Los adolescentes pasan cada vez más tiempo en línea como consecuencia de las nuevas formas de aprender e interactuar con sus pares, iniciando su ciudadanía digital a edades más tempranas. Pero ello no está libre de riesgos: a veces los peligros no son menos graves por no suceder en el mundo real.
Una encuesta reciente realizada a más de cinco mil jóvenes de 18 a 20 años de edad de 54 países reveló que el 54% había sido víctima de violencia sexual en línea durante su infancia. En 2020, UNICEF realizó en Argentina una encuesta a 560 adolescentes: los jóvenes inician su ciudadanía digital a los 13 años con su primer celular y el 94% dijo que sería deseable comenzar a aprender sobre seguridad en internet a los 12 años. La mitad de ellos experimentó una situación negativa en internet, pero casi cuatro de cada diez no se sienten seguros como para hablar con confianza del tema.
Esta encuesta también aporta otro dato clave: siete de cada diez jóvenes entiende que deben contar con fuertes habilidades de alfabetización digital para tener éxito. El desafío está claro: los niños necesitan contar con herramientas que le permitan ejercer su ciudadanía digital de forma segura en un mundo que los adultos no terminan de comprender.
Hay dos grandes formas de violencia en entornos digitales: violencia sexual hacia y/o entre adolescentes donde se incluye el grooming, el material de explotación sexual producido por las propias víctimas, sexting y/o difusión de imágenes no consentidas. El otro grupo son las formas de violencia que generalmente ocurren entre pares: ciberbullying, ciberacoso y robo de identidad digital.
¿Cuidado con los extraños?
Múltiples estudios muestran que es mucho más probable que los agresores formen parte de su círculo de conocidos, especialmente en el ciberbullying, ciberacoso, robo de identidad digital, difusión de imágenes no consentidas. Además, los adolescentes no definen del mismo modo que los adultos quién es un “extraño”: tienen amigos con los que no comparten nacionalidad ni el idioma en la PlayStation desde la pandemia. Por eso, lo que funciona es hablar acerca de la importancia de detectar y actuar frente a conductas inapropiadas de parte de cualquiera.
¿Cómo se hace? Primero, es menester hablar sobre la importancia del consentimiento: cualquier intercambio de cualquier índole tiene que ser consentido y una señal de alarma es cuando no se sienten cómodos o se sienten forzados a hacer algo que no quieren. Otro tema importante es fortalecer la empatía: cualquiera en cualquier momento puede ser víctima, testigo e incluso agresor aún sin quererlo (por ejemplo cuando difunden imágenes que les llegan o forman parte del acoso colectivo contra una persona). Ser una fuente de apoyo para los que sufren, no mantenerse indiferente y reflexionar sobre las propias prácticas es una buena forma de comenzar a desactivar los circuitos de violencia entre pares.
Muchos adolescentes no hablan del tema o no piden ayuda por temor a ser juzgados, responsabilizados o atacados. No reportan los casos a las autoridades por miedo a tener mayores problemas y tampoco recurren a sus padres ya sea por temor o vergüenza. Hablar con ellos explicándoles que deben recurrir a un adulto antes de que la situación se agrave es clave y que no van a ser castigados por ello, previene situaciones de mayor angustia y sufrimiento y permite una intervención temprana antes de que la situación empeore.
Finalmente hay que denunciar ante la fiscalía más cercana cuando se trata de delitos como el grooming, ciberacoso, difusión de imágenes sin consentimiento.
Herramientas para algunas formas de violencia
Difusión de imágenes sin consentimiento
Una vieja herramienta que no ha dado resultado es decirles que no manden fotos a desconocidos o fotos que no quieras que vea tu abuela. Más importante es hacer foco en el consentimiento, a la hora de realizarlas, enviarlas y recibirlas. El consentimiento se da una sola vez: entonces las fotos también deben ser enviadas para ser vistas una sola vez. Esto evita que las imágenes puedan ser difundidas por el destinatario o un tercero. Borrar las imágenes del celular también es otra medida clave de protección, así como evitar que en las mismas aparezcan rostros, marcas de nacimiento, tatuajes o cualquier dato fácilmente identificable. Difundir este tipo de imágenes es un delito tipificado en la Ley 27436 y por ende, debe denunciarse ante la Justicia.
Grooming
El grooming es un delito (Ley 26.904) que debe ser denunciado siempre. Las primeras medidas incluyen: no bloquear ni reportar al perfil acosador como tampoco amenazarlo, ya que se corre el riesgo de perder pruebas de investigación. Guardar pruebas: capturas de pantalla, número de teléfono del groomer, usuario de redes sociales, o mail y llevarlas a la fiscalía correspondiente.
El robo de identidad
El robo de identidad o la creación de perfiles falsos es el uso de la identidad de alguien sin su consentimiento, o la creación y difusión de datos personales falsos, con la intención de dañar la reputación de la persona o de la organización. Se puede dar en el ámbito de la escuela, el club, un grupo de amigos o amigas, parientes, o un grupo que no sea de referencia directa de la víctima. Es un delito. Puede darse para dañar la reputación, para hostigar o forzar a una persona a través de amenazas e intimidación a realizar algo que no está dispuesto a hacer.
Oficinas de la unidad especializada en ciberdelincuencia del Ministerio Público Fiscal. Sarmiento 663, Piso 6, Ciudad Autónoma de Buenos Aires. (54-11) 5071-0044 Correo: denunciasufeci@mpf.gov.ar. El mapa de las fiscalías nacionales se encuentra en el link: https://www.mpf.gob.ar/mapa-de-las-fiscalias/
Línea 102: Equipos de profesionales brindan asesoramiento en violencia digital: ciberbullying, grooming y difusión de imágenes íntimas sin consentimiento entre pares.
Línea 137: Linea de denuncias para violencias sexuales