A Natalia le pasa lo mismo que a todos. Se olvida de las casas que existían antes de ser demolidas que fueron reemplazadas por una nueva construcción. Para combatir el olvido, Natalia las ilustra. Y rinde también un homenaje a aquellas personas que las proyectaron y aquellas que las habitaron. “Para mí es una forma de honrar, porque cuando yo dibujo primero tengo que hacer un estudio visual y conectarme sensiblemente con esa arquitectura. Y después la tengo que expresar a través de la pluma y de alguna manera es una forma de repasar lo que en algún momento existió en las mentes y en las intenciones de las personas que estaban construyendo la ciudad, además de que después nos olvidamos de lo que había”, expresa.
Su amor especial por las casas de antaño, va más allá de la nostalgia, de lo que fue, de lo que fuimos y cómo vivimos a lo largo del tiempo. Natalia Anush Kerbabian es arquitecta y una defensora del patrimonio de la ciudad, por medio de sus bellas ilustraciones de casas demolidas, practica el activismo ciudadano desde sus redes sociales, como la de IG: @Ilustroparanoolvidar y FB llamada del mismo modo.
Nacida en Barrio Norte, la ilustradora, tejedora y escultora en madera habita la ciudad desde muy pequeña. Recuerda los paseos tomada de la mano de su abuelo que la llevaba de aquí para allá. “Tengo un sentimiento muy fuerte por Buenos Aires”. Nostálgica, su memoria es capaz de llevarla a esos viajes en bondi y caminatas de adolescente hasta el colegio armenio San Gregorio sobre la calle Armenia, en Palermo, donde asistió desde el jardín de infantes. Dice que el barrio mostraba una fisonomía bien diferente a la actual: había talleres, artistas, casas chorizo, señoras, señores, gente vecina sentada en una silla en la vereda.
Natalia forma parte de esa mixtura cultural riquísima de Buenos Aires que reivindica y se expresa en cada esquina. “Acá hubo diferentes momentos de conformación de lo que es la trama y la aparición de los primeros barrios, de los asentamientos y luego las casas quinta y luego los loteos en todos esos sucesos donde también hubo olas migratorias. De repente los italianos implementaron la casa chorizo, una sucesión de habitaciones que podían estar interconectadas con su patio del centro. Es una tipología muy rioplatense. La casa chorizo es una de las que más se está demoliendo. Vos no encontrás casas chorizo en otros lugares del mundo, por ejemplo. Después venía el francés y y aplicaba su arquitectura francesa, lo mismo hacían los austro húngaros”, explica.
“Yo soy artista, soy arquitecta y una de las cosas que hago - porque hago varias cosas- es ilustrar a pedido. Tengo mi colección de ilustraciones que ofrezco en Kuklas, hace muchos años”, se presenta. El nombre de su emprendimiento significa muñeca, en griego. Así la llamaba su abuela de chica. El plural se lo agregó por su maternidad.
¿Cómo nació Ilustro para no olvidar? “Post pandemia, vuelvo a la calle. Yo soy de pasear mucho por la Capital en general, voy por distintos barrios, por una cuestión de laburo, por maternidad, y suelo ir por Ortúzar, Colegiales, Palermo y Belgrano. Y empecé a notar en el 2021 muchísima arquitectura en muy buen estado y características de Buenos Aires como la casa chorizo, petit hotel, toda la arquitectura fundacional identitaria de Buenos Aires tapiada y anunciando proyectos de “próximamente”. La verdad es que no podía dar crédito a lo que estaba viendo. Hasta mis 40 -en ese momento 39 años- yo nunca había vivido una situación similar”.
Por esta razón empezó a hacer una especie de relevo, sin saber que se embarcaría en un proyecto. Era solo cuestión de tener un registro. “Un poco ingenuamente me decía, no puede ser que demuelan esto, debe haber un error y al tiempo empiezo a ver como empieza la demolición literalmente. La de Olazábal y Vidal es la que observé en vivo. Son tres casonas del arquitecto Olivari que databan de 1888 y estaban en buen estado”, sostiene.
Esa demolición fue en junio de 2022. La arquitecta se sintió interpelada y en una mezcla de “emociones negativas” entró a su casa con una decisión tomada: empezar a ilustrar las demoliciones que notó a partir del cambio de código. Se refiere al nuevo Código Urbanístico y de edificación sancionado el 20 de diciembre de 2018, que regula dónde, cuánto y con qué criterio se debe construir.
De alguna manera, Natalia sintió que estaba haciendo un registro de una manera artística “volviendo a traer a la memoria el paisaje urbano, porque después uno se olvida lo que había ahí. Y visibilizar la demolición numerosísima, con una rapidez nunca vista por mí, por lo menos antes en la arquitectura de Buenos Aires”.
Anush Kerbabian resume lo que trajo el nuevo código: “contempla muchísima más densidad constructiva en casi todos los barrios casi homogéneamente en la Capital Federal. Se permite en casi toda Capital Federal generando incluso un mapa 3D que se llama mapa tres D ciudad, la posibilidad de densificar en altura reduciendo pulmones de manzana y habilitando construcción en altura en las esquinas que antes eso no estaba permitido para apertura visual”. La arquitecta plantea esta situación, como expresión del nuevo código en tiempos de post pandemia. Y ejemplifica: si alguien elige vivir por ejemplo en Devoto, un barrio de casas bajas, o decide quedarse allí donde nació, y te rompen la trama consolidada, como una sucesión de alturas de casas de dos pisos donde la altura que se mantiene similar de esquina a esquina. “Rompen la trama y te clavan un edificio de 7 u 8 pisos que arroja sombra y trae detrimento al resto de las casas que aún persisten en el barrio. Y eso genera un efecto dominó. Además de la desvalorización de las casas linderas”, explica.
Por esta razón, para la arquitecta estos cambios impactan directamente a la calidad de vida e identidad de los barrios que todavía se diferencian entre sí. “Esa es un poco la belleza de Buenos Aires, de la diferencia entre Palermo, San Telmo, Monserrat. Eso se está perdiendo, se está diluyendo. Entonces Ilustro para no olvidar, un proyecto artístico que registra las bajas sistemáticas de toda la arquitectura en buen estado, anterior a 1941, que debería estar protegida, catalogada o por lo menos en revisión, para que no se olvide”.
Natalia busca interpelar desde el arte, con la belleza que existía en Buenos Aires y ya no está. Al mismo tiempo, siente que sus ilustraciones son una forma de mostrar la ciudad, para que muchas personas puedan empezar a verla, a conectar. “Es un acercamiento a nuestra ciudad y nuestra herencia hasta intangible, le digo yo, porque es una forma de patrimonio tangible que es la arquitectura y la intangible que tiene que ver con la cultura, con la identidad”, explica. Y dice que muchas personas que le escriben, le agradecen porque empezaron a mirar a Buenos Aires un poco más, gracias a sus ilustraciones.
Sus seguidores le avisan cuando se cuelga el nuevo cartel “Próximamente” en una casa. Le mandan fotos, videos. También se comunican con ella antiguos habitantes de las casas que dibuja y le aportan mayor información. También vecinos que se desesperan al pensar que ya no tendrán más sol en un patio.
Natalia dibuja a mano con pluma y tinta, luego digitaliza la imagen y la colorea con acuarela. Se trata de una técnica mixta. “Yo, dibujando, de repente pude llamar la atención de un montón de personas que estaban sintiendo lo mismo y que se sintieron atravesadas por el dibujo. En sus ilustraciones, también incluye los árboles mutilados, que coincidentemente, desaparecen durante la demolición. Una práctica prohibida en la Ciudad.
Como arquitecta piensa que el que invierte, si compró una casa de dos pisos y ya le construyó dos pisos más arriba, ya está saliendo favorecido en cuestión económica, o sea, ya le sacó el rédito. ”No hace falta que construya siete. Entonces, se pueden repensar las arquitecturas en buen estado, incluso una casona muy grande, podés planificarla en varias viviendas dentro sin tener que destruirla”, sugiere sabiamente.