TikTok y una canción de Floricienta revolucionaron el Día de la Primavera: el boom de las flores amarillas

Las florerías porteñas amanecieron con una demanda inesperada de flores amarillas. Todo tiene que ver con lo que pasa en las redes sociales. Mientras tanto, en Palermo, muere una tradición. ¿Los estudiantes ya no se juntan en los parques?

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Maricel, Cecilia, Morena y Gisela, flores amarillas para el Día de la Primavera (Maxi Luna)
Maricel, Cecilia, Morena y Gisela, flores amarillas para el Día de la Primavera (Maxi Luna)

Norma y Gonzalo, míticos vendedores de la célebre esquina de las flores de Almagro, no la vieron venir. Las nieves del tiempo modifican el pasaje existencial. Ya nada es como antes, ni el Día de la Primavera. Así como los bosques de Palermo tienen más policías que picnics, las florerías no venden tantos ramos como antes en los festejos por el fin del invierno. La tradición se disolvió con las nuevas generaciones, por eso Norma y Gonzalo no la vieron venir hasta estos últimos días que a partir de un goteo constante de chicos y chicas en busca de lo mismo, olfatearon la tendencia. Algo estaba pasando con las flores amarillas.

“Es una locura lo que pasa, en este rubro el amarillo siempre fue un color asociado al desprecio, que no se regalaba en la primavera. Pero esto de TikTok cambió todo”, ríe Gonzalo, treintiañero vendedor de uno de los locales de la esquina de Sarmiento y Acuña de Figueroa, la zona que hasta finales del siglo XX supo tener el Mercado de las Flores (ahora hay una iglesia evangelista) y donde dos décadas y media después todavía colorean el barrio cinco o seis locales de venta de plantas y flores.

Él, Mónica y el resto de los trabajadores de la cuadra pronto descubrieron que a través de TikTok se había convertido en tendencia una canción de Floricienta, serie super popular entre las niñas de hace una década, usada como filtro en videos románticos o irónicos. El tema se llama, justamente, “Flores amarillas”. Y relata el anhelo del personaje central de la historia (una de las tantas de la factoría de Cris Morena) de recibir flores amarillas. Como era de esperarse, avanzada ya la trama, el sueño se le cumple al personaje con su primer amor.

Kevin, tímido para las fotos, detrás del ramo para su novia Ariana (Maxi Luna)
Kevin, tímido para las fotos, detrás del ramo para su novia Ariana (Maxi Luna)

Bruno cruza Acuña de Figueroa con un ramo grande en cada mano. En la izquierda lleva unas fresias amarillas. Tiene 22 años. Su novia, Micaela, uno menos. En la otra, lleva rosas rosas para su mamá, fan de Sandro. “Me vine desde San Cristóbal. Me desperté y se me ocurrió que sería lindo regalarle flores amarillas a mi novia, como la canción de TikTok”, cuenta el joven.

Un ramo para cada una de las mujeres de su vida, un ramo para cada época, a cambio de 13 mil pesos en la esquina de las flores de Almagro donde por media docena de rosas rojas cuestan un día de la primavera lo mismo que una sola flor en los bosques de Palermo, territorio de buscas cazadores de picnics. Bruno, perspicaz, igual admite que no le quedó otra. “Estos días me estuvo mandando miles de videos con la canción de Floricienta. Me tiró un poquito de indirectas, ja ja”.

Quique nació en Perú y trabaja en una de las florerías de la esquina. En su país el amarillo es un color muy presente para el Año Nuevo, porque dicen que trae suerte y dichosos porvenires. “Todos se ponen algo amarillo, calcetines, remeras, algo, pero cuando llegué aquí vi que no. Y tampoco para la primavera, siempre se arman ramos multicolores, aunque estaba vez tuvimos que armar amarillos, muchos amarillos”, cuenta.

Hasta los policías compraron flores amarillas (Maxi Luna)
Hasta los policías compraron flores amarillas (Maxi Luna)

“No pensé que iba a ser tan boom”, comenta Norma Zárate, 25 años al frente de Florería Mayra, de donde acaban de salir dos policías de la Ciudad con sus respectivos ramos amarillos pero en estricto silencio oficial. “Siempre se dijo que el amarillo es desprecio, así que nunca estuvimos preparados para vender ese color, tuve que salir a comprar aerosol para pintarlas”, agrega la florista.

Es por eso que todos los negocios ofrecían, además de los juegos naturales de flores amarillas, otras como las rosas, pintadas con tintura en aerosol. “Un ramo de seis rosas amarillas cuesta siete mil”, dice Norma, y acota: “La pintura hay que sumarla entre los gastos”.

Lo de TikTok y Floricienta está al borde del desafío viral. Se impone hacerlo. Las chicas, como Micaela, quieren jugar a ser Floricienta. Y los pibes como Bruno, ocupan el lugar de Federico Fritzenwalde en la comedia. Así operan las redes en los deseos y placeres de las nuevas generaciones.

Inspirada en Floricienta, Luciana le compró flores amarillas a su novio (Maxi Luna)
Inspirada en Floricienta, Luciana le compró flores amarillas a su novio (Maxi Luna)

Es el caso, también, de Luciana, de 14 años, que llegó a la florería de Norma junto a su mamá, para comprarle un ramo a Marcos, de 17, su novio hace seis meses.

“Nos conocimos en natación, hay muchos videos que aparecen donde los novios se dedican flores amarillas y se me ocurrió regalarle”, comenta la adolescente. Más o menos lo mismo les pasó a Kevin (21) y Alba (28), amigos que compraron flores para sus respectivas parejas. “El amarillo, además de Floricienta, simboliza el florecer, el amor, el afecto y las amistades”, teoriza la chica.

Dos chicos y un ramo de flores lilas en Palermo, donde la concurrencia fue baja (Maximiliano Luna)
Dos chicos y un ramo de flores lilas en Palermo, donde la concurrencia fue baja (Maximiliano Luna)

Hace unos años las amistades se autocelebraban menos con flores que con copar masivamente la zona verde de Palermo. La tendencia de las flores amarillas quizá haya contribuido a anular la vieja tradición de festejar el 21 de septiembre -en coincidencia y simultaneidad con el Día del Estudiante- alrededor del lago, del Rosedal o del Planetario. Eso, o las pantallas o nuevas formas de divertirse.

Y el clima tampoco ayudó. El cielo totalmente nublado y la finísima llovizna del día permitieron que este jueves, de hecho, hubiera casi más policías y agentes municipales callejeros que picnics.

“Muchos no vienen más porque hay demasiados controles. Los jóvenes quieren quizá pasarla bien, tomar una cerveza o un fernet y eso ya no se puede”, dice Frida, mientras junto a sus amigas les dan miguitas de pan y les sacan fotos a un grupo de patos altamente sociables. Alrededor no hay casi nadie. Apenas dos varones se besan bajo un árbol. Uno sostiene un ramo de flores. Son lilas.

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