¿Cómo detectar los casos de abuso sexual contra niños, niñas y adolescentes y cómo actuar ante la sospecha?

El abuso sexual infantil es un tema sensible que interpela a la sociedad. Para atacarlo es menester involucrarse y actuar en consecuencia. Lo que se ignora es imposible de detectar. Una red de consejos y recomendaciones saber cómo proceder ante presuntos episodios de abusos contra niños, niñas y adolescentes

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Paula Watcher explica sobre cómo se pueden identificar las marcas de posible abuso sexual en un niño

El abuso sexual en la infancia es uno de los delitos más masivos, invisibilizados y subreportados en el mundo. Argentina no es una excepción. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que una de cada cinco niñas y uno de cada trece niños es víctima de abuso sexual antes de los 18 años. Esto equivale en el país a casi dos millones de niños, niñas y adolescentes potencialmente víctimas.

Cuando se evalúa la prevalencia del abuso sexual, lo primero que surge es que no se habla en la misma medida que sucede y eso es lo primero que debe cambiar para que deje de ser una realidad cotidiana oculta a plena luz, una realidad que afecta el presente de los niños e hipoteca sus futuros, algo que puede suceder bajo las narices adultas sin que siquiera lo sospechen.

El abuso se enfrenta a lo siniestro, a lo que naturalmente no debería suceder, pero no por negarlo va a dejar de ocurrir. Todo lo contrario. Los agresores se valen del silencio de sus víctimas y de la falta de información de la población en general. Es necesario poder hablar de eso que duele, que interpela a la sociedad y conectarse con este tema desde otro lugar: ¿a cuántos niños, niñas o adolescentes se pueden ayudar si la gente se involucra?

En general, es difícil detectar lo que se ignora. La primera tarea es, entonces, saber cuáles los son síntomas específicos e inespecíficos del abuso sexual contra niños y cómo se presentan o manifiestan. Para ello, es menester derribar algunos mitos como que si sucede, sería fácil darse cuenta, que los niños siempre van a hablar, o que los agresores son ajenos al círculo de confianza.

Diversos estudios señalan que sólo tres de cada diez niños pueden poner en palabras lo que les sucede, el resto lo manifiesta con conductas o síntomas. La dificultad de develar se relaciona con la dificultad de denunciar; especialmente cuando se trata del progenitor o familiar cercano, lo que sucede en el 80% de los casos de abuso sexual.

El niño/a debe poder romper el silencio impuesto por su agresor, pero también debe encontrar un adulto que crea en su palabra y arbitre los medios para garantizar su protección. María Inés Bringiotti y Pablo Raffo realizaron un estudio sobre la población universitaria de adolescentes en la Universidad de Buenos Aires que fueron víctimas de abuso en su infancia y encontraron que el 62% no pidió ayuda, el 16% manifestó haberla solicitado pero no recibirla o ser inadecuada -muchas veces fueron culpabilizadas o sus relatos desestimados, minimizados-. Es decir: el 72% no contó con ayuda y sólo el 22% obtuvo algún tipo de asistencia.

Cuando el niño pide ayuda y no es creído, se reafirma esto que le dice su agresor de que “si lo contás, nadie te va a creer o algo malo va a suceder”, lo que reafirma la sensación de no escapatoria. La víctima puede necesitar hasta diez años para volver a contarlo. Por eso es frecuente ver adultos que recién hoy pueden contar los abusos de su infancia. Los niños no mienten ni se equivocan cuando hablan de abuso y es siempre la obligación de los adultos creerles y protegerlos.

¿Quiénes son los agresores?

Si bien no existe un perfil único de abusador, hay ciertas características que estos depredadores comparten, como construir una buena fachada que garantice su impunidad. Cuando se detecta un caso de abuso, la reacción general con frecuencia es: “Hubiera sospechado de cualquiera, menos de él o ella”. Los agresores de niños se camuflan en el círculo cercano de la víctima.

¿Cuáles son los indicadores más frecuentes de abuso sexual?

Desde la Fundación Red por la Infancia, como organización especializada en violencia contra niños, niñas y adolescentes, se elaboró una cartilla simple con una lista de todos los indicadores específicos e inespecíficos.

Indicadores altamente específicos:

Relato del niño, niña o adolescente de haber sido objeto de abuso sexual.

Lesiones físicas en la zona genital.

Sospecha de embarazo en menores de 13 años.

Indicadores físicos inespecíficos:

Trastornos de la alimentación: bulimia y anorexia nerviosa, en especial cuando se asocian.

Fenómenos regresivos como la enuresis y encopresis en niños o niñas que ya habían logrado el control de esfínteres.

Infecciones urinarias repetidas sin causa orgánica o externa identificable.

Inflamaciones, enrojecimiento y lesiones por rascado en zona genital no asociadas a otras lesiones descritas en el apartado de indicadores físicos específicos.

Indicadores de comportamiento inespecíficos:

Conductas hipersexualizadas no acordes a la edad.

Masturbación compulsiva (no puede dejar de hacerlo o llega a lastimarse).

Autolesiones.

Acercamientos inadecuados a los adultos: tratar de tocar los genitales.

Alteraciones del sueño o pesadillas recurrentes.

Estado de ánimo y comportamiento irritable constante.

Rechazo para ir a lugares específicos o a personas en particular.

(Un solo indicador inespecífico no es señal inequívoca de un posible abuso sexual, pero la ocurrencia de varios indicadores inespecíficos debe alertar esa posibilidad).

¿Cómo actuar ante la sospecha de un caso de abuso infantil?

El abuso no deja testigos porque generalmente sucede en la intimidad del hogar y muy pocas víctimas pueden poner en palabras lo que ocurre. Ante este escenario, es prioritario tener claro que involucrarse y actuar salva vidas.

Cuando se sospecha un posible abuso sexual contra un niño, niña o adolescente, urge comunicarlo a las autoridades para que sean ellos quienes puedan esclarecer lo ocurrido y tomar medidas de protección para los niños. El sistema no pide denunciar la certeza, sino la sospecha fundada. No hay que ser médicos, jueces ni fiscales. Sino cumplir con alertar a las autoridades la presunción. En el marco de la nueva ley Lucio (por el niño de cinco años asesinado a golpes en La Pampa), la denuncia puede ser incluso anónima si se tiene medio a la represalias. No hay más excusas para no intervenir a favor de la protección de las posibles víctimas.

Como madre o padre, cuando la sospecha de que el hijo o la hija podría estar siendo víctima de abuso sexual el impacto es arrasador. Nadie está preparado para que esto le ocurra a sus hijos y menos cuando la amenaza viene desde dentro y no desde afuera. Pero es necesario reponerse a este impacto inicial y actuar rápidamente buscando asesoramiento especializado.

Líneas de denuncias gratuitas y anónimas

Línea 137: Línea especializada en violencia sexual contra niños, niñas y adolescentes, del Ministerio de Justicia de la Nación.

Líneas 102: Secretaria de Niñez, Adolescencia y Familia, Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Atención general sobre los derechos de niñas, niños y adolescentes.

Línea Ministerio Público Tutelar de la Ciudad de Buenos Aires: 15 7037 7037.

* La autora es Fundadora y Directora Ejecutiva de Red por la Infancia.

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