A menudo escuchamos sobre el año litúrgico y los tiempos litúrgicos de la Iglesia. Pero, ¿estamos seguros de que realmente sabemos qué son? En particular, ¿cuáles y cuántos son los tiempos litúrgicos? ¿Cómo se distinguen? Vale la pena aclarar que es común para casi todas las confesiones Cristianas de occidentes, tanto católicos como reformados. Las Iglesias de Oriente, poseen otro calendario alguno de ellas basados en el calendario Juliano.
¿Por qué creemos que es importante tener las ideas claras al respecto? Porque cada tiempo litúrgico aporta no solo diferentes contenidos teológicos en el contexto de las ceremonias y en la liturgia, sino también en los colores que se utilizarán en las celebraciones, en los pasajes de las Sagradas Escrituras que se leen durante los oficios del culto. Cada tiempo litúrgico requiere una actitud mental diferente por parte del creyente, una predisposición de fe y de corazón que cambia según las fiestas previstas para ese período, el momento de la vida de Jesús o de los santos (para el caso de la Iglesia católica y algunas reformadas y anglicanas) que allí se celebran. Hay un tiempo de espera y un tiempo de realización, y esta afirmación es más cierta que nunca en los ciclos y reciclos del año litúrgico, que se repiten desde hace siglos involucrando a todos los cristianos.
Mientras tanto podemos decir que el año litúrgico celebra y renueva la vida de Jesús distribuida a lo largo de todo un año. El corazón del año litúrgico es el Triduo Pascual, ya que conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesús.
Para las 34 iglesias que componen el universo católico el año litúrgico comienza con el Adviento y termina con la solemnidad de Cristo Rey, celebrada el trigésimo cuarto domingo del Tiempo Ordinario, a finales de noviembre.
El año litúrgico se mide en semanas, que incluye el ciclo navideño de Adviento y Navidad, el ciclo pascual con Cuaresma y Pascua, y los 34 domingos del Tiempo Ordinario, y el Santoral que incluye, en cambio, el día dedicados a la memoria de los santos. El año litúrgico representa, además, para todo cristiano un camino durante el cual todo creyente está invitado a hacer propia la experiencia terrenal y espiritual de Jesús, para transformar su vida y hacerla más digna y santa según su modelo.
Tiempos litúrgicos de las Iglesias Católicas, algunas iglesias de la Reforma y muchas de la Comunión Anglicana
Adviento
El Adviento es el tiempo de la espera. Por un lado celebramos la inminente venida de Jesús, en vista de la Navidad; por otro, más ampliamente, se celebra la esperanza de su regreso con el fin de los tiempos (la llamada Parusía, la venida del Señor Jesús glorificado, con poder y gloria). Este tiempo litúrgico dura cuatro semanas. De hecho, comienza cuatro semanas antes de Navidad, aproximadamente entre el 27 de noviembre y el 3 de diciembre. En el Rito Ambrosiano hay en cambio seis semanas. El Adviento comienza con las Vísperas del primer domingo y termina con las Vísperas de Navidad del 24 de diciembre y con el inicio del tiempo litúrgico de Navidad. Casi todos los cristianos en los templos utilizan el violeta como color litúrgico.
Navidad
El tiempo litúrgico de Navidad comienza la tarde del 24 de diciembre, con las vísperas, y termina el domingo siguiente a la Epifanía. Por lo tanto, dura de catorce a veinte días. La Navidad es un tiempo de gran alegría, porque celebra la primera venida de Jesús, que se hizo hombre por amor a todos nosotros.
Tiempo Ordinario 1
El tiempo que sigue a la Epifanía cae dentro del llamado Tiempo Ordinario, es decir, todos aquellos períodos del año litúrgico durante los cuales no se celebran fiestas de especial importancia. Dura treinta y tres semanas, divididas en dos períodos distintos del Tiempo Ordinario: desde el lunes siguiente al domingo del Bautismo de Jesús, o el domingo siguiente a la Epifanía, al inicio de la Cuaresma (Miércoles de Ceniza); después de Pentecostés y hasta el siguiente tiempo de Adviento. El color del Tiempo Ordinario es el verde, durante el Tiempo Ordinario la Iglesia y los fieles se concentran en la lectura y comprensión de los Evangelios, según el ciclo trienal de lecturas establecido por el Leccionario. El ciclo de lectura se identifica por las lecturas A – B – C:
Año A: la mayoría de los textos evangélicos del Evangelio de Mateo.
Año B: La mayoría de los textos evangélicos del Evangelio de Marcos.
Año C: la mayoría de los textos evangélicos del Evangelio de Lucas.
El evangelio según Juan siempre se lee en Pascua y se usa para otros tiempos litúrgicos, como Adviento, Navidad y Cuaresma.
Cuaresma
Dura cuarenta días y precede a la celebración de la Pascua. Comienza el miércoles de Ceniza y termina el Jueves Santo. Hay pues cinco domingos de Cuaresma: el sexto da comienzo a la Semana Santa y lleva el nombre de domingo de Ramos y de la Pasión del Señor. Este tiempo litúrgico recuerda el período de cuarenta días que Jesús pasó en el desierto. Para todas las Iglesias es un período de penitencia, oración y preparación a la Pascua. El color litúrgico de la Cuaresma es el violeta.
Semana Santa
Es la semana anterior a la Pascua y es la más importante del año. En esta semana se sigue a Jesús desde su entrada en Jerusalén (Domingo de Ramos), hasta su arresto, su Pasión, su muerte y sepultura. El Jueves Santo conmemora la Última Cena y abre el solemne Triduo Pascual, tiempo central del año litúrgico, porque en esos tres días Jesús instituyó la Eucaristía y pronunció el mandamiento del amor fraterno. El Viernes Santo conmemora su muerte en la cruz. El Sábado Santo se suspende toda celebración litúrgica, para conmemorar la sepultura de Jesús mientras se prepara la Vigilia Pascual (la noche entre el sábado y el domingo).
Pascua es un período de cincuenta días y dura hasta Pentecostés. Durante todo este tiempo se celebra la alegría de la Resurrección, con una sucesión de ceremonias y fiestas litúrgicas durante todos los domingos del tiempo pascual. Cuarenta días después de la Pascua se celebra la Ascensión de Jesús, que junto con la Pascua y Pentecostés es una de las fiestas más importantes del Calendario Eclesiástico. Es el momento en que Jesús, después de estar muerto y sepultado, ascendió al Cielo. Cincuenta días después de la Pascua celebramos Pentecostés la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles que inició su misión evangélica y el nacimiento de la Iglesia. El color litúrgico es el blanco, rojo para Pentecostés.
Tiempo ordinario 2
El segundo período del Tiempo Ordinario comienza después de Pentecostés. Son tiempos de escucha y contemplación. Los temas cambian a medida que nos acercamos al Adviento. El color litúrgico sigue siendo el verde.
<b>Vestiduras litúrgicas y sus colores</b>
Cada uno de los colores utilizados para las vestiduras de las diversas fiestas tiene un significado preciso, y fueron codificados por testamento de Pablo VI en el Rito Romano en 1969. Los más importantes son cuatro: blanco (Pascua), verde (Tiempo Ordinario), rojo (Domingo de Ramos, Viernes Santo, Pentecostés), violeta (Adviento, Cuaresma, Misas de difuntos).
La gama de colores de las vestiduras litúrgicas de los sacerdotes católicos y de muchos pastores y presbíteros de diversas comunidades cristianas durante las celebraciones religiosas tienen un significado simbólico muy preciso.
El blanco simboliza la alegría y la pureza que proviene de la fe. Es uno de los colores más recurrentes en las vestiduras litúrgicas independientemente del tiempo litúrgico y de la festividad en curso. Está ligada en particular a la adoración de Jesús y a los Oficios de Pascua y Navidad. Simboliza también la resurrección, el Cristo resucitado en la exultación de la Fe.
Después del blanco, el color más utilizado en los oficios dominicales y entre semana, fuera de los días festivos definidos, es el verde, símbolo de esperanza, constancia y escucha perseverante. Acompaña el camino cotidiano.
El color púrpura recuerda la penitencia, la espera y el luto. Se utiliza especialmente durante el Adviento y la Cuaresma. Las vestiduras litúrgicas moradas caracterizan las Misas de difuntos, en las que pueden ser reemplazadas por vestiduras negras
El rojo simboliza la pasión de Cristo y la sangre derramada en el martirio por él y los santos. Por ello se utiliza para las vestiduras litúrgicas del domingo de Ramos, Viernes Santo, Pentecostés, en las celebraciones dedicadas a la Pasión del Señor, en las fiestas de los Apóstoles, evangelistas y santos mártires.
En cuanto a los colores no codificados, el azul se utiliza sobre todo para celebraciones en honor a la Santísima Virgen María, especialmente en países de cultura española o portuguesa, el rosa indica alegría y solemnidad para el III Domingo de Adviento y el IV Domingo de Cuaresma, mientras que finalmente el oro simboliza la realeza y puede sustituir a todos los colores en cada ocasión, aunque suele utilizarse sólo en algunas solemnidades de especial importancia.
Nada está librado al azar y acompaña el ciclo de la vida de un año del calendario civil. Por lo tanto, las fiestas religiosas, muchas veces son festivas o no laborables, para que los fieles puedan disfrutar de estos encuentros con sus seres queridos en la sociedad en la que viven; aunque últimamente, hay una gran desacralización de las festividades religiosas cristianas porque podrían ser motivo de ofensa para algunas minoría en algunos países. Engalanar las calles y plazas con motivos festivos de un culto, como durante la Navidad y la Pascua, puede ser ofensivo para aquellos que no practican ninguna religión y en virtud de varios pedidos se ha solicitado que los estados inviten a los creyentes a manifestar su fe solo en lugares de culto, y no en los públicos. Igual que los elementos decorativos de festividades religiosas que ocupan veredas o calles.
También se ha propuesto desde la Unión Europea cambiar la frase “Feliz Navidad” por “Felices fiestas” o “Felices vacaciones”. Dado que se considera a la palabra de “Navidad” como discriminatoria ya que existen más religiones o cultos en el mundo y en Europa. Aunque Europa posee fuerte raíces cristianas, también fue solicitado que en nombre de la neutralidad religiosa no se utilicen nombres cristianos o típicos de una religión como: Concepción, María, José, Asunta, Jesús, etc… dado que el pronunciar dichos nombres puede resultarle ofensivo a los no cristianos que viven en la comunidad europea. Vale la pena aclarar que este intento de descristianización de Europa no funcionó y la Unión Europea retiró el pliego para ser “mejor estudiado en profundidad”.