Olimpia Coral Melo fue grabada y expuesta sexualmente, hace 10 años, cuando tenía 18 años. Dejó de estudiar, dejó de trabajar, dejó de salir a la calle cuando se viralizaron sus imágenes con un hashtag repulsivo que la exhibía y la burlaba, odio y sexo no consentido, el peor combo. Hasta que su mamá le dijo que se sacara la vergüenza y luchara por el derecho a su intimidad. En 2014 presentó un proyecto de ley en Puebla para reconocer la violencia digital. En 2021, se aprobó una ley en México y la revista Time la consideró una de las 100 personas más influyentes del mundo.
Su influencia hizo que en Argentina ya tenga media sanción la Ley Olimpia, que fue aprobada en la Cámara de Diputados, el 5 de julio. El 23 de agosto se podría tratar y sancionar en el Senado de la Nación. Sería el primer paso contra la violencia digital frente a relaciones ocasionales, parejas o ex parejas o mensajes de odio en redes sociales o, incluso, imágenes armadas a través de inteligencia artifical.
El proyecto fue impulsado por la diputada Mónica Macha (Frente de Todos). El dictamen fue consensuado por el oficialismo y la oposición en las comisiones de Mujeres y Diversidades y de Comunicaciones e Informática. La ley fue aprobada por amplia mayoría con 191 votos a favor, 2 en contra de Javier Milei y Victoria Villarroel (La Libertad Avanza) y 1 abstención de Carlos Zapata (Ahora Patria en alianza con La Libertad Avanza). Estuvieron ausentes Carolina Píparo (La Libertad Avanza) y José Luis Espert (Avanza Libertad ahora en Juntos por el Cambio).
El proyecto incorpora la violencia en entornos digitales a la Ley 26.485 de violencia contra las mujeres. La norma prevé que se protejan los derechos de las mujeres en las redes sociales y “que se respete su dignidad, reputación e identidad, incluso en los espacios digitales”. La iniciativa prevé que las plataformas (Google, Facebook, Twitter, Tik Tok, Instagram, etc) puedan quitar, por pedido de la justicia, los contenidos que generan violencia, mediante vía electrónica o digital ya que las empresas de internet operan en el extranjero.
La letra de la ley, que cuenta con media sanción, incluye a las relaciones personales y también la “reproducción en el ámbito digital de discursos de odio misóginos”. Macha advirtió que las agresiones en redes sociales que sufren periodistas genera que muchas de ellas dejen de participar en esos espacios y que eso afecta la libertad de expresión.
Además, a través de la línea 144 se va a acompañar, si se aprueba la iniciativa, a las víctimas de violencia digital y deberá sumarse un soporte digital y de acceso gratuito (que no haya un teléfono solamente sino una aplicación para ayudar a las chicas a las que amenazan con difundir sus ‘nudes’ o que ya circulan videos grabados para la intimidad). Y se prevé la creación de un programa de alfabetización digital para las mujeres. También se incorpora la gratuidad para realizar pericias informáticas ya que si se tiene que requisar el teléfono o la computadora de un sospechoso el costo de esa pericia suele ser una barrera para denunciar.
“Entre los más jodidos están las más jodidas, que somos las mujeres que explotan sexualmente nuestros cuerpos”, resalta Olimpia para graficar por qué, aún en países con crisis económicas y en contextos electorales, es urgente proteger a las mujeres que son víctimas de violencia digital.
-¿Qué fue lo que viviste que te llevó a generar un cambio en México y Argentina en relación a la violencia digital?
— A los 18 años yo tenía uno de estos novios que una quiere, como nos enseña el amor romántico, y un día me pidió hacer sexting (sexo y texteo o el intercambio de fotografías eróticas o sexuales) con consentimiento. Yo no tenía educación sexual, ni educación digital y las imágenes se viralizaron.
-¿Por qué hay que salir del prejuicio de la violación “por la pollerita corta” y de la violencia digital “porque le mandaste las fotos sexies”.
- Hay gente que dice “pues tú las mandaste, tú fuiste quien tuvo sexting, tú fuiste quien lo hizo”. ¿Por qué tendría que defenderte? Bueno, porque yo tuve sexo con mi novio en espacios digitales, en espacios online, que nos guste o no, que nos persignemos o no, que siendo gente con creencias religiosas o no, que se enoje papá Diosito o no, las personas adolescentes hacen sexting, al igual que todas las personas adultas, solo que con muchos tabúes, con muchos estigmas y en condiciones de violencia.
— Una cosa es consentir tener sexo y, otra, que alguien abuse o haga prácticas no consentidas, igual que aceptar hacer fotos y otra, muy diferente, que una pareja viralice las imágenes… ¿Eso fue lo que paso?
— Claro. Pues ese video se empezó a difundir, primero, por algunas redes sociales hasta llegar a lo que nosotras ahora llamamos mercados de explotación sexual en línea o que renombramos como páginas porno en los que se consumen mujeres sin su consentimiento.
—¿Hay un mercado que gana plata con ese video íntimo no consentido para su difusión?
— Sí, son mercados de explotación sexual. El 90% de los contenidos de esas páginas porno son de mujeres que no consintieron estar ahí. Hay mujeres caminando en calle, mujeres que van al súper, cosificadas e hipersexualizadas.
-¿Hay mujeres que van en colectivo al trabajo o a comprar una leche y son fotografiadas para exponerlas en páginas porno?
-No necesariamente tienes que hacer sexting para que tus videos, fotografías y tu cuerpo desnudo sea explotado sexualmente en internet al alcance de cualquier persona. Y eso no está tipificado como delito en México y tampoco en Argentina.
-¿Qué te paso cuando se difundió el video sexual con tu imagen?
- Intenté suicidarme. Me daba mucha vergüenza. Era una conexión muy fea para mi cara, para mi cuerpo, para mi propio nombre. Me pusieron un hashtag (la gordibuena de Guachinango) en internet haciendo alusión a mi cuerpo y a mi vida sexual. Era muy pequeña cuando se grabó ese video y enfrentarme con un proceso de justicia no era nada fácil.
-¿Qué significa difundir la Ley Olimpia en Argentina para vos?
-Que la Ley Olimpia se extienda a Argentina y a América Latina le dio sentido a mi lucha.
-¿Te hicieron sentir culpable? ¿Cuáles son los efectos de los prejuicios?
- Yo creía que tenía la culpa, que para qué me dejé grabar y me daba miedo mi cara, me daba miedo mi cuerpo, pero entonces llegó ese video a mi familia. Ya había llegado a la escuela y dejé de ir la escuela. Ya había llegado al trabajo y dejé de ir al trabajo. Ya había llegado a las calles y dejé de salir a la calle. Pero faltaba mi familia. Mi hermano llegó con el celular en la mano y dijo “ya me llegó ese video que dicen que es de mi hermana. Sí es cierto, es real. Y me lo acaban de mandar por el whatsap.” Yo me puse desconcertada, enojada y completamente avergonzada.
-¿Cómo reaccionó tu familia?
-Le di la vuelta a la cama, me hinqué en la esquina de mi mamá (Josefina Cruz) en sus rodillas y le dije: “madre por favor perdóname, perdóname, perdóname. Sí, soy yo. Soy esa persona que dicen. Soy lo que dice el hashtag, soy la gordibuena de Guachinango. Sí, es cierto que soy todo eso malo que dicen, pero me quiero morir y ojalá tuviera un cirujano plástico que me quitara la cara de Olimpia y me pusiera la cara de otra persona. Ojalá pudiera irme del país, pero no tengo recursos”. Entonces pensé que mi mamá me iba a cachetear, pensé que me iba a abofetear, pensé que me iba a correr de la casa. Y además creí que lo merecía porque me sentía culpable. Yo les creía a todos los que me decían todo lo que me decían.
-¿Tu mamá actuó como lo esperabas?
-Lejos de eso, -mi mamá que no acabó la preparatoria, que se crío en condiciones paupérrimas de pobreza- a pesar de no saber nada de internet, me levantó la barbilla, me miró a los ojos y me dijo: “Hija, ¿tu querías que este video lo vieran todos y todas?”. Le respondí que no. Me dijo: “¿Tu querías que todos se burlaran de ti, que todos te vieran tus pompis, que todos te vieran tu cara, tu cuerpo?”. Le dije “no mami, claro que no”. Me dijo: “Mi amor, entonces no eres culpable y no sientas vergüenza”. Le dije: “Mamá, es que no solo es el video. Cuando eres mujer es tu cara, tus ojos, tus cejas, tu cabello, tu altura, todo”. Me dijo: “Bueno, no te preocupes hija, lo que tú hiciste no es nada malo. Qué vergüenza me daría verte en un video robando. Qué vergüenza me daría verte cometiendo un delito, pegándole a un perrito o dedicándote a la tauromaquia y que fueras de esas personas que les gusta ver la violencia a los animales. Hija, pero un video de ti teniendo sexo no es nada malo”.
-¿Tu mamá fue la que más te ayudó?
-Ella me dijo esta frase icónica: “Hija mía, tú no hiciste nada malo” y me dijo lo siguiente, “todas y todos cogemos”. Entonces empezó a señalar a toda mi familia. “Tu hermana coge. Tu prima coge. Tu papá coge. Tu primo coge. El policía que te juzgó coge. La gente del Ministerio Público que te juzgó coge. El vecino que te está molestando coge. Todas y todos cogemos, la diferencia es que a ti te ven coger. A ti te ven hacerlo. Y eso no te hace una mala persona. Eso no te hace una delincuente”. Y me aconsejó: “Hija, lucha porque tú tienes derecho a la intimidad sexual”. Entonces fue la primera vez que supe de esa palabra.
-¿Así empezó tu lucha por tener derecho a la intimidad sexual?
-Sí, busqué a otras compañeras que al igual que yo habían sido exhibidas. Nos encontramos con que no tenía un nombre esta violencia. Hoy tiene un nombre, se llama violencia digital, que fue reconocida incluso por Naciones Unidas como un hito para América Latina. No es porno ni es venganza, es violencia digital.
-¿Cómo es la regulación que se sancionó en México en 2021?
-En México se castiga hasta con ocho años de cárcel la difusión y la producción no consentida de material íntimo después de una lucha de casi una década. Si bien tuvimos apoyo de diferentes partidos políticos y de legisladores, esto no es gracias a ellos, esto es gracias a la lucha que decenas de víctimas igual que en Argentina.
-¿Cómo fue el proceso para regular la violencia digital en México?
— Primero empezamos por los Estados como si empezáramos en Argentina por las provincias, porque era un tema muy tabú.
— ¿No les dijeron que había otros problemas laborales, económicos, políticos más graves y que no se podían ocupar de los videos sexuales?
— Sí, claro. Vivimos en países colonizados, con pobreza, mancillados, jodidos, estamos jodidos los latinos, es cierto. Pero entre los más jodidos están las más jodidas que somos las mujeres que explotan sexualmente nuestros cuerpos por unos centavos aún sin nuestro consentimiento. Y como es en internet, como es digital, se entiende que no existe porque no lo puedes ver y no lo puedes tocar, pero te violan. Para una víctima de ese tipo de violencia es como si la violaran sin penetrarla. No necesitan tocarla para violar su cuerpo. Y no solamente su posible agresor sino todos quienes están alrededor de ella, quienes le dan like, quienes le dan compartir. Es una violación tumultuaria, es una violación masiva e invitan a la gente a violar mujeres a través de la televisión cuando difunden videos sexuales. Y te puede pasar que te graben si vas a un baño público o a tener sexo en un hotel.
-¿Crees que hay que dejar las diferencias políticas de lado para aprobar la ley?
-Ojalá este mensaje llegue a los legisladores, a las legisladoras, que no haya egos políticos, que no tomen partido, que no es mía, ni de mi grupo. No, es de las mujeres. La Ley Olimpia es de nosotras, es de las víctimas. Es de quienes hemos alzado la voz. Nosotras lo que queremos no es que estén todos en la cárcel, lo que queremos es que no haya una víctima más de este tipo de violencia y que la gente entienda que la Ley Olimpia no es un proyecto de reformas nada más, es un movimiento político para cambiar el chip, para dejar de llamar porno venganza y llamarla violencia digital.
-¿Por qué le importa más a las chicas que viven en localidades más chicas y donde la señalan si se difunden fotos o videos?
-Es un movimiento que tiene que hacer conciencia entre los y las argentinas, no es solo un tema del Congreso, no es solo un tema del poder, no es solo un tema de las víctimas, es un tema que debe de importarnos a todos y a todas. También nombramos a Belén San Román (que se quitó la vida después de la difusión de un video sexual) y vamos a alzar la voz porque queremos que el miedo cambie de bando.
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