El 23 de septiembre de 1973, Juan Domingo Perón fue elegido por tercera vez presidente de la República Argentina por una abrumadora mayoría. Dos días después, era asesinado el secretario general de la CGT, José Ignacio Rucci, hecho que ahogó la alegría popular que reinaba en el país por el triunfo electoral peronista. A 50 años del asesinato del líder gremial, Osvaldo Agosto, el hombre que fue su secretario de prensa, afirma: “Nunca le perdonaron la lealtad que le tenía a Perón”.
Los inicios de Osvaldo Agosto en el peronismo
Osvaldo Agosto nació el 17 de agosto de 1939, en Avellaneda. Publicista de profesión, ocupó numerosos cargos a lo largo de su carrera política, como secretario de Minoridad y Familia en el gobierno de Isabel Perón, y subsecretario de Inteligencia en el gobierno de Carlos Menem, entre otros.
Pero su primer acercamiento al peronismo se produjo en la infancia. Cuando tenía apenas cinco años, su padre falleció y su madre recibió una pensión de la Marina Mercante donde él trabajaba. “Me hice peronista porque mi vieja empezó a tener cierta independencia económica”, recuerda. “Creo que eso operó en mi psiquis y comenzó a formarse mi actitud solidaria con el peronismo”.
Antes de la caída de Perón, mientras estudiaba en el Carlos Pellegrini, empezó su militancia en la Unión de Estudiantes Secundarios y, la primera vez que lo vio al General, quedó impresionado por su figura y todo lo que ésta representaba para los trabajadores. Fue en la cancha de River, en un partido de la selección argentina.
Tiempo después, cuando se produjeron los bombardeos de Plaza de Mayo en 1955, quiso acudir al lugar en defensa del General, pero no le fue posible llegar.
Con la caída del gobierno justicialista, la sensación era de un gran desamparo. Junto a Jorge Rulli, Cacho El Kadri, Felipe Vallese y Gustavo Rearte fundó la primera Juventud Peronista de la Resistencia. “Nos fuimos reagrupando. Me conecté con un grupo de Palermo, pintábamos algunas paredes”. De aquellos días, no puede olvidar a Herminio Iglesias, quien “iba al frente como un campeón, y muchos se olvidan de que años más tarde fue él quien denunció las torturas, los asesinatos y los secuestros ante la delegación de Derechos Humanos de la OEA en pleno proceso militar”. Cuando muchos miraron para otro lado o se escondieron, dice. El metalúrgico Augusto Vandor fue otro de los que colaboró activamente con la resistencia junto a otros sindicalistas como Andrés Framini, Miguel Gazzera, Ricardo de Luca o Eustaquio Tolosa.
Uno de los momentos más gloriosos de la Resistencia peronista fue cuando en agosto de 1963 un grupo de la juventud peronista, entre los que se encontraba Osvaldo, robó el sable de San Martín de la Catedral Metropolitana. Hábil publicista, el objetivo de Agosto -autor de la idea- era causar un gran efecto en el Justicialismo, que estaba algo desunido. El último paso consistía en entregarle el sable a Perón en Puerta de Hierro, España. Sin embargo, no ocurrió. “Nos delataron y tuvimos que entregar el sable para que dejaran de torturar a los compañeros presos por el hecho”, relata sobre aquel episodio. Tras quedar detenido, Agosto sufrió torturas por parte de la policía, en pleno gobierno de José María Guido. “Me hicieron careos con los empleados del Museo de donde sustrajimos el sable, pero no me reconocieron porque me había maquillado y teñido”. Fue liberado meses después, con la llegada de Arturo Illia a la presidencia.
Sin el sable, en 1969 viajó a España, donde Perón lo recibió en la mítica residencia de Puerta de Hierro. Una vez allí, le explicó al General que habían tenido algunos problemas para que el sable llegara a sus manos. En aquella visita, también estuvo reunido con Isabel Martínez de Perón, de quien asegura que es un ejemplo de militancia. “Lo de Isabel es una de las injusticias más importantes de la historia argentina. Estuvo 5 años presa, la vejaron, la humillaron. Es una vergüenza que el peronismo no reivindique como corresponde a la primera prisionera de Videla, Massera y Agosti”, sentencia.
Su amistad con Rucci
Gracias a su agencia de publicidad, Agosto entró en contacto con relevantes figuras del sindicalismo y la política. “La mía fue la primera agencia que laburó para los gremios y los políticos”, señala.
Cuando José Ignacio Rucci llegó a la CGT, comenzó a trabajar para él y se hicieron muy amigos. “Venía a comer a casa. Era un tipo que hacía culto de la lealtad”, recuerda con emoción.
El líder de la central obrera llevó adelante una gestión que se caracterizó por acatar las órdenes de Perón y que puso a los trabajadores al servicio del General. “Rucci primero era peronista y después sindicalista. Modificó la estructura sindical, la ‘peronizó’”, define su amigo.
Agosto cuenta que Perón quería como a un hijo a Rucci y que, entre ambos, había una química especial. “Por algo el General lloró como lloró cuando lo mataron”.
El regreso de Perón
José Rucci realizó un trabajo incansable para que el regreso de Perón a la Argentina fuera un hecho. Los días previos al retorno, había comunicación diaria y permanente con Madrid. El 17 de noviembre de 1972, llovía con intensidad sobre Buenos Aires. “Cuando Perón pisó Ezeiza y Rucci lo cobijó con el paraguas, para mí se terminó la lucha”, rememora Agosto. Todo lo que vino después fue un regalo, la lucha había terminado.
Con el regreso del General, Héctor Cámpora fue designado como candidato del PJ para las elecciones presidenciales de 1973, en las que resultó ganador. Si bien no eran amigos, Rucci acompañó. “No se odiaban. Esas son las mentiras que inventó el periodista Miguel Bonasso”.
También agrega que Bonasso y otros más inventaron que Rucci había participado de los enfrentamientos entre distintos sectores del peronismo en Ezeiza, en junio del 73. “Es una falacia. José venía en el avión con Perón”, dice, enfurecido.
En julio de 1973, el presidente Héctor Cámpora renunció. Se convocó a elecciones libres sin proscripciones para el 23 de septiembre de dicho año. El justicialismo proclamó la fórmula Perón-Perón y Rucci tuvo una activa participación en la campaña que llevaría al General, nuevamente, a la presidencia después de 18 años.
El atentado a Rucci
Pese a que se vivían días difíciles, Rucci se manejaba con libertad y el círculo que lo cuidaba estaba integrado por obreros y amigos de la UOM. “No tenía custodia, ese es otro de los grandes mitos. Si hubiera tenido custodia, no lo habrían matado así”. Agosto le sugirió estar acompañado por un equipo más profesional de custodios, pero la respuesta que recibió fue negativa. “Todos van a cambiar cuando Perón sea presidente”, se limitó a decir Rucci.
El día del atentado, el 25 de septiembre, Agosto fue a buscar a Rucci a su casa, en la calle Avellaneda y Nazca, donde tomó mates con él y su esposa, Coca. Rucci habló sobre los cambios que quería para el gabinete peronista y le comentó que quería poner en el Ministerio de Trabajo a Hugo Anzorreguy (quien luego sería secretario de Inteligencia de Carlos Menem), en lugar de Ricardo Otero.
Ese mismo día, Agosto volvió a insistir con el hecho de tener una custodia más profesional. “Le digo, ‘mirá que anoche hubo movimientos en la CGT’”. Pero, otra vez, la respuesta fue negativa. En aquella jornada, el gremialista recibió un llamado de Lorenzo Miguel y luego emprendieron camino hacia Canal 13. El “Petiso”, como lo llamaban sus amigos, iba a dar un mensaje a los trabajadores por el triunfo de Perón.
Antes de salir de la casa, José le indica a Osvaldo que vaya en otro auto. “Me cuidaba”, recuerda él. El publicista se adelanta entonces para subir a un primer auto y Rucci lo sigue más atrás, con el grupo que lo secundaba. “Cuando me fui a subir al auto, escuché el primer balazo y, cuando me doy vuelta, lo vi a Rucci en el suelo y me tiré contra la pared”. Aún hoy, recuerda el cuerpo de su amigo ensangrentado, tras ser acribillado. “Cuando me recuperé del shock, ya lo estábamos velando en la CGT”. La despedida final fue en la Chacarita, y Agosto tiene grabado en la memoria el recuerdo de ver llorar a su líder, Juan Domingo Perón. “Lo vi apesadumbrado, derrotado. Estaba destruido”.
La unidad del peronismo
De joven y durante el mejor momento de su actividad política, Agosto apeló a la unión del peronismo, aun cuando se vivían tiempos muy álgidos. Hoy, el amigo personal de Rucci busca lo mismo. “Creo que hay que esperar y ver la reserva que tiene el movimiento peronista para reaccionar a favor del pueblo, que está viviendo una época complicada, pero que va a ser superada”. Y concluye, con un mensaje esperanzador: “El peronismo, tarde o temprano, va a dar la alternativa superadora de esta crisis”.