“Acá encontrás los mejores churros”, aseguran con entusiasmo los vecinos de Villa Iris, localidad del partido bonaerense de Puan, que limita con la provincia de La Pampa. A 110 kilómetros de la ciudad de Bahía Blanca, se accede a través de la Ruta Nacional 35 -que lleva el nombre del Doctor René Favaloro-, donde un colorido cartel de letras en imprenta da la bienvenida. Son alrededor de 1800 habitantes, pero desde hace 13 años se convierten en anfitriones de más de 5000 personas que asisten a la Fiesta del Churro. En enero de 2023 superaron los récords anteriores, por ser la edición de mayor convocatoria, algo que llena de orgullo a los villaerenses, que se preparan durante 11 meses para el gran día. En diálogo con Infobae, Mariano González, presidente de la comisión que la organiza, revela el detrás de escena que hace posible la iniciativa, y la delegada municipal Patricia Montero repasa la historia y los proyectos de su querido pueblo natal.
En el ingreso se destaca el boulevard de la Avenida San Martín, que conduce a la bella plaza principal, Plaza San Martín, de toda una manzana con abundante vegetación. Sus diagonales suelen ser transitadas para cortar camino rumbo al correo, a la delegación, o a la Iglesia Nuestra Señora del Carmen, que en 2022 fue declarada patrimonio histórico y de interés turístico mediante una ordenanza municipal. La Avenida Avellanada y la 25 de mayo también son las calles principales, donde queda en evidencia un gran cuidado del espacio público. Para no perder la cantidad de especies forestales desde el año pasado plantan un árbol por cada niño que nace, y también por cada egresado del jardín de infantes.
Mariano y su familia tienen una rotisería hace 37 años. “Toda una vida, abrimos las puertas en 1986″, resume con humildad y asombro por el paso del tiempo. El negocio que se convirtió en un clásico lo empezaron sus padres, Juan Carlos, quien partió de este mundo en febrero de 2022, y Norma, la encargada de cocinar los deliciosos platos caseros que ofrecen y en fechas patrias prepara pastelitos, muy pedidos por los vecinos. La principal razón por la que el comerciante aceptó presidir la comisión del evento donde cada año cocinan alrededor de 15.000 churros, es el amor que siente por el lugar donde nació.
“La idea nace en 2012 como una iniciativa de la Municipalidad de Puan, de que cada localidad tenga su fiesta, se corroboró qué era lo que hasta el momento no se estaba haciendo, y al principio lo hacía la Dirección de Turismo, hasta que en 2019 convocaron gente que quiera participar, ahí nos sumamos, y poco a poco le fuimos poniendo nuestra impronta”, relata. Desde entonces la celebración se lleva a cabo el último sábado de enero en las instalaciones del Polideportivo Municipal Rodolfo F. Velazquez. Aunque faltan seis meses para la doceava edición -en 2021 no se hizo por la pandemia de coronavirus-, ya empezaron a coordinar los detalles para el siguiente encuentro.
“Son 364 días de trabajo para una sola jornada, pero vale siempre la pena”, asegura Mariano. Parte del dinero recaudado lo reinvirtieron en mejorar la logística, la iluminación, el sonido, y agregaron 12 metros de escenario. “Acá ver algo así no es tan común, no estamos acostumbrados y es algo que hace la diferencia en los shows musicales”, remarca. Hasta el 2020 el ingreso era libre y gratuito, por lo que no tenían un registro exacto del público que asistía, y fue después de visitar otras fiestas de la región que decidieron hacer un cambio, y les dio muy buenos resultados. “En pos de subir el nivel, la calidad, y mejorar la infraestructura, le pusimos un precio a la entrada para los adultos -los menores de 12 años no pagan-, teniendo en cuenta que fuese accesible para que pueda venir toda la familia”, aclara.
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Semanas antes de la convocatoria suelen ofrecer un precio promocional, tal como hicieron a principios de 2023: el ticket salía 700 pesos con la compra anticipada, y el día de la fiesta costaba 1000 pesos por persona. Por ese importe se puede pasar todo el día en el polideportivo, que cuenta con una gran pileta para refrescarse de las temperaturas del verano, varias opciones para almorzar en patios gastronómicos, el cronograma de todos los espectáculos, una rifa que se sortea durante la jornada -con premios en efectivo desde los 50.000 hasta los 300.000 pesos-, y un sector de feria donde se instalan más de 60 puestos de artesanos. Otra de las actividades que se adhiere a la grilla en el transcurso de la tarde es el Torneo de Beach Voley, mixto y gratuito.
El pastelero Isaías Sotomayor llega todos los años desde Bahía Blanca para hacer el producto estrella en vivo y en directo, frente a las miradas curiosas que observan de la cadena de producción que incluye rellenadoras, freidoras y gran parte del proceso se sigue realizando de manera manual, como el corte de cada porción, la fritura y la tradicional lluvia de azúcar. “Lo contactaron por recomendaciones que nos llegaron y siguió viniendo porque tuvo una excelente aceptación en la gente; son muy ricos los churros que hace, tanto los rellenos, comunes, de distintos sabores salados, bien crujientes y perfectamente cocidos, con todos los tips que aplica”, comenta.
El maestro churrero y seis ayudantes hacen la magia culinaria y preparan las 1200 docenas que luego se venden a la velocidad de la luz, también a precios populares, que este año rondaron los 800 pesos la docena y 400 la media. Los shows de los artistas locales comienzan a partir de las 19, y más entrada la noche hay un número principal -en 2023 tocaron Los Rancheros-, y a la medianoche comienza “La Churro Fest”, con un DJ que musicaliza hasta la madrugada. “Siempre termino llegando a mi casa a las 7 de la mañana, como en mi adolescencia”, confiesa Mariano entre risas.
“Tenemos contabilizadas 4600 mayores que pagaron el ticket, y a eso hay que sumarle todos los menores de 12 que vinieron, o sea que superamos las 5000 personas cómodamente, y siempre apostamos al crecimiento”, dice con orgullo. Actualmente nueve personas integran la comisión que lo organiza, y aunque cada quien tiene asignadas determinadas tareas, todos se ayudan cuando llega el día. Se organizan para recibir a los autos, ubicarlos, y ni bien ingresan se entrega una bolsa por familia para que depositen allí los residuos durante la jornada, y cuidar así la limpieza y la estética del evento.
A fines de octubre, principios de noviembre, tienen la primera reunión con los emprendedores y las instituciones que participan, para definir algunas cuestiones con tiempo, como los menú que van a ofrecer, los precios estimativos y de esa forma tener variedad para los clientes. “Todos los años hacemos un comunicado en la página de Facebook y en Instagram donde se publica la recaudación, donde se detalla cuánto se gastó, cuánto ingresó y cuánto quedó para reinvertir, como una manera de transparentar el manejo del dinero”, explica.
La identidad cultural de Villa Iris
“No cambio este lugar por nada, nací acá, mis hijos también, el papá de mis nenes, y la tranquilidad es impagable. Con todo lo que sucede hoy en día, queremos seguir viviendo en nuestro pueblo, con los chicos que dejan la bicicleta en la puerta de la escuela, los vehículos que quedan abiertos, y pareciera que todo eso es tener poco, pero para nosotros es mucho”, manifiesta Patricia Moreno, delegada de la localidad. Algo similar expresa Mariano: “No me alcanzan las palabras para explicar por qué me siento tan arraigado a estar acá, el haber crecido con mis amigos, formar una familia, ver a mis padres emprender, y por eso cuando llega la fiesta queremos que los que vengan se vayan diciendo: ‘Qué bueno que estuvo, qué lindo que fue, qué bien se la pasa ahí’, y por eso le ponemos tanta pasión”.
Ambos aseguran que están “siempre en movimiento”, pensando ideas para mejorar y mostrar todo lo que tienen para ofrecer. Uno de los proyectos que despierta ilusión es el de un aula virtual, que funcionaría en donde está la estación ferroviaria. Cuentan con los tres niveles de enseñanza: jardín de infantes, primaria, secundaria y escuela nocturna para adultos. “Las instituciones a las que fui yo son las mismas a las que fueron mis hijas, y ahora la más grande se fue a estudiar una carrera universitaria a Bahía Blanca, pero siempre que puede vuelve”, cuenta Patricia. Ese fenómeno de migración a las ciudades por parte de los jóvenes que buscan continuar su formación profesional se repite hace varias años, al igual que en muchas localidades vecinas, y buscan darle alternativas que no impliquen trasladarse.
Luego de ser votado y elegido por unanimidad, se decidió invertir en el dictado de tres carreras universitarias en la localidad. Todavía están definiendo los detalles, pero no tienen dudas de que será el camino para cubrir una imperiosa necesidad. “Estamos a largas distancias y hay muchos que no pueden pagar una carrera ni un departamento en una ciudad, o los que no han podido estudiar, que incluso ya han tenido familia, van a tener la posibilidad de formarse acá”, comenta. En este sentido, la delegada indica que en la población se dan dos extremos etarios: personas de la tercera edad y niños pequeños, mientras que el segmento medio juvenil es el que merma año atrás año.
“Tengo dos hijos varones que están estudiando en Bahía Blanca, también son nacidos y criados acá, pero después ellos elegirán lo que los haga felices; por supuesto que si quisieran quedarse y ser felices acá, yo encantado la vida, pero va a ser una elección de ellos”, acota Mariano. Además de la actividad agrícola ganadera como principal motor de la economía local, también hay dos hogares de ancianos –”Nuestros Tiempos” y “Arcoiris”- que representan una fuente de trabajo para los residentes.
“Siempre todos nos damos una mano, estamos todos para todo, se mantiene el sentido de comunidad, la solidaridad, y el apego con las raíces”, expresa Patricia, que se emociona cuando recuerda la celebración del último aniversario del pueblo, que ya tiene 123 años de historia. “Cada 27 de mayo organizamos el festejo, y este año se volvió a andar en una zorrita por los rieles del ferrocarril, y fue muy hermoso; estuvo re lleno, la gente estaba tan contenta, porque volvimos a ver por un ratito esas vías en funcionamiento”, dice entre lágrimas con la voz entrecortada. Además estuvo presente la banda militar, y para todos fue un día inolvidable.
Tanto Mariano como Patricia coinciden en que no se puede concebir Villa Iris sin la estación, e implica un viaje directo a los recuerdos. “Es un lugar que siempre tenemos en actividad, porque está habilitada como espacio cultural y un grupo de coordinadores contiene a chicos de diferentes edades hasta las 16 años, hacen cursos y talleres dos veces por semana”, comenta la delegada.
“El tren era todo, y aunque el de pasajeros yo no llegué a verlo pasar, el de carga sí, y era el principal medio de transporte para el ganado y los cereales; después fue ganando más terreno el camión y hubo que reinventarse”, rememora el presidente de la comisión, que también se conmueve al contemplar que la Fiesta del Churro se transformó en una oportunidad para resurgir, y forjó una identidad gracias al evento emblema que los caracteriza. Además de la convocatoria masiva en enero, hay otras fechas importantes para los villaerenses: en marzo se realiza la Fiesta tradicionalista de El Jagüel; en junio se hace la maratón “Las dos leguas” -en la última hubo 300 corredores, con un almuerzo y entrega de premios organizado por la Escuela N°3 para recaudar fondos-; y en septiembre la Fiesta de los Agricultores, que también cuenta con stands y patios de comida.
Paseo por la historia
Las 56.000 hectáreas que corresponden a la localidad resguardan las historias de vida de muchas familias, tanto las que estuvieron de paso por trabajo como las que se quedaron. Dos décadas atrás, para conmemorar el primer centenario desde la fundación, se realizó una investigación sobre los orígenes y los datos recopilados fueron incluidos en el libro “Villa Iris: 100 Años de historia”, publicado por la Comisión de Cultura de Villa Iris. Allí explican que los inicios del pueblo que antes era conocido como Colonia Iris datan de la segunda presidencia de Julio Argentino Roca, cuando se reanudó la Campaña del Desierto.
El gobierno de la provincia le cedió a la Nación los derechos de la venta de las tierras, divididas en cinco secciones en lotes de 10.000 hectáreas. Entre 1888 y 1889 una empresa de capitales británicos colocó rieles para conectar la ciudad de Bahía Blanca con la provincia de Mendoza, en dirección noroeste, pasando por General Acha, que en aquel entonces era la capital de la gobernación de La Pampa. Esa obra convirtió a la actual Villa Iris en la ubicación ideal para sentar las bases de un futuro pueblo.
Des allí en más, tuvo un rol protagónico Hugo Stroeder, el pionero germano considerado “el primer colonizador extranjero llegado a nuestro país”, que además logró producir medio millón de hectáreas de tierras vírgenes e implantó un sistema de colonización muy avanzado para su época. Nacido el 17 de Enero de 1854 en la ciudad de Langensalza, cerca de Mulhausen, fue el tercero de diez hijos, y después de terminar los estudios secundarios y trabajar en la fábrica de su padre algunos años, en 1878 partió del Imperio Alemán junto a su hermano mayor Ricardo, rumbo a la Argentina. Luego de un viaje de varios meses, con escala en África, llegaron a la que consideraban la tierra de oportunidades en plena oleada de inmigración.
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Don Stroeder fundó a lo largo de su vida, en terrenos propios y de terceros, veinticinco colonias agrícolas desparramadas en las provincias de Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires, Entre Ríos, Santiago del Estero y el entonces territorio nacional de La Pampa. Su trayectoria hizo que pasara a la historia como “el conquistador civil de La Pampa”. En representación de Colonización Stroeder, le compró los lotes a Federico Álvarez de Toledo, ingeniero agrónomo que tiempo después se desempeñó como Ministro de Marina de la Nación durante la primera presidencia de Hipólito Yrigoyen, además de Embajador de la Argentina en el Reino Unido, Presidente del Banco de la Nación Argentina y más tarde Embajador en Francia.
Según cuentan en la publicación, Stroeder eligió personalmente las tierras en base a la experiencia que le había dado su oficio. Y el 27 de Mayo de 1900 se oyó por primera vez la llegada del tren. Ese mismo día el pueblo fue fundado oficialmente. Durante la inauguración se hizo un viaje en tren con 400 invitados especiales, en el que estuvo a bordo Mister Harding Green, gerente del Ferrocarril Bahía Blanca al Noroeste, junto a un amplio listado de autoridades políticas y eclesiásticas de ese entonces.
La zona fue poblada por inmigrantes de distintas nacionalidades de Europa, traídos por la empresa de Stroeder: al principio fueron rusos y alemanes, luego españoles, italianos, dinamarqueses, suizos, uruguayos, libaneses y criollos. Los 43 kilómetros de tramo ferroviario le brindaron a la localidad la posibilidad de ser un punto de enlace entre dos ramales principales, para el traslado de trigo, leña y cargas de las distintas cosechas. Había servicio de pasajeros, donde además llegaban los diarios y revistas, hasta que dejó de funcionar en 1977, y el 25 de noviembre de 1991 se clausuró definitivamente la estación.
En cuanto al significado del nombre del pueblo, hay varias versiones. La que más aceptación tiene en los residentes refiere a la familia fundadora: en 1904 Stroeder se casó con Ana Rosa Grey, con quien tuvo cinco hijos, tres mujeres y dos varones. Se cree que en honor a sus hijas, Iris, Aurora y Alba, bautizó varios pueblos, y uno de ellos fue Villa Iris. Sin embargo, otra hipótesis argumenta que “Iris” fue inspirada en la ópera homónima de Pietro Mascagni, muy comentada en esos tiempos en Buenos Aires.
Esas huellas históricas están impresas en el corazón de Mariano y Patricia, que valoran los aportes de cada persona que hizo posible aquellos primeros trazos de su lugar en el mundo. “La vida acá es muy tranquila, como en muchos pueblos del interior bonaerense de los que hay en este bendito país, y a veces viene gente de las ciudades, cansada de las circunstancias que viven, y siempre que vengan con buenas intenciones, encuentran una localidad hermosa para vivir, porque gracias a Dios Villa Iris no está perdido y vamos a seguir trabajando para que nunca se pierda”, expresa el presidente de la comisión de la Fiesta del Churro.
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