“¿Sabían que los daneses mojan las empanadas en chimichurri?”. Cada cual las come como quiere, pero ellos hacen eso. Lo cuenta Yanina Sánchez Blas (44), que con su marido Germán Martino Bustos (40), y su hija Sol (17), tienen hace un año dos food trucks pintados íntegramente con la bandera argentina que abren sus puertas en una Street Food del moderno barrio Ørestad en Copenhague, la capital de Dinamarca, famoso por su arquitectura contemporánea.
El puesto funciona a toda hora para vecinos con poco tiempo para cocinar y viajeros de todo el mundo que prefieren comprar la comida hecha. Junto al carro de Chimichurri, se vende comida hindú, tailandesa, norteamericana cuenta la mujer nacida en Rosario. “Imagínate el público que pasa por acá de todas las nacionalidades. Todo el mundo se acerca a probar. Pero yo no sé qué tenemos los argentinos, pero es que la gente alucina. El chico filipino pone su parrilla con unos pinchitos de cerdo divino, pero yo pongo la parrilla y te puedo asegurar que tengo una fila de gente esperando. Es que la parrilla argentina llama mucho, mucho la atención, ponemos música y a la gente le gusta. El olor y el sabor gustan. Hay veces que hacemos ‘sánguches’ de molleja especial para ciertos días y la gente flipa”, expresa Yanina, a quien le sale naturalmente el verbo flipar (alucinar) porque vivió casi 20 años en la calurosa Málaga antes de mudarse a la helada Dinamarca con su familia. “La gente come sandwiches de molleja. ¿Me entendés?”, dice la propietaria del food truck todavía sin salir de su estado de asombro.
En Chimichurri, nombre que le dieron a su emprendimiento, los daneses comen choripanes, empanadas, “sánguches” de milanesa, de supremas y de entraña. “Tenemos una carta muy linda, ellos vienen a probar lo que les pongas por delante y están encantados”, afirma Yanina. Y al servirles la comida, ella y las personas que atienden en el mostrador se quedan esperando la reacción de los clientes. Y la escena se repite: “Dicen increíble´, sacan foto, postean. “Yo soy la que alucino”, asegura la rosarina.
Al llegar al país escandinavo, Yanina con su hija Sol, estaban haciendo reparto de comida en su coche con una plataforma llamada Wolt, que es muy popular, que suele ser el primer trabajo de muchos de los que llegan a probar fortuna. Y jugaban a que estaban tapadas de trabajo con un emprendimiento propio. “Sol, prepárame otro choripanes, no, mamá no puedo porque estoy preparado unos cinco sándwiches de milanesa, pero yo te pedí 10 de entraña. Bueno, esperamos un segundo porque te estoy sacando siete supremas”, soñaban o lo vieron venir. El primer día que abrieron las puertas del Food Truck Chimichurri, Germán les había dicho que con que vendieran cinco sándwiches cubrían todos los gastos y si llegaban a los 8 ahorraban. El primer día, lleno de incertidumbre, vendieron más de 50. El hermano de Yanina, que vive en España, igual que sus padres, todos expertos asadores, llamaba a cada rato para saber cómo les estaba yendo. “¡Les encanta! El sándwich de entraña es la estrella”, le iba diciendo Yanina.
La rosarina mantiene esta conversación con Infobae dentro de su auto, en una pausa, antes de dirigirse al segundo food truck, que va rotando y anticipa que se viene el tercero. Cuando los clientes preguntan qué es el sándwich de entraña, explican de qué se trata. Que es un corte tierno, que es bueno para los niños. Y ellos atentos, escuchan. También les gusta conversar y están quienes practican lo que saben de español. Es muy común que terminen hablando de asados y de ahí salten al fútbol, la otra pasión argentina. “Algo que es muy gracioso, es que los nombres de las comidas no tienen traducción. Tienen que escuchar a un danés pidiendo milanesa o chimichurri. A mí me encanta”, relata Yanina con notable alegría.
¿Por qué eligieron el nombre Chimichurri? Porque es la salsa que acompaña todo y la preparan ellos bien casera. Lo ofrecen clásico, picante, y lo agregan en las bandejas, dentro un envase, por eso los clientes se ven tentados de bañar las empanadas ahí adentro. Dice que les gusta tanto el picante, los sabores intensos que las hamburguesas decidieron hacerlas de chorizo. “Nosotros hacemos los chorizos caseros pero a mi marido se le ocurrió la gran idea de que nuestras hamburguesas no iban a ser más una bolita de pulpa picada tirada en una plancha que lo único que le enriquece es toda la salsa que le ponen. Nuestra hamburguesa es casera. La choriburger es una hamburguesa hecha de chorizo. Entonces imagínate a ellos, que les encanta los sabores fuertes. Nuestra hamburguesa es el boom”.
No es la primera vez que despiertan pasiones poniendo la carne en el asador. En España, donde están sus padres y hermano y cuñada mantienen un negocio que es hacer asados a gran escala. Los llamaron de la tienda de artículos para la construcción Leroy Merlin del Shopping de la Cañada de Marbella y se convirtieron en sus “asadores oficiales” para eventos que superan los 100 comensales. Cuando los contratan, viajan al sur de España. En esos 20 años habían probado otros trabajos. También tuvieron ferretería.
Y allá lejos y en el tiempo, en la Argentina Yanina era periodista y había trabajado en una empresa de exportación donde todo terminó muy mal: la echaron dentro del contexto de una triste situación, había perdido un embarazo y le habían dado reposo. Germán, por su parte, trabajaba en la logística de un negocio de venta de electrodomésticos.
Si bien los impuestos son altísimos, creen que la vida es más fácil en Dinamarca si se compara con España. Yanina no veía más futuro allí y propuso a su familia migrar. Sería la primera vez para su hija, que es española. Y decidieron al instalarse hace dos años, notaron que la gente gasta mucho dinero en comer y les gusta mucho el delivery, porque no salen de la casa. Y Yanina pensó: “Puede que nuestra comida les guste. A quién no le gusta un asado? La gente ama nuestra carne”. Y no se equivocó.
Todo lo que hacen es casero y cuenta que el “sánguche” de milanesa que venden, el completo, con lechuga, tomate, cebolla, chimichurri, jamón, queso y huevo pesa más o menos, 560 gramos. Y se suma al elenco, la milanesa a la napolitana. Cómo no.
Los carros que pintaron con la bandera argentina en tamaño gigante con soles no dejan a nadie indiferente cada vez que lo enganchan y lo llevan a un evento. Menos desde que la Argentina levantó la copa del Mundial y a su marido le daba por andar con el carro por todos lados por la emoción. “La gente nos toca bocina, a la gente les da emoción al vernos pasar.
El otro día nos pasó algo muy particular, unos nenitos de una guardería reconocieron la bandera. Y aunque yo tiro para Di María, los chiquitos cantaban ¡Messi! ¡Messi!, relata. Y que no fue la primera vez. Un chico con su teléfono los filmó desde una estación de tren y levantaba un puño alentador, diciendo “vamos, vamos”.
El vínculo con el fútbol también incluye nada menos que la amistad de Yanina con Ángel Di María. En la cuenta de Instagram del Food Truck (@chimichurri.dk) recibieron un comentario del jugador de la Selección que recomendó comer en Chimichurri “Yo quiero una hamburguesa de ese carrito”. Lo había comentado sobre una foto que habían tomado al padre de Yanina junto al carro. Después de eso, la gente que se acercaba y preguntaba si era cierto. ¿Es verdad que hizo esa publicación? “Sí, es verdad”, les dice. Es verdad. “Lo hizo con toda la generosidad del mundo porque jamás le pedí. Y nos llenó de felicidad. Yo lo comenté y él lo subió a una historia personal. Eso generó que de 600 seguidores subiéramos a mil y pico”, concluye.