La pareja de Lanús que se mudó a un pueblo de 500 habitantes para tomar las riendas de un almacén de campo

Hace más de tres años Pamela y Diego se instalaron de manera definitiva en Ignacio Correas, localidad del partido bonaerense de La Plata. Son padres de tres hijos, y reorganizaron toda su vida para hacerse cargo de un emprendimiento familiar que funciona desde 1947

A media hora en auto de la ciudad de La Plata, se encuentra la localidad Ignacio Correas (Foto: Facebook Almacén Montes de Oca)

A 25 kilómetros de la ciudad de La Plata, se encuentra la localidad bonaerense Ignacio Correas, y desde 1947 allí funciona el almacén de campo Montes de Oca. Siempre atendido por la misma familia, con cuatro generaciones que mantuvieron en pie el legado. Actualmente Pamela Frank, bisnieta del fundador, y su marido, Diego Cavalieri, llevan las riendas del lugar de encuentro, valorado tanto por los habitantes -se estima son alrededor de 500-, como por los viajeros que están de paso. La pareja vivía en Lanús con sus tres hijos, pero en noviembre de 2019 decidieron hacer un cambio de vida y se mudaron al campo. “Disfrutamos de charlar con la gente, que pasen un lindo momento, que siempre haya algo rico para comer, y sabemos nuestro mostrador, guardián de cientos de historias, también carga con toda la impronta familiar”, expresan en diálogo con Infobae.

Pamela, de 42, y Diego, de 53, están juntos hace 15 años. Irradian amabilidad por su vocación de servicio, una característica que tienen en común y que resultó clave en el proyecto. Se conocieron en el recital de una banda de rock, y el noviazgo se fue afianzando hasta convertirse en una familia de cinco. “Hoy nuestro hijo mayor tiene 20 años, ya vive solo, y tenemos dos hijas más chicas, de 13 y 10”, cuentan. El matrimonio se dedicó durante casi dos décadas al rubro de estampería textil en Valentín Alsina, partido de Lanús de la Provincia de Buenos Aires, pero en los últimos tiempos había bajado la demanda y la cantidad de trabajo, por lo que estaban buscando alguna alternativa.

La pareja que se mudó desde Lanús hasta Ignacio Correas, la localidad donde el biasbuelo de Pamela decidió empezar su camino como emprendedor

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“Mi tía, que se estaba ocupando desde hacía muchos años del almacén, nos dijo que se iba a jubilar y necesitaba que alguien tomara la gestión”, explica Pamela, y cuenta que antes de su llegada el negocio se llamó “El Beto”, porque era el apodo de su abuelo, y luego “La Madrugada”, elección de sus bisabuelos. Durante su infancia iba seguido a Ignacio Correas, pasaba vacaciones ahí, y disfrutaba de la tranquilidad y la sensación de recibimiento de todos los vecinos que la vieron crecer. El valor emocional pesó en la balanza, y lo charlaron con Diego para analizar la posibilidad.

Para ese entonces, su madre, Mimi Montes de Oca, ya vivía en la localidad, y primero pensaron que ella sería la que se haría cargo durante la semana y ellos irían a ayudar los sábados y domingos, pero poco después se desató la pandemia de coronavirus. “Al principio íbamos y veníamos desde nuestra casa en Lanús, pero a los poquitos meses empezó el confinamiento, y ya no había mucho que pensar, decidimos instalarnos de manera definitiva”, comenta. Su hermano Roberto también los ayuda los fines de semana, que es cuando más concurrencia de gente hay, debido a la ubicación con acceso pavimentado en la cercanía a una ruta principal.

Picadas y amistad

El histórico edificio donde también funcionó una pulpería está sobre la Calle 30, frente a la estación ferroviaria que lleva el nombre de la localidad. Se puede acceder por la Ruta Provincial 36 a la altura de Oliden, o ingresar desde La Plata por la Avenida 7. “La última parte del camino cuando se viene desde Capital Federal es muy pintoresco, porque es pleno campo, y está muy bueno para pasar una tarde y desconectarse del estrés”, asegura, y confiesa que fue uno de los motivos por los que eligieron cambiar de vida como familia, porque encontraron una tranquilidad que los renueva.

"Al llegar está el predio de la estación, a la izquierda está el Centro de Fomento y casas de vecinas, y a la derecha nuestro almacén, otros dos comercios, y más adelante está la capilla de Santa Marta, el jardín de infantes y la escuela primaria", detalla Pamela
Los carteles que conservan como identidad cultural del almacén que fue de ramos generales, pulpería y boliche (Foto: Instagram @almacenmdo)

Nos visitan muchos ciclistas, porque tenemos 10 kilómetros de nada para un lado y otros 10 kilómetros de nada para el otro, entonces es una buena parada para un descanso, pasar al baño, disfrutar del aire libre, de los paisajes, y sentarse a comer una picada casera, o uno de los clásicos más pedidos, el sánguche de jamón crudo y quesos regionales con manteca”, detalla. Cuenta que el pan lo traen de la localidad vecina de Bartolomé Bavio, porque en el pueblo no hay panadería. Todas las minutas que hacen son caseras, como sus tradicionales empanadas fritas de carne al disco, y los domingos ofrecen parrilla al pan.

La idea de darle visibilidad a los productores locales también forma parte de la impronta del negocio, por lo que incluyen una cerveza artesanal hecha por emprendedores del lugar. Para la hora de la tarde los pastelitos con café con leche son otra combinación infaltable. Gracias a su esencia de anfitriones y a los productos regionales, fueron ganando fama en el cicloturismo, y llegan en bicicleta muchos turistas. “Se toman el tren hasta la estación de La Plata y hacen el recorrido en bici hasta Ignacio Correas, tienen un lindo camino tanto de ida como de vuelta, con una paz hermosa, y después para volverse regresan a la estación de La Plata”, describe sobre el público que los elige año tras año.

Los payadores Facundo Pistone, Emanuel Gabotto y a su lado, Pamela y Diego Cavalieri, en uno de los encuentros musicales que organizaron en el almacén

Cuando era chica sus abuelos le mostraron la libreta con cuentas mensuales, donde figuraban escritos a mano los registros. A veces algunos clientes venían cada 15 días para llevarse provisiones a granel, porque estaban campo adentro y les resultaba imposible acercarse cada vez que necesitaban algo. “Pagaban una vez por mes, o directamente venía el patrón a liquidar la cuenta, y durante mucho tiempo funcionó como almacén de ramos generales y boliche; en este mostrador la gente venía a tomar algo, a jugar a las cartas, al truco, a sociabilizar, a jugar al sapo”, enumera sobre las tradiciones emblemáticas de la población. En honor a esas raíces, cuando se hicieron cargo buscaron mantener las características originales de la fachada y el espíritu con el que surgió.

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“Es un espacio bastante antiguo que hace más de 100 años se mantiene, antes de nuestra familia, que está hace ocho décadas, ya estaba, y en la zona lo conocen, se convirtió en una referencia”, dice Pamela entre el orgullo y el agradecimiento. “Es muy lindo ver que sigue siendo un lugar de encuentro, tanto de los que viven acá como de las personas que repiten la visita y se generan amistades”, indica. Muchas veces le preguntan qué había antes, cómo era la localidad, y entre empanadas y gaseosa surge un fugaz paseo por la historia del pueblo que se fundó el 15 de mayo de 1887.

El almacén está considerado un "punto amigable" para cicloviajeros (Foto: Instagram @javierpintos.ph)

Cuando el tren pasaba había mucho movimiento, solían llamarlo “el lechero”, porque viajaban los tamberos rumbo a La Plata. Cuando dejó de funcionar a fines de los ‘70, empezó el éxodo. “Hoy la estación está en muy buenas condiciones, pero no está abierta al público, se puede ver solo la fachada porque vive una familia, hijos de ferroviarios que tienen habilitación para ocupar ese espacio”, revela. Al igual que ocurrió en otras localidades a lo largo del país, siente que “es una pena” que ese medio de transporte ya no exista como posibilidad para tener una conexión con la ciudad más cercana, un obstáculo que transita en primera persona porque su hija mayor tiene 45 minutos de viaje de lunes a viernes para ir a la secundaria.

“La menor va a la escuela primaria de Ignacio Correas, que tiene una matrícula actual de 140 niños, una cifra importante porque vienen de toda la zona, pero la mayor tiene que ir hasta La Plata porque en el pueblo no hay secundaria. Nosotros tenemos vehículo, y un horario de trabajo que más o menos podemos manejar, pero no todo el mundo tiene esas condiciones, y los chicos que estudian tienen o que viajar solos o los tienen que acompañar alguien para que pueda seguir su educación”, señala. Y agrega: “Estamos ahí en la lucha para que se lleve adelante el proyecto de una secundaria en la localidad, que está aprobado pero no se inició todavía”.

El cartel de la exestación de tren, que está enfrente del almacén Montes de Oca (Foto: Instagram @javierpintos.ph)

Trabajar en familia

Pamela escuchó muchos dichos acerca de combinar familia y trabajo, y también sobre mezclar amor con proyectos laborales, pero asegura que con una buena comunicación todo se puede resolver. “No por ser familiares somos todos iguales y vamos para el mismo lado, a veces uno tiene una idea, otro piensa otra cosa, pero lo importante es conversar y tener en claro que el aporte de cada uno siempre vale, valorarnos entre nosotros, y creo que es una de las razones por las que nunca cerramos desde 1947″, sentencia.

“Cuando nos mudamos mi abuelita vivía, y falleció unos meses después. Fue todo muy movilizante y fue maravilloso ver el resurgir del lugar, con mucho trabajo a pulmón, todo en familia, con nuestras manos cambiando la pintura, lijando las puertas, arreglando las cosas, todo con mucho esfuerzo, pero se llevó adelante y hoy rinde frutos”, expresa. Para todos supuso un cambio el recomenzar en la localidad que tiene alrededor de 500 habitantes. “Es una estimación que hacemos, porque no está la cifra oficial del último Censo, y el último del 2010 era un número mucho menor, y el lugar fue creciendo, se hicieron loteos, hay construcciones y muchas casas que eran de fin de semana ahora son el hogar de familias que eligieron vivir acá, por la cercanía a La Plata”, aclara.

"Atendido por la misma familia desde 1947", el lema del almacén de campo que todos conocen en Ignacio Correas (Foto: Instagram @almacenmdo)

Diego es porteño, por lo que para él fue un cambio aún más drástico, pero asegura que está contento con la decisión. “Por supuesto que hay muchas cosas de la rutina diaria que cambian, hay que planificar con tiempo una salida, una visita a nuestros amigos, porque son muchas distancias viviendo en el campo, pero se van sobrellevando porque apostamos a una mejor calidad de vida, y sentimos la diferencia”, remarcan. En este sentido, fue clave el apoyo de su círculo social, que comprendió y se adaptó a la reorganización de sus actividades.

“Los fines de semana siempre viene algún amigo a darnos una mano, y también mi hermano Roberto, que nos ayuda con la logística”, comenta. A diferencia de la gran mayoría de almacenes, el horario es de corrido y no hacen siesta. Desde las 10 de la mañana hasta las 8 de la noche, está abierto todos los días -salvo los miércoles que es su único franco-, inclusive los fines de semana y los feriados.

En el frente hay una figura de un gaucho con la que los visitantes suelen sacarse divertidas fotos

“La gente viene a todas horas, y siempre queremos esperarlos con algo rico para que puedan pasar el mediodía, los recibimos con alegría porque nuestra intención es que puedan venir sentirse bien atendidos, que tengan ganas de volver, que vengan a pasar un momento grato con amigos, con familia, con la pareja, o con su perrito, con quien hayan elegido venir, y que se vuelvan contentos a sus casas después de haberse dispersado mirando el pasto y las acacias hermosas que hay en el parque”, proyecta.

Muy cerca del almacén Montes de Oca se encuentra el Arroyo El Pescado, donde se hacen actividades de kayak, pesca, y prácticas de nado en aguas abiertas. “Es uno de los pocos sin contaminar, hay senderos para caminar y disfrutar del aire libre”, cuenta Pamela. “Los clientes en general vuelven, y solemos recomendarles otros lugares que conocemos, porque capaz no vienen por un tiempo, pero nos cuentan que van a estar cerca de otro pueblo, y nosotros les decimos a dónde pueden ir, qué conocer, y se genera una linda red”, celebra. También son quienes ofrecen los folletos que les van dejando distintos emprendedores, y cuando saben de alguna fiesta o evento local, lo difunden, como una forma de atesorar la entrega de las cuatro generaciones que hicieron lo imposible para mantener en pie el negocio.

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