La ola de saqueos de la semana pasada tuvo una respuesta solidaria en la provincia de Córdoba, precisamente en Villa Carlos Paz. Un kiosco ubicado sobre la avenida Alejandro Magno de barrio La Quinta sufrió el ataque de unos 10 jóvenes que ingresaron con el rostro tapado, gorras, capuchas y mochilas para guardar lo robado.
El local hacía tan sólo tres meses que había abierto sus puertas y ya era la tercera vez que lo asaltaban. Pero las dos anteriores no habían tenido, ni por asomo, el índice de violencia de esta. En 50 segundos fue un vendaval de ira.
Piedrazos y gritos fueron suficiente para que los jóvenes (todos menores de edad) arrasasen con lo que encontraban: el dinero de la caja (unos 250 mil pesos) junto a cigarrillos, bebidas alcohólicas y chocolates fueron parte del botín. “Hasta el celular del empleado que sufrió heridas cuando se cayó al piso en el momento en que ingresó la horda de delincuentes y le arrojaron varias piedras que afortunadamente no lo impactaron”, dijo con indignación Eliana, una de las propietarias del lugar.
El incidente, capturado por las cámaras de seguridad del local, se hizo viral y allí comenzó otra historia: la de la solidaridad. Claudio, un kiosquero de la Capital Federal, vio lo sucedido y alertó a un grupo de comerciantes a través de WhatsApp. “Tenemos que hacer algo, hay que ayudar a la colega”, expresó. Lo que comenzó como una modesta colecta cerrada se transformó en una asombrosa cadena de favores. Kiosqueros de distintos lugares, incluso de hasta Perú y Paraguay, se hicieron eco de la iniciativa, haciéndoles llegar dinero y videos de aliento.
El giro de los acontecimientos fue toda una sorpresa para Eliana, quien incrédula, por entonces, comentó: “Cuando me llama Claudio y me cuenta la propuesta pensé que era un chiste, le digo, ´dale´ como sin entender qué sucedía, es más, acabábamos de rechazar a los proveedores porque no teníamos plata para pagarles”, dijo a TN.
Emocionada, expresó su agradecimiento por esta avalancha de apoyo. “En esta sociedad somos más los que somos buenos, yo soy la que dona sangre, plaquetas, colabora en una rifa entonces, una vez que me toca a mí, está bueno, no me quedan palabras para agradecer“, dijo entre lágrimas mientras recordó que, en otra oportunidad, el local fue apedreado sin éxito.
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Después del último ataque, ella no baja los brazos, está decidida a seguir adelante, a pesar de los obstáculos económicos. “La gente sigue, los gastos siguen, tenemos gente a cargo que tiene que comer y seguir trabajando”, expresó. Además, recordó que uno de los empleados asaltados “no paraba de llorar” y que la encargada del turno mañana “no quería ir” porque “tenía miedo”.
Otro de los dueños manifestó a medios locales que, luego del robo ocurrido, había pensado en quedarse a dormir en el establecimiento y que no lo hizo porque “cuatro móviles policiales” le dijeron el martes que “eran cosas aisladas, que no pasaba nada y que se quedaran tranquilos”.
Según consignaron desde Córdoba, minutos después del robo del miércoles pasado, se produjeron cinco detenciones en las inmediaciones, todos menores de edad. Tal cual informó La Voz del Interior, el juez de Control, Daniel Strasorier, determinó que dos de ellos (de 16 años) quedaron alojados en la alcaidía de la Comisaría local e imputados por robo calificado en poblado y banda. Los otros tres menores, de entre 14 y 15 años, fueron demorados hasta que fueron retirados por sus tutores de la sede policial.
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