Son hermanas y fueron en bicicleta al pueblo de su papá por una promesa: la emoción de los 74 habitantes

Jésica y Carla regresaron a Blanca Grande, localidad bonaerense del partido de Olavarría, después de más 30 años. Pedalearon por las mismas calles donde crecieron sus abuelos, su padre y su tía. Fueron a cumplir una promesa que conmovió a los vecinos, y la experiencia superó todas sus expectativas

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Cuando tenían 5 y 6 años iban a pasar sus vacaciones en la casa de sus abuelos a Blanca Grande, y volvieron para honrar la memoria de su padre (Fotos: Instagram @bicicleteandoenolavarria)
Cuando tenían 5 y 6 años iban a pasar sus vacaciones en la casa de sus abuelos a Blanca Grande, y volvieron para honrar la memoria de su padre (Fotos: Instagram @bicicleteandoenolavarria)

Desde que eran muy chicas, Jésica Recio y su hermana Carla escuchaban las historias de su papá sobre su infancia en Blanca Grande, una pequeña localidad bonaerense del partido de Olavarría. Cada verano iban a la casa de sus abuelos y sus tíos, dejaban la vida de ciudad y caminaban cada cuadra admiradas por los paisajes y la tranquilidad. Desde hacía al menos 30 años no habían vuelto a pasar por allí. En el día en que se llevaron a cabo las PASO (Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias), supieron que la escuela rural en la que estudió su padre iba a estar abierta, y decidieron cumplir la promesa que le habían hecho de volver a pasar por el colegio. La bienvenida que les dieron fue increíble, y superó todas sus expectativas. “Éramos la gran noticia para los 74 habitantes, ver pedalear a alguien fue todo un acontecimiento, y nos ofrecieron todo lo que tenían a su disposición”, cuentan en diálogo con Infobae.

A las 10 de la mañana fueron a votar en una escuela de Olavarría donde Jésica da clases -es docente de educación secundaria de adultos-, y luego encararon los 80 kilómetros a través de la Ruta Nacional 226. A la altura del puente de Blanca Grande, en el kilómetro 380, ingresaron al destino que sabían las iba a reconectar con las raíces de su papá, que murió en 2021. Luego de 10 kilómetros de tierra, vislumbraron la Escuela Primaria Nº 75 “Juan Walde”, con las puertas abiertas. Las recibieron cinco mujeres que estaban cumpliendo sus funciones en el día electoral como autoridades designadas, y reaccionaron con absoluta sorpresa y alegría cuando supieron el motivo de su visita.

Jésica en el ingreso a la localidad de 74 habitantes: a diez kilómetros se encuentra la Laguna Blanca Grande
Jésica en el ingreso a la localidad de 74 habitantes: a diez kilómetros se encuentra la Laguna Blanca Grande

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“Les contamos que somos hijas de un exalumno, Carlos Recio. Nos escuchaban atentos el policía y el personal del ejército que custodiaban la urna. Se nos empezaron a poner los ojos brillosos a todos, y el lugar se hizo gigante de tanta emoción”, expresa Jésica, conmovida por todo lo que pasó en unas pocas horas. Tenía 5 años cuando recorría a pie desde la capilla hasta el almacén de ramos generales, pasaba por la estación del tren y todo le parecía “mágico”. Sentía que era una localidad enorme porque veía el horizonte por todos los puntos cardinales. “Ahora tengo 42, mi hermana 43, y fue como ser niñas de nuevo cuando salimos a ver las seis cuadras que componen Blanca Grande, porque en cada una hay algo distinto”, describe.

En esas tierras nacieron sus abuelos, su padre y su tía, así que cada rincón resguarda recuerdos de la familia. “Mi papá hizo ahí toda la primaria, y después se mudó a Olavarría, pero nunca se olvidó de que ahí aprendió las tablas, era un experto en multiplicación, y siempre nos enseñó que teníamos que darle valor a la educación, que a él lo forjó para siempre”, destaca.

Los niños que se cruzaron se sorprendían de que vinieron desde tan lejos para visitar la escuela primaria a la que ellos asisten actualmente
Los niños que se cruzaron se sorprendían de que vinieron desde tan lejos para visitar la escuela primaria a la que ellos asisten actualmente

Esa filosofía de vida fue la que le inculcó a ella y a sus tres hermanos, y es la que la impulsó a pensar en su futuro. “Estudié Administración de Empresas, me recibí, después hice la carrera de Derecho y rendí las materias didácticas para la docencia, así que tuvo mucho que ver lo que me transmitieron en mi casa en cuanto a constancia y vocación”, confiesa. Y agrega: “Dar clases me acercó más a lo social porque es un intercambio donde es muy importante escuchar al otro y comunicar los conocimientos. Creo que así como ellos incorporan determinados conceptos, yo también aprendo todos los días de mis alumnos”.

El famoso busto de Sarmiento

Miles de veces escucharon a su padre nombrar “el busto de Sarmiento”, a tal punto que se volvió famoso en las cenas familiares. Se refería a un monumento que se encuentra en el patio de la escuela, y lo mencionaba cada vez que se portaban mal porque ese era el rincón en el que él se sentaba si había hecho alguna travesura. Ellas soñaban con tomar unos mates justo en ese lugar, y rendirle tributo a la cantidad de veces que estuvo ahí. “Las señoras se acordaban de nuestro papá, empezaron a contarnos historias de él, nos decían: ‘¿Cómo nos vamos a olvidar de Carlitos?’, porque era re inquieto, y empezaron a aparecer vecinos que lo habían conocido, nos señalaban dónde estaba la casa donde vivía, y se emocionaban cuando sabían que éramos sus hijas”, relata.

Preguntaron cuántas personas viven en la localidad, y les contaron que en 2022 realizaron un censo local y registraron un total de 74 habitantes, y si se consideran las áreas rurales cercanas alcanzan los 91. En la primaria hay 10 estudiantes actualmente, con doble jornada, un número prometedor si se considera la totalidad de la población. “Nos dijeron que les alegramos el día, que pensaron que iba a ser una jornada de votación normal, pero nuestra visita las hizo felices, y eso para nosotras fue un regalo inmenso, porque a veces no somos conscientes de cuánto puede significar un gesto para el otro”, reflexiona.

"¿Fueron al busto de Sarmiento?", solía preguntarles su padre cuando se portaban mal, y fueron a tomar mates a ese lugar para homenajearlo
"¿Fueron al busto de Sarmiento?", solía preguntarles su padre cuando se portaban mal, y fueron a tomar mates a ese lugar para homenajearlo

Les dijeron que su llegada representaba una “bocanada de esperanza y alegría”, y que anhelaban que alguna vez sus hijos o nietos también vuelvan a su querencia. La bondad, dulzura y sentido de pertenencia con el que les hablaban las conmovía en cada conversación con los residentes. Y Jésica se sorprendió aún más cuando habló con el joven militar que estaba de custodio, y al mirarlo con detenimiento le vio cara conocida. “Resulta que era un alumno mío, que había tomado clases en la escuela donde yo enseño, y eso me pareció increíble, fue la definición literal de que el mundo es un pañuelo, porque justo le tocó estar ahí”, revela asombrada.

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La cordialidad y la vocación de servicio fue la característica que se repitió en cada charla. “Nos ofrecían el baño de sus casas. Nos querían calentar agua para los termos, nos señalaban dónde vivían para que pasemos, gente tan pero tan linda que nos dio una retribución constante de amabilidad”, sentencia.

Hicieron paradas en cada uno de los edificios emblemáticos de la localidad, y en cada cuadra descubrían recuerdos
Hicieron paradas en cada uno de los edificios emblemáticos de la localidad, y en cada cuadra descubrían recuerdos

Antes de sacar el equipo matero para cumplir con la promesa, sacaron sus bicis plegables para pasear y sacar algunas fotos que hagan eterno el momento. Ambas tienen experiencia en cicloturismo -Jésica sube sus experiencias en la cuenta de Instagram @bicicleteandoenolavarria-, pero esta vez fue totalmente diferente por el viaje emocional que representó para ambas. “Las personas salían de sus casas para conocernos. También se nos acercaron dos nenes que estaban fascinados con nuestras bicicletas, y nos preguntaron para qué habíamos ido y les conté: “Vinimos a conocer la escuela a la que fue mi papá, la misma a la que van ustedes ahora’”, comenta.

Lazos y reencuentros

Otro detalle que les llamó la atención fue la limpieza de cada uno de los espacios, tanto en la escuela como en la plazoleta que es el punto de encuentro del lugar, la estación de tren, el Jardín de Infantes, el Club Atlético Huracán, la capilla y el almacén de Ramos Generales. “Está todo súper cuidado, los bancos de las aulas estaban impecables, y creo que mi papá estaría feliz de ver su escuela tan linda”, expresa. Incluso sintió ganas de dar clases ahí, y aportar su granito de arena a la localidad. “Hablamos con la delegada del lugar y quedamos en trabajar en conjunto para todo lo que pueda surgir, y ya tenemos planes de volver con mi otra hermana mayor, la que no pudo venir esta vez, así venimos las tres juntas a tomar unos mates, queremos llevar unas facturas para compartir y seguir manteniendo el contacto”, proyectan.

 Una de las postales frente a la antigua surtidora de combustible que funcionó hasta la década del '90 (Fotos: Instagram @bicicleteandoenolavarria)
Una de las postales frente a la antigua surtidora de combustible que funcionó hasta la década del '90 (Fotos: Instagram @bicicleteandoenolavarria)

Las invitaron a un evento que tendrá lugar más adelante, donde van a plantar un árbol en nombre de cada familia que vivió en Blanca Grande, y ellas serán las representantes de su papá. Además de esa valiosa experiencia, desde que contaron su experiencia en un posteo de Instagram, les llegaron muchas repercusiones positivas, sobre todo de exresidentes que hacía años no sabían nada de la localidad. “Muchos me agradecieron por el testimonio que brindamos, porque sus padres eran de ahí, y me decían: ‘Me llevaste a mis recuerdos’; ‘Tengo muchas ganas de volver para visitar a los vecinos’; ‘Qué bueno saber de mi lugar en el mundo’; y por eso creo que vamos a ir muchas más personas que solo nosotras tres, porque va a haber más olavarrienses que quieran ir al reencuentro”, dice con ilusión.

Cuando finalmente se sentaron al lado del busto de Sarmiento, y todo cobró aún más sentido. “Fueron los mates más ricos de nuestros días, con los rayos del sol que nos acompañaron desde que iniciamos la travesía, y con la escuela y el pueblo de fiesta por nuestra llegada, y sobrevolaba todo el amor que papá nos transmitió por este lugar”, manifiesta. Una mezcla de libertad, aventura y devoción define lo que vivieron. “A veces nuestros padres nos cuentan historias de su infancia, y los hijos conocemos más de ellos a través de esas anécdotas, por eso estamos felices de no habernos olvidado de esta localidad, que por más pequeña que parezcan tiene mucho para dar, desde la calidez de su gente, el cuidado por sus espacios, el orgullo por sus raíces, y lo más importante, que siempre están ansiando volver a vernos”, aseguran las hermanas.

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