Juan Pablo, Noelia y la pequeña Lara, de 2 años y medio, conforman una familia viajera que recorre pueblos de la Provincia de Buenos Aires. El matrimonio se conoce desde 2012, y en los últimos 10 años visitaron más de 250 localidades bonaerenses. También hicieron un inolvidable tour en Europa, donde recorrieron 14 países en 34 días, y durante esa travesía tuvo lugar la propuesta de casamiento, en el Día de los Enamorados, al pie de la Torre Eiffel. Dos semanas antes de que comenzaran las restricciones por la pandemia de coronavirus, supieron que estaban esperando a su primogénita. Hoy los tres mantienen la tradición de salir a la ruta mínimo una vez por mes, y comparten sus aventuras en Instagram, donde superan los 110.000 seguidores.
Cuando coincidieron en un cumpleaños hace más de una década, hubo un flechazo y salieron durante varios meses, pero después siguieron caminos separados. “No era el momento indicado, pero cinco años después, en 2017, nos reencontramos y no nos separamos más”, cuentan en diálogo con Infobae. Volvieron a empezar, y en esta segunda oportunidad todo fluyó, a tal punto que en 2019 se prometieron pasar el resto de sus vidas juntos en el Registro Civil. “Los dos somos de San Miguel, y Juan fue compañero de mi hermana en jardín, de alguna forma estaba predestinado”, acota ella con humor.
Noelia ya tenía alma de trotamundos, y mucho tuvo que ver su padre, José. “Él es el gran responsable de que hoy recorramos pueblos, porque en 2007 me llevó a Tandil, fuimos parando en Uribelarrea, Rauch, Balcarce, Napaleofú y Las Flores; llegamos a la hora de la siesta, y desde ese día sentí: ‘Esto lo quiero hacer para siempre’”, expresa conmovida. Dos años después su papá murió, y entre las muchas enseñanzas que le transmitió, también dejó sellado en su corazón el legado de conocer lugares, investigar historias y darlas a conocer.
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Cada vez que podía iba a visitar estaciones de tren e iglesias, y lo compartía en sus redes sociales. “Ese tiempo que no estuvimos de novios, nos seguíamos en las redes, y yo veía que a ella le encantaba viajar, así que sabía que tenía esa pasión”, confiesa Juan. Emprendieron el primer viaje juntos un fin de semana, y él descubrió un gran interés por las construcciones antiguas, particularmente por los castillos. Y más aún si se trata de alguna de las obras de Francisco Salamone, ingeniero y arquitecto italiano que estuvo a cargo de muchos proyectos en la década de 1930, desde palacios municipales de estilo monumental hasta entradas de cementerios y mataderos.
“Cuando empecé a viajar con él me di cuenta que hay mucho más para ver en los pueblos, esquinas históricas, casonas, almacenes, emprendimientos, y verdaderas joyas arquitectónicas que están a la altura de Europa y los tenemos acá, en la Provincia de Buenos Aires; y encima muchos tienen historias de amor muy interesantes”, sostiene Noelia. Una de las primeras construcciones que los impactó la vieron por casualidad cuando iban por la Ruta Provincia N°2 camino a Mar del Plata. En el kilómetro 168 vislumbraron el castillo de la Estancia La Raquel. “Estaba cerrado al público, pero después nos invitaron a ir cuando lo reabrieron, y tenemos una hermosa foto frente a ese lugar, y es muy especial para nosotros cuando suceden esas cosas”, expresan.
Luego le siguió el castillo de Naveira en Luján, construido a fines del siglo XIX por el belga Ernesto Moreau, y en búsqueda de una creación de Salamone fueron a conocer el ingreso del cementerio Laprida, que tiene la segunda cruz más grande de Sudamérica, de 33 metros de altura, con un Cristo Crucificado de 11 metros de alto, el segundo más grande luego del Cristo Redentor del Corcovado en Rio de Janeiro.
“El primer viaje al que me invitó fue una de las últimas veces que ella agarró el volante, porque después pasé a ser conductor designado”, admite Juan con humor, y ella está feliz de ser la copiloto. “Me inspira mucha confianza, es muy responsable y me encanta que él maneje, así que esa es la dinámica, y ahora Lari ya llega a la altura de la ventanilla así que va mirando el paisaje”, cuenta.
Ser papás y viajar
Juan se graduó en Relaciones Públicas, emprendió un camino independiente durante un tiempo, y trabajó en varias agencias de comunicación, empleo que mantiene hasta la actualidad. “Hoy trabajo en relación de dependencia en una empresa multilatina, también doy clases en dos universidades, y Noe tomó las riendas de la agencia que había creado hace unos años para ayudar a emprendedores”, revela. “Estudié economía y administración agraria, pero me di cuenta que no era lo mío y ahora estoy estudiando Comunicación; él fue mi mentor y me encanta la carrera”, confiesa ella.
Durante la semana tienen su rutina en la ciudad de San Miguel, cabecera del partido homónimo, ambos con sus respectivos trabajos. “Lara va al jardín cuatro horas, y ahí tratamos de hacer las cosas de la casa, organizar los viajes, porque nos encanta planificar, investigar para tratar de aprovechar el recorrido cuando vamos para algún lado, y en general viajamos los fines de semana y los feriados”, explican.
Aunque pasaron gran parte de la gestación en cuarentena por la pandemia, cuando empezaron a ceder las restricciones volvieron al ruedo con los viajes, y coincidió con en el último tramo del embarazo. “Después paramos para reorganizarnos un poco, y cuando Lari tenía tres meses hicimos nuestro primer viaje como familia, a Las Marianas, partido de Navarro, y era re chiquita, así que nos llevamos de todo, cargamos un montón de ropa, pañales, era un bolso gigante que nunca terminábamos de armar”, dicen entre risas.
Tenían miedo de no poder hacer el viaje, de que 140 kilómetros fuese un tramo demasiado largo, y aunque tuvieron que hacer varias paradas, llegaron a destino. “Dijimos: ‘Vamos a darle la oportunidad y veamos si le gusta’, y fue una hermosa experiencia porque nos demostró que los tres podíamos”, resume Noelia. Y agrega: “Hay que adaptarse, y si bien todo fue a otro ritmo porque parábamos a cada rato para comer, para cambiarla, ella es re compañera y afortunadamente los berrinches o llantos fueron mínimos”.
En su cuenta de Instagram, @puebleando.arg, muchos les dicen que “les devolvieron la esperanza”, porque al verlos disfrutar de las escapadas en familia se animaron a reconsiderar una visita de fin de semana a algún destino local. “Cada familia es diferente y cada familia va a saber cómo adaptarse a los viajes, pero en vez de pensar en todo lo negativo, en que va a ser complicado, darse la chance, porque es lindo saber que con un niño no se corta la vida; sí cambian un montón de cosas, pero se puede y uno se acostumbra a hacerse lugar y tiempo”, expresan.
La pequeña viajera
Uno de los significados del nombre Lara es “diosa protectora del hogar”, y la niña de dos años y medio le rinde tributo a la perfección. La alegría que transmite, tanto cuando está en su casa como cuando sale de paseo, invita a mimetizarse en su sonrisa. Las últimas dos vacaciones recorriendo pueblos con sus papás, y se la pasó correteando a pura felicidad, acariciando a los perros que se encontró en el camino y dejando recuerdos únicos para los habitantes.
“Ya nos puede acompañar mucho más, ahora llevamos tres pañales y unas poquitas cosas, y ella misma agarra su mochilita, su mate de juguete y se prepara para ir a la ruta”, cuentan con ternura. Así como sumaron la pasión por la arquitectura al listado para definir puntos de interés, la pequeña viajera ya tiene algunos lugares favoritos. “Le encanta nuestra bandera, siempre se sube a donde están los mástiles y se queda mirando con una sonrisa cómo flamea la bandera celeste y blanca”, asegura Noelia.
Lo que más les gusta de los cronogramas que arman -con planilla de Excel de por medio para registrar posibles combinaciones de lugares, haciendo base en alguna localidad- es que se convierte en una escapatoria de la rutina, y son momentos donde los tres se conectan con el presente que están viviendo. “Ahí solo estamos nosotros, sin que llegue un mail del trabajo, una llamada, o tener que salir rápido al jardín porque llegamos tarde, es dedicarnos tiempo sin pantallas y nos nos encanta verla libre, poder ir a un pueblo y ver que no está en peligro, que puede correr en la plaza libre, que son unas horas que no está en el departamento, que puede ver horizonte, y lo disfruta mucho”, celebran.
El contacto con la naturaleza es otro de los ítems preferidos, y Lara suele saltar sobre charcos de agua cada vez que puede. “Tiene algo con los abuelitos también, le encanta ir a saludarnos cuando los ve sentados tomando el fresco en la vereda o en las plazas, ella se acerca y les pone el cachete para que le den un beso”, relatan sorprendidos y felices por los gestos de su primogénita. “Para nosotros es muy importante mostrarle también lo lindo, que hay mucha gente buena en nuestro país, muchas cosas lindas para contar, lugares lindos por conocer, valores, como saludar cuando uno llega a cualquier lugar, y sentimos que es muy afortunada de poder recorrer tanto desde tan chiquita, porque no es algo que a nosotros nos haya pasado”, comentan.
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Como tiene la costumbre incorporada, cuando llega al jardín saluda uno por uno a sus compañeritos, a las maestras, e incluso a niños de otros salones. “Eso lo vio en los pueblos, que en todos lados se da el ‘buen día’, ‘buenas tardes’, y por ahora le encanta salir a recorrer, iremos viendo más adelante”, proyectan. Se acuerdan la vez que llegaron a Castilla y una señora le preguntó si querían dar una vuelta con su bicicleta. “Nos sorprendió, porque acá en Buenos Aires, ¿quién te va a ofrecer una bici para que te la lleves y des una vuelta? Nos encontramos con que la gente siempre fue muy servicial, con otra mentalidad y otra actitud frente a la vida, algo que también tomamos con admiración”, revelan.
Otra anécdota tuvo lugar en Henry Bell, partido de Chivilcoy, cuando fueron a visitar la estación de tren. “Vimos caminando al hombre que vivía ahí y nos invitó a pasar sin ningún tipo de problema, porque solo hay dos personas que viven ahí, son los únicos dos habitantes del pueblo, hasta nos invitaron de quedarnos a comer en su casa, que la tienen re bien mantenida, y esas cosas hermosas que nos pasan son únicas”, explican.
El salto a las redes
Desde hace tres años empezaron a compartir fotos y videos de sus viajes, y coincidió con el resurgir del turismo rural. “Como no se podía salir, muchos empezaban a planificar sus próximos viajes en lugares donde no hubiera mucha gente, y los pueblos eran ideales porque se podían recorrer al aire libre y todos los espacios son abiertos, con poca gente”, aseguran. Sin embargo, no fue un crecimiento exponencial de público virtual, sino más bien paulatino. “Nos costó un montón llegar a los primeros 3000 seguidores, y después, sin que hiciéramos nada muy diferente a lo que veníamos haciendo, empezaron a subir hasta superar los 110.000″, cuentan.
Toman la exposición con gran responsabilidad, y priorizan la autenticidad y la fidelidad de todo lo que cuenten en las redes. “Sentimos que tenemos un compromiso con todos los que nos siguen, y nos esforzamos en brindarles información completa y de calidad de los lugares que visitamos, y no usamos filtros en las fotos para que los lugares se vean lo más parecido posible a la realidad”, indican. Y agregan: “Todos los sitios que recomendamos los hemos visitado, y siempre estamos buscando algunas joyas ocultas y poco conocidas de nuestro país”.
Viajan al menos una vez por mes, y a veces también los acompaña la madre y la sobrina de Noelia, otras el padre de Juan, y si bien son muchas las localidades que los enamoran en cada escapada, confiesan que por el momento no se imaginan viviendo alejados de la ciudad. Prefieren seguir con las visitas lo más seguido posible, como una pausa necesaria a la rutina. “Por ahí cuando seamos más grandes cambiamos de idea, pero por ahora tenemos nuestras vidas acá, nuestros trabajos, y sería muy difícil estar tan lejos, porque así como conocemos todo el costado humano y las maravillas de los lugares, también sabemos que existen muchas realidades, y que hay personas que vivieron todas sus vidas en pueblos y tuvieron carencias, cosas que en la ciudad tenemos todos los días y naturalizamos”, argumenta Juan.
El hecho de que durante los recorridos casi nunca se cruzan con jóvenes de entre 18 y 25 años, porque emigran para seguir con sus estudios, o la distancia con un hospital que realice estudios de complejidad, son algunas ejemplos de cuestiones que les han mencionado los vecinos con los que se fueron cruzando en el camino. La retroalimentación que surge de las charlas y de los comentarios en las redes sociales, les parece muy valiosa. “A veces cuando publicamos una síntesis de un viaje nos cuentan que había otro edificio cerca para visitar, y se va haciendo una construcción colaborativa para el mapa turístico, entonces no es una selección solo de lo que nos gusta a nosotros, sino que se va complementando con los aportes de todos y siempre va a haber algo diferente para descubrir, incluso de los lugares a los que ya fuimos”, proyectan.
Está en sus planes seguir “puebleando”, como les gusta decir, y compartiendo cada una de las postas de sus recorridos. “Cuando subimos las fotos nos dejan comentarios diciendo que pasaron su infancia en tal lugar, nos dicen que fue lo mejor que les pasó en la vida, que se acuerdan de cuando iban a visitar a sus abuelos, de las comidas que disfrutaban, y nos parece hermoso que a través de una imagen que les acercamos las personas viajen a lindos recuerdos, a momentos inolvidables de sus vidas, y ahí es cuando decimos: ‘Estamos haciendo algo bueno, algo que hace bien’, y por eso siempre vamos por más”, concluyen.
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