Viéndolo a la distancia, desde hoy, podemos darnos cuenta que estaba todo preparado para que sucediera.
Pero viviéndolo en tiempo y espacio, no podemos ocultar nuestra cara de sorpresa.
Todo lo sucedido en pre-democracia, en esos años que van desde el ocaso de los dictadores a los gloriosos 80′s, no nos dejaba margen para el análisis. Eran tiempos en los que el contexto estaba borroso.
Algo se estaba gestando.
Sobre todo en el último año, ya perdida la guerra en Malvinas, los dictadores preparaban su huida. Pero todavía no llegaba Alfonsin. Fueron meses bastante dispersos, íbamos y veníamos yendo de la cama al living. Del miedo a ciertos esbozos de libertad, de la oscuridad a la luz.
Los más jóvenes empezábamos a tomar posesión de todo lo que podíamos, viviendo el precedente democrático juntando los despojos.
Desde la música, tímidamente comenzaban a aparecer en público discos y obras que estaban vedadas, abrían lugares que sin alarde comenzaban a llenarse de rockers mirando con codicia el futuro. Ávidos de diversión genuina.
Por eso hoy suena casi obvio que unas semanas antes de la asunción del presidente Alfonsin, en la víspera de nuestra nueva vida, apareciera el segundo disco de Los Abuelos de la Nada, consagratorio, la biblia de lo que nos estaba aconteciendo, por dentro y por afuera de nosotros.
Creo que es el disco más cercano al día de la coronación de la democracia que hay.
Los Abuelos de la Nada ya tenían escrita gran parte de su historia. Miguel Abuelo ya era un veterano rocker para los más chicos.
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Los Abuelos de la Nada nacieron en 1966, casi casualmente, desde una mentira de Miguel Peralta cuando Ben Molar, histórico productor de grandes éxitos musicales, discos, shows y artistas de todos los colores que nacieron de su mano, lo conoce y le pregunta si tiene una banda y Miguel le miente que si. En ese momento junto al amigo del rock Pipo Lernoud, el de “Mi querido amigo Pipo” de Moris, recuerda un pasaje del Banquete de Severo Arcángelo de Leopoldo Marechal, “... padre de los piojos, abuelo de la nada.” Y bautiza su nuevo, e inexistente hasta un par de minutos antes, proyecto musical.
Saliendo de la oficina de Molar corren hasta Plaza Francia, nuestro Picadilly Circus de la época, y empiezan a reclutar integrantes. En esa formación inicial debutan nada menos que Pappo y Pomo Lorenzo. Graban un par de discos, participan de varios festivales, Pinap, Festival Mandioca y Beat Baires en el teatro Coliseo y cuando comenzaban a ser conocidos, Miguel se pelea con Pappo por la orientación que estaba tomando el grupo yéndose lejos, a Francia más exactamente. Curioso divorcio en el que Pappo se quedó con el grupo y Miguel con el apellido.
Diez años después Miguel Abuelo vuelve a este pintoresco zócalo del mundo con la intención de retomar su carrera. Ciertamente había grabado un disco en Francia como Miguel Abuelo & The Nada, muy heavy metal antes que se inventara el heavy metal. Un fracaso comercial que se editó en este siglo por aca, y resultó ser bastante bueno. Quizás 1970 no era momento para semejante velocidad rítmica.
Pasada una década decide volver.
Ya había conocido en Ibiza un par de años antes a un joven nacional, Cachorro López, que estaba trabajando con los ingleses jamaiquinos Jah Warriors. No eran muy buenos, pero Cachorro si.
Miguel convence a Cachorro de volver al país en 1981. Otra vez a reclutar aparceros, ya no en Plaza Francia, ahora se estaba armando la gran cosa con el rock, de manera que comenzaban a proliferar músicos dando vueltas por los estudios de grabación y por los recitales. Cachorro conocía a varios. El primero en ser convocado es Daniel Melingo que había tocado el saxo con Milton Nascimento y estaba en plan de armar Los Twist con Pipo Cipolatti. Cachorro ya lo conocía y el enlace afectivo con Abuelo fue inmediato y eterno.
El ya experimentado guitarrista Gustavo Bazterrica llegó ahí nomás. Venía de La Máquina de Hacer Pájaros con Charly Garcia y Carlos Cutaia, además había grabado más recientemente con Spinetta en USA “Only Love Can Sustain” disco producido por Guillermo Vilas, entre otros.
Desde atrás, tímidamente asoma un tecladista brillante de 17 años llamado Andrés Calamaro. En realidad Miguel y Cachorro andaban atrás de Alejandro Lerner, que ya estaba en plan solista, así que cuando declinó la oferta, él mismo recomendó a su amigo Andrés. Ya había tocado en Raíces con el genial bajista uruguayo Beto Satragni, quien cuentan que dijo cuando conoció a Calamaro: " ... acá está el nuevo Chick Corea.” También estaba en La Elmer Band con Rafael Bini y Pipo, no más que eso. Alcanzaba para darse cuenta que ese pibito era distinto. El mismo Andrés me contaría después que para él era rarísimo trabajar con un legendario como Miguel y el brillante Cachorro, y sin entender el todo de pronto se encontró cantando y componiendo.
Vale aclarar que los cuatro hasta acá Abuelados son además de excelentes intérpretes, valiosos compositores y productores.
Parten en busca de un baterista, hasta que Miguel Zavaleta les manda a Polo Corbella, interminable compañero de aventuras con quien había creado Bubu, una de las pocas verdaderas bandas de rock sinfónico nacidas en Buenos Aires. Polo también enseguida empatiza con los demás y ya todo está en marcha.
Graban su primer disco, llamado como la banda, con producción de Charly Garcia que se enamoró de ellos después de un histórico show en un pub que se llamaba Anchor Inn. Yo no estuve ahí, pero quienes lo vieron me dijeron que jamás habían visto algo igual, Daniel Grinbank por ejemplo que ahí nomás y por sugerencia de Charly los contrató. Ese disco estuvo bueno, pero nada comparado a lo que llegaría después.
Estoy hablando de ”Vasos y besos”, la gran obra de los Abuelos que está cumpliendo en noviembre 40 años.
La relación con Charly García terminó de la peor manera. Abuelo y Charly eran dos egos demasiado grandes para convivir en un mismo plano. El final fue en una presentación de Los Abuelos de la Nada en Mar del Plata. Dicen que Miguel discutía todos los aportes de Charly, que una tarde recorriendo la ciudad se dedicó a despegar y arruinar todos los carteles que anunciaban un show de la banda. Hasta que una noche en Sobremonte, que era donde iban a tocar, Abuelo termina colocando a Charly en su lugar previo a una trompada en la nariz, otros dicen que fue un cachetazo mortal, que termina con Charly en en piso, Grinbank corriendo a separar a los contendientes con ayuda de unos amigos, los parroquianos que en medio del kilombo cunden en el pánico y todos afuera antes que llegue la autoridad. Eso sumado a que Miguel Abuelo siempre acusó a Charly de robarle sus músicos, sobre todo después que Charly no dudó en llamarlos para hacer “Piano Bar” sumándolos a su grupo a Andrés Calamaro, Gustavo Bazterrica y Cachorro Lopez nada menos, determinó la ruptura casi para siempre entre los dos.
Así que para grabar “Vasos y Besos” decidieron encargarse de la producción los Abuelos mismos. También se encargarían, ellos, todos, de componer y tocar el nuevo material.
La lista de canciones bien podría ser la de un grandes éxitos.
Abuelo era un pibe difícil en el trato, pero su generosidad artística no tiene parangón. En este grupo todos hacen lo que quieren sin límites ni preferencias. Su lugar en el escenario era cedido sin miramientos para que todos se luzcan. Eso permitía un crecimiento profesional invalorable para cada uno de los integrantes.
Hablando del disco.
Comienza con la batucada electrónica “No se desesperen”, bailable y divertida, del vasco Bazterrica. Un prodigio rítmico que ya coloca al disco en un lugar distinto. Con la voz y la guitarra de mano derecha increíble del Vasco rápidamente se convierte en un éxito de difusión radial.
Entonces ya arrancada la escucha, uno se encontraba con un tema que Andrés había compuesto para la Elmer´s Band con su pana Gringui Herrera, que tiempo después terminaría reemplazando a Bazterrica y quien ya había aportado “Tristeza de la Ciudad” a la banda. “Así es el Calor” es un tema que todavía suena en los noticieros cuando el calor arrecia en verano. Inalterable canción que cada día suena mas bella, con cambios de rítmicos y corales que asombran. También muy bailada en Paladium y contemporáneos.
Lo que sigue es una balada pop compuesta por Cachorro López, con la poesía elevada y entendible de Abuelo, que la canta como debe cantarse una balada, dando cátedra. “Yo soy tu Bandera” se distingue por el delicioso saxo de Melingo haciendo un sustain que aca, la verdad, no se escuchaba mucho. Y los coros de Cacho, Andrés y Bazterrica muy new wave cierran la ecuación para lograr una canción casi perfecta.
“Sintonía Americana” también tiene el mismo tándem compositivo y suena más cercana a un estilo de base disco y líricas voladas que a una canción básica de rock argentino. Arreglos novedosos y precisos, seguramente de Cachorro, la ponen a la altura de una referencia importante para todo lo que vendría más luego.
”Por el ojo del mal espía el bien...” comienza “Espía de Dios” con música del Vasco y letra de Abuelo, una alegoría al sonido de la temporada. Optimista y relajada.
Llega entonces, para cerrar el lado 1 del vinilo, “Cucarachón de Tribunal” pura cepa bazterricana, se decía que era para Joe Stefanuolo -nunca comprobado obvio-. Cantada en falsete por Abuelo y Gustavo a lo Bee Gees, también se bailaba en las discotecas. Con un solo de sintetizador de Calamaro que la acercaba a alguna veta de La Máquina de Hacer Pajaros, nada sorprendente teniendo en cuenta al autor.
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El otro lado arranca con “Vamos al Ruedo”, a lo Joe Jackson muy escuchado en esos días, y bastante difícil de abordar, para hacer esta canción hay que saber mucho realmente, y la dupla compositiva de Calamaro con Cachorro saben mucho desde siempre. Unas manos mágicas para el hit en una interpretación memorable de todo el grupo.
Entonces llega “Mil Horas”, de Andrés con inspiración del Cuino Scornik, otro amigo del rock. Impresionante, estribillo imbatible y un arreglo musical extraordinario. Es una de las canciones más versionadas y desde los más extravagantes estilos de todo el rock argentino. La interpretación de Andrés es historia pura, y el riff pega más que un ladrillazo en la nuca. Eterna.
Vuelven a unirse Abuelo y Cachorro en “Hermana Teresa”, una historia como “Peperina” de Serú Girán pero interpretada magistralmente por Miguel que despliega en toda la canción gracia y estilo inigualables. Con unos arreglos soprendentes en las voces corales.
“Chalaman” fue el otro gran éxito desmesurado de la placa. Cantada y compuesta por Daniel Melingo, es un reggae genial. Líricamente hermosa, arreglada con refinamiento, se convirtió en uno de los platos fuertes en cada show de Los Abuelos. Copiada hasta lo indecible pero jamás igualada. En la radio sonaba convirtiendo cualquier programa mediocre en algo saludable por unos minutos aunque sea. Colocando a Melingo ya en plan de monumento a los grandes de la música popular argentina.
Cierra el disco una antigua canción de Miguel, “Mundos Inmundos” que es un tour de forcé para todos, especialmente para Abuelo, siempre pensé que solo él podría interpretar este tema. Imposible imaginarlo en otras manos, si sumamos el soberbio solo de guitarra de Bazterrica tenemos un digno final para semejante obra.
“Vasos y Besos” es una de las joyas de nuestra música popular. una placa que acrecienta su valor con los años. Fue el inicio de las brillantes carreras de Daniel Melingo, Cachorro López y Andres Calamaro.
También “Vasos y Besos” fue un poco el canto del cisne para una banda que después de presentar el disco en el estadio de Vélez “Descorchando el ´84″ en diciembre de 1983, y más luego en el festival de La Falda, llenan tres Luna Park en Buenos Aires encarando desde allí una gira por todo el país. Viajan a Ibiza a grabar “Himno de mi Corazón” y ya.
Andrés hace “Hotel Calamaro” su brillante debut solista, Melingo se va para dedicarse al proyecto Los Twist de lleno. Bazterrica se complica con sus problemas judiciales siendo reemplazado por Gringui. Cachorro comienza su carrera de productor de bandas internacionales.
De los originales solo quedaban Polo y Miguel que no dejan los Abuelos, incorporando a Kubero Diaz, a Juan del Barrio que no fue tecladista al comienzo porque estaba en Spinetta Jade, y al Chocolate Fogo, sobrino de Miguel también hasta el final.
Miguel murió en marzo de 1988, dejándonos huérfanos de mucha poesía.
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