Juliana Quiroga y Gastón Jiménez se dedican a tiempo completo a cuidar gatos, los huéspedes que pasan en su hotel/casa desde una noche hasta un mes, o el tiempo que el tutor del felino requiera. Allí, además de convivir con otros de su especie, tienen un amplio espacio para jugar, tomar sol, esconderse o dormir, o cualquier actividad que deseen hacer.
Los más inquietos pueden trepar a los cubos empotrados en las paredes o jugar en los rascadores. Toda la casa está adaptada para que los “gathijos” ajenos disfruten y se diviertan mientras están lejos de sus hogares. Mientras eso sucede, la pareja, que tiene la vivienda en el barrio porteño de Flores, se dedica a cuidarlos y mimarlos.
Fue durante un viaje por Europa que la pareja conoció la modalidad del cuidado de casas y gatos. “Conocimos aplicaciones para hospedarnos en casas de personas que se iban de viaje y que necesitaban que alguien les cuide el hogar y a sus ‘gathijos’, término que se usa para demostrar el amor que sus tutores, no decimos ‘dueños’, les tienen a sus mishis, que son un integrante más de la familia. Esta modalidad hizo que nosotros pudiéramos viajar y que los tutores de los gatos fueran donde debían irse y quedarse tranquilos sabiendo que quedaban en buenas manos, lo que es impagable ”, dice Julieta.
Al volver a Buenos Aires, la pareja buscó la manera de consolidar la idea y hoy viven en un espacio donde, a veces, están rodeados de gatos que no dejan espacio sin husmear en la casa.
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Hotel felino
Hace cuatro años, el departamento que ellos mismo habitan se convirtió en @mishi.cuidadores el espacio en común de los peludos huéspedes, que sólo tienen cerradas las puertas del sanitario y del lavadero, para evitar accidentes.
“Quienes amamos a los gatos, sabemos lo que se sufre al momento de irnos de vacaciones y tener que dejarlos en casa, uno nunca está tranquilo aunque un amigo o familiar lo visite y ocupe de él. bien. Por eso, decidimos dedicarnos a cuidarlos. Además de amarlos, nos encanta jugar con ellos, darles el mismo amor que tienen en casa y saber que sus familiares están tranquilos al dejarlos con nosotros”, asegura.
La casa está cerrada y adaptada para ellos. Hay camitas, espacios de juegos y para trepar, pero el balcón con el sol de la tarde es muchas veces el espacio que buscan para hacer lo mejor que hace un gato: dormir. “Al principio hacíamos tanto la modalidad de cuidado a domicilio y como la de cuidarlos en nuestro hogar porque la idea era que ellos puedan compartir su cotidianidad porque son animales de hábitos; entonces queríamos mantenerles una rutina estable con los horarios de comida, cosa que en otras guarderías, con más cupo, no pasa. En nuestro caso el cupo es limitado porque el cuidado es personalizado”, detalla.
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“Ahora hay dos y en los próximos días vendrá otro. Es hermoso ver cómo interactúan entre ellos, cómo juegan, sobre todo, los que están solitos en sus casas”, describe la mujer. También explica cómo es la adaptación de cada uno al llegar al hotel: “Es un momento decisivo cuando llegan porque vamos a estar abocados a ellos, a sus primeras impresiones para acompañarlos y atenderlos en todo momento, sobre todo en el caso de los que son más tímidos. Siempre se respetan sus tiempos y los espacios que eligen porque a veces buscan estar solos”, explica.
Considerando esas necesidades y la de los que quizás necesiten su comida especialmente indicada o alguna medicación, no albergan a más de cinco gatos.
Lo que toman en cuenta es que cada uno de los gatos esté estimulado de manera permanente. “Hay muchos, los más chicos, que tienen mucha energía, que deben tener rutinas de juego, para nosotros es algo esencial, no solamente porque los ayuda a mejorar su estado físico, muscular y energético sino también porque los ayuda a combatir el estrés y la ansiedad de estar en un nuevo espacio. Por eso, las sesiones de juegos son de 10 o 15 minutos. Pero ellos son animales crepusculares y tienen mayor actividad a la noche que a primera hora del día; ya desde puesta del sol”, explica.
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No tan solitarios
Juliana desmitifica la creencia de que todos los gatos son seres solitarios. Al igual que las personas, algunos no lo son. “En el imaginario colectivo está instalada mucho esta idea de que el gato es muy solitario, que no requiere de muchos cuidados, que con dejarle comida y a una persona que lo vea un ratito para darles agua y de comer es suficiente, pero la realidad es que requieren interacción, compañía y estimulación”, aclara.
Quienes llegan allí son gatos cuyos tutores se van de viaje, tienen una mudanza o están con la remodelación de su casa, así, de esa manera, evitan riesgos para ellos.
Pese al amor que les tienen, la pareja no tiene gatos. “Como siempre hay gatitos que van y vienen, tener uno en casa puede hacer que, si es territorial, se sienta invadido o que si estrecha lazos con los huéspedes, los extrañe”, explica. Eso mismo les pasa a ellos.
“Cuando se van se los extraña mucho. Si nosotros nos vamos de viaje, al volver y ver la casa sin gatos es muy raro, se siente vacía... La verdad, los extrañamos, pero como casi siempre regresan, seguimos sabiendo de ellos y ellos también se reencuentran. Muchas veces, nos convertimos en sus tíos y sus tutores nos mandan fotos para saber cono están”, dice.
Cada noche de estadía en el hotel tiene un valor de $3400 y pueden estar el tiempo que lo requieran. “Toda nuestra casa es para que ellos estén cómodos y la disfruten. Los espacios al aire libre tienen redes y están además protegidos y ellos pueden satisfacer sus necesidades naturales y seguir con sus comportamientos instintivos. Todo esto les permite mantenerse saludables desde todos los aspectos”, finaliza.
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