El argentino Maximiliano Álvarez (40), propietario del restaurante F10rito, en el barrio La pequeña Haití de Miami, desde hace unos días, con la llegada de Lionel Messi al Inter Miami, se convirtió en el foco de atención de los medios en el mundo. Todavía no cae sobre lo que está pasando. No está acostumbrado a dar notas. Ni a que su máximo ídolo esté viviendo en su misma ciudad. Nunca lo vio más que en el campo de juego. Sueña con verlo entrar a su restaurante donde lo espera su plato favorito: las milanesas a la napolitana.
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Su hermano Cristian, que es chef del restaurante, fue el primero en poner un pie en la ciudad. Ya era encargado en un local. A punto de cumplir los 18, Maxi siguió sus pasos, junto con sus padres y hermanos. “Yo vine en febrero de 2001, por razones económicas. Después ya sabemos que pasó ese año con el show de los presidentes. Vinimos a probar suerte con mi familia”, explica. Hasta ese momento, se habían dedicado al rubro textil. Vivían en Lomas de Zamora, muy cerca de Fiorito y tenían oficinas en Once, negocios de ropa, cortaban prendas para diferentes compañías y hacían modelos propios para comercializar en ferias, incluso La Salada. “Hasta que la economía no dio para más”, recuerda.
La idea de Maxi era quedarse tres meses, mientras disfrutaba de su skate y los días de playa. Pero como las noticias que llegaban de la Argentina eran desalentadoras decidieron quedarse y se instalaron en el South Beach desde 2001 y permanecieron juntos hasta 2003. Su primer trabajo fue de bachero y pronto empezó a hacer temporadas, con la gastronomía, en los Southampton de Nueva York.
En medio de todo, su papá al recibir el diagnóstico de un cáncer en un pulmón, quiso volverse a la Argentina para pelearla desde allá y estar en compañía de sus seres queridos el tiempo que le quedaba. “La familia se despedazó un poco. Mi mamá se quedó en la Argentina”, explica.
F10rito abrió sus puertas el 21 de diciembre de 2012. “Fue el día del Apocalipsis según una teoría maya”. Los hermanos, uno en la cocina y el otro atendiendo el salón, y sin bachero (se turnaban para lavar los platos) empezaron a trabajar juntos. Nunca olvidarán la fecha. Ya hace más de 10 años de la apertura. Ambos hoy se consolidaron en el negocio y formaron familia.
Cuando se instalaron en este barrio haitiano, que incluso les alertaron que podría ser peligroso, encontraron el lugar para instalar un bodegón de comida tradicional argentina con notas de autor. La zona no tenía el auge turístico del que goza hoy, al estar cerca del distrito artístico Wynwood, famoso por su arte callejero, galerías de arte y bandas en vivo. “El contraste de lugares, todo el ladrillo daba para como un ranchito. Queríamos salir del mantel blanco y el servicio de gala, y hacer algo más urbano, de bodegón de barrio. Nos sentimos muy representados al ser de Lomas de Zamora, donde hoy vive mi mamá. Fiorito nos quedaba muy cerca. Tenemos murales de “El Diego”.
A medida que se fue extendiendo Wynwood, el barrio que eligieron comenzó a estar en alza. Los clientes que recibe son tan multiculturales como Miami mismo. “Los que comen más temprano son los americanos, a las 18, 19 y 20 horas. De ahí en adelante, llegan argentinos, venezolanos, colombianos, cubanos y muchos brasileños”, detalla uno de los propietarios del F10rito. El cubierto ronda los 45 dólares por persona. “Bien humilde el precio para lo que es Miami”, aclara.
Los hermanos colocaron primero una calcomanía en una pared con una imagen de Maradona corriendo con la pelota. Pero desde hace dos años y medio tienen un mural gigante hecho por Maxi Bagnasco, en el que una vez posaron emocionados Yanina Maradona, su hijo Benjamín y Claudia Villafañe y las fotos se hicieron virales. “Maxi es un genio. El mejor muralista que he visto”. Pero mucho antes, en 2018, ya tenían un mural de Messi.
Maximiliano Álvarez se define como una persona muy futbolera. Vio a Messi jugar varios partidos, a varios lugares de la Copa del Mundo, pero menos en Qatar, se lamenta. Tras perder la final de la Copa América en Nueva Jersey contra Chile en 2016, volvió al restaurante y al tratarse de un lugar tan multicultural escuchó críticas de hondureños, uruguayos, brasileños e incluso argentinos. “Para mí Messi, aún cuando no había ganado ningún tipo de copa para la Argentina, fue lo más lindo que vi en el fútbol y la forma que nos representa. Entonces decidimos poner un mural. Justo venía un amigo, lo armamos y lo pusimos en la parte de atrás del local. Ya te digo, en 2018 no habíamos ganado absolutamente. Lo hicimos más que nada más para bancarlo en el momento de que nadie lo bancaba”, relata.
La anécdota no termina ahí. Los conocidos “le pegaban” además por el tipo de mural que tenía. El amigo que era holandés y venía de Barcelona, le había hecho un Messi con una onda artística. Tenía un doble ojo medio raro, barba. Le decían que se parecía a Joaquín Galán de Pimpinela. Al año, pintaron otro mucho más grande encima, esta vez realista, que lo hizo un artista local llamado Claudio Picasso. “Cuando ganamos la Copa América ahí empezó la gente a asomarse a sacarse fotos”, agrega. Y sin poder creerlo, dice que hoy está dando notas a medios internacionales como si fuera un famoso. Se ríe.
Dice que le duele un poquito que se asome el retiro de Lionel Messi, por ir a una liga como esa. Pero cree que dio todo lo que tenía que dar. “Acá hay noticias de que los hijos de Messi van a ir a la escuela a la vuelta de mi casa, o que el otro día lo vieron en un mercadito que hay acá y lo vemos como uno más de acá. No termino de caer del todo, la verdad, ojalá que lo pueda ver el domingo en la cancha a salir y saludar”, expresa.
Lio está cada vez está más cerca de su bodegón. Y sabe que le puede tener la fortuna de que vaya a comer ahí. Hace poco fue a un restaurante amigo de ellos, llamado Prima Pasta y compartió una comida con Diego Torres. Maxi no espera que le golpee la puerta. Ya la hizo saber por un amigo, que hizo una publicidad con él, que lo está esperando.
— ¿Qué hacés si va Messi va a tu restaurante?
— Desde el vamos le cierro el lugar o la forma que él quiere, lo que sea más cómodo para él y ser útil. Demostrar mi agradecimiento. No creo que salga otra cosa que decirle gracias por toda la alegría que nos ha dado en el último tiempo, de por sí de jugar al fútbol, pero desde este último año fue mágico todo lo que vivimos acá. Y en todo el mundo.
— ¿Prepararon un menú especial para su llegada?
— Lo esperamos con su plato favorito: la milanesa a la napolitana. Sabemos que va por el lado de la milanesa, eso lo hemos leído en varios lados y lo que esperamos es que cuando venga se coma una napolitana. Después vendrá y hará lo que el quiera.
— ¿Te gustaría que te firme algún objeto para exhibir?
— Mi sueño es que mis hijos de 9 y 12 que forman parte de una liguilla que hay acá del Barcelona, lo vean jugar en la cancha. Son messistas del día cero. Yo lo que quiero que mis hijos lo vean en una cancha jugar como lo pude ver yo tantas veces. Como no pude ver a Maradona cuando era chico quiero que ellos se den el gusto ese. Después, tengo copas del mundo acá, me gustaría que me firme una, sería lo que yo más quiero. Sería el objeto ideal. Y una camiseta, ¿no?
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