años compartimos pasillos varios donde nos cruzábamos con Pipi y Sarría, y lo recuerdo a Crook diciéndome por lo bajo: “Pipi con esa banda que tiene son el harakiri de la música argentina, la partieron al medio por el honor perdido al grito de Piazzolla Never Die.” El tiempo le está dando la razón. Like always.