Alejandro tiene 59 años y una casa en construcción, o tal vez está comenzando a ser diseñada. En su entrada hay un bosque prematuro, tan solo brotes en la tierra de especies mezcladas.
En las paredes blancas de su casa no hay ningún cuadro colgado, ni una obra, ni un disco. Las portadas que diseñó están en la memoria de muchos Argentinos y amantes de la música, algunas de las más recordadas como Bocanada de Cerati, Jessico de Babasónicos o hasta Oscuro Éxtasis, última entrega de Wos.
Pero ninguna está en sus paredes, ni siquiera se asoman, salvo en un cuarto escondido debajo de una escalera, donde se apilan los cientos de discos que ilustró y representó. Justo al lado está un premio Gardel que se partió en el cuello por haberse caído de la estantería desplazado por los otros 8 premios ganados por la misma terna.
-¿Seguís trabajando con artistas o tenés algo más?
-Si, sigo con proyectos míos. Hago un baile que me gusta hacer. En carnaval lo hice. Primero lo hacía en casa de amigos, después en un lugar en Gascón, en la confitería y la última la hice en Deseo.
-¿Esto es como una intervención artística o es un negocio?
-Cero negocio, no gano nada. Me encanta hacerlo, me parece que es lo que resume todo lo que me interesa del arte, el baile, la performance, el drag, el ser otro, estar en un estado alterado del disfraz y de lo que tomás. Se mezclan un montón de cosas, es una performance.
-¿En eso te ayuda alguien, un equipo o solo amigos?
-Amigos, la gente lo hace porque le gusta la fiesta, el evento. Es como una obra donde yo hago el marco nada más y la obra la hace el público.
-¿Hace cuanto empezaste con eso?
-Hace como 20 años.
-¿Cómo fue la primera vez que dijiste quiero hacer esto?
-Siempre me gustaron las fiestas de disfraces, empezó en casas de amigos, lo hacíamos con Carla Tintoré, que falleció el año pasado. Ella justo cumplía años en carnaval entonces mezclábamos, después hubo unos años que no la hice y un dia dije bueno, la hago para el que quiera y nos fue muy bien. Una vez me acuerdo que había armado una fiesta para gente mayor de 40, le puse cuarentena. Dos semanas después se declaró la pandemia y el aislamiento.
Alejandro nació en San Miguel de Tucumán, su madre era directora en una escuela de Danza pero no escuchaba rock. Su padre tenía un conflicto con sus decisiones sexuales, quería huir de su casa bien lejos, quería hacer música pero no sabía tocar.
Desde su provincia veía a Charly Garcia, a Spinetta y estaba muy seguro de lo que quería hacer: tapas de discos.
A los 20 años tomó el tren que iba hasta Buenos Aires, su padre finalmente aceptó la aventura creyendo que en unos meses volvería a casa, terminó en una pensión en once. Ese mismo año se abrió la carrera de Diseño Gráfico en la UBA, los profesores eran los diseñadores más conocidos de Argentina en ese momento, su sueño comenzaba a tener forma.
-¿Sabías que querías hacer tapas de discos?
-Si, eso lo sabía. Pasa que era como un sueño, no pensas que lo vas a cumplir. Yo cuando era chico compraba vinilos, veía las tapas y me gustaba mucho eso y pensaba que quería hacer eso pero no vine con ese norte. Empezó a pasar porque era muy fuerte el deseo de querer hacer eso.
-¿Y cómo empezó?
-Yo trabajaba en el estudio de Sergio Perez Fernandez, que hacía las tapas de Fito. Yo era el asistente, ahí empecé a entrar a ese mundo. Pero ahí conocí a Fito. Después como empecé a salir a bailar, iba mucho a cemento, conocí a Daniel Melero, el productor de soda, nos hicimos amigos y él me llevó.
-¿Decís que sos un músico frustrado?
-Me gustaría hacer música, no sé si tocarla. Tocar no me interesa. Como no me salía la música, me pareció que esta era mi forma de hacer música.
-¿Cómo surgió Miami de Babasonicos por ejemplo?
-Bailando. Un día estaba bailando y se me ocurrió. Cuando lo fui a mostrar me dijeron, no nos gusta. A Adrian no le gusta nada lo que hago, después en un momento acepta. Me acuerdo mucho de esa tapa porque ellos no la querían y yo dije “bueno no me importa”. Viste cuando haces algo y te pasa que decís acá hay algo. Yo sentía que había algo, pasa que me quedo fea, es como fea. Jessico es más linda.
No solo se dedicó al diseño discos y a trabajar con artistas, en la década del 90 fue el responsable de la creación de la tapa de 3 suplementos semanales del diario Página/12. Durante 20 años su creatividad fue puesta a prueba por la inmediatez de un diario en papel, sus mensajes eran minimalistas y contundentes, una clara marca de autor de Alejandro Ros.
-¿En qué año fue eso? ¿Te sirvió?
-En los 90, hasta los 2000. Tenía 30 y pico. 10 años después de que llegué. Trabajaba en la redacción, iba todos los días. Me parecía un desafío, me re sirvió. Mucha gente me conoce más por eso que en los discos. Imagínate que ese diario llegaba a la casa de miles de personas y era la tapa de los domingos, después de los viernes. Y vas construyendo un sistema que tiene que todas las semanas se alimenta. 3 suplementos eran.
-¿En ese momento como las armabas? ¿Dibujas?
-No, no dibujo. Son ideas, una era maduros y jóvenes. Entonces yo dije pongamos una banana madura y una banana verde, abrazaditas. Son cosas que salen rápido, te decían temas el lunes y el miércoles había que cerrar, se hace en 2 días.
-¿Cómo se terminó esa parte?
-Me canse, lo hice 20 años. ¿Sabes lo que es todas las semanas 3 portadas? A veces era una foto y nada más pero otras veces era mucho.
-¿Ya en ese momento hacías otras cosas?
-En un momento también tenía un grupo con unos amigos que se llamaba Agencia de viajes. Hacíamos eventos en lugares públicos para escuchar música. Dos horas para escuchar música en silencio, como si fuera un recital de música clásica ambient. Lo hacíamos en el Jardín Japonés, en el Malba.
-¿Ahí el objetivo también era solamente artístico?
-Si, no ganábamos ni un peso en eso. Siempre tuve mi trabajo y después cosas que tenía ganas. Ahora por ejemplo estoy haciendo muchas cosas, hice uno que se llama Perfumancia Junto con Pablo Schanton, era un lugar que estaba todo oscuro y había perfumes y sonidos. Otra que hicimos se llamaba Cerca con Pablo también, eran 4 cuerpos desnudos en un cuarto oscuro y cada cuerpo tenía 4 perfumes y tenías que acercarte a oler al cuerpo ahí. Después hicimos otra que era un chico desnudo en un cuarto oscuro y vos entrabas y hacías lo que querías con el chico, tenias 1 minuto. Se llamaba Despues vemos y lo hice con Roberto Jacoby. Las chicas se re emocionaba porque, entre gays es más común, pero para las chicas, poder tocar a un hombre desnudo sin que nadie las juzgue, sin que nadie las vea era re fuerte.
-¿Vos te consideras un artista?
-Depende de lo que esté haciendo, en los bailes de disfraces si soy artista. Soy artista de la manera en la que yo considero que es el arte, me gusta el arte que no tiene materia. No hay presencia física, me gusta cuando produce sensaciones y se desmaterializa, por eso me va mal en el mercado del arte. No sé generar el objeto que el mercado quiere consumir como artista, siempre hago cosas efímeras.
-¿Podemos decir que hay una parte que es un artista y otra que es solo un diseñador?
-Claro, ponele. Lo que pasa es que como el tipo de diseño que hago es para artistas, entonces tengo la suerte de que hay mucho componente artístico en lo que yo hago. Es feo decir que soy artista, no me gusta. Que lo diga otro. Lo que sí seguro hago es teñir mi diseño con gotitas de arte, pero no soy artista. Porque el artista hace lo que quiere, a mí viene un artista y me dice quiero hacer esto.
-Cuando te trabas creativamente ¿Qué haces?
-Bailo.
-¿Muchas cosas se te ocurren bailando?
-Un montón, cuando salgo o acá en casa cuando bailo también. Cada vez salgo menos, tengo 60 ya, no es lo mismo.
Alejandro no se considera un artista, aunque todo su arte puede considerarse una obra en sí. Está dividido en 2: El diseñador y el artista. Ahoga sus anhelos en intervenciones, su lienzo es un boliche, un salón o una casa. Las pinceladas son aromas, movimientos y relaciones. Una obra que está viva y que desaparece. Alejandro baila e imagina tapas, se divierte y se disfraza.
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