“¿Cuántos de ustedes han pensado en ir a vivir afuera?”, preguntó el estadounidense David English ante un auditorio colmado de estudiantes secundarios que asisten al Upsala College en El Calafate. La gran cantidad de manos levantadas lo hizo llevarse una enorme sorpresa. “¡Uuuy no!”, bromeó al agarrar la cabeza con sus manos.
Invitado por la profesora Liliana Valdez, coordinadora del área de inglés del nivel secundario, David visitó esta escuela bilingüe para hablar con jóvenes de 16 y 17 años sobre los motivos que lo llevaron a mudarse de Nueva York a Mendoza y sobre costumbres que hacen valer la pena vivir en la Argentina.
“Cuando sos joven es una linda experiencia ir a vivir al exterior porque vas a aprender otro idioma, mejorar tu inglés o crecer como persona. Es fantástico”, reflexionó David antes de lanzar una crítica sobre la situación que atraviesan muchos chicos que buscan emigrar. “Irse diciendo que ‘acá no se puede’, no estoy de acuerdo porque hay un montón de oportunidades para crecer”, remarcó frente a la mirada atenta de los presentes.
Y agregó: “Recibo miles de mensajes de argentinos viviendo afuera. Por ejemplo, de Alemania, donde tienen casas espectaculares pero extrañan mucho su vida acá”. Detalló que si bien en Argentina “eran más pobres en el sentido económico” podían “juntarse a tomar mate, comer asado y hacer sobremesa”, algo que en otros países no acostumbran.
Una reciente encuesta publicada por Infobae, que fue realizada por el Observatorio de Psicología Social Aplicada, arrojó que el 70% de los jóvenes de 18 a 29 años quieren irse a vivir al exterior por estar desilusionados con las posibilidades que le ofrece este país.
Actualmente, entre la juventud argentina, prevalece un profundo sentimiento de desesperanza con respecto a lo que depara el futuro. La frustración originada por la situación económica, combinada con la escasez de oportunidades laborales de calidad, motiva a un número significativo de jóvenes a buscar nuevas perspectivas en el extranjero. La globalización y el auge de las tecnologías emergentes también simplifican esta migración, ejerciendo un impacto considerable en una generación que está acostumbrada a vivir en un mundo hiperconectado.
Este éxodo de la juventud argentina conlleva múltiples consecuencias. Desde una perspectiva social, se ha arraigado un pesimismo que resulta difícil de contrarrestar en esta generación. La emigración forzada también provoca la fragmentación de las estructuras familiares. Y en términos económicos, se traduce en la pérdida de valiosos talentos que podrían contribuir al desarrollo del país.
“Cuando uno piensa en quedarse o irse hay que poner en la balanza esas cosas también: las que no son tangibles y no tienen que ver con plata pero que tienen que ver con el afecto. Y justamente todas las costumbres argentinas fomentan eso, como el mate”, enfatizó el estadounidense.
En el Upsala College más de la mitad de los estudiantes quiere ir a probar suerte en el extranjero cuando terminen el secundario. “Tenemos una población estudiantil donde la mayoría tuvo la posibilidad de viajar al exterior (ya sea a países limítrofes u otros), conocer otras culturas y saber que las cosas son más ordenadas. Ellos consideran que tienen posibilidades de estabilidad afuera”, destacó la profesora de inglés.
Puso como ejemplo que algunos incursionaron en el programa Work and Travel (que permite a los estudiantes viajar, vivir y trabajar durante sus vacaciones de verano -diciembre a marzo- en Estados Unidos) y otros han hecho intercambios estudiantiles. “Tienen el sentimiento de que acá estamos en crisis constante y que afuera las cosas son más estables y pueden progresar de otra manera”, explicó.
A lo que se suma que estos chicos “viven en una localidad que es sumamente turística y permanecen rodeados todo el tiempo de turistas. “Recibimos gente de Francia, Alemania, Inglaterra, Estados Unidos, Brasil. La mayoría de las familias de los chicos trabajan en el rubro turístico y ellos están enfrentados a otras realidades”, destacó la profesora Liliana.
Tras recorrer las instalaciones de la institución educativa, que fue fundada en 2004 y brinda una educación laica, mixta, bilingüe y de doble jornada a partir de los 5 años, David entrevistó otra docente. Ella es Fernanda Santoro, coordinadora del campo de Arte y Comunicación, quien destacó algunos de los aspectos positivos de la personalidad de los argentinos.
“Me gusta la convivencia entre amigos, el humor que tenemos, la idiosincrasia argentina, nuestra forma de hablar y de contar chistes. Esas cositas que cuando te mudas se sienten”, ponderó la docente.
Cuando David le consultó sobre qué le aconseja a sus estudiantes sobre valores y elecciones de vida, Fernanda señaló: “Quien tenga el deseo de salir a experimentar que se sienta libre de hacerlo pero tampoco nos creamos de que este país es un porquería y que no se puede hacer nada porque no me parece que sea tan así”.
Y lanzó un mensaje esperanzador para aquellos que creen que todo está perdido y que la luz al final de túnel es animarse y probar suerte en otro país: “Los argentinos siempre sobrevivimos a las crisis y levantamos cabeza. Si hay algo que tenemos es resiliencia”.