El dictador chileno Augusto Pinochet fue condecorado tres veces por gobiernos argentinos. Este tema volvió al centro del debate político, tras conocerse que el Gobierno de Alberto Fernández decidió quitarle los 3 honores que le habían entregado en distintos períodos Isabel Perón, Rafael Videla y Carlos Menem.
A continuación un repaso por esos tres momentos históricos.
En el tercer gobierno de Juan Perón todo venía mal. Aún estaban frescos los reclamos de los montoneros que coparon la Plaza de Mayo en el acto por el día del Trabajador. “¡Qué pasa, qué pasa general, que está lleno de gorilas el gobierno popular!” o “Si Evita viviera sería montonera”, sonaron como un duro reproche que tuvo que escuchar detrás de un vidrio blindado desde el histórico balcón de la Casa Rosada. Y un final con el presidente fuera de sí tratándolos de “imberbes y estúpidos”. Y las columnas de la Juventud Peronista abandonaron el lugar, desencantados y desanimados.
Desánimo que se convirtió en indignación cuando el 16 de mayo vieron a Perón en el aeropuerto de Morón dándole la bienvenida a Augusto Pinochet, el dictador chileno que había desalojado del poder a Salvador Allende. El presidente democrático trasandino se había suicidado en el Palacio de la Moneda durante el golpe de estado del 11 de septiembre de 1973.
Allende había sido uno de los mandatarios invitados al acto de asunción de Héctor Cámpora en mayo de ese año.
La organización armada no lograban entender, tampoco, cuando el 13 de septiembre, días antes de asumir la presidencia argentina, Perón había declarado que el golpe en Chile había sido una tragedia para toda América Latina. Lo que ellos ignoraban era que entre sus íntimos evaluaba como un hecho positivo que el país vecino, manejado por militares, fuera un muro de contención a la guerrilla local.
El 14, apenas 3 días después del golpe, Pinochet había viajado a Asunción del Paraguay, donde se abrazó Alfredo Stroessner y al regreso, el 16, hizo una escala de dos horas en el aeropuerto de Morón para encontrarse con el presidente argentino.
Conversaron en la biblioteca de la base sobre la cuestión del Canal de Beagle, la Antártida y la guerrilla en América del Sur. Dos horas después despegó con rumbo a Chi.
Entre el 9 y el 11 de abril de 1975 el canciller argentino Alberto Vignes viajó a Chile, donde condecoró a su par chileno el almirante Patricio Carvajal Prado e invitó a Pinochet a viajar a nuestro país. Desde el 1 de julio del año anterior gobernaba Isabel Perón.
El viernes 18, durante seis horas, el militar chileno estuvo en Argentina. El escenario del encuentro fue el mismo que en su visita anterior, en el aeródromo de Morón. El dictador y la mandataria argentina almorzaron juntos, celebraron una reunión y al final firmaron una declaración conjunta en la que ratificaron los derechos de ambos países sobre la Antártida y acordaron otras cuestiones de interés binacional. En tanto, el tema de los límites en el Canal de Beagle también sobrevoló el encuentro.
El 26 de febrero de 1975, mediante el Decreto 500, el gobierno argentino le otorgaba a Pinochet la Orden de Mayo al Mérito Militar. Esta condecoración distingue exclusivamente a los ciudadanos civiles y militares extranjeros que se hayan distinguido por sus servicios y obras personales y merezcan la gratitud de la Nación, como establecen sus fundamentos.
Con la junta militar dirigiendo los destinos del país, le fue conferido por Jorge Rafael Videla al chileno el Collar de la Orden del Libertador San Martín, mediante el Decreto 2904 del 19 de noviembre de 1976. Creada en 1943, desde que su reglamentación fue modificada en 1957, solo puede ser otorgada a extranjeros, aunque hubo una excepción, cuando en 1952 por una idea de Perón, el Congreso votó una ley para dársela a Eva Perón. Sus fundamentos establecen que se otorga a funcionarios civiles o militares extranjeros que en ejercicio de sus funciones merezcan el honor y reconocimiento de la Nación Argentina.
Posee distintos grados. Y el collar, como fue el caso de Pinochet, es solo para soberanos o jefes de Estado.
Si bien la agenda del diferendo limítrofe estaba más que latente, ambos militares junto a Bolivia, Paraguay y Uruguay y otros países de América Latina estaban en plena coordinación del llamado Plan Cóndor, de represión política y terrorismo de Estado.
Sin embargo, no todo sería cuestión de alianzas. Durante ocho horas Videla y Pinochet estuvieron reunidos en el aeropuerto de Mendoza el 19 de enero de 1978 en la búsqueda de soluciones al diferendo por el Canal de Beagle. Un mes después, el argentino devolvió la visita y aterrizó en Puerto Montt, donde fue condecorado por su par chileno.
Hasta entonces no habían llegado a un acuerdo y la guerra entre los dos países muchos la veían como un hecho inminente. En ese sentido, la aceptación de que la Santa Sede actuase de mediadora llegó en el momento justo, a fines de diciembre de 1978 cuando la tensión ya había llegado a su punto máximo.
En 1993, durante el gobierno de Carlos Menem, Pinochet sumó a su colección su segunda Orden de Mayo, esta vez al Mérito, en el grado de Gran Cruz. Fue el 12 de febrero de 1993 en una ceremonia celebrada en la embajada argentina en Santiago de Chile. Ya no era jefe de Estado, pero gracias a la Constitución, lo habilitaba a continuar como jefe del ejército.
Eligieron como oportunidad el aniversario de la batalla de Chacabuco. “Usted, señor general Pinochet, puede estar orgulloso del ejército que comanda, de su ejemplar idoneidad profesional, gallardía, bizarría y caballerosidad, que todos los soldados de mi país sabemos y reconocemos”, le dijo el entonces jefe del Ejército Argentino, el general Martín Balza, promotor de la distinción.
Si bien se aclaró que era un reconocimiento entre ejércitos, y que cumplía con un mandato constitucional, la misma debe tener el aval presidencial. Provocó protestas de políticos y de organismos defensores de derechos humanos de nuestro país, no solo por el papel de Pinochet en la represión ilegal sino por la abierta colaboración de Chile a Gran Bretaña durante la guerra de Malvinas.
Enseguida se recordó la confesión de Jeremy Moore, ex comandante de las fuerzas de tierra británicas, cuando declaró que Chile monitoreaba con radares el movimiento de las bases argentinas e informaba sobre la salida de los aviones. Más adelante ese vínculo se vería reconfirmado cuando Pinochet, detenido en una clínica londinense por un pedido de la justicia española, se conoció el pedido de Margaret Thatcher para que fuera liberado.
Las condecoraciones que el extinto militar trasandino “y sus derechohabientes” ya no podrán usar resaltan los ideales de Mayo y los valores del general José de San Martín, que cada vez parecen más lejanos y difusos.