La Pachamama, cómo es el rito ancestral para honrar a la madre tierra que incluye caña con ruda

Hace miles de años las poblaciones indígenas del noroeste celebran a la Pachamama, un antiquísimo ritual que perdura hasta nuestros días. Con el ritual, se le pide otro año de buenas cosechas y prosperidad

Todos los 1° de agosto se le agradece a la Tierra por todo aquello que le provee al hombre

Todo debe prepararse en la jornada anterior, el 31 de julio. Es el día de la llamada, cuando hay que dedicarse a sahumar las casas, huertas y corrales para alejar a los malos espíritus. Es el comienzo de un rito ancestral que tiene como fin rendirle tributo, el 1 de agosto, a la Pachamama, la “Madre Tierra”, para las comunidades indígenas, la madre de todas las cosas.

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Si a la tierra el hombre la trata bien, la cultiva, la riega y cuida sus frutos como corresponde, la Pachamama puede aparecerse en la casa de ese paisano para agradecerle y bendecir sus cultivos con el agua de la lluvia.

La celebración a la Pachamama se realiza en diversos puntos del país, como es el caso de San Antonio de los Cobres, en la provincia de Salta

Las comunidades indígenas andinas y del noroeste están convencidas de que la Pachamama es una indígena de baja estatura, con cabeza y pies grandes, que viste sombrero y calza ojotas. Puede ser implacable cuando se maltrata al ganado o a las crías de la vicuña, a las que protege especialmente. Entonces, hace sentir su enojo bajo la forma del trueno y la tormenta.

La tradición oral, pasada de generación en generación, cuenta que habita en un macizo nevado, posiblemente por la salteña Cachi, refugiada en una isla en medio de un lago, donde un toro con astas doradas la custodia y que sus bramidos provocan nubes de tormenta.

La caña con ruda debe prepararse el 1 de julio y tomarla, en ayunas, el 1 de agosto

Es una celebración que se practica desde tiempos inmemoriales. Se originó entre la población hablante de las lenguas quechua y aymara. Sufrió transformaciones con el correr de los siglos. En lengua aymara pacha significa “tiempo”. Los pobladores quechua también le dieron su impronta, aunque las mayores transformaciones se produjeron durante la dominación colonial, producida luego de la conquista española de la región andina. El sometimiento y la explotación a través de las encomiendas, las mitas, las misiones y los obrajes generó profundos cambios en los indígenas.

En el mito de la creación de los hombres, se los ubica emergiendo desde el interior de la tierra, del inframundo o del “tiempo pasado”, donde germina la vida y se produce la muerte. En cambio, en el “mundo de arriba” se encuentran las fuerzas con poderes, mientras que en el mundo cotidiano, que es el “tiempo presente”, es en el que la vida cobra vigor y se reproduce. Es la diosa de la fertilidad y la cosecha.

Cuando los primeros conquistadores españoles llegaron a comienzos del siglo XVI, se encontraron con el culto a la Pachamama y no solo lo toleraron, sino que participaban de él, muy a pesar de los curas que intentaban imponer su religión de un dios único, desconocido para los indígenas.

Apacheta existente en las ruinas de los Quilmes. Los viajeros solían dejar piedras en honor a la Pachamama

Ellos ya veneraban a Viracocha, el dios creador, el señor supremo de todo el reino; a Inti, dios del sol y a Mamá Quilla, de la Luna, junto a la Pachamama, y a otros tantos.

Fueron esos conquistadores los primeros en dejar testimonio de las celebraciones hacia las divinidades incaicas, que duraban días. Uno de ellos estaba dedicado a la tierra, su posesión más valiosa. Al cuidarla se conservaba su bien más preciado, que era el alimento. Para algunos viajeros, la Pachamama era la Venus incásica.

De esta manera, en distintas áreas de la región andina, como los valles Calchaquíes, Quebrada de Humahuaca y la Puna, se celebra este culto, también Allpa Mamay o Ashpa Mamay, como se lo suele denominar en La Rioja o Santiago del Estero. Sin embargo como producto de la emigración, numerosos habitantes indígenas del noroeste se han instalado en pueblos y ciudades donde también celebran sus ceremonias religiosas.

El 1 de agosto por la mañana hay una intensa actividad, herrando caballos, marcando ganado y señalando ovejas con lanas de colores. Se deben lucir cordones de hilo blanco y negro de lana de llama, hilado hacia la izquierda. Estos cordones se atan en los tobillos, en las muñecas y en el cuello, para evitar el castigo de la Pachamama. Si alguien osa deshonrar a la madre tierra, es castigado.

Por la tarde, en un pozo no muy profundo, en un lugar determinado, se realiza la ofrenda a la Pachamama, a fin de hacer desaparecer los males de la tierra, y además para agradecer, pedir y bendecir los frutos que vendrán. Comida preparada para la ocasión, bebidas, cigarrillos encendidos que son tapados con una piedra, mientras se pronuncian rezos en quechua. Luego, se rompe un cántaro que contiene chicha y se tapa el pozo.

El grupo familiar y sus parientes y amigos que fueron invitados, participan en una comida ritual basada en el consumo de carne hervida (cabezas de llama u oveja), maíz, habas secas y mote, que es una forma de conservar el maíz, descascarado en agua y sal.

La noche se prolonga hasta el amanecer con cantos y bailes. Así se le daba la bienvenida a la temporada de las lluvias, que regarán los cultivos y traerán prosperidad.

Uno de de los rituales es tomar, en ayunas, caña con ruda, también conocida como carrulim. Se cree que cumplir con este ritual atrae salud y buena suerte, y aleja la envidia y los maleficios. Los pueblos originarios reconocen en la ruda propiedades medicinales contra parásitos y malestares gastrointestinales, la usan para calmar el ardor y la irritación de picaduras de insectos y alimañas.

Es un conjuro contra la envidia y la mala suerte. Indispensable: haber preparado la bebida el 1 de julio y tomarla en tragos el 1 de agosto. Si no la preparamos, podemos tomar de alguien que sí lo haya hecho, siempre y cuando convide.

También se debe derramar en la tierra algunos tragos, mientras se repite “ayudame, danos buena cosecha”.

A la Pachamama también se la invoca ante enfermedades o cuando se está por emprender un viaje. Es común hallar, a la vera del camino, un montículo formado por piedras llamados apachetas, que son donde los indígenas honran a la diosa, dejando coca y otras ofrendas. También se le hacían sacrificios cuando una mujer estaba por parir. A la Pachamama hay que cuidarla todos los días, pero este día la honramos especialmente.

Fuentes: La “Madre Tierra” y sus cultos. Una aproximación a los pueblos originarios de la Argentina- Dra. Mónica Berón y Dr. Juan C. Radovich – ECUNHI, Mayo 2013

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