Un caso sin resolver, un cementerio improvisado y restos de pizza: la doble vida del arquitecto acusado de ser un temible femicida

Rex Heuermann está detenido por ser el presunto asesino de tres trabajadoras sexuales, aunque para los investigadores pudo haber matado a varias más. Lo hacía cada vez que su esposa se iba de viaje y en su computadora encontraron que se había obsesionado con su propio caso. La vida del temible criminal que se disfrazaba de un hombre común, dueño de un estudio de arquitectura ubicado en la quinta avenida neoyorquina

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Rex Heuermann fue detenido en pleno centro de Manhattan y acusado por los crímenes de Melissa Barthelemy, Megan Waterman y Amber Costello. También fue declarado sospechoso en el caso de Maureen Brainard-Barnes
Rex Heuermann fue detenido en pleno centro de Manhattan y acusado por los crímenes de Melissa Barthelemy, Megan Waterman y Amber Costello. También fue declarado sospechoso en el caso de Maureen Brainard-Barnes

Antes de desaparecer, la mañana del 1° de mayo de 2010, Shannan Gilbert, de 23 años, llamó al 911 y gritó desesperada a la operadora: “Ellos están tratando de matarme”. Iba enloquecida, corriendo descalza por un descampado, diciendo que la perseguían. Un rato antes había tenido una cita sexual con un hombre en Oak Beach, Long Island, Nueva York, a la que había llegado en un taxi. En su huída pidió ayuda en dos casas. Fue inútil. Después de eso, se evaporó para siempre.

Nunca nadie volvió a verla con vida. ¿Qué había ocurrido con Shannan?

Tanto el hombre que tuvo sexo con ella como el conductor del taxi que la alcanzó al lugar fueron hallados, indagados e investigados. La policía aseguró no haber conseguido ningún elemento que los ligara a la desaparición de la joven. Un perito psiquiatra que escuchó la conversación histérica de Shannan con emergencias dictaminó que su muerte “no era consistente con una víctima de violencia”. Las autoridades parecían querer cerrar el caso. La madre de Shannan, Mari Gilbert, lo impidió. Implacable en su desesperación, no permitió que las autoridades bajaran los brazos. Armó revuelo y consiguió que los detectives mantuvieran la búsqueda durante meses con perros entrenados en cadáveres.

Cuando siete meses después, el 11 de diciembre de 2010, hallaron un esqueleto desintegrado a lo largo de la avenida costera Ocean Parkway, en Long Island, pensaron que la habían encontrado. Resultó que no era ella. Era el cuerpo de Melissa Barthelemy (24), otra trabajadora sexual que también estaba reportada como desaparecida.

La búsqueda de Shannan prosiguió y las sorpresas macabras no se detuvieron. En poco tiempo, en el área de Gilgo Beach, se toparon con otros tres cuerpos. Eran los cadáveres de Maureen Brainard-Barnes (25), Megan Waterman (22) y Amber Costello (27). Estaban a unos 150 metros unas de otras. Un poco después apareció lo que quedaba de Shannan Gilbert.

En marzo de 2011 recobraron más elementos óseos: unos que pertenecían a Jessica Taylor (20), una joven de quién ya se habían encontrado las piernas años antes, y otros de Valerie Mack (24). Ambas trabajaban como acompañantes. No era todo: había más seres humanos desparramados por ahí que no pudieron ser identificados. Un hombre asiático; una joven que llevaba en su piel un tatuaje con duraznos; una mujer y una niña que sospechan era su hija.

La franja costera de Gilgo Beach era un verdadero cementerio improvisado. Un sitio de espanto.

La policía tenía mucho trabajo por delante.

Rex Heuermann tendrá que presentarse en tribunales el próximo 27 de septiembre. Mientras, los detectives continúan contrarreloj intentado descubrir quiénes más pueden integrar la lista mortal (Reuters)
Rex Heuermann tendrá que presentarse en tribunales el próximo 27 de septiembre. Mientras, los detectives continúan contrarreloj intentado descubrir quiénes más pueden integrar la lista mortal (Reuters)

El arquitecto de la Quinta Avenida

Doce años después de esos hallazgos, el jueves 13 de julio de 2023, una noticia dejó a Nueva York estupefacta: el arquitecto Rex Heuermann, residente de Massapequa Park, en Long Island, con oficinas en el corazón de Manhattan, había sido detenido. Lo acusaban de ser, nada menos, que el temible asesino serial de Gilgo Beach, ese sujeto que tenía aterrorizados a los habitantes de la zona desde hacía más de una década.

De 59 años, simpático y meticuloso, con oficinas en el piso 11 del número 385 de la coqueta Quinta Avenida y con familia estable, Heuermann era en el imaginario popular lo menos parecido a un aberrante y perverso homicida. Casi siempre con traje, alto y grandote, de cara colorada y aspecto formal, su imagen no encajaba con el retrato que cualquiera podría hacerse de un asesino. Pero las pruebas recolectadas por la policía y por el FBI fueron contundentes. Estas revelaron lazos del arquitecto con al menos tres de los restos de las once víctimas halladas hasta el momento y cuyos cuerpos habían sido desperdigados en la zona de playas de Gilgo Beach.

El domicilio de Heuermann quedaba suficientemente cerca de los siniestros hallazgos, del otro lado de la bahía. Solo a minutos de auto. El profesional vivía -en la misma casa donde se había criado junto a su padre ingeniero aeroespacial- con su esposa islandesa, Asa Ellerup (59), la hija de ambos Victoria (26) y su hijastro Christopher Sheridan (33), un joven con necesidades especiales hijo de la anterior pareja de su mujer.

Una vez que el arquitecto fue detenido, con enorme alivio, la policía llamó a una conferencia de prensa para anunciar su captura. El jefe de policía Rodney Harrison, dijo: “Rex Heuermann es un demonio que camina entre nosotros, un depredador que arruinó familias”.

Heuermann, entre lágrimas, negó los crímenes diciendo “yo no hice esto” y su abogado, Michael Brown, aseguró que su cliente estaba muy perturbado por las acusaciones y que la evidencia era “extremadamente circunstancial”.

No sirvió de nada: debido a la gravedad de los hechos y por todas las pruebas recabadas, el juez lo dejó en el lugar más seguro: tras las rejas.

El arquitecto era dueño de la firma RH Consultants & Associates y vivía en la misma casa donde se había criado junto a su padre ingeniero aeroespacial, junto a su esposa islandesa, Asa Ellerup (59), la hija de ambos Victoria (26) y su hijastro Christopher Sheridan (33)
El arquitecto era dueño de la firma RH Consultants & Associates y vivía en la misma casa donde se había criado junto a su padre ingeniero aeroespacial, junto a su esposa islandesa, Asa Ellerup (59), la hija de ambos Victoria (26) y su hijastro Christopher Sheridan (33)

Buscando a un profesional educado

Entre 2010 y 2011 las autoridades hallaron un total de restos de once personas que en su mayoría ejercían la prostitución. El caso de Shannan Gilbert, aquella chica que había llamado al 911 y desatado el principio del ovillo infernal, no tuvo una resolución clara: los peritos no pudieron determinar con certeza cómo había muerto. Según las primeras pericias se estableció que posiblemente se había ahogado como producto de un accidente mientras huía. Pero en 2016 su madre contrató un perito particular quien hizo una autopsia y determinó que, por las marcas observadas, su fallecimiento era “consistente con un homicidio por estrangulación”. A pesar de ello, todo quedó en la nada y los detectives siguen afirmando hasta el día de hoy que su muerte parece un accidente fatal y que no se vincula con Rex Heuermann.

La mega causa por los numerosos cadáveres hallados continuó su camino sin mucho éxito y pasaron los años. No tenían a dónde apuntar. Se tomaron declaraciones a más de 300 testigos, se siguieron unas mil pistas y se estableció que los cuerpos de las cuatro víctimas identificadas estaban en posiciones similares y atadas de manera idéntica con cinturones o cinta adhesiva roja. Todo parecía obra del mismo homicida. Salvo en los casos de Jessica Taylor y Valerie Mack, quienes parecían haber sido ultimadas por otro asesino.

No se avanzaba mucho más y la policía enfrentó acusaciones de toda índole. El volumen de homicidios y la falta de resultados hizo que por fin, en febrero de 2022, se impulsara la creación de una fuerza especial con la colaboración del FBI. Querían encontrar al múltiple asesino. Públicamente los investigadores seguían sosteniendo lo mismo que al comienzo: buscaban a alguien de Long Island, seguramente a un hombre blanco, profesional y muy educado. No se equivocaron.

Dieciocho meses después de haber armado el equipo de investigación, Rex Heuermann fue detenido en pleno centro de Manhattan y acusado por los crímenes de Melissa Barthelemy, Megan Waterman y Amber Costello. También fue declarado sospechoso en el caso de Maureen Brainard-Barnes.

Allanaron su vivienda en Massapequa y su oficina en el señorial edificio neoyorquino. Las pruebas que habían ido recolectando los habían conducido hasta el estudio de arquitectura, RH Architecture Design, cuyo presidente era nada menos que el mismísimo Heuermann. ¿Cuáles eran esas evidencias?

Una entrevista de 2022 casual que el presentador Antoine Amira le hizo a Rex Heuermann antes de que fuera detenido. El presunto asesino viste camisa celeste y pantalón de traje. Se ríe y se muestra agradable. Parece alguien normal
Una entrevista de 2022 casual que el presentador Antoine Amira le hizo a Rex Heuermann antes de que fuera detenido. El presunto asesino viste camisa celeste y pantalón de traje. Se ríe y se muestra agradable. Parece alguien normal

Nunca dejes restos de pizza…

La principal pista que apuntó al arquitecto y que guió al team de expertos liderados por el FBI fue una camioneta que había estado estacionada frente a la casa de Amber Costello en West Babylon, Long Island, la noche del 2 de septiembre de 2010, poco antes de que ella desapareciera. Era un Chevrolet Avalanche. Coincidentemente, en esa época, el arquitecto Heuermann tenía exactamente el mismo vehículo, igual modelo y color. Alguien describió a quién lo manejaba como un sujeto blanco, corpulento, como de un metro noventa de estatura, de pelo castaño y con “aspecto de agro”.

Por otro lado, hallaron registros de mucha actividad telefónica en los celulares de las víctimas en el área de Massapequa. Las facturas telefónicas de Heuermann indicaron que había usado teléfonos móviles desechables para contactarse con tres de ellas: Costello, Barthelemy y Waterman. Eso quedó demostrado también con las imágenes de un video de vigilancia del local dónde él había comprado los aparatos. Desde uno de esos celulares, Heuermann se había contactado, luego del crimen, con la hermana de 16 años de Melissa Barthelemy. Lo hizo para burlarse de su víctima: “¿Sabes lo que hace tu hermana? Es una zorra”. La geolocalización de la llamada marcó que cuando se realizó ese teléfono estaba muy cerca de la oficina de Heuermann y fue en la hora del almuerzo. El mapeo de teléfonos ubicaba a víctimas y victimario en zonas cercanas. Es más: el móvil personal de Heuermann viajaba muchísimas veces junto con los teléfonos desechables. Demasiada coincidencia.

En los pagos de la tarjeta de crédito del arquitecto había varios sitios de citas. Siguiendo ese rastro hallaron cuentas y nombres con los que él se manejaba. Incluso había selfies que el acusado, impunemente, enviaba a sus contactos de los sitios web.

Agentes de la policía del estado de Nueva York montan guardia mientras las fuerzas del orden registran la casa de Rex Heuermann, el sábado 15 de julio de 2023, en Massapequa Park, Nueva York (REUTERS/Shannon Stapleton)
Agentes de la policía del estado de Nueva York montan guardia mientras las fuerzas del orden registran la casa de Rex Heuermann, el sábado 15 de julio de 2023, en Massapequa Park, Nueva York (REUTERS/Shannon Stapleton)

La prueba definitiva que los llevó hasta él y permitió su detención fue un análisis de ADN. El 26 de enero de 2023 Heuermann almorzó una pizza en su oficina y tiró los restos a la basura junto con una servilleta que había utilizado. Los sabuesos estaban a la pesca y lo miraban de cerca. Necesitaban corroborar si había coincidencia entre ese hombre y los restos biológicos recogidos en las escenas de los crímenes. Apenas vieron que se deshacía de basura fueron a hurgar en el tacho de la vereda y se llevaron la caja para analizar las huellas. Tenían que ver si coincidía, por ejemplo, con el ADN hallado en la cinta con la que el asesino había atado el cuerpo de Amber Costello y con los pelos encontrados en la bolsa de arpillera que contenía su cadáver. Mandaron todo al laboratorio. Cuando estuvieron los resultados, saltaron de alegría: había coincidencia total. Lo tenían: Rex Heuermann era la persona que buscaban desde hacía años.

Uno de los cabellos encontrados resultó pertenecer a Asa Ellerup, la mujer del detenido. Pero los detectives creen que habría llegado a la escena por una simple contaminación. Ella no está acusada de nada. Al menos, por ahora.

En el allanamiento a la casa de Heuermann en Massapequa Park encontraron varias cosas más. Por lo pronto, uno de los teléfonos descartables. En él Heuermann había registrado una cuenta de Tinder con otro nombre: Andrew Roberts. Con el pseudónimo Thomas Hawk había googleado temas perturbadores como “niñas esclavas desnudas” o “niña escolar de diez años”; miraba pornografía y buscaba imágenes de mujeres siendo abusadas y torturadas. Además, estaban sus búsquedas obsesivas en Internet para conseguir datos sobre sus víctimas y familiares. Y, por supuesto, había seguido de cerca las novedades tipeando “casos de asesinos en serie sin resolver”, “el asesino en serie de Gilgo Beach y Long Island”, “por qué el asesino serial de Long Island no fue atrapado”, “mapa de las víctimas de Long Island”. Una de las notas que había leído atentamente era “Una nueva fuerza apunta a resolver el caso del asesino serial de Long Island”. Había más de doscientas búsquedas parecidas y, también, había escuchado numerosos podcasts sobre el tema.

No era que Heuermann no fuera inteligente sino que, sencillamente, había tomado demasiada confianza en sí mismo y se creía impune. Había sobreestimado su capacidad y subestimado tanto a la policía como a la tenacidad de los familiares de las víctimas.

El 26 de enero de 2023 Heuermann almorzó una pizza en su oficina y tiró los restos a la basura. Los investigadores tomaron el ADN para cotejarlo con piezas halladas en las escenas del crimen (REUTERS/Shannon Stapleton)
El 26 de enero de 2023 Heuermann almorzó una pizza en su oficina y tiró los restos a la basura. Los investigadores tomaron el ADN para cotejarlo con piezas halladas en las escenas del crimen (REUTERS/Shannon Stapleton)

Ocasiones para el crimen

Pero ¿cómo un hombre con familia podía tener tanta libertad de acción sin que nadie sospechara siquiera un poco? Un descubrimiento fue clave para entenderlo. Entrecruzando datos los agentes se dieron cuenta de que durante los homicidios de Barthelemy, Waterman y Costello, Asa Ellerup no había estado en su casa. Cuando Melissa Barthelemy desapareció el 12 de julio de 2009, la esposa de Heuermann estaba visitando su país natal: Islandia. Estuvo afuera desde el 8 de julio hasta mediados de agosto. Un año después, el 6 de junio de 2010, otra prostituta rubia de 22 años llamada Megan Waterman también se esfumó al salir del hotel Holiday Inn Express donde compartía habitación con su novio. En esos días Asa tampoco estaba en su casa sino en Nueva York. El teléfono de la víctima, en cambio, sí estuvo en esa fecha en Massapequa Park. Menos de tres meses después, el 2 de septiembre, fue el turno de Amber Costello. Luego de acordar una cita con su asesino por 1500 dólares, se le perdió el rastro. ¿Saben qué? Asa Ellerup, en esa fecha, estaba nuevamente fuera de su casa. No era pura coincidencia. Los crímenes sucedían cuando su esposa se ausentaba.

No se sabe mucho más de cada crimen, pero sí que Rex Heuermann, luego de asesinarlas, las descartaba en la zona costera que tan bien conocía.

Buceando en los casos se cree que su primera víctima podría datar de muchos años antes. En julio del 2007, al salir del Super 8 Motel, Maureen Brainard-Barnes (25) se evaporó. Su cadáver fue hallado años después atado con un cinturón que tenía estampadas las iniciales WH o HM. Los detectives sostienen que estas letras coinciden con alguien de la familia Heuermann. Están investigando para probar que también es el responsable de este crimen.

Los detectives forenses tuvieron desde el principio un retrato del posible homicida: era blanco, era profesional y muy educado. En un artículo del The New York Times, en 2011, un profesor de sociología de la Drew University ya había dicho: “Es alguien que puede entrar a un lugar y parecer un tipo promedio. Tiene que ser lo suficientemente persuasivo y racional como para ser capaz de convencer a estas mujeres para que se reúnan con él (...) Demuestra habilidades sociales y podría ser encantador”.

Pero ¿cuántos crímenes más puede haber cometido el arquitecto respetado y exitoso?

El último mes de agosto se identificó a una posible quinta víctima de la que no se sabía nada desde 1996 cuando su rastro se diluyó en Manhattan. Se llamaba Karen Vergata, tenía 34 años y trabajaba como acompañante. Todavía no hay pruebas, solo sospechas. Y un sexto caso, el de Judith Ramona Veloz, de 19 años. Sus pasos se perdieron en el Bronx neoyorquino.

Los investigadores temen que sean demasiadas las mujeres que hayan caído en manos de este lobo depredador vestido de cordero. La búsqueda de sus víctimas cubre, al menos, cuatro estados norteamericanos. No hay que pasar por alto que Heuermann tiene un tiempo compartido en Las Vegas y otra propiedad en Carolina del Sur.

Para averiguar más sobre la oscura doble vida del arquitecto, han empezado a entrevistar a decenas de prostitutas presas. Quieren que ellas cuenten todo lo que saben. Cinco de ellas ya aceptaron hablar, bajo identidad reservada. Contaron, entre otras cosas, que Rex Heuermann las había contratado y que era un tipo “agresivo” y “violento”.

Melissa Barthelemy, arriba a la izquierda, Amber Costello, arriba a la derecha, Megan Waterman, abajo a la izquierda, y Maureen Brainard-Barnes, cuatro de las víctimas de Rex Heuermann (Suffolk County Police Department via AP)
Melissa Barthelemy, arriba a la izquierda, Amber Costello, arriba a la derecha, Megan Waterman, abajo a la izquierda, y Maureen Brainard-Barnes, cuatro de las víctimas de Rex Heuermann (Suffolk County Police Department via AP)

La esposa que no sabía demasiado

La familia que formó Rex Heuermann vivió siempre en la vieja casa familiar en Massapequa Park, a solo 28 kilómetros de Gilgo Beach. Ante las terribles noticias, primero, su esposa e hijos guardaron silencio. El shock era inmenso. Pero este mes de agosto, Asa Ellerup, asistió a una audiencia y, por primera vez, cruzó algunas palabras con la prensa. Le reconoció al Daily Mail que vive llena de ansiedad y que, con sus dos hijos, “lloramos todas las noches hasta dormirnos”. Se la ve muy enojada porque su casa en el número 105 de First Avenue, en Massapequa Park, quedó destruida luego del allanamiento. Los agentes excavaron todo el parque, levantaron los pisos y arrancaron la bañadera para buscar restos de víctimas y pruebas. Asa dice que muchos vecinos querrían verla demolida hasta los cimientos: “Nuestros vecinos querían que nuestra casa desapareciera… Escucho lo que otras personas del vecindario dicen. Quieren que la casa sea demolida. ¿Entienden? Por favor, no puedo hablar más”.

Bien asesorada, pidió el divorcio de su marido para protegerse de futuros juicios. Si bien ha hablado con su esposo en prisión, ni ella ni sus hijos han ido a visitarlo. En este momento conviven entre las pilas de escombros, no tienen Internet ni televisión. Curiosamente, la familia de Heuermann recibió ayuda de la familia de otro asesino serial: Keith Hunter Jesperson, conocido como el Asesino de la Cara Feliz, quien mató al menos a ocho mujeres. Melissa Moore, hija de Jesperson, abrió una cuenta para juntar dinero para Asa y sus hijos. Ya reunió más de 20 mil dólares. Cuando un periodista le preguntó a Ellerup si creía merecer ese dinero con los horrores que ha cometido su marido, ella con su pelo rojo alborotado y cara de espanto, solo atinó a musitar: “No sé qué decir… Estoy sola”.

Una amiga de Asa Ellerupo de toda la vida, Lisa M, asegura convencida que ella no tiene nada que ver con lo que hizo su marido ni sabía de su doble vida. Argumenta que Asa es una pobre mujer, que solo tiene un auto viejo, que nunca tuvo un trabajo formal y que su hijo Christopher requiere de su supervisión las 24 horas. Los pocos que la defienden muestran fotos de la Navidad de 2011, en la casa familiar de los Heuermann, donde se ven un enorme árbol navideño y muchos regalos con envoltorios decorativos en el medio del living. Como si la normalidad pudiera medirse en una imagen congelada.

El 14 de julio de este año, Rex Heuermann, de 59 años, fue acusado de tres asesinatos de trabajadoras sexuales y los fiscales lo declararon principal sospechoso en un cuarto crimen (AP)
El 14 de julio de este año, Rex Heuermann, de 59 años, fue acusado de tres asesinatos de trabajadoras sexuales y los fiscales lo declararon principal sospechoso en un cuarto crimen (AP)

Vecino mirón, ciudadano evasor

Después de que Rex Heuermann fuera detenido en plena calle, al salir de su oficina, se supo que uno de sus vecinos, el ex bombero neoyorquino Etienne Devilliers, había tenido un encontronazo con él tiempo atrás. Su mujer estaba molesta por cómo la miraba Rex Heuerman por arriba del cerco cuando ella tomaba sol. Además, siempre intentaba hablarle. Se quejó con Etienne: le dijo que el vecino la ponía muy incómoda y la intimidaba con su presencia y su extraña mirada. A su marido no le quedó más remedio que confrontarlo. Sin embargo, Etienne dice que Heuermann no respondió de manera agresiva y que, por suerte, dejó de molestarla.

Algo que sorprendió mucho a todo el barrio fue la cantidad de armas que las autoridades decomisaron en la casa de Heuermann: 279. El acusado solamente tenía licencia para 92. Las tenía guardadas en una enorme caja fuerte en la que se podía entrar caminando.

Entre los diversos trabajos que Heuermann solía hacer con su estudio de arquitectura fundado en 1994, estaban los peritajes técnicos. Tenía que, por ejemplo, examinar los daños causados por el agua en algunos viejos edificios de Manhattan y hacer análisis para la impermeabilización. En 2017 tuvo en mente un proyecto de renovación del barrio del Bronx. Eso, además de sus clientes particulares y empresas. En su página web se enumeraba que RH Consultants & Associates tenía como clientes a American Airlines, Catholic Charities y al Departamento de Protección Medioambiental de Nueva York.

Steve Kramberg, un hombre que trabajó con él y lo conoció durante 30 años, dijo que Heuermann era brillante, muy preparado y que parecía un hombre dedicado a su mujer, a sus hijos y a su anciana madre.

Después de que hubiera sido detenido se descubrieron más cosas sobre su vida. Además de asesino serial, el arquitecto era un gran evasor de impuestos. Registraba años de atrasos en pagos por cientos de miles de dólares. Entre 2005 y 2021 llegó a deber 425.000 dólares. Eso no es todo. Había presentado numerosas y peculiares demandas contra otros conductores de autos a los que los acusaba de haberlo lesionado. Un intento de fraude montado para cobrar dinero de los seguros. Era el costado B, del lado B, del oscuro arquitecto sembrador de muerte.

Entre sus búsquedas de Google había: “casos de asesinos en serie sin resolver”, “el asesino en serie de Gilgo Beach y Long Island”, “por qué el asesino serial de Long Island no fue atrapado”, “mapa de las víctimas de Long Island” (AP)
Entre sus búsquedas de Google había: “casos de asesinos en serie sin resolver”, “el asesino en serie de Gilgo Beach y Long Island”, “por qué el asesino serial de Long Island no fue atrapado”, “mapa de las víctimas de Long Island” (AP)

El disfraz que asusta

Desde que fue detenido, su sitio web RH+ Architecture, donde figuraba su hija como empleada, dejó de funcionar. Antes de este golpazo y de los aberrantes hechos de los que supuestamente nada sabía, Asa Ellerup, venía combatiendo un cáncer de piel y otro de mama. Ahora, amargada, piensa emprender acciones legales por los daños de la policía contra su propiedad y por haber perdido su seguro médico al haberse divorciado de su marido. Eso relató su abogado Robert Macedonio.

No todos piensan igual sobre ella. John Ray, abogado de varias de las víctimas de Gilgo Beach, reclama que Asa Ellerup sea tratada como una sospechosa en los crímenes de su ahora ex marido.

Rex Heuermann sigue preso. Tendrá que presentarse en tribunales el próximo 27 de septiembre. Mientras, los detectives continúan contrarreloj intentado descubrir quiénes más pueden integrar la lista mortal. También deben reconstruir los hechos y determinar cómo y dónde murieron sus víctimas.

El caso ya tiene dos películas: El asesino de la playa Gilgo fue el nuevo título de este año para la película que se llamaba El asesino serial de Long Island y, en 2020, Netflix puso en cartelera Lost Girls (Chicas perdidas), basado en este caso. Un dato de color entre tanto horror: el actor y modelo Billy Baldwin, el hermano menor de los conocidos actores Alec y Stephen Baldwin, era compañero del secundario de Heuermann en el Massapequa’s Berner High School. Ambos se graduaron en 1981.

Es curioso, pero hay una vieja entrevista con Rex Heuermann en YouTube, enfocada en el tema del negocio inmobiliario y en su trabajo en la renovación de edificios antiguos de la ciudad. Allí se puede ver al asesino deambulando por sus luminosas oficinas de la Quinta Avenida y sentado en una elegante silla blanca. Va con camisa celeste y pantalón de traje. Se ríe y se muestra agradable. Mira directo a cámara con sus ojos azules y el pelo revuelto y se presenta como un arquitecto nacido y criado en la zona en la que trabaja desde 1987. Un tipo normal. Tan normal, que asusta.

Un verdadero demonio, parafraseando a la policía, que iba disfrazado de ser humano corriente y confiable.

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