Religiones abrahámicas advirtieron por la situación de las personas ancianas: “La vejez es el futuro de todos nosotros”

Representantes del culto católico, judío e islámico firmaron un documento que busca sensibilizar contra el “edadismo” y promover el respeto hacia los adultos mayores. Contó con la participación del italiano Vicenzo Paglia, funcionario del Vaticano

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Los cultos abrahámicas rubricaron un documento sobre el envejecimiento de la población
Los cultos abrahámicas rubricaron un documento sobre el envejecimiento de la población

En un esfuerzo conjunto, referentes de distintos cultos firmaron la “Declaración de las Religiones Abrahámicas: las personas ancianas en la sociedad contemporánea y su protección”, un texto que busca sensibilizar a la sociedad civil en temas de protección y respeto a las personas mayores ante el siglo XXI.

El documento se conoció en un acto realizado el 28 de agosto en la sede de la Universidad Católica Argentina (UCA), y contó con la rúbrica de monseñor italiano Vincenzo Paglia, funcionario del Vaticano y presidente de la Pontificia Academia para la Vida (PAV), el presbítero Rubén Revello, director del Instituto de Bioética de la Facultad de Medicina de la UCA; el rabino Fernando Fishel Szlajen y el sheij Abdala Cerrilla.

Estas personalidades religiosas de los credos católico, islámico y judío hicieron un esfuerzo para sintetizar una mirada común sobre la problemática del envejecimiento de la población, a la que presentaron como “una oportunidad para la sociedad” y deslizaron conceptos contra el “edadismo”, que busca excluir y discriminar a los adultos mayores de la vida cotidiana.

“La firma de esta declaración es un hecho importante y me enorgullece que se produzca en el contexto del viaje que estoy realizando a Chile y Argentina. Es importante que las religiones se unan, desde su tradición y patrimonio espiritual, para sensibilizar a la sociedad civil en los temas de protección y respeto a las personas mayores. Hoy en día, el cuidado de la persona vulnerable es cada vez más un signo de civilización, que rechaza cualquier tentación de “desechar” a los débiles e indefensos”, consideró Paglia durante la presentación, quien está de gira por Sudamérica con el propósito de impulsar “una nueva concepción de la vejez”.

Por su lado, el rabino Szlajen señaló que el texto “es un paso significativo que demuestra una vez más que los valores esenciales compartidos por nuestras respectivas tradiciones espirituales se unen en la protección y el cuidado de nuestros ancianos, quienes merecen un respeto profundo y un trato digno durante esta fase de la vida”. “Al trabajar juntos en este esfuerzo, promovemos una cultura en la que se fomenta el respeto intergeneracional y se combate el aislamiento y la marginalización de los ancianos, quienes merecen, como acto de justicia, ser honrados por su sabiduría, experiencia y contribuciones”, agregó durante el acto.

A su turno, el sheij Cerrilla destacó la importancia de la declaración desde el credo musulmán, ya que “quienes profesamos la fe del Islam reconocemos el valor que tienen nuestros mayores en la sociedad y el gran aporte que nos ofrecen a diario, dada su sabiduría de vida y experiencia”. “El Islam recompensa y anima el buen trato y la dignificación de los ancianos”, indicó.

El padre Revello recordó que el Santo Padre brindó varias catequesis sobre la tercera edad, y destacó que “la Pontifica Academia para la Vida hace muchos años que viene trabajando el tema de los cuidados paliativos y monseñor Paglia presentó exitosamente, un proyecto de defensa de la tercera edad en Italia”.

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Rubricaron el documento el funcionario del Vaticano, Vicenzo Paglia, presbítero Rubén Revello, director del Instituto de Bioética de la Facultad de Medicina de la UCA; el rabino Fernando Fishel Szlajen y el sheij Abdala Cerrilla
Rubricaron el documento el funcionario del Vaticano, Vicenzo Paglia, presbítero Rubén Revello, director del Instituto de Bioética de la Facultad de Medicina de la UCA; el rabino Fernando Fishel Szlajen y el sheij Abdala Cerrilla

El evento se produjo durante la visita de Vicenzo Paglia. El enviado del Papa Francisco estuvo encargado por el gobierno italiano de preparar una ley para organizar la asistencia a los ancianos y que, en la medida de lo posible, busca dejar a los adultos mayores en sus hogares -su entorno vital- con una red de protección médica como asistencial.

El documento completo

Declaración de las religiones abrahámicas: las personas ancianas en la sociedad contemporánea y su protección

SITUACIÓN ACTUAL Y DESAFÍO DEL SIGLO 21

Los estudios sociodemográficos advierten, desde el inicio de este milenio, respecto del envejecimiento de la población mundial como un proceso global y generalizado, que refleja la disminución de la tasa de natalidad y el aumento de la esperanza de vida. Este fenómeno demográfico es atendido por investigadores y formuladores de políticas en múltiples áreas, dado que plantea desafíos en todos los sectores de la sociedad, desde el laboral y financiero, la demanda de bienes y servicios, la protección social y sanitaria, hasta la estructura citadina y los lazos familiares intergeneracionales. Más concretamente, las investigaciones indican que la esperanza de vida ha aumentado en todas las edades, pero el mayor aumento se ha observado entre los adultos mayores de 65 años.

Pero, por otro lado, el envejecimiento de la población también puede verse como una oportunidad para la sociedad. Siendo el envejecimiento exitoso un objetivo alcanzable, caracterizado por una buena salud y participación en la comunidad, las personas mayores pueden contribuir de manera significativa al voluntariado, la educación y la transmisión de conocimientos intergeneracionales, entre otras actividades que aún no se han dimensionado correctamente en su potencial positivo para la sociedad.

En este sentido, el tradicional concepto de que la jubilación marca el final de la contribución y la inactividad ya no es válido. Muchos mayores se embarcan en segundas carreras, emprendimientos personales o trabajos voluntarios que les permiten seguir contribuyendo con su experiencia y sabiduría, no sólo enriqueciéndose a nivel individual, sino aportando valor a la comunidad en general, construyendo una sociedad resiliente y cohesionada.

En términos generales, este fenómeno demográfico es un recordatorio de la importancia de adaptar nuestras políticas y estructuras sociales para satisfacer las necesidades cambiantes de una sociedad en constante evolución. Y estos desafíos, más que un pesar son una oportunidad para redescubrir el rol y posicionamiento de las personas mayores y elevar el estatus moral de la sociedad.

Al abordar los desafíos que presenta el envejecimiento de la población mundial de manera holística y humanitaria, podemos estar ante una inmejorable ocasión para cambiar el paradigma de concebir la vejez como negación y etapa superflua de la vida, por una fase digna de respeto, cuidado y participación, reconociendo el valor y la experiencia de las personas mayores, brindándoles el apoyo necesario construyendo una sociedad más inclusiva y solidaria para todas las edades y en favor del beneficio colectivo.

Este cambio desarticula el actual edadismo que discrimina, excluye, infantiliza, vulnera e invisibiliza a las personas mayores quienes por siglos han sido los guardianes de la historia viva de una sociedad, los portadores de tradiciones y valores que han sido transmitidos de generación en generación. El compartir sus experiencias y conocimientos, ayudan a las nuevas generaciones a comprender su pasado y, por lo tanto, a forjar una identidad cultural sólida.

Sólo bajo esta perspectiva de inclusión, protección y puesta en valor de la vejez, cuyas raíces se encuentran en cada uno de los textos fundantes de las religiones abrahámicas, resolveremos los desafios con respeto y dignidad hacia el ser humano, sin facilismos tan cosificadores de la condición humana como los ya desafortunadamente vividos en las etapas más oscuras del siglo 20.

En este siglo, la humanidad aún debe demostrar que ha superado aquella cultura del descarte, comprometiéndose a cambiar mediante políticas efectivas, su actitud y mentalidad donde las personas, además de los bienes y recursos, no sean tratados como desechables o prescindibles bajo un criterio de obsolescencia productiva e irrelevancia para la sociedad.

Vicenzo Paglia estuvo presente esta semana en el Senado de la Nación
Vicenzo Paglia estuvo presente esta semana en el Senado de la Nación

LA VEJEZ Y LA PERSONA ANCIANA EN LAS RELIGIONES ABRAHÁMICAS

Históricamente las múltiples formas de medir el progreso o grandeza de la civilización fueron la riqueza y productividad material de las naciones, la conquista de otros países y adquisición de territorios, las fuerzas militares, el desarrollo científico, tecnológico o su nivel cultural.

DIGNIFICAR

En las tradiciones abrahámicas, uno de los valores que reflejó la fortaleza moral de un pueblo fue su actitud hacia los sectores socialmente más vulnerables y dependientes. Este valor es el factor que mide la cohesión y responsabilidad mutua cn la sociedad, basado en la inversión de esfuerzo y medios por el bien de otros sin un necesario beneficio que lo promueva, sino por el propio deber impuesto como diferencia específica entre lo humano y lo animal, aquí es donde la cosmovisión monoteísta concibe el accionar moral colocando al humano como fin y no como instrumento, y de allí que enfatiza la ayuda a los pobres, a los más débiles, desprotegidos, menesterosos, privados de su poder físico, político o marginados socialmente. Este precepto, entre otros, es el denominador común de nuestras tradiciones abrahámicas que conforma una conciencia social expresada bajo el concepto de libertad y dignidad de la persona, sin diferencias etarias.

En el caso de los ancianos, su desgaste físico propio del paso del tiempo se compensa con la sabiduría adquirida, siendo esta una de las ocasiones donde la actitud hacia ellos por parte de la comunidad expresa su humanismo.

Las enseñanzas de los textos revelados presentan el concepto de vejez como plenitud en favor de lograr el objetivo de la vida. Por ello, los mayores son considerados verdaderos líderes cuya sabiduría los hace “maestros de vida”.

La síntesis entre estos conceptos es que en los ancianos está la comprensión como proceso de adquisición a través de los años. Es decir, la sabiduría no viene naturalmente, sino que se crea como resultado de acumular conocimiento y experiencia, comprendiendo el mundo y su desarrollo.

ASISTIR

Honrar y ennoblecer a los padres, atesorar sus consejos y aceptar su autoridad, se complementa con una profunda gratitud hacia ellos que se expresa asistiéndolos en épocas de necesidad. Cuando estas actitudes son asumidas por la sociedad, se establece una relación con nuestros mayores no sólo de misericordia y bondad sino de justicia.

La transmisión de su sabiduría acumulada dota a nuestros mayores de una perspectiva única sobre la vida y no sólo conecta a las personas con sus raíces, sino también fomentan un sentido de pertenencia y continuidad en un mundo en constante cambio.

Porque si bien las formas y tecnologías cambian, no así el factor humano, su compromiso, resiliencia y capacidad de liderazgo, su reflexión sobre los desafíos y la toma de decisiones. Esto convierte a los ancianos en mentores y guías espirituales para las generaciones más jóvenes. Sus consejos y orientación son invaluables en momentos de incertidumbre, ayudando a las personas a tomar decisiones informadas y a enfrentar las adversidades con fortaleza.

La sociedad no puede perder este relevante aporte de los mayores, razón por la cual deberá asistirlos y protegerlos como un verdadero tesoro, llegado el momento de su fragilidad.

INTEGRAR

Por todo ello, las culturas abrahámicas concebimos la vejez como una etapa de desarrollo y no un período de la vida condenado a la marginación social.

Las tradiciones monoteístas salen al rescate de esta fase de la existencia humana que resulta en un aporte al bien social, al considerar la vejez como parte integral del curso de la vida y del tejido de la familia y la comunidad.

En las fuentes de nuestras tradiciones, la ancianidad no se pretende evadir con eufemismos dado que no es una instancia marginal, ni tampoco los ancianos intentan grotescamente emular conductas juveniles. Allí, y a pesar de las dificultades, hay respeto por el mayor, éste tiene un lugar social ya sea manteniendo su autonomía o bien dignamente sustentado por la comunidad. Se respeta a sí mismo por su experiencia, sabiduría y trayectoria de vida, por lo cual se debe otorgar deferencia y honra ante la senectud.

La sociedad debe integrar a sus mayores mejorando su calidad de vida y eliminar toda forma de discriminación social por cuestión de edad y que afecta a muchas personas ancianas. Luego, resulta necesario explorar cambios estructurales en el marco de las políticas sociales con efectivas medidas laborales proactivas y adaptativas, protección social más cobertura sanitaria de calidad y universal.

Nuestra sociedad mira con desdén la ancianidad, que vincula con el pasado y lo obsoleto, sin embargo, la vejez es el futuro de todos nosotros. Honrar hoy al anciano es preparar la futura dignidad con la que aspiramos ser tratados.

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