El agónico Julio de 1975: de Isabel Perón enferma a la violencia de Montoneros y Videla en un informe de la CIA

La Presidenta estaba mal. Su médico le aconsejó: descansar y “hacer cosas de mujeres”. Isabelita ya no tenía poder. La crisis económica sacudía a la sociedad. Las bombas molotov estallaban en las calles y se habían computado 389 muertes por la violencia política. Y un informe confidencial de la Central de Inteligencia que preanunció el golpe

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La Presidente es visitada por
La Presidente es visitada por Monseñor Adolfo Tortolo (25 de julio de 1975)

El miércoles 23 de julio de 1975, mientras la crisis desatada tras la partida del ministro José López Rega avanzaba sin solución, volvía a los diarios la recurrente noticia sobre una posible licencia presidencial de Isabel Perón, como consecuencia de una enfermedad confirmada y negada al unísono desde los propios ámbitos oficiales. La confusión era absoluta.

Esa noche, en el noticiero de Canal 13, Ricardo Balbín opinó: “Creo en la conveniencia de que la señora de Perón descanse, se reponga y se adecue a esta realidad que vive y que deje que las cosas vayan andando”.

En esas horas Raúl Lastiri, yerno de José López Rega, había sido reemplazado como presidente de la Cámara de Diputados. En su lugar asumió varios días más tarde el tucumano Nicasio Sánchez Toranzo, miembro del grupo de “los ocho” que comandaba el justicialista Enrique Osella Muñoz. La caída de Lastiri se llevó adelante desoyendo el consejo en contrario del jefe sindical Lorenzo Miguel, que había convenido un “statu quo” con el ex presidente. También, el desplazamiento de Lastiri, sorprendió al presidente del bloque de diputados radicales Antonio Tróccoli, con quien mantenía un aceitado canal de comunicación. La designación de Sánchez Toranzo profundizó la división en el bloque peronista entre “verticalistas y anti verticalistas” y rompió en dos mitades al bloque gremial.

El viernes 25, una fotografía oficial mostraba a la señora de Perón en su lecho de enferma dialogando con el político tucumano Celestino Gelsi (Partido Vanguardia Federal de Tucumán). Unas horas más tarde, Gelsi comentó a los periodistas que la Presidente le había dicho que “si le fuera necesario tomar un descanso, lo haría sin delegar el poder”.

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Raúl Lastiri y su esposa
Raúl Lastiri y su esposa Norma López Rega (Foto Revista GENTE)

El mismo viernes 25 de julio algunos medios periodísticos y círculos políticos analizan una posible renuncia de la Presidente por razones de salud. Entre las diferentes soluciones, por primera vez se sugiere la posibilidad de que la suceda el senador Ítalo Argentino Luder, una alternativa que se venía estudiando desde un tiempo antes.

También, por primera vez, en un informe de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos aparece citado el general de división Jorge Rafael Videla (postergado en el Estado Mayor Conjunto) como encabezando una facción del Ejército proclive a sacar a Isabel, con el argumento de frenar el clima de violencia terrorista y el desorden del sindicalismo en el país. Una fuente que no identifica “indica que una facción del Ejército quiere sacar al gobierno para detener lo que este grupo percibe como manipulaciones izquierdistas de la economía. Esta facción estaría conducida por el Jefe del Estado Mayor Conjunto, General Jorga R. Videla. Estos oficiales piensan que la izquierda está explotando el descontento de los trabajadores, fomentando una ola continua de huelgas y violencia. Probablemente tampoco están satisfechos con la creciente influencia de los líderes sindicales y podrían favorecer pronto un movimiento para rechazar esto. Por el momento las fuerzas opuestas a la administración todavía parecen inclinadas a presionar a la Señora de Perón para que renuncie o para que quede como figura decorativa”.

Por primera vez, en un
Por primera vez, en un informe de la CIA aparece citado el general de división Jorge Rafael Videla como encabezando una facción del Ejército proclive a sacar a Isabel, con el argumento de frenar el clima de violencia terrorista (Horacio Villalobos/Corbis via Getty Images)

Durante la noche de ese viernes, en el territorio de la Capital Federal y provincia de Buenos Aires, la organización Montoneros en una “demostración de fuerza” (sic) atacó siete comisarías, asesinando un agente en la 1ª de Avellaneda, tres intendencias, tres guardias de cuarteles (en Ciudadela, Villa Martelli y Campo de Mayo), una guardería náutica en el Tigre, un astillero en Ensenada, una galería comercial en Lomas de Zamora asesinando a Roberto Aldo Pérez por querer evitar el saqueo de su zapatería, más la destrucción parcial con bombas molotov de El Florida Garden (Florida y Paraguay), Tragos y La Biela en la Recoleta. Los ataques no consistieron en enfrentamientos armados, sino en “pegar y replegarse” con el objetivo de “foguear a los milicianos”, entendiendo por “milicianos” a los jóvenes que se encontraban en una etapa intermedia entre miembros de “superficie” y “combatientes”. A principios de agosto, la agencia noticiosa Associated Press computaba 389 muertes por la violencia política en lo que iba del año 1975.

El estado de incertidumbre fue expresado por La Opinión en esos días: “Como si una gran torpeza hubiera invadido a todos los sectores, nada de lo que se resuelve queda resuelto, nada de lo que se arregla queda arreglado, nada de lo que se dice queda claro. Y como si un pertinaz delirio hubiera invadido los espíritus, nada de lo que se cree vivir responde a la vida real, nada de lo que se cree posible es una posibilidad real. Una larga agonía. Los salarios fueron estudiados, analizados, discutidos, homologados, anulados, otra vez homologados, decretados, aprobados. Pero la crisis social penetra cada vez más profundamente en el cuerpo de la república. La crisis política fue desarrollada, desatada, discutida, combatida, resuelta. Pero el gabinete sigue sin poder ejercer la administración de los asuntos públicos. No tiene objetivos. No tiene poder. El plan económico no fue otra cosa que un diagnóstico de laboratorio. No hubo plan. Sólo un grupo de funcionarios confundidos, y todo el cuerpo económico de la nación a la deriva. Los argentinos, día a día, tienen conciencia de que el país al que estaban acostumbrados está muriendo. Y no saben qué país, qué vida, los espera. Ni cuánto durará la agonía.”

La revista “Cuestionario” se pregunta
La revista “Cuestionario” se pregunta en la tapa

Tal era el clima de preocupación por la salud de la Presidente que el ministro del Interior, Antonio Benítez, durante una interpelación en la Cámara de Diputados, tuvo que dar una explicación. Intentó esclarecer el ambiente pero trajo más oscuridad: “Si bien está alejada de la Casa de Gobierno, no está alejada del poder”.

Después del examen que le efectuó a solas el neurólogo Manuel Solanet se le aconsejó a la paciente descansar, tomar un poco de distancia y “hacer cosas de mujeres”. De este consejo derivó, semanas más tarde, el viaje a Ascochinga con las esposas de los comandantes generales de las Fuerzas Armadas.

El sábado 26, se recordó el 23 aniversario del fallecimiento de María Eva Duarte de Perón con una misa en la Catedral de Buenos Aires, a la que no asistieron ni Isabel de Perón, ni Ítalo Argentino Luder, ni Raúl Lastiri, ni Casildo Herreras, ni Lorenzo Miguel. Para recordar a Evita, los diarios publicaron una fotografía de la presidente recibiendo la Sagrada Comunión en Olivos.

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Francisco Manrique
Francisco Manrique

El 28 de julio, Francisco “Paco” Manrique fue el invitado en Tiempo Nuevo, el programa de Bernardo Neustadt en Canal 11. Sus palabras reflejaron un paisaje pesimista de esos días. Mirando a la cámara, con tono frontal, dijo: “Señora... gobierne... pero gobierne bien.... porque el país no puede seguir caminando de esta forma (...) Hoy estamos viendo que ella (la Presidente) está enferma. Y que el gabinete se ha reunido. Ayer la vimos en soledad absoluta. ¿Pero quién gobierna? ¿Ese conjunto colegiado de ministros que, además, no producen ninguna confianza al país? Eso sigue siendo anarquía. Y lo peor, anarquía organizada”. Luego se despachó sobre la situación económica: “El plan (Celestino) Rodrigo es la consecuencia de la mala conducción económica y la realidad es que, guste o no guste, Rodrigo puso a flor de vista, allí al alcance de todo el mundo, cuál era la circunstancia nacional. Es decir, apareció la verdad del país. O terminamos con la mentira o la mentira termina con la república”.

Los problemas económicos y financieros se filtraban en todas las ediciones y comentarios de los diarios. Por ejemplo, Horacio Chávez Paz relató, el viernes 1º de agosto, un diálogo que reflejaba el clima del mercado:

-¿Hay muchos dólares argentinos rondando por el mundo?

-El doctor Juan Quillici, ex ministro de Hacienda y Finanzas, había denunciado que la cifra llegaba a 8.000 millones de dólares en 1972. Ahora, serán más de 10.000 millones. Habría que decir que el capital argentino expatriado equivale, aproximadamente, al total de la abrumadora deuda que el país tiene con el exterior.

-¿Cómo se explica que no se hayan conseguido los 250 millones de la carta de intención anunciada por el ministro Celestino Rodrigo?

-En realidad, nadie que entienda este negocio creyó en esa posibilidad. No diga que lo dije yo, pero usted puede publicar esto: las posibilidades de la Argentina de conseguir créditos en el exterior en este momento son nulas.

-¿Siendo así, en qué puede terminar este proceso?

-Si usted tiene un acreedor y no le paga, él lo intima. Si usted tampoco le paga, él va a su casa y se lo cobra por su cuenta. En esto consiste, aproximadamente, la previsible visita de una comisión del Fondo Monetario Internacional en un plazo no muy largo. El FMI viene y le dice al país: yo lo espero dos o tres años más, pero el dólar tiene que estar a ocho mil pesos, la tasa de interés al 140 por ciento y todo el mundo a ajustarse el cinturón. De lo contrario, la Argentina no compra un tornillo en ningún mercado del mundo.

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Antonio Cafiero llega para asumir
Antonio Cafiero llega para asumir el Ministerio de Economía

En agosto de 1975 -un mes clave- asumirá Antonio Cafiero el Ministerio de Economía, creando una gran expectativa esperanzadora en todos los sectores. Podría decirse que fue la última carta que jugó el peronismo. No llegó solo, vino en medio de una gran reestructuración del gabinete nacional. Cafiero, en pocas palabras, habría de enfrentar una situación delicadísima. Además de los profundos debates internos del peronismo, se encontró a los pocos días de asumir con una crisis en el Ejército; con la tensión social que llevó por delante al gabinete nacional; con una situación de guerra que se extendía desde Tucumán a provincias más densamente pobladas y con un marco exterior donde la Argentina no tenía credibilidad.

“Se agrava la crisis”, fue el título a 4 columnas de la tapa de La Opinión del domingo 10 de agosto. Trataba sobre el cambio profundo del gabinete nacional. Al mismo tiempo, el matutino en su edición dominical informó que el gobierno devaluó el peso un 20%. Era la tercera modificación cambiaria en 65 días. En su edición del sábado The Buenos Aires Herald publicó que la cotización del dólar en el mercado negro había tocado los 8.000 pesos viejos, cuando el viernes al cierre de la jornada se había estabilizado en 7.500 pesos. El matutino de habla inglesa recordó que el 25 de mayo de 1973, al concluir el gobierno militar del teniente general Alejandro Agustín Lanusse, el dólar se cotizaba a 1.330 pesos viejos.

Un año antes, Perón con
Un año antes, Perón con Damasco en el cuartel de Granaderos a Caballo

Ese domingo, como era su costumbre, el canciller Juan Alberto Vignes almorzó plácidamente el tradicional puchero del Hotel Plaza. Lo acompañaban dos funcionarios del Palacio San Martín y se lo veía exultante, horas antes había estado con la Presidente y estimaba que quedaba en el gabinete aunque no sabía dónde. Él sospechaba que iría a Interior o a Defensa por sus relaciones con Washington. También había llegado Ángel Robledo, llamado de urgencia a Brasil, en donde había presentado cartas credenciales dos días antes, luego que la embajada había estado vacante más de un año.

El lunes 11, por diferentes presiones que se llevaron a cabo en las últimas horas, Vignes dejó el gabinete y Ángel Federico Robledo volvió a ser ministro, esta vez, de Relaciones Exteriores. Carlos Federico Ruckauf, un hombre ligado al sindicalismo, en Trabajo; Pedro Arrighi en Educación y Carlos Emery en Bienestar Social. Seguían en sus cargos Jorge Garrido (Defensa) y Ernesto Corvalán Nanclares (Justicia). Bonani dejó vacante Economía y hasta la llegada de Cafiero lo sucedió, interinamente, Corvalán Nanclares.

La presidenta Isabel Perón en
La presidenta Isabel Perón en 1975

El mismo lunes 11 de agosto de 1975, el coronel Vicente Damasco fue designado Ministro del Interior. El nombramiento generó un profundo rechazo en los altos mandos del Ejército porque era un militar en actividad. Había sido jefe del Regimiento de Granaderos a Caballo de los presidentes Héctor Cámpora, Raúl Lastiri y Juan Domingo Perón.

El 13 de agosto de 1975, se supo que el coronel Vicente Damasco le ofreció, en nombre de la Presidente, la cartera de Economía a Antonio Cafiero. En realidad los candidatos de Damasco eran otros: uno fue Lucas Mario Galigniana, el otro Juan Homero Soubelet, los dos habían sido profesores en la Escuela Superior de Guerra. Los críticos de Damasco veían, o querían ver, un “compromiso” político del Ejército con el gobierno, algo que para ellos desnaturalizaba la misión del Ejército.

Los 34 días de la gestión de Damasco y su caída marcaron a fuego al gobierno de Isabel de Perón, porque cuando renunció melló severamente la autoridad presidencial.

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