El pueblo que tiene un barrio obrero catalán, casas invertidas y sus 50 habitantes con la misma dirección

A 510 kilómetros de Buenos Aires se encuentra San Mayol, en el partido bonaerense de Tres Arroyos. Hace 10 años armaron un proyecto para convertirlo en un polo turístico. La historia de la localidad y de la llegada de la familia pionera

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La Esquina Catalana, una de
La Esquina Catalana, una de las obras arquitectónicas que es emblema de San Mayol (Fotos: Instagram @espardenya.sanmayol)

A 30 kilómetros de Tres Arroyos, se encuentra San Mayol, localidad donde viven apenas 50 personas. En 2013 pusieron en práctica un circuito de visitas guiadas para potenciar el turismo y visibilizar los 116 años de historia que resguarda la comunidad mayolera. Casi sin registros previos, todos colaboraron, tanto la población estable como los exresidentes que aportaron sus relatos y documentos para revalorizar la identidad cultural. “Venía gente atraída por la arquitectura, sacaban unas fotos y se iban, pensando que era un pueblo abandonado, y empezamos con el proyecto para demostrar que no es así”, cuenta Ezequiel Laza, quien recibe a los visitantes desde hace una década para contarles el inédito trasfondo de la esquina catalana, una de las atracciones arquitectónicas, el recorrido por las “casas inversas”, la Iglesia Sagrado Corazón de Jesús, declarada patrimonio histórico, y el Monumento al Circo Criollo, entre otras imperdibles paradas.

El 1° de octubre de 1907 se toma como fecha fundacional, por el paso del primer tren, y aunque los edificios de dos plantas parecieran augurar tiempos donde hubo un pico poblacional, los registros indican que nunca superó los 500 habitantes. “Solemos diferenciar entre población residente y la comunidad, que es mucho más grande, porque incluye a todos los que se han tenido que ir por cuestiones laborales, los estudios de sus hijos, pero siguen en contacto permanente y brindan apoyo, por eso decimos que San Mayol es la suma de varias familias que hacen una sola familia”, asegura el guía turístico.

El arco con rejas conducía
El arco con rejas conducía al gran patio común, que con los años se fue subdividiendo entre los propietarios

Al revisar los censos y descubrir que en momentos de apogeo rondaban los 300 residentes en la planta urbana, surgió la curiosidad de investigar el origen de las construcciones de estilo europeo que se destacan en la localidad. “Habiendo tanto terreno libre a los costados, la gran pregunta es por qué decidieron edificar hacia arriba, y la respuesta está en la historia del doctor Francisco Paco Masferrer, que se casó con Arsinda Mayol, hija de los fundadores, y ellos como matrimonio fueron quienes encomendaron la construcción a una empresa de Tres Arroyos de las casas catalanas que fueron terminadas entre 1934 y 1935”, explica Ezequiel, que rescata cada dato con pasión y una memoria notable, motivada por su vocación de servicio.

A imagen y semejanza de Cataluña

Don Paco Masferre era oriundo del municipio español de Vic, provincia de Barcelona, y fue fundador de uno de los primeros partidos independentistas de Cataluña. “Siendo un persona de ingresos altos, resultaba llamativo que construyera este tipo de casas, pero era separatista en la época de la Guerra Civil Española, y la rama del independentismo en la que participaba activamente y luchaba por la inclusión de la clase obrera. Lo primero que construyen son las casas catalanas, que son una réplica de un barrio obrero de las colonias industriales de esa región de España”, revela.

Aunque no hubo tal colonia obrera en San Mayol, fue una manera de representar sus raíces y convicciones. Originalmente las viviendas de dos plantas estaban pensadas para ser habitadas por dos familias, y que en la parte de abajo hubiera diferentes comercios. “Nunca llegaron a vivir dos familias, pero sí en esa cuadra hubo panadería, carnicería, peluquería, tienda, almacén, y cada fachada conserva características de diferentes regiones de Cataluña”, indica Ezequiel.

"Nunca hubo una colonia obrera
"Nunca hubo una colonia obrera en San Mayol, pero la representación del barrio con las casas catalanas es un forma de homenajearlos", cuenta Ezequiel Lanza

Algunos de los detalles compatibles con el marcado estilo europeo son los balcones con detalles en hierro forjado, los portones de madera con diferentes terminaciones, algunas en forma de trapecio y otras hexagonales; además del gran arco que conducía al patio común. “Recién en 1936, después de concluir esas edificaciones, Paco y Arsinda construyeron el casco de la estancia donde iban a vivir, y la llamaron Ma Llar, que significa ‘mi hogar’ en catalán, de porte más aristocrático, pero tampoco excesivamente ostentosa”, indica.

“Francisco Masferrer fue también fundador del diario de Vic, fue propietario y director, y Arsinda Mayol tenía una columna en el diario en la década del ‘20 y principio del ‘30, que firmaba con su nombre y apellido, algo que no era habitual en la época, porque eran actividades que parecían de exclusividad de los hombres en ese entonces”, destaca. Mucho tuvieron que ver también los padres de Arsinda, Felipe Mayol de Senillosa y María Luisa Crámer de Mayol, estancieros de gran poder adquisitivo que cedieron los terrenos en 1907 donde se construyó la estación ferroviaria, del ramal Tres Arroyos-Lobería.

“Felipe Mayol era descendiente de Felipe Senillosa, quien fue ingeniero civil personal de Juan Manuel de Rosas, quien hizo la casa de Buenos Aires del Restaurador. Y a partir de ese descubrimiento se puede deducir que Julio Argentino Jorge Mayol, hermano de Arsinda, siguió la tradición familiar de su bisabuelo, que se había cortado en la generación anterior, y estudió Ingeniería Civil en Francia”, desentraña Ezequiel, que es cofundador de Espardenya -“alpargatas” en catalán-, el nombre con el que bautizaron el proyecto de desarrollo turístico y recreativo que inició hace 10 años con la ayuda de dos amigos de toda la vida, Carolina Goicochea, nacida y criada en San Mayol, y el fotógrafo Javier Campo. Los tres forman parte de la Comisión del Museo Histórico de San Mayol, y son quienes se han ocupado de buscar y compaginar información para realizar un relevamiento histórico que hasta el momento no había sido documentado.

Todo indica que cuando Jorge Mayol arribó a la Argentina en la década de 1910, con la orden de administrar los campos de la familia, también despuntó el vicio como ingeniero, y no solamente en tierra mayolera. Como prueba de eso se encuentran dos de sus obras en la capital porteña: el edificio de El Ateneo de la Juventud, sobre la calle Riobamba 165, a pocas cuadras del Congreso Nacional, y el Edificio Mayol, situado en San Martín 543, pleno Microcentro, y considerado bien patrimonial de la Ciudad de Buenos Aires.

"Lo atractivo es que hay
"Lo atractivo es que hay un mundo por descubrir en cuanto a la historia, tanto de los fundadores como de las raíces arquitectónicas", destaca el guía de la localidad

Las “casas al revés” y la iglesia

La impronta del ingeniero Mayol también está presente en otros edificios de su autoría, como el ex Hotel San Mayol, una de sus primeras creaciones, de casi 100 años de antigüedad. Contaba con una gran recepción, dos salones independientes, y funcionaba como establecimiento para la temporada de cosecha, en la que cientos de trabajadores se quedaban por un tiempo. “Luego fue vendido a la Juventud Agraria Cooperativista, que unificó los dos salones, con capacidad para 150 personas, se hizo un escenario y se convirtió en punto de encuentro de todas las fiestas y reuniones sociales del pueblo”, cuenta Ezequiel.

Otra de las obras del hijo del matrimonio fundador es el conjunto de tres viviendas de dos plantas construidas en un solo bloque, también conocidas como Casas Inversas, y es precisamente porque la orientación original es la contraria a la actual. “En los ‘70 se hizo un cambio en la planificación arquitectónica cuando llegó el tendido eléctrico y había que hacer las manzanas un poco más cuadradas; entonces los propietarios cedieron parte de sus patios para que los hagan calles y tomaron calle para hacer patios”, explica el guía, y aclara que en el interior siguen intactas, pero desde afuera lo que se ve como fachada originalmente era el contrafrente, y por eso al dar la vuelta se visualiza la verdadera entrada y se descubre cuál era el patio.

Las Casas Inversas, otra de
Las Casas Inversas, otra de las atracciones que despiertan miradas curiosas y al verlas desde otra perspectiva se comprende que están al revés a su orientación original

A la hora de definir el símbolo de la localidad, no hay duda de que se trata de la Iglesia Sagrado Corazón de Jesús, erigida en el extremo sudoeste, y es otra obra proyectada por Jorge Mayol, a pedido de su madre. Se terminó de construir en 1933, y su ubicación en el medio del campo despierta muchas miradas curiosas. Su tamaño y los detalles arquitectónicos sorprenden, desde las tejas españolas y los techos ondulados, hasta el ladrillo a la vista en el interior. Ezequiel cuenta que no era la idea original que quedaran al descubierto, sino que se iban a revocar, pero la construcción no se terminó. El portón corredizo del ingreso era la puerta de acceso para los obreros, pero como no se pudo concluir, es el mismo que se utiliza hasta la actualidad.

Por su valor patrimonial la iglesia fue declarada edificio histórico según la ordenanza municipal 5892/08, y actualmente pertenece a la diócesis de Bahía Blanca y depende de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen de Tres Arroyos. “Otra de las cuestiones que suelen preguntarnos es si San Mayol, que le da nombre al pueblo, existió o no”, revela el guía, y confirma que los integrantes de la familia Mayol eran descendientes del santo francés Saint Mayeul, -que luego se adaptó al español-, y efectivamente existió. Nació alrededor de 910 en el este de la Provenza, Francia, y murió el 11 de mayo de 994, fecha que se toma como referencia para conmemorar al santo patrono en la localidad.

El símbolo de la cultura
El símbolo de la cultura mayolera, la Iglesia Sagrado Corazón de Jesús

“Ese día se organiza una fiesta en la que participan todas las instituciones del pueblo, cada una en lo que mejor sabe hacer, con una procesión, espectáculo y apertura de la cantina”, explica. Como dato no menor menciona la versión que indica que tuvieron una visita ilustre tiempo atrás, ya que antiguamente pasaba el turismo carretera por la zona, y en la cantina -que se encuentra en la planta baja de una de las construcciones catalanas- alguna vez paró nada más y nada menos que el quíntuple campeón de Fórmula 1, Juan Manuel Fangio, a tomarse una copa mientras le arreglaban el auto.

Además de los festejos religiosos y patronales, la comunidad mayolera también organiza otros eventos, como el acto de aniversario cada 1° de octubre, con cena y baile. En noviembre suscriben a La Noche de los Museos, y realizan un “Fogón Mayolero” como tradición. “Lo hacemos en nuestro museo en la misma fecha que se hace el evento en Buenos Aires, y cuando se termina la jornada, se apaga, se tapan las brasas y se guarda un carboncito para prender en el fuego el año siguiente, como símbolo de la continuidad”, explica Ezequiel. En abril, en el marco del Día Mundial de la Bicicleta, realizan un circuito de cicloturismo, y en el Día del Amigo suelen reunirse todos los vecinos y exresidentes para comer juntos y disfrutar de una noche con música en vivo.

El ex Hotel San Mayol
El ex Hotel San Mayol mantiene su estructura original y el salón tiene una capacidad para hasta 150 personas, donde suelen celebrarse lo eventos del pueblo, muchos organizados por el Club 1° de Octubre (Fotos: Instagram @espardenya.sanmayol)

50 personas, mismo domicilio

Hace un tiempo pusieron en práctica un proyecto para ponerle nombre a las casas, a modo de referencia para los visitantes, y el plano se encuentra en la estación de tren. El motivo recae en que a todos los habitantes les figura lo mismo en su documento de identidad. “No tenemos nombres de calles ni números, entonces todos los que tiene en el DNI la residencia en San Mayol tienen la referencia ‘Planta Urbana Sin Número’, todos los domicilios son iguales”, explica el guía. Con humor cuenta que tampoco tienen timbre, y que el clásico aplauso frente a la puerta funciona como reemplazo para anunciarse.

“A raíz de eso surgió el nombre del podcast que hicimos para plasmar la historia del pueblo, que se llama Planta Urbana Sin Número, se puede escuchar en Spotify y ahí están las entrevistas que realizamos con distintas personas que prestaron testimonio y brindaron su documentación”, cuenta. Después de traducir textos en catalán y lograr concretar conexiones virtuales con autores españoles que realizaron biografías de los fundadores, compaginaron de forma artesanal el material y lo compartieron con el mundo.

Ezequiel Lanza junto a un
Ezequiel Lanza junto a un grupo de visitantes mientras realiza una de las visitas guiadas

Ese don de gente y los actos desinteresados son los que caracterizan a los mayoleros, y también a quienes adoptaron a San Mayol como su hogar, que es el caso de Ezequiel Lanza. “No soy de aquí ni de allá, porque nací en Capital Federal, pero hice toda mi escuela primaria en Lomas de Zamora y Remedios de Escalada, después en 1991 nos mudamos a Tres Arroyos, y arranqué la secundaria ahí, donde me recibí de técnico mecánico electricista, nada que ver con el con el turismo”, confiesa.

Más adelante sus padres se radicaron en la localidad balnearia de Claromecó, donde incursionaron en un emprendimiento de cabañas y ahí fue cuando surgió la posibilidad de complementar su formación en materia turística. “Hice la tecnicatura en desarrollo de emprendimientos turísticos, me recibí en 2005, y siempre me atrajo la arquitectura y todo lo que tiene que ver con la construcción, porque mis abuelos tuvieron corralón de materiales, y yo salía de la escuela y me iba a jugar al corralón; también tengo raíces catalanas en la familia, así que San Mayol me atraía muchísimo”, rememora.

Al coincidir con amigos que tenían el mismo deseo de revalorizar la historia del lugar, en 2012 comenzó el armado del proyecto. “La población tenía la inquietud de cómo revertir que la gente que pasaba por ahí se iba con la idea de que el pueblo estaba abandonado; eso le dolía mucho a la comunidad, que pensaba: ‘No lo abandonamos, estamos acá, esta es mi casa’, y para transformar eso hay que estar y hay que demostrar que no es así, y recibir a la gente de la mejor manera, por eso nos gusta hablar de visitas, y no de turistas, porque nos convertimos en anfitriones de aquellos que vienen a conocer, a vivir la vida del pueblo aunque sea por un ratito, y se aprende mucho de ambos lados”, sentencia.

El cicloturismo forma parte de
El cicloturismo forma parte de la agenda mayolera, que celebra todos los años el Día de la Bicicleta con una jornada de actividades deportivas y recreativas (Fotos: Instagram @espardenya.sanmayol)

En 2013 abrieron un Centro de Recepción Turística, y la iniciativa se mantiene hasta la actualidad. “Me terminé comprando una casa en San Mayol, y si bien no estoy viviendo permanente, voy muy seguido, tanto cuando tengo que ir a recibir a alguien, como los fines de semana”, cuenta Ezequiel, que reflotó la propiedad que antiguamente era la estación de servicio, frente a la esquina catalana. “Se convirtió en un emprendimiento familiar, del que participa mi señora y mis hijos, por eso pedimos que nos avisen con un poco de anticipación dentro de lo posible para poder organizarles la visita que quieran hacer, porque la personalizamos según lo que quieran hacer”, explica, y ofrece como medio de contacto la cuenta de Instagram @espardenya.sanmayol.

“Recorrer todas las construcciones puede implicar un par de horas, porque si bien son dos manzanas paramos para ir charlando, y lo ideal es que aprovechen para pasar el día, e incluso hemos hecho el cierre de la actividad con una picada, con almuerzo, y después la gente se queda tomando mate, dando una vuelta más, disfrutando del paisaje”, cuenta. Particularmente eligen el tour muchos grupos de fotógrafos, y Ezequiel también se formó en fotografía para aprender a hablar “otro idioma”, y descubrió una inesperada vocación artística.

“Armamos el recorrido en función de lo que cada uno quiera, no está estandarizado, y más de una vez hacemos las guiadas a la gorra, queda a voluntad de lo que cada uno pueda, porque arrancamos este proyecto con la idea de que quien nos visite pueda conocer realmente la historia, y pueda llevarse algo más que las fotos que iba a sacar. Si le pongo un precio, estoy condicionando a que alguien me diga: ‘No tengo esa plata en el bolsillo’, y entonces no estaríamos siendo fieles a la esencia”, reflexiona, a pura honestidad y humildad.

El camión que encontraron en
El camión que encontraron en tierra mayolera, y resultó tener un gran valor cultural y social por haber pertenecido al Circo de los Hermanos Core

“Cuando se organiza con tiempo nos brinda otras posibilidades, y ahí sí podemos pensar en un aporte para la comida, porque hoy en día no es lo mismo unas empanadas, o un asado, y hacemos el presupuesto en el momento según la cantidad de visitantes, pero la idea es que todos puedan vivir la experiencia, y si me encuentran de casualidad en San Mayol, no tengo problema de recorrer e ir contándole, porque eso es lo que queremos difundir, la identidad y cultura mayolera”, asegura.

Desde 2022 cuentan con un alojamiento, en la mismísima cuadra catalana, en una de las viviendas que en los primeros tiempos funcionó como panadería- en Instagram @posadaelroble-, también hay un matrimonio que abre las puertas de su huerta orgánica -Instagram @huertero63-, y siempre están felices de recibir visitantes para mostrarle el emprendimiento y charlar con los viajeros.

Durante los arreglos del antiguo
Durante los arreglos del antiguo vehículo que se convirtió en el Monumento al Circo Criollo (Fotos: Instagram @espardenya.sanmayol)

Monumento al Circo Criollo

La inauguración más reciente que se tuvo lugar en San Mayol ocurrió en mayo de 2023, cuando dieron a conocer el primer Monumento al Circo Criollo. “Todo surgió a raíz de la charla con uno de los vecinos, que me contó de la existencia de un camión Dodge de la década de 1940, que siempre estuvo en el pueblo, y al tiempo nos enteramos que había pertenecido al circo de los Hermanos Core”, revela Ezequiel. Luego de recopilar información al respecto, pensaron convertirlo en una pieza artística que rinda homenaje a aquellas épocas y el rol que cumplió en la vida social de los residentes.

“El Circo Criollo pasó por la localidad hace 40 años, cuando hubo una inundación muy grande, y originalmente iban a la zona de San Cayetano, pero se quedaron a mitad de camino por el temporal y se quedaron en San Mayol, para que pudieran hacer los arreglos necesarios antes de seguir”, indica. Durante su estadía montaron una carpa para brindar el espectáculos, y según cuentan, se llenaba cada noche. Uno de los hermanos Core, Julio, se casó con una mayolera, y por eso el vehículo no volvió a partir y se quedó en tierra mayolera.

En el día de la
En el día de la inauguración del Monumento al Circo Criollo (Fotos: Instagram @espardenya.sanmayol)

“El padre de familia de los hermanos Core se inició en el Circo Sarrasani, y cuanto más supimos más nos dimos cuenta de que podíamos rendir un tributo y nos sorprendimos al ver que no existía hasta ahora un Monumento al Circo Criollo, y ahí lanzamos la convocatoria a artistas que quisieran participar”, comenta. El gran día de la exposición se entregó una distinción a integrantes de la familia Core, que estuvieron en el lugar, y también un reconocimiento para Victoria De Francesco y Eugenia Llanos, autoras de la intervención artística del histórico camión.

“Fue una puesta en valor a toda la trayectoria que han tenido, a lo que desencadenó el circo en los pueblos, para contar también que los pueblos rurales no son solo campo y hombrear bolsas, porque el imaginario colectivo lo asocia con el trabajo rural y con el ferrocarril, pero también hay una sociedad, son comunidades en las que hay mucho más para mostrar, y sobre todo, mucho por descubrir”, proyecta, entusiasmado por los misterios que aún quedan por descifrar.

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