Siete años, seis meses y dos días después de la tragedia, el histórico dirigente radical Federico Storani tendrá la oportunidad de justicia por su hijo Manuel. Será a partir 2 de octubre, cuando comience el juicio que buscará determinar la responsabilidad del hombre que el 31 de marzo de 2016 manejaba una lancha sin luces en la noche del Delta del Tigre y embistió, de frente, la embarcación en la que viajaban Manuel Storani junto a su mamá, Ángeles Bruzzone, que también falleció. Por el choque hubo tres muertos, incluido un amigo del imputado.
Tras muchas dilaciones, el lunes próximo, el Tribunal Oral 1 de San Isidro (integrado por Sebastián Hipólito Urquijo, Alberto Ortolani y Gonzalo Aquino), comenzará las audiencias para evaluar la conducta del único imputado, Pablo Torres Lacal, acusado del delito de triple homicidio con dolo eventual. El hombre, de 55 años, nunca estuvo preso desde el momento del incidente. Pero de ser hallado culpable podría pasar entre ocho y 25 años en prisión.
“Se demoró porque la actitud de la defensa fue permanentemente la de meter recursos, aunque no fueran razonables. Tienen su derecho de ejercer defensa pero buscaron obstaculizar y dilatar y la Justicia fue receptiva a las quejas. La última vez se demoró en la Corte. Y se tomaron su tiempo para rechazarlo”, comentó Storani, aliviado porque finalmente comenzará el debate oral. Será en la misma sala donde se desarrollaron célebres juicios, como el del crimen de María Marta García Belsunce o el del femicida Fernando Farré.
Manuel tenía 14 años y murió en el acto. Su cuerpo fue hallado en el río Luján después de tres días de búsqueda. La autopsia determinó que perdió la vida por los golpes en el cráneo y en el cuello. Además de su mamá, falleció Francisco Javier Gotti, un amigo de Torres Lacal. Sin embargo, su familia decidió no denunciar al acusado.
La querella de Storani, representada por el abogado Carlos Acosta, intentará demostrar al Tribunal durante las audiencias que Torres Lacal estaba fuera de sí y que no le importó el peligro mortal que generó al navegar de noche, a toda velocidad, y llevando en zigzag su embarcación por el Canal Vinculación, de Tigre.
Manuel y Ángeles viajaban junto a cuatro personas en la lancha Mad II. Venían de festejar un cumpleaños en un restaurante en medio de las islas del Tigre. Según consta en el expediente, entre las 23 del 31 de marzo y las 00.15 del 1º de abril, mientras navegaban por el Canal Vinculación, apareció de repente la lancha Shark II, timoneada por Torres Dacal, quien iba acompañado por Gotti y por otro amigo. Se dirigían a un bar en el Delta y según varios testigos estaban exaltados.
De acuerdo con los testimonios de los sobrevivientes la lancha de Torres Dacal venía rápido y en zigzag por el medio del cauce. Impactó contra Mad II casi sin que los tripulantes de esta embarcación la vieran venir. Los análisis de los peritos incorporados a la causa estudiaron el instrumental de la Shark II y demostraron que venía a la velocidad máxima.
Alejandro Gabriel Obludzyner viajaba en la lancha junto a Manuel Storani y su mamá y contó que observó la lancha de Torres Dacal de frente apenas segundos antes del impacto. El sobreviviente relató que le advirtió a Lucas Sorrentini, a cargo del timón, sobre las maniobras peligrosas de Shark II, que se divisaba tenuemente gracias al claro de luna que iluminaba el río.
“Mirá ese loco”, le dijo Obludzyner a Sorrentini, y al cabo de unos segundos, el timonel intentó girar bruscamente para evitar el choque pero fue imposible. Ante el fiscal de instrucción Mariano Magaz, el hombre declaró que su teoría es que el conductor de la otra embarcación no los vio. “Todo pasó muy rápido, el impacto fue sorpresivo, recuerdo como un resplandor blanco que era la embarcación casi encima nuestro”, testificó.
La lancha de Torres Lacal dio en el medio de Mad II, pero del lado donde iban Manuel y Ángeles. “Los partió por la mitad y siguió y terminó 50 metros después arriba de la tierra, para que te des una idea”, contó Federico Storani a este medio.
Los análisis toxicológicos de Torres Lacal dieron en cero, aunque David Hernán Di Rico, el tercer tripulante de su lancha, admitió que habían tomado dos cervezas. Otros testimonios hechos durante la investigación -y que seguramente se repitan en el juicio- instalaron la duda sobre qué pasó con las pericias de alcohol y drogas en sangre hechas al imputado. Dos testigos de la guardería de donde el hombre sacó su lancha -uno de ellos médico- remarcaron que el conductor de Shark II estaba “exaltado”.
Lo mismo contó el hombre que les cargó nafta en el río Luján, quien también será testigo en el juicio. Relató ante el fiscal Magaz que la lancha de Torres Lacal “llegó a fondo y bajaron la marcha porque si no, chocaban; se habían pasado del canal donde está la estación de servicio, después volvieron -retrocedieron- e ingresaron para cargar nafta”.
El testigo dijo que cuando regresaron a la marina para cargar nafta también tuvieron que bajar la velocidad porque si no, chocaban con el surtidor. Y que él se acercó y les dijo: “Muchachos, anden más despacio porque por acá anda gente sin luz”. Según el hombre, uno de los tripulantes estaba fumando una pipa “con olor a marihuana”.
“Noté que uno de ellos no estaba bien, el que manejaba la lancha, pero por la actitud no estaba tranquilo… estaba como ‘exaltado, caminaba por la lancha todo el tiempo”, detalló, aunque aclaró que si bien no le sintió aliento a alcohol sí notó que “no hablaba bien, por el tono de voz”.
En la instrucción declaró una mujer de identidad reservada que se presentó de manera espontánea y dio detalles sobre la personalidad de Torres Lacal y de cómo él actuaba de esa manera siempre. “Un pendeviejo”, sintetizó Federico Storani ante la consulta de Infobae.
Se espera que esa mujer participe de las audiencias. Sobre el aporte de esta persona, el papá de Manuel explicó: “Describió el perfil del tipo, que le gustaba vivir a mil con adrenalina todo el tiempo y que ella y otras amigas no subían a la lancha porque tenían miedo. No fue ese día casualmente. Fue el comportamiento general que tenía. Lo mismo hacía con su auto”.
Storani tiene la esperanza de que el juicio termine con una condena justa. “A mí me alienta que todas las instancias mantuvieron la misma calificación. Encontraron que la prueba era suficientemente amplia. Hay que desarrollar las audiencias y no se puede decir de antemano qué puede ocurrir”, aclaró. Sin embargo, consideró que “hay un tema central que son las pericias: la velocidad está probada, intentaron plantear una culpa concurrente sosteniendo que el timonel de la lancha de Manuel hubiese invadido la zona de ellos pero él está sobreseído, así que eso no se sostiene”.
Storani, que posiblemente declare como testigo el mismo lunes, no exhibe sed de venganza. Pero demanda justicia por su hijo, que actualmente tendría 21 años. “Si está dentro de la calificación que se dio no tiene otro remedio que ir en cana. Es una pena de entre 8 y 25 años. El Tribunal tiene un antecedente por un caso en Panamericana donde condenaron por un dolo eventual. Mi expectativa es que lo condenen”.
El dirigente radical reconoció que Torres Lacal nunca mostró una actitud de arrepentimiento. Ni siquiera se acercó a la familia, más que a través de sus abogados, en un intento en vano de abreviar el juicio. “Si Lacal hubiese tenido otra actitud, de no esquivar la justicia, de aproximarse diferente, pero ahora espero que cumpla la condena que le corresponda. Nunca me llamó, nunca se contactó. Y es un tipo grande. No es un pibe que cometió una imprudencia”.