“No cierres los ojos que siempre hay un segundo para salvarte”, le había aconsejado su padre. “Y fue lo que yo hice, cerrar los ojos”, cuenta a Infobae la cordobesa Dahyana Trucco (35), sobre los dos segundos que le cambiaron la vida cuando una camioneta la embistió mientras viajaba en su moto. Era mayo de 2006, tenía tan solo 18 años y muchos planes a largo plazo. Ese domingo tenía que subir a un colectivo que la llevaría a la ciudad de Córdoba, donde pensaba quedarse a vivir porque había empezado a estudiar Ingeniería Química y dejar atrás su pequeño pueblo de 9000 habitantes, Villa Santa Rosa de Río Primero. Algo que nunca sucedió.
18 años después Dahayana Trucco cuenta cómo se reconstruyó desde un nuevo punto de partida, donde tuvo que empezar otra vez de cero. El incidente de tránsito, que pudo haber terminado con su vida, la dejó en silla de ruedas, “muy joven, a una edad en la que te creés que te llevás el mundo por delante”. Tuvo que volver a aprender a comer, a lavarse los dientes, y más cosas básicas que suelen darse por garantizadas.
Desde una cuenta de TikTok (@dahyanatrucco) narra sus vivencias, con la intención de visibilizar la discapacidad donde habla de todo, sin guardarse nada, con emociones a flor de piel y un discurso lleno de optimismo para toda su audiencia. “Es mostrar a la gente que sí estoy en silla de ruedas, pero no pasa nada: tengo novio, puedo salir a un montón de lugares, trabajo. Se trata de visibilizar la discapacidad. Se puede seguir viviendo después de haber pasado una situación tan trágica como ésta. Podés seguir adelante y seguir haciendo tu vida.”, afirma.
Así, como la de ella, que frente a la adversidad no se rindió y su vida es un ejemplo de superación: estudió, trabaja como docente y formó pareja en una aplicación de citas. Dayhana es maestra de inglés de Villa Santa Rosa de Río Primero, un pueblito que la vio crecer, aunque nació en Tránsito. Es la mayor de tres hermanos. En pocos días cumple seis años de amor con su novio Mariano, con quien vive junto a sus dos mascotas, el gato Zorrito y un perro recientemente adoptado, Ruder.
El día del accidente
“Ese día me iba a vivir a Córdoba, porque estaba haciendo la carrera de Ingeniería química. Tenía que tomar un colectivo a las 10.20 de la noche”, cuenta con detalle sobre ese día que fue una amiga a visitarla a la casa y se ofreció a llevarla hasta la de ella, a pesar de estaba justa con el tiempo y su madre le había dicho que se le podía a hacer tarde. Además, la moto no tenía nafta, y una vez que su amiga le prestó para cargar 2 pesos también le costó arrancarla. Pero lo consiguió y siguió adelante. No había tiempo, estaba sobre la hora, y ya cerca de la casa de su amiga y dio una vuelta a una plaza como si le sobrara el tiempo. “Doblé en una de las cuadras, y cuando quería seguir de largo, vi que la calle estaba asfaltándose, y decido doblar a la izquierda. Mientras iba llegando a la esquina, aminoro la velocidad. Veo que no venía nadie. Y cuando empiezo a cruzar la calle, que no tenía ochava, la casa estaba muy sobre la vereda, de repente veo que viene una camioneta. No la había visto. Lo primero que atiné a hacer fue cerrar los ojos. Siempre cuento esta historia que mi papá me decía que siempre había un minuto para salvarse, que nunca cerrara los ojos. Y fue lo primero que hice”, recuerda.
Dayhana sabe que en ese momento perdió la dimensión de lo que estaba ocurriendo. Escuchó la ambulancia. “Perdí un poco el conocimiento porque la médula espinal se estaba inflamando. Tuve una lesión de columna a nivel cervical, C5 y C6. Pero la vértebra cervical 5 y 7 se fractura y la 6 hace un estallido. Se parte, por eso me tienen que estabilizar la columna, y me sacan de la cadera un pedazo de hueso, lo tornean y lo hacen como una vértebra y me estabilizan con una barra de titanio la 5, la 6 y la 7″, detalla. Su amiga, acompañante en la moto, no sufrió mayores inconvenientes.
De la terapia intensiva fue a la sala común y más tarde fue trasladada a un centro de rehabilitación donde permaneció 6 meses. Su diagnóstico era fractura de columna, le dijeron que no iba a poder caminar y los terapistas, kinesiólogos y psicólogos la ayudarían en todo ese proceso.
—¿Cuánto tiempo te llevó convertirte en alguien más fuerte de lo que eras?
— Fue muy duro. Imaginate, con 18 años, enfrentar semejante situación. Yo estaba iniciándome en una carrera universitaria y todo lo que había planeado se derrumbó en dos segundos. Fue muy duro volver a planificar mi vida. Al comienzo estaba cuadripléjica, me tuvieron que enseñar a comer, a lavarme la cara, los dientes. No podía mover los brazos, estaban tan débiles. Después con la rehabilitación logré mejorar mucho en la movilidad de los brazos, pero no de las manos. Yo no muevo mis dedos, entonces todo lo que hago tengo que intentar hacerlo de otra manera, de hecho, algunas cosas, adaptadas. Fue muy duro porque tuve que empezar básicamente de cero. Con el correr del tiempo mi familia y mis amigos me ayudaron un montón. también los kinesiólogos, la gente que me rodeó hizo que yo pudiera salir adelante que sea hoy quién soy, cómo estoy. Recibí mucho apoyo y eso me ayudó a salir adelante. Ser fuerte me tomó mucho tiempo, muchos años. Creo que la experiencias que uno va viviendo te hacen más fuerte y darme cuenta de que quizás la discapacidad no es una limitación, sino una oportunidad para poder seguir superándome. Descubrí una fuerza interior que ni siquiera yo sabía que tenía”.
—¿Cuáles fueron tus grandes avances?
— A medida que fue pasando el tiempo empecé a salir, a estudiar, ir con amigos a los boliches. Pude reinsertarme socialmente. Una vez que estudié inglés creo que por ahí di el salto más grande. En 2012 comencé a dar clases de inglés en un colegio. Logré independizarme, incluso económicamente y sentir que valía más de lo que creía, que podía. Creo que lo cuento en TikTok respecto de una profesora que me dijo que yo no iba a poder ser profesora de inglés sin papel ni lapicera.
Dice que con el tiempo se fue endureciendo frente a determinados comportamientos o a las miradas cuando entra a un lugar. “Te vas haciendo más fuerte, te vas curtiendo. Hay cosas que a mí ya me resbalan. Si me están mirando pienso que me miran por el moño o la remera que llevo”, explica.
Hoy se siente muy orgullosa de sí misma, de poder salir, de haberse insertado laboralmente, socialmente. Y lo muestra en redes. “Antes la discapacidad estaba muy escondida. Los nenes quizás se criaban entre cuatro paredes. Hoy ya no. Ese es el propósito de mi cuenta de TikTok. Mostrar que sí, estoy en silla de ruedas, pero no pasa nada. Tengo novio, puedo salir a un montón de lugares, trabajo. Quiero visibilizar la discapacidad”.
Ella dice que los chicos son los más desprejuiciados. Lo dice por sus alumnos, de 4 a 15 años. Cuando les da clases recibe mucho cariño, porque nunca faltan besos y abrazos para la Miss. Y además, siente que no solo les está enseñando contenidos de inglés, también con ella se interiorizan sobre discapacidad. “Y es una manera de mostrarles que más allá de la adversidad, cualquier cosa mala que te pueda pasar, se puede seguir adelante. Que ante cualquier tormenta, sale el sol siempre”, asegura. Dahyana dio su testimonio en un documental, llamado Sobrevivientes que trata sobre cómo los planes de vida pueden cambiar en un segundo pero también sobre cómo el ser humano puede sobreponerse a la adversidad. Fue dirigido y producido por Elena Bursztein y Axel Rosito y estrenado este año.
Estudiar inglés fue su vía de escape durante la rehabilitación. Y se dio cuenta de que al no poder mover las manos, la carrera que había elegido inicialmente le ofrecería dificultades para el uso de tubos de ensayo en ciertas pruebas o experimentos. “Fui yo la que me puse el límite”
<b>El amor en Tinder</b>
Cuando no tenía novio, Dayhana pensó en descargar Tinder como lo hacen muchos. Para ella es como un boliche donde conocés gente. “Si bien conocía, siempre era de mi pueblo. Necesitaba tener otras opciones. Al principio mostraba solo mi cara, del pecho hacia arriba. Y claro, me pasó de que era difícil tener que decir que estaba en silla de ruedas, si se llegaba a dar la cita sentía que tenía que decirlo y le pasó que dos o tres personas le sacaron el corazón (el match) situación que la llevó a cerrarlo por un tiempo”, recuerda. Sin embargo, el malestar duró poco, porque volvió a abrir la cuenta, pero con cambios: decidió mostrar su silla, su cotidianidad para poner un primer filtro. Y así conoció a Mariano, su actual pareja. “El vivía en la ciudad de Córdoba, a 90 kilómetros de mi pueblo. Fue súper rápido todo porque creo que a la semana me pidió que nos conociéramos, pero él se iba a ir a vivir a Uruguay. Me dijo que había alquilado un departamento por dos meses y que su idea era quedarse. Yo en ese momento le dije que no se volviera porque sentía que era como atarlo. Justamente era una manera de protegerme en el caso de que él no volviese. Y bueno, volvió. La relación fue prosperando y hoy estamos juntos después de seis años”.
Cuando le preguntan por las citas y la discapacidad, la joven siempre recomienda mostrarse tal cual es y encontrarse en un lugar público por seguridad. “Dejarse llevar, confiar. Y sí, rompernos el corazón, nos van a romper el corazón. Hay que dejarse llevar y que sea lo que tenga que ser”, aconseja. Fue lo que ella decidió hacer. Los videos de TikTok en los que cuenta cómo conoció a su novio muestran cómo lo llevó de inmediato a su cotidianeidad. En su primera cita, que fue una merienda en su casa, acompañada por su familia, le contó que iba a llegar la persona que le lavaba el pelo y la acostaba. El nunca más se separó de ella. Era el match perfecto.
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