Contra lo que puede parecer a primera vista, en La América española 1492-1810. Leyenda negra y realidad (Ágape), el embajador José Sanchís Muñoz aborda un tema de gran actualidad, ya que en estos momentos padecemos una nueva versión de esa campaña que siempre vuelve: la que cuestiona las raíces mismas de la cultura hispanoamericana, surgida de uno de los acontecimientos históricos más trascendentes del pasado: la llegada de los españoles a América.
El libro de Sanchís Muñoz es una reivindicación del legado de la conquista y colonización, pero también un estado de la cuestión, ya que ofrece un recorrido por la bibliografía sobre el tema a la vez que va siguiendo el hilo de cómo se gestó y difundió la leyenda negra antiespañola, desde su origen remoto en Italia, su expansión por Flandes, el supremacismo racial inglés profundamente despectivo hacia lo español, hasta el ingrato olvido estadounidense de su deuda cultural con España, pasando por una saludable puesta en su sitio de otros relatos agigantados, como los que rodean la Inquisición.
Sobre todo, es una obra que abre vías a otras búsquedas y curiosidad por otras lecturas, porque Sanchís Muñoz hace justicia con todos los que han aportado a esclarecer la verdad histórica por encima de los relatos y las campañas intencionadas.
Finalmente, el autor interpela a quienes por acción u omisión permiten que se reaviven en el presente estas operaciones culturales: “¿Por qué ese ensañamiento con una porción de la historia que, en verdad, merece mucho más de lo que se le concede? ¿Por qué los argentinos toleramos y transigimos con una visión histórica que distorsiona nuestro pasado y no reconoce nuestro auténtico ser nacional?”
Su pregunta es muy actual y relevante en momentos en que parte de la dirigencia habilita y promueve un discurso que deslegitima las bases mismas de la soberanía territorial y de la unidad nacional. Cuando en realidad, como señala Sanchís Muñoz en esta entevista con Infobae, “si Argentina no hubiera tenido a Roca, al perito Moreno y a todos los próceres que empujaron la frontera, el país terminaría en Bahía Blanca y no tendríamos ni siquiera la Antártida”.
José Ramón Sanchís Muñoz es un diplomático argentino de carrera, hoy retirado. Desde 1960, prestó servicios en nuestra cancillería, en la embajada argentina en Washington y ante organismos internacionales en Ginebra (Suiza), fue cónsul general en Nueva York, embajador en Japón, subsecretario de Negociaciones Económicas Internacionales del Ministerio de Relaciones Exteriores, director del Instituto de Servicio Exterior (donde se forman los diplomáticos), y director de la carrera de Relaciones Internacionales de la Universidad del Salvador, entre otras actividades académicas.
Es también autor de La Argentina y la Segunda Guerra Mundial, Japón y la Argentina. Historia de sus relaciones, y de una Historia Diplomática Argentina.
— En el año 2019 España sorprendió al decidir no conmemorar los 500 años de la conquista de México por Hernán Cortés. Con el argumento de los derechos indígenas, un acontecimiento fundacional para el surgimiento del México de hoy no fue evocado. Ese fenómeno se repite en muchos países hispanoamericanos, con cuestionamientos a la colonización española. ¿A qué se debe eso?
— Ese fenómeno se debe a razones históricas, a la llamada leyenda negra, que se originó cuando España era el imperio más grande del mundo. Usted sabe que los imperios, como el norteamericano ahora, tienen enemigos, críticos. En el caso de España, se unió además el tema religioso porque fue el gran país que mantuvo la fe católica contra las embestidas protestantes, calvinistas, etcétera. Más cerca, el ideario de la Independencia también se nutrió de algunos de los motivos de la leyenda negra. Y últimamente hay un relato que todo lo ha distorsionado y entonces, no obstante que Rubén Darío, (José) Vasconcelos y los grandes latinoamericanos amaron a España y así lo dijeron, y en Argentina también lo hicieron Ricardo Rojas, (Ricardo) Levene, Guillermo Furlong, a pesar de todo eso, hay indigenistas, hay gente que deforma la historia. Por ejemplo, se habla de 90 millones de indígenas muertos y cuando Colón llegó a América había 15 millones en lo que hoy es América hispana, de California a Tierra del Fuego; han deformado la historia y han mentido pero la gente de la calle no tiene otras referencias.
— El reverso de la leyenda negra es la idealización de las sociedades precolombinas: se dice que los incas eran socialistas, que los indígenas tenían un impresionante grado de desarrollo en su civilización y quién sabe hasta dónde hubieran llegado de no ser por los españoles…
— No, es mentira. Es mentira. Primero, estaban en la Edad del Bronce, no conocían el hierro. No conocían los animales de tiro. Ni la mayor parte de lo poco de ciencia y tecnología que había en el mundo. No conocían la escritura. Segundo, los incas y sus tribus aledañas no tenían idea de la propiedad privada. El Inca era el dueño y los demás eran siervos. El Inca tenía derecho sobre las doncellas en el reino. Entonces, qué me van a decir... Cuando los españoles llegaron fueron conscientes de que, por lo menos teóricamente, eran muy superiores. Porque traían la civilización grecolatina cristiana.
— Un rasgo de la civilización azteca, que se ha ocultado por mucho tiempo, es la antropofagia y los sacrificios humanos. No era algo excepcional, sino una práctica cotidiana. Y masiva.
— Decenas de miles eran sacrificados. Todos los prisioneros.
— Por años no se habló de eso, pero ahora los mismos antropólogos que exaltan esa civilización empiezan a encontrar los muros construidos con los cráneos de los sacrificados. Entonces ya no lo pueden esconder y hasta se lo puede cuantificar.
— Bueno, hay una prueba palpable de ese hábito y del efecto que causaba. Con los pocos hombres con los que contaban Cortés y (Francisco) Pizarro, ellos no hubieran podido nunca dominar los grandes imperios. ¿Cómo lo hicieron? Aliándose con todos los países o tribus vecinas que odiaban a los incas y aztecas. Piense usted que los incas no tenían la menor idea de la propiedad individual. Entonces las tierras que ahora reclaman los llamados mapuches, ¿en base a qué las reclaman? No son más antiguos que los europeos que vinieron, nuestros abuelos, nuestros antepasados.
— El otro eje del relato es el tema del genocidio, una palabra que está perdiendo su sentido porque se la aplica a todo.
— Se usa mal.
— Claro, porque en ningún momento estuvo presente en el plan de conquista y colonización española el deseo de exterminar a una raza o a un pueblo entero.
— América es mestiza. Salvo algunas regiones de Chile y Uruguay y buena parte de Argentina, América entera es mestiza. No se puede hablar de genocidio. Al contrario, los españoles buscaban colonizarlos y usarlos en trabajos. Pero los españoles ni civiles ni religiosos querían matar a los indios. América del Norte sí. En América del Norte se pagaba por un cuero cabelludo y en la Cámara de los Comunes se aprobó esa compra de cueros cabelludos. En América española jamás se lo hubiera permitido la legislación indiana. Que por cierto era la más adelantada de todas las de los grandes imperios.
— Eso también es algo que se elige ignorar. En el caso de América la historia contrafáctica, puede ser muy útil. ¿Qué hubiera pasado si en vez de los españoles venían los holandeses, o los ingleses? El mestizaje que se ve por ejemplo en América Latina no se ve en las ex colonias inglesas. No hubo mestizaje allí.
— No. Además un término que se usa frecuentemente y es falso es pueblos originarios. Usted y yo somos tan originarios como los araucanos. ¿Por qué? Sus antecesores vinieron digamos hace 5.000 o 10.000 años, y los nuestros hacen 100, 200 o 500. Pero vinieron de afuera. Somos todos inmigrantes. Porque en América no se desarrolló el homo sapiens.
— Lo llamativo es que los que más han difundido la leyenda negra, Holanda o Inglaterra, son países que han cometido muchísimas más masacres o han sido mucho más duros en su colonialismo que España.
— Fíjese que yo estudié el fenómeno de la Inquisición. La Inquisición, en más o menos dos siglos y medio, tres, que rigió en España, que además fue uno de los últimos países en instalarla, mató o ejecutó... no digo juzgó, juzgó puede ser a unos 150.000 sujetos, pero mató a unos 4.000. Y en América la Inquisición ejecutó a 1.000. Eso en 300 años. Por eso las acusaciones…
— Son más mito que otra cosa. Se instala una verdad a medias, se repite, se repite y muchos ni reflexionan sobre lo que están diciendo.
— Por ejemplo, (Oliver) Cromwell hizo una campaña contra los católicos irlandeses y en pocos meses mató 600.000. Por no ajustarse al anglicanismo. Primero Enrique VIII y después la reina Isabel pusieron actas que había que jurar. Hasta el siglo XIX. Una tuvo 75.000 víctimas, el otro 50.000. Al lado de eso, los españoles tendrían que haber matado millones y nofue así. ¿Y a quiénes juzgaba la Inquisición? La Inquisición española, a diferencia de la de otros orígenes, como la alemana, la nórdica, no juzgaba brujas por ejemplo. Hubo un mínimo de casos en el norte de España, media docena. Lo que juzgaba era apostasías, los sacerdotes que usaban la confesión para lograr avances sexuales, y la predicación de cosas contrarias, ateas, o contrarias a la Iglesia. Otra cosa que no se sabe es que los indios no estaban sujetos a la inquisición. Jamás un indio fue juzgado por la Inquisición porque la Reina había decidido que estaban exentos.
— Muy interesante.
— Los indios no fueron nunca esclavos, fueron libres y de acuerdo a (los juristas, Francisco) Suárez, (Francisco) Vitoria, el mismo (Bartolomé) De las Casas, a pesar de los errores que cometió, España declaró solemnemente que los indios y los blancos eran lo mismo. Cosa que jamás hicieron los anglos, los holandeses.
— Tampoco reflexionaron sobre su derecho a la conquista como hizo España. Porque España se cuestionó y hasta abrio un debate público sobre si tenía o no derecho a la conquista.
— Debate público de grandes juristas que fueron los que crearon el Derecho de Gentes. Hay una cosa que la gente tampoco comprende y cuando yo se los cuento se quedan admirados. En toda la costa Este, toda la costa atlántica hasta llegar a donde estaban los anglos, incluyendo Florida, y toda la costa del Pacífico hasta llegar a Alaska, que también defendieron los españoles, nunca, ni los ingleses, ni los franceses, ni los holandeses, pudieron poner pie en tierra firme. Las poblaciones los derrotaron. En Colombia, Blas de Lezo derrotó a la Armada británica en una operación que fue superior a la de la llamada Armada Invencible. Fue tan, tan despareja, un grupo de 6.000, 8.000 españoles y criollos contra 60.000 ingleses, que el rey inglés puso la pena de muerte para los que difundían esa noticia.
— Ese hecho es una muestra impactante de la diferencia entre cómo Inglaterra defiende su historia, a todos sus protagonistas, hayan sido héroes o tiranos, genocidas, piratas, no importa, defienden a todos. En cambio otros países tienen una actitud vergonzante con su pasado. Porque en la tumba del jefe inglés derrotado por Blas de Lezo dice que en Cartagena de Indias llevó la batalla, o la gloria de las armas lo más lejos que pudo, algo así; no dice que fue rotundamente derrotado por un enemigo en total inferioridad de condiciones. Así cuidan su imagen.
— Ninguna tierra firme de la América española se rindió. Todas pelearon y todas ganaron. Y la Armada española con el almirante Oquendo, con el mismo Blas de Lezo, derrotó siempre a los piratas como Drake o Hawkins. Pero no hubo nunca, nunca, un hecho como el de acá con las invasiones inglesas. Pero antes había habido un intento francés el siglo anterior, también rechazado. Los ingleses sólo pudieron apoderarse de algunas islas como Bahamas, Jamaica y dos o tres más. Pero no pudieron nunca poner pie en tierra firme. Una cosa que también sorprende a todos nuestros queridos compatriotas es que en la América española se hicieron hasta 1810 treinta y tres Universidades. Para 15 millones de personas. Harvard se creó cuando ya había 15 Universidades españolas. Y Yale, Princeton y Columbia después. ¿Sabe cuántas Universidades se crearon en el Brasil portugués? Cero. Cero. Los holandeses ni hablar. Los franceses ni hablar.
— Todos estos son los temas que usted aborda en su libro. ¿Qué lo motivó a escribirlo?
— Me motivó a escribirlo, desde mucho tiempo atrás, mi padre, que tenía también esa idea de defender la presencia española de tantos siglos. Fíjese una cosa que también sorprende a los argentinos que al parecer nunca reflexionaron sobre esto. La colonia representó 300 años de estado de derecho. Gobernantes legítimos. Mini parlamentos, los cabildos, los ayuntamientos. Justicia. Juicio a los gobernantes después que terminaban sus mandatos. No hubo golpes de Estado, ni guerras civiles. Hubo algunos disturbios entre españoles y con indios, pero disturbios. Nunca hubo nada que afectara el estado de derecho. Nosotros nos independizamos y 10 años después estábamos cortándonos la cabeza unos a otros. ¿Nunca pensaron, por ejemplo, que todos los virreyes eran militares de gran prestigio y ninguno cometió un acto de corrupción? Que tenían prohibido nombrar parientes o amigos. Los 300 años de eso son olvidados.
— Hay una tendencia actualmente en la Universidad a decir que la historia argentina empieza en 1810. Antes no existía.
— Y ahora hay una tendencia que dice que empieza en 1973, que es peor todavía.
— O en el 2003 si se quiere (risas). Pero por ejemplo, un historiador decía que tenemos que ver a Isabel la Católica no sólo como un personaje de la historia española, sino de la nuestra también. Qué poco estudiamos a Isabel la Católica…
— A mi juicio Isabel la Católica fue la mejor reina de Europa. La más progresista, la que tenía mejores ideas. Defendió a los judíos todo lo que pudo, hasta lo que pudo. Defendió a los indios de una manera absoluta. Y defendió los derechos de los ciudadanos, no de los nobles ni de los clérigos.
— Lo que no se comprende es que Isabel, aunque sobrevivió pocos años al descubrimiento, poco más de una década, incluso es posible que no llegara a saber la dimensión de lo que habían descubierto, llegó sin embargo a tomar medidas esenciales para marcar el carácter de la colonización. Fue ella la que dijo que los indios no podían ser esclavizados.
— Abolió la esclavitud 400 años antes que Abraham Lincoln.
Te puede interesar: 12 de Octubre: por qué el feminismo debería homenajear hoy a la Reina Isabel (la Católica)
— Y promovió el mestizaje además. Hay una ordenanza en la que ella dice “cásense los españoles con indias...” El conquistador español no fue racista...
— Además la reina Juana, que sucedió a Isabel, hizo un decreto por el cual dijo que las autoridades de Asunción y en cierta medida Buenos Aires se eligieran por el voto de los vecinos. Y así eligieron a (Domingo Martínez de) Irala, a (Juan de) Ayolas, a Hernandarias. ¿Cuándo se ha visto eso en otros lados? Nunca. Yo di también conferencias sobre la América hispana en Norteamérica, el Oeste del Mississippi fue hispano hasta 1823. Hablé de todo lo que hicieron los españoles en esa zona: caminos, ranchos, fuertes... Mi nieto, que estudió primaria y secundaria en Estados Unidos, me dijo “abuelo, jamás me han mencionado nada de eso”. No se dan cuenta por ejemplo cuando hablan de Las Vegas que está en el Estado de Nevada. Qué casualidad.
— Todas las ciudades importantes de la Costa Oeste tienen nombres españoles y católicos: Santa Bárbara, San Diego, Los Ángeles...
— ..San Francisco. San Antonio, en Texas. En Estados Unidos ahora reivindican al negro y un poco al indio, pero no a los españoles. Ahora, con motivo del turismo, han puesto algunos carteles. Pero otro dato que no se sabe es que como España era enemiga de Inglaterra costeó la revolución norteamericana, les prestó dinero pero además les dio trajes, artillería, etcétera, y puso la flota delante de las costas. Por eso el embajador español (Diego de) Gardoqui estaba sentado al lado de George Washington el día de la independencia, y custodiaba el puerto de Nueva York una nave española, el Galveston, por (Bernardo de) Gálvez, que era el español que conquistó Luisiana y después Florida. El vencedor en la batalla de Pensacola. Todo eso ellos han reconocido, por eso una ciudad de Texas se llama Galveston. Algunas cosas han reconocido, pero muy pocas.
— ¿Cuál cree que debería ser la política de los pueblos hispanoamericanos hacia su historia, hacia su legado? ¿Y cuál la política hacia las poblaciones indígenas y hacia el movimiento indigenista?
— Primero distinguir los verdaderos de los falsos. Yo he entrevistado a verdaderos mapuches que están establecidos hace décadas, por no decir hace más de 100 años, en la zona del Río Negro, de Neuquén, también en Bahía Blanca, en tierras que les dio Roca y otros gobiernos argentinos que además los hicieron oficiales del Ejército argentino y son tan patriotas como cualquiera de nosotros. Y después están los otros, que siempre tuvieron Remington ingleses o chilenos. Si no hubiéramos tenido a Roca, al perito Moreno y a todos los próceres que empujaron la frontera, Argentina terminaría en Bahía Blanca y no tendríamos ni siquiera la Antártida, ni hablar.
— Sí, está claro el interés chileno y el británico en esto...
— Es que los británicos, instalados en el Pacífico o en Río de Janeiro, se ocuparon de favorecer la creación de Uruguay, la fragmentación del imperio español en repúblicas o republiquetas. Porque les convenía a ellos y a las élites locales. Hay un artículo muy bueno de Carlos Escudé que decía que antes de 1810 había una identidad iberoamericana. Por ejemplo, un venezolano como Andrés Bello era en Chile un forastero pero no un extranjero. Cornelio Saavedra era boliviano. Estaban todos mezclados. San Martín y Bolívar se decían americanos. San Martín, que era nacido en las misiones, que era argentino, decía soy americano. Porque la idea americana es propia del dominio español que iba de California hasta Tierra del Fuego. Otra cosa que yo menciono en mi libro es que el descubrimiento de América fue un descubrimiento para los europeos pero también para los aborígenes americanos porque ellos no sabían, primero, que estaban en un continente, y segundo, que era de la misma etnia el tipo que estaba en Paraguay que el que estaba en Nicaragua.
— No había una conciencia continental.
— No había. Tomaron conciencia de la existencia americana cuando los españoles -Juan de la Cosa hizo el primer mapa en el 1500-, dijeron esto es un continente. Así que lo mío no es una cuestión de tomar una idea y tratar de promoverla; es tratar de estudiar los agujeros que quedaron.
Seguir leyendo: