El bello municipio de Hoyo de Manzanares se encuentra a 35 kilómetros de Madrid, en dirección noroeste. Es una de las zonas más turísticas de la capital, con una gran variedad de especies de fauna y de flora, algo poco frecuente de encontrar en el resto de la Comunidad Autónoma. El sábado 3 de junio, en una de sus más prestigiosas vinotecas, el guitarrista Néstor Díaz y la cantante Laura Casariego, él entrerriano, ella de Capital Federal, presentaron su particular espectáculo, hecho de gastronomía -mayormente con empanadas y vino argentino- y música popular. Un formato que fue ganando adeptos en el boca a boca.
-El aforo estaba completo. ¡La gente pedía tangos de Gardel! -recuerda Néstor, quien, además de tocar, se encarga de presentar y servir los vinos argentinos con los que trabaja antes de darle su lugar a algún sommelier.
Esa noche, en aquel pueblo pequeño, tocaron tangos, folklore argentino y vieron en el público a gente emocionada. Había españoles, turistas y algún que otro compatriota pululando entre los comensales. Néstor recordó su pueblo natal de Gualeguaychú, donde era todo tan familiar que agregaban mesas y se juntaban entre los concurrentes. Al poco tiempo, por el éxito de su contienda, fueron contratados por una de las distribuidoras de vinos más importantes de España, en un evento por sus 40 años de existencia. A la par, Néstor Díaz, conocido productor argentino, recibía en su casa la visita del cantante jujeño Bruno Arias, con el cual compartió escenario para tocar una zamba con amigos. Y en su Instagram “Nestor Díaz The Montain Studio”, por esos momentos compartía la última producción que grabó, un disco de José María Saluzzi y Juan Fracchi llamado “Música de Escape” el cual mezcló y masterizó a la distancia en su estudio del barrio Las Rozas de Madrid.
La pareja Díaz-Casariego -él de 59 años, ella de 55- hace cuatro años se radicó en Madrid. Tienen dos hijas, Belén, de 18, y Abril, de 16. Se fueron de Argentina después del despido de Laura de un laboratorio cuyo trabajo era como visitadora médica. A Néstor, por la creciente inflación, su trabajo como productor e ingeniero de sonido tampoco le dejaba demasiado rédito.
Al día siguiente de las elecciones del 2019, con los resultados electorales sobre la mesa, Laura recibió el temido telegrama. “En lugar de angustiarme le agradecí a cada uno de mis compañeros, entregué mis cosas y salí. En la puerta del laboratorio busqué en mi celular las millas que tenía de tanto viajar por el trabajo. Conseguí un único pasaje a Madrid. Era para el 14 de noviembre, no dudé y lo saqué”.
Con la indemnización tuvieron el dinero suficiente para comprar, en cuotas, el resto de los pasajes para Néstor y las dos hijas. Laura armó dos valijas, convencida de que en la capital española se abrirían nuevas puertas aún sin demasiados lazos previos. Cuando se despidió de su familia, en Ezeiza, rompió en llanto. No era de angustia, dice, sino de ilusión.
Continúa Laura: “Por fin iba a intentar volar en un sentido absolutamente libre. La llegada a Madrid no fue fácil, claramente al no tener por ese momento un lugar concreto donde vivir ni trabajar. Entonces surgió alquilar por algún tiempo un departamento en el centro de Madrid, y luego un par de semanas en casa de una familia amiga”.
Apenas comenzó a buscar un lugar para alojar a toda la familia, se dio cuenta que era algo sumamente difícil: le pedían recibo de sueldo, contrato de trabajo, garantías. Fue entonces que encontró un departamento vacío, despoblado, donde hubo que comprar desde una taza hasta cuatro cuchillos. “Fue empezar realmente de cero y así lo hice, esperando con ilusión a Néstor y las chicas que llegarían el 19 de diciembre. El encuentro, después de un mes sola, se fundió en un abrazo interminable en Barajas con Néstor y nuestras hijas”.
Pasaron su primera navidad juntos en España, haciendo videollamadas con familiares de Argentina. En marzo de 2020, Néstor viajó para buscar los equipos que le habían quedado del estudio de grabación. Y entonces, en el mundo, se declaró la pandemia.
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“Quedamos separados por el océano más de cinco meses, sin trabajo los dos, pero con la ayuda de mucha gente -cuenta Laura-. Amigos en Buenos Aires que ayudaron a Néstor y aquí, en Madrid, los servicios sociales ayudaron a los que estábamos sin trabajo. Todos los días me levantaba a las siete de la mañana para hacer una compra en el supermercado. Era lo que otorgaban para paliar los estragos de la desocupación durante la pandemia”.
Sus hijas no pudieron conocer nuevos amigos en sus colegios. Una vez pasada la pandemia, sin embargo, Laura entró a una prestigiosa empresa en el mundo de la fertilidad asistida. Y todo empezó a mejorar. Néstor se animó a sus primeros trabajos como guitarrista tocando flamenco. Salió tan bien que lo contrataron como músico arreglador y como técnico de grabaciones. Produjo espectáculos con artistas y compró su estudio móvil de grabaciones.
“Muchos de esos artistas quedaron en contacto conmigo y hoy les doy servicio de audio en mi estudio en Las Rozas. Y empezaron a aparecer cosas con el dúo de tango que tenemos. Hicimos salas, restaurantes y también eventos privados. Y nos dimos cuenta que empezaba a crecer un público español que nos seguía a cada concierto”, explica Néstor Díaz, que durante años tuvo un estudio en el barrio porteño de Coghlan llamado “La montaña”. Por allí pasaron Rodolfo García, Machi Rufino, Rodolfo Mederos, Mercedes Sosa, Dúo Salteño y Dino Saluzzi, entre otros artistas, en encuentros que además de musicales se prolongaban hasta alta horas de la madrugada entre charlas, vino y empanadas. Allí se grabaron discos como “Raíz Spinetta” – en sus versiones folclóricas, ganador de un premio Gardel- y “El valle de la infancia”, del bandoneonista Dino Saluzzi con su grupo, de los más destacados de la música popular argentina en los últimos tiempos.
Habían comprado la casa de Coghlan en 2001, en plena crisis del país. Se instalaron con equipos e instrumentos, construyeron su propio estudio. Pero los impuestos se hicieron difíciles de soportar. Por ese tiempo les rondó en la cabeza el deseo de vivir en otra parte, después de haber hecho giras musicales por Europa, China y Estados Unidos. Un deseo de ser cosmopolitas y salir del caos constante de la economía argentina. “Todo lo vivido en Coghlan fue increíble pero empezamos a tener problemas de trabajo. Y obviamente que eso repercutió en lo económico”, apunta Laura.
Con el correr del tiempo, una vez instalados en España, las hijas hicieron amigos y se afincaron en un colegio cerca del barrio de Madrid donde viven. “Nos dimos cuenta, pese a los obstáculos, que la sensación de seguridad que hay acá, y sin idealizar nada, es algo que permite un bienestar distinto. Una vez le dije a un amigo que anhelaba tres palabras para la vida: seguridad, dignidad y futuro. Hoy puedo decir que las frecuento casi a diario”, se explaya Néstor.
Como cualquier familia que emigra de Argentina hacia el exterior, y que piensa vivir mayormente del arte, la estabilidad no es algo sencillo. Más allá de que comenzaran a trabajar con frecuencia en conciertos, a la pata de su proyecto les faltaba un eslabón. Y lo consiguieron del lado de la gastronomía: con el milagro de los vinos argentinos, producto de alta gama en el mercado europeo.
Así lo explica Néstor Díaz: “Lo cierto es que conocí un importador de vinos desde Argentina para venderlos en España, el resto de Europa y Asia. Conseguí un par de socios y representamos una bodega espectacular que hay en Mendoza. Ya hemos realizado varias catas y presentaciones temáticas que llamamos Noche Porteña o Noche Argentina. Eso significa que maridamos nuestros vinos con música argentina. Todo muy gourmet argento”.
No pueden creer Laura y Néstor de qué forma prendió la idea: al poco de rodar, se dieron cuenta que era una propuesta desconocida en España. “¡Es increíble cómo gustó eso! -se sorprende, por momentos, Néstor-. Fusionamos nuestra vida artística con nuestra vida laboral, pero desde ese lugar de pertenencia al terruño, a lo cultural. Una suerte de que siga viva la identidad argentina a miles de kilómetros de distancia”.
Ahora los contratan para un concierto musical pero también para hablar de Gardel o de Piazzolla y al mismo tiempo explayarse sobre un buen Malbec o un deslumbrante Cabernet Franc. Aprendieron, a la vez, de regiones de España asociadas al vino -Somontano, Jumilla y Extremadura- así como también de cepas, donde no todo es tempranillo sino que están la garnacha, monastrell y mencía. Por sus virtudes como relacionistas públicos, hicieron una amistad con el presidente de la sociedad de Sommelier de Madrid, Javier Gila, que nunca se pierde sus presentaciones. Otro conocido del mundo gourmet, Javier Sandoval, suele celebrarlos.
“Y si hay un fueguito con brasas, ya es un lujo. Lo nuestro fue un poco traumático, todo en la vida es un poco así, pero estamos muy bien aquí”, acota Laura. En el medio, mientras vivían en Madrid, fallecieron algunos amigos en Argentina como también la madre de Néstor.
Como buenos anfitriones, Laura y Néstor suelen cobijar a argentinos que tocan en Madrid, como pasó recientemente con Manu Sija. En los últimos años, conocieron la feria de vinos más importante de Europa, en Düsseldorf, Alemania; presenciaron capacitaciones en bodegas; recorrieron casinos, hoteles; crearon espectáculos bautizados como “Imágenes de Buenos Aires”, se foguearon en degustaciones profesionales de vino. La música en el mismo nivel que la enología.
“Nos hicimos más pegotes en el nido familiar, salimos a tocar cada vez más, nuestras hijas nos acompañan y de hecho traen a sus nuevos amigos españoles. La música es el mejor nido para los recuerdos”, reflexiona Néstor a la par que Laura comenta que le agrada el trato de los españoles. “Ya podemos decir que tenemos amigos aquí, que nos vamos de tapas y vinos con ellos. Y se nos quiere como seres y se nos respeta como artistas”.
La nostalgia no deja de ser parte de sus días. Una nostalgia dulce, vibrante. Lo dice Néstor con sus propias palabras, emocionado. “Hace poco un amigo argentino y su mujer alemana nos visitaron y luego de una cena, rodeados de instrumentos y de micrófonos, dijeron: ‘ustedes no pueden extrañar Coghlan, ¡porque Coghlan son ustedes mismos! Brindemos porque aquí hemos llegado. Al presente de Laura y Néstor, construido de recuerdos y abrazos´”.
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