“¿Por qué a mí?”, preguntaba la marbellense Sarah Almagro Vallejo (23) luego de saber que como consecuencia de la meningitis meningocócica que condujo a una septicemia que provocó que sus órganos comenzaran a fallar, debían amputarle las manos y los pies. Tenía 18 años, los planes de cualquier adolescente de su edad y, de golpe, la vida le cambió por completo.
Estuvo en coma inducido durante diez días y sus padres debieron escuchar de boca de los médicos que tenían que despedirse de ella para siempre.
Cinco años después, desde Málaga, España, le cuenta a Infobae que estudia Derecho y que en unos días viajará al norte del país para una competencia de surf adaptado y que sueña con convertirse en atleta paralímpica. Actualmente es campeona de surf adaptado España 2021 y 2022, subcampeona del mundo 2021 y su meta es “participar en los Juegos Paralímpicos del 2028″, asegura.
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<b>La meningitis</b>
Los primeros síntomas que tuvo Sarah fueron dolor de cabeza, fiebre y vómitos. Concurrió a un centro de salud, donde le diagnosticaron una gastroenteritis y le mandaron un medicamento para calmar los vómitos. “Esa noche la pasé mucho mejor, pero a la mañana siguiente me encontraba peor, con un dolor tremendo de cabeza, de barriga y con 41º de fiebre. Mi madre me llevó urgente al Hospital de Marbella y por suerte lo hizo porque de haber demorado unas horas más yo ya no estaría aquí”, cuenta sobre la gravedad de su estado.
Luego llegó el diagnóstico y con él la drástica decisión y única posibilidad de salvar su vida. En la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital le dijeron que tenía en el cuerpo un meningococo que había derivado en una septicemia y en un colapso multiorgánico. “Los médicos le dijeron a mis padres que esa noche no se alejaran de mí porque era muy probable que debieran despedirse”, recuerda.
A las pocas semanas, el equipo médico descubrió que no había riego sanguíneo en sus extremidades casi por completo, pero sus padres se negaron hasta realizar más estudios. “Mis padres me contaron que los médicos decidieron, entonces, amputarme las manos y los pies”, recuerda, estoica sobre el momento en que su vida comenzaba a cambiar para siempre.
Después de cinco meses, salió del hospital en silla de ruedas, con 20 kilos menos y con una máquina de diálisis a cuestas. El riñón se lo donó Ismael, su padre. Él y Silvia, la madre, fueron la columna indispensable para que Sarah atravesara el dolor de esos días. Lo siguen siendo.
El proceso de iniciar esa nueva vida no fue más que difícil. Buscó respuestas, dejaba preguntas en el aire que nadie sabía qué ni cómo responderlas. Por eso, tomó fuerzas de donde ni ella sabía que las tenía y se hizo cargo de la vida que le estaba tocando vivir.
La recomendación era que comenzara a usar prótesis y que rehabilitara para lograrlo. Pero debió acudir a una campaña solidaria para poder financiar su prótesis porque costaban miles de euros y con fecha de caducidad de unos pocos años.
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<b>Rendirse no es una opción</b>
Sarah aprendió a vivir con las prótesis, se concentró de lleno en su rehabilitación. “Un fisioterapeuta me ayudó desde que salí del coma porque no era capaz de mover mi cuerpo, me pesaba muchísimo”, cuenta como fue la etapa previa a comenzar a nadar y posteriormente a practicar surf. Ese fue su cable a tierra, tanto así que hoy campeona de España de surf adaptado y en octubre de 2022 participó del programa Got Talent, donde contó su historia mientras hacía un avión de papel para demostrar que para ella, y para nadie, hay imposibles.
En su cuenta de Instagram (@sarah_almagro_vallejo)responde a muchas preguntas a su audiencia, entre ellas, cómo nació la pasión por ese deporte. “Con 4-5 años mi madre me inicia al boogie/bodysurf y nunca me dejó coger olas en la orilla, siempre tenía que entrar mar adentro. Con 13, paseando por la playa vi a unos chavales aprendiendo a surfear y obviamente le dije a mi madre que yo quería probarlo, mi hermano se sumó a la petición y juntos nos compramos nuestra primera tabla, un corchito. En ningún momento tomamos clases porque surfeabamos en una playa abierta y no había ningún surfista. Cuando cambiamos a la playa donde ahora surfeo, los propios surfistas te daban consejos y también fui bastante autodidacta. Y ahora pues ya sabéis, se me ha ido un poco de las manos”, remata.
“Al final, el cuerpo es solo un atributo. Unos son altos, bajos... yo no tengo manos ni pies, pero lo importante es tener buen corazón”, dijo ante la mirada emocionada del jurado y remató: “Tener una discapacidad no significada que tu vida haya acabado”.
Además, se puso al frente de una campaña para que en España se incluya la vacuna contra la meningitis en el calendario de vacunación. “Para mí llega tarde, pero si podemos evitar que una familia viva lo que nosotros hemos vivido, hacemos lo que sea. Yo no estaba vacunada porque en su momento no estaba incluida en el calendario y tampoco sabíamos que existía una vacuna contra esta enfermedad”, asegura.
Actualmente, Sarah, que también ama escuchar música, está atrapada por la serie Los 100, y cada tanto ve alguna película. También dedica tiempo de su día a su cuenta de TikTok. “No tenía redes sociales porque me parecían superficiales, pero cuando inicié la campaña para las prótesis necesité, que cuando las necesité no estaban en el catálogo ortropótesico, mostrar quién era y comencé a mostrar los progresos con mis muñones, como abrocharme un sujetador, abrir una botella de agua, abrocharme un botón, por ejemplo. Al día de hoy sigo con ese estilo y la gente lo toma muy bien, y me dicen que los ayudo de manera indirecta”, asegura.
Emocionada, agradece a sus padres y a su hermano Alejandro, 3 años menor, por el apoyo y amor que le brindan. “Mi mamá siempre está conmigo; mi papá decidió vivir sin un riñón para salvarme y mi hermano está siempre conmigo. Nos llevamos como todos los hermanos, pero nos defendemos mucho también. Somos una gran familia”, finaliza.
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