Dicen que a toda buena idea le llega su hora. Y la que tenía Miguel Farías, de 69 años, rondaba en su cabeza desde hacía largo tiempo. Cauteloso en la vida, siempre supo de la importancia de cuidar el planeta y que hacerlo es una responsabilidad individual.
Por eso —el hombre nacido y criado en Uspallata, una de las hermosas ciudades mendocinas, surcada por el río Mendoza, dos arroyos debajo de la imponente cordillera de los Andes— fabrica leña ecológica con los restos que quedan de la poda de los árboles.
“La hoja es una pila de energía, una biomasa, pero la mal llamamos ‘basura’”, asegura el jubilado que hace 11 años comenzó a investigar sobre las bondades de las hojas de los árboles y descubrió que los chinos usaban esos residuos para convertirlo en energía eléctrica. Lo que siguió a ese hallazgo fue indagar para saber cómo aglutinar esas hojas que comenzaba a juntar. “Con humedad o temperatura se las aglutina y pude transformar en leña, que tiene la misma energía que la madera, sobre todo si son hojas de álamo”.
Cuando la hizo analizar observó que tiene la misma cantidad de energía que la madera forestal. Así comenzó a producir. Hoy, en cantidad y sólo para dos bodegas. Por el momento no llega a responder a toda la demanda que se le presenta, sobre todo la de empresas internacionales.
“A hacer abono orgánico, teníamos gran cantidad de hojas y queríamos saber qué más hacer porque, además, las energías alternativas más importantes del mundo, y la menos conocidas, son todo lo que llamamos basura, los residuos de los árboles, las ramitas de poda, las gramíneas. Todo eso tiene energía”, explica.
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La idea
Hace 11 años, la vida de Miguel dio un giro impensado: era capataz en la municipalidad de Uspallata y luego que reclamara sobre las condiciones de su trabajo, a modo de “castigo” lo mandaron a hacer tareas de mantenimiento en una escuela para chicos con discapacidades.
Allí su vida cambió: pasó muchos años notando con asombro la cantidad de hojas secas que caían en las calles de la ciudad y que se quemaban. “No se les daba ningún tipo de uso y encima se hacía humo; o sea que se contaminaba con la quema. Y pensé que había que hacer algo con todo y, además, aprovecharlo”, cuenta. Así, junto a los niños y niñas de la Escuela Especial N° 2-040, en el Valle de Uspallata, llevó adelante una huerta orgánica en la que aprendieron a hacer y utilizaban compost de hojas como abono para las plantas.
Gracias al apoyo de los vecinos, mamás y papás de los alumnos, comenzaron a juntar grandes cantidades de hojas secas y entonces fue cuando se le prendió la lamparita: supo que allí había una utilidad, pero escurrió en su mente para saber de qué otra manera podría usarlas.
“Así, se me ocurrió buscar que más podía hacer para darles uso y volverlas útiles. Investigué qué sucede en el estómago y cómo defecan los animales que comen plantas. Supe que lo defecan en forma de grano, que se puede usar como combustible. De esa investigación, comencé a investigar cómo comprimen los residuos en otros países para convertirlos en materiales energéticos y supe que en China realizan procesos de reciclajes como yo quería hacerlo. Y nació esta idea”.
Eso motivó a los nenes a emprender y juntos crearon un innovador proyecto: leñas ecológicas a base de hojas secas de árboles. “Trabajar con ellos me enseñó a vivir”, admite sobre el inicio del proyecto que hoy emprende junto a su esposa, hija y un amigo.
“Hacemos leña ecoresidual, elaborada con restos de poda y hojas secas. El fin es cuidar el medio ambiente y evitar la deforestación, que afecta directamente al cambio climático”, resume sobre el objetivo de su emprendimiento Leña Eco-Residual Uspallata.
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La leña
Con todo en marcha, se presentó en el programa mendocino “Tu mejor idea” y ganó el premio mayor, lo que lo ayudó a comenzar a producir en cantidad. Con ese puntapié inició la actividad y hoy elabora leña para dos importantes bodegas, pero sueña con crecer y producir en cantidad para llegar a los hogares.
“Trabajo medio tiempo en un importante hotel y eso me da la posibilidad de sustentar este sueño. El resto del día lo paso produciendo leña”, aclara.
Por el momento, vende leña en cajas de 5 kilos por $500. “Sabemos que mucha gente prefiere cortar un árbol, un álamo, y hacer leña con eso; o pagar la mitad por las maderas sin pensar que ese árbol demoró, al menos ocho años en crecer. Mi idea es que todo vuelva a tener un uso y dejar de talar árboles de la manera en que se hace. Como practicamos la economía circular, las cajas que contienen la leña son recicladas de un local de la zona, que nos las dan para que ser reutilizadas”.
En lo que va del año, las cuatro personas que trabajan en esto produjeron 4 mil kilos de leña. “La máquina grande produce más o menos 20 kilos por hora en caliente y la otra otros 20 kilos por hora en húmedo. Eso lo ponemos al sol y se seca. Este tipo de producción es mucho más económica”, explica.
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