Yanina Vera Duarte estudia canto lírico desde los 16 años y a los 33 decidió convertirse en una divulgadora de la ópera, su gran pasión en la vida. Por lo que decidió que la mejor forma de llegar a la gente es a través de los Ópera Challenge, que realiza en bares, cadenas de comidas rápidas y patios de comidas. Desde una mesa como cualquier clienta, comienza a cantar, sorprendiendo a su alrededor, quienes pronto comienzan a grabarla con sus celulares. El lugar se convierte en un auditorio improvisado y su voz soprano inunda el lugar con notas cada vez más agudas. Alguno que estaba enfrascado en una lectura al principio se sobresalta.
El olor a hamburguesa con queso, un tostado o una pizza recién sacada del horno, se funde con este género de música teatral de lo más elevada, que nació en Italia hace más de cuatro siglos y expresa los sentimientos humanos de una forma que toca directo al corazón. Escucha atentamente, un público de diferentes edades. Luego llegan los aplausos. Los bravo. Los pedidos de su Instagram. Vio lágrimas. Personas que su subieron la manga de suéter para mostrarle que les había dejado la piel de gallina. Y Yanina saluda a su público momentáneo, inclinando la cabeza, como en un escenario. “El Ópera Challenge es un gran logro para mí. Nació de las ganas de compartir con las personas, de darles un momento de deleite, una sorpresa, para que ese día se vayan a dormir por ahí pensando, qué loco que me pasó esto hoy. Y tengo ganas de hacerlo, de generar esa alegría, conmover el corazón de las personas, deleitar los oídos. Es mi principal objetivo ahora”.
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La cantante lírica no va sola a estos lugares, por más que se la vea sentada sola en una mesa. Su hermana o alguna de sus entrañables amistades la acompañan para registrar el momento, este acto generoso con un público que suele ser muy agradecido. Los lugares en los que canta los elige, por haberlos frecuentado en otra oportunidad, donde conoce más o menos la dinámica. Los elige sin meditar demasiado. En verdad, cree que fueron un poco improvisados. “Hoy grabé dos videos y la idea es no parar. Recibí muchos comentarios, muy buenas devoluciones y voy a seguir haciendo primero el Opera Challenge y después publicando los videos en redes”. Su cuenta principal de difusión es TiKTok @yaninaverad.
Yanina tenía ganas de lanzarse a diferentes plataformas y hacer este tipo de apariciones, pero siempre se ponía excusas: que el celular, la falta de una buena cámara, el miedo irracional de que la echaran de un lugar al ponerse a cantar. “Haberme animado en este momento es un gran logro. Hacer que las personas accedan a la ópera, lo tenía en mente hace rato. Hacer esto. Estar en un lugar comiendo o tomando un café y que de repente alguien empiece a cantar de la nada y que la gente se sorprenda por ese hecho”, expresa.
Además de esta iniciativa, tiene otras ideas en mente que van en la misma dirección. “Hace rato tengo el objetivo de cantar en villas, en cárceles, en residencias de ancianos. Tengo esa idea y la estoy cuadrando. Esto también lo tenía en la cabeza y no lo no lo podía ejecutar y me dije hace un tiempo: ‘tengo que empezar a hacerlo, no puedo ponerme más excusas’”, revela.
Para los Ópera Challenge que hizo cantó O mío babbino caro, un aria de Giacomo Puccini y también Signore, ascolta! del mismo compositor. “Siento que son muy sentidas con un vuelo muy particular estas arias, entonces siento que llegan al corazón de las personas”. Y lo logró. “Vi un montón de gente emocionarse profundamente. Lo vi en sus rostros. En sus gestos. Para el día del amigo canté en dos lugares y había grupos de personas que por ahí hacía tiempo que no se veían, muchas señoras mayores. Y se emocionaban porque yo veía sus caras, sus gestos, algunos se ponían las manos en la cara, algunos se paraban a filmar. La ópera llega al corazón de las personas indudablemente. Yo soy un medio, nada más. Veo emoción, piel de gallina, porque vienen y me dicen ‘mirá mi brazo’”.
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Fue una novia en su noche de boda, con su blanco vestido ensangrentado, la que llevó a la entonces adolescente a querer ser una cantante de ópera. “Un domingo me levanté temprano, cosa rara, puse Film & Arts, canal de cable para que suene algo de música, siempre había algo de clásica, y veo una mujer vestida de blanco, una novia, en su fiesta de casamiento, toda ensangrentada, cantando como si estuviera loca. Es una ópera que se llama Lucía di Lammermoor, que es de Gaetano Donizetti, una ópera del bel canto italiano. María Callas la hizo muy famosa, cuando estaba olvidada. La mujer, vestida de novia, miraba al infinito, atormentada. La habían obligado a casarse con un hombre que no amaba. Cuando en la noche de bodas él quiere consumar el acto y ella que tenía una angustia muy grande, como que le da un rapto de locura, y lo mata. Mientras los invitados estaban festejando, aparece toda ensangrentada y confiesa que mató a su marido. Y eso a mí me impactó tanto, que dije: yo quiero dedicarme a esto. Definitivamente”, dijo. Fue un momento revelador y desde entonces hizo todo para convertirse en una cantante de ópera.
Yanina se mostró interesada por la música desde muy pequeña. De padres paraguayos, aprendió a tocar el arpa paraguaya. Con ganas de aprender a estudiar música y leer partituras, fue al conservatorio que hoy es la Universidad Nacional de las Artes, y al no encontrar clases de ese tipo de arpa se inscribió en arpa clásica. Mientras tocaba el arpa, y solfeaba (cantaba las notas) quiso mejorar su afinación y empezó a tomar clases de canto. Simplemente para no desafinar. De ser algo secundario y tras ver a la cantante de ópera interpretando a Lucía de Lammermoor, ya supo su destino. Esa pequeña inquietud se había convertido en algo gigante, en la posibilidad de dedicarse por entero a la música de manera profesional.
En sus comienzos, tomar contacto con el mundo de la ópera no estaba servido al alcance de la mano. En primer lugar, no tenía acceso a Internet en su casa. Vivía en Dock Sud, Avellaneda e iba a locales de música a mirar portadas de discos. “Conseguía catálogos de ópera que venían gratis con los discos, y me ponía a leer sobre el tema. ¡Y mi sorpresa cuando descubro que un montón de óperas están basadas en mitos griegos, y yo que venía de chiquita, embravecida, enamorada de la mitología griega! Fue como un match. Opera, música, las emociones de la ópera, con la mitología griega, la cultura griega. Yo tengo que hacer esto”, se convenció y nunca paró.
Cuando tomó la decisión, dejó el arpa y se concentró en lo que le interesaba. Necesitaba más tiempo para estudiar los idiomas de la ópera: el italiano, alemán, francés, a los que se suman el ruso, latín, inglés. Y además, tuvo que estudiar piano para vocalizar y también tomó clases de teatro.
Yanina cree que se va a dedicar a este género musical hasta el último día de su vida. Entre sus logros figura el haber entrado a la licenciatura en artes musicales con orientación en canto lírico, cantar en auditorios, teatros, como el Colonial, la Fundación Beethoven. “Cada pequeño escenario, cada pequeña presentación fue un logro, vencer el miedo, las dudas. Incluso escuchar a profesores decir que aunque tengas el talento más grande de este mundo es muy difícil esta carrera. Que no la siga y yo, no podía renunciar a mi sueño que es cantar para todo el mundo”, expresa la cantante que continúa estudiando para audicionar en diferentes compañías de ópera. Cuenta que no son muchas las que hay, y algunas quebraron durante la pandemia. “Estoy estudiando papeles roles protagónicos de óperas para presentarme en futuras audiciones y mi gran sueño es conseguir una beca y seguir formándome porque esa es mi idea. Seguir formándome hasta el último día”.
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