Los secretos de la película que unió a los Beatles y los Bee Gees en uno de los mayores desastres del cine

Hace 45 años se estrenaba el film Sgt Pepper Lonely Club Hearts Band en el que también participaba Peter Frampton. El proyecto fue un fracaso artístico que hundió varias carreras en simultáneo. Cómo surgió la idea y los detalles previos a la filmación

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Los Bee Gees, Peter Frampton, Robert Stigwood y las canciones de los Beatles parecían ingredientes de una fórmula invencible. Pero el resultado final fue desastroso (Crédito: imdb)
Los Bee Gees, Peter Frampton, Robert Stigwood y las canciones de los Beatles parecían ingredientes de una fórmula invencible. Pero el resultado final fue desastroso (Crédito: imdb)

La fórmula parecía infalible. El grupo más vendedor del momento, el que unos meses había roto todos los parámetros con la banda de sonido más vendida de la historia, los mismos que estaban haciendo bailar al mundo entero con el falsetto contagioso que inundaba las pistas de cada boliche; el guitarrista y cantante que había editado el disco en vivo récord con más de 20 millones de copias vendidas; el productor que en esos años de la década del setenta parecía el Rey Midas, el monarca de los musicales cinematográficos; y el plato fuerte, el ingrediente imbatible, el que nunca falló: las indestructibles canciones de la banda más importante, revolucionaria y querida de la historia.

Pongamos fechas y nombres propios: en un mismo proyecto cinematográfico, en 1978, en el momento cumbre de sus carreras, se reunieron los Bee Gees, Peter Frampton, el productor Robert Stigwood y –acá no importa la fecha- las canciones de los Beatles, casi una treintena de ellas. Nada podía fallar. Si los Bee Gees venían de poner las canciones de Fiebre de Sábado por la Noche en cada fiesta y en casa alrededor del planeta, si el guitarrista en pocos meses había pasado de ser casi un ignoto a convertirse en un sex symbol y a transformar a Frampton Comes Alive! en un fenómeno único, si Robert Stigwood, entre muchas otras cosas, había sido el productor de Tommy, Fiebre de Sábado por la Noche y Grease. Pero nada salió cómo se esperaba.

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Sgt Pepper Lonely Club Hearts Band, la película musical en la que los dos números musicales más vendidos del momento, junto a un elenco vasto y decenas de invitados célebres, recreaban parte del cancionero Beatle fue un desastre, un film involuntariamente gracioso.

Las críticas la destrozaron. Las opiniones de los (pocos) que la veían oscilaban entre la incredulidad, el odio y la burla cruel. Fue un terrible fracaso artístico que tuvo el enorme mérito de hundir en simultáneo varias carreras que parecían indestructibles.

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Una breve anécdota para tomar dimensión de la catástrofe artística que significó la película: unas semanas antes del estreno, Peter Frampton tuvo un accidente automovilístico muy grave en Bahamas. Su vida corrió peligro, estuvo internado muchos días. Alguien dijo que a raíz de ese evento, el guitarrista fue el más afortunado de todos los involucrados: se ahorró la vergüenza, se salvó de ver la reacción del público y de los especialistas en los primeros días en que Sgt Pepper Lonely Club Hearts Band estuvo en cartel; si no se salvó del escarnio, al menos no se enteró.

La película se estrenó con una gran expectativa que se desarmó apenas aparecieron las primeras críticas en los medios. Los especialistas la destrozaron (Crédito: imdb)
La película se estrenó con una gran expectativa que se desarmó apenas aparecieron las primeras críticas en los medios. Los especialistas la destrozaron (Crédito: imdb)

Robert Stigwood compró los derechos de Sgt Pepper Lonely Hearts Club Band On Tour, una obra teatral de Broadway de 1974 que se basaba en canciones de los Beatles. También adquirió los derechos de varias de sus canciones. En la película, finalmente, la mayoría de las utilizadas surgen del álbum que proporciona el título y de Abbey Road.

En el medio Stigwood, también manager de los Bee Gees y Eric Clapton, había encadenado una pierna de éxitos resonantes, dándole un nuevo impulso, casi redefiniendo el cine musical, con Tommy, Fiebre de Sábado por la Noche y Grease.

El primer director que buscó para Fiebre… fue Michael Schultz, un afroamericano que venía de dirigir dos comedias muy exitosas protagonizadas por Richard Pryor. Pero Schultz rechazó el proyecto, no le veía potencial a la historia. John Badham fue quien lo reemplazó y consiguió un impresionante blockbuster. Stigwood le llevó la idea de la comedia musical con los temas Beatles a Badham que, en esa ocasión, prefirió rechazar la invitación. Creía que al guión, todavía, le faltaba demasiado trabajo. El siguiente llamado fue a Schultz que arrepentido de haber respondido negativamente la vez anterior, aceptó de inmediato pese a creer que la historia era floja. El timing no era la mejor virtud de Michael Schultz: después de Sgt Pepper su carrera se hundió irreversiblemente.

Los que parecieron tener mejor olfato fueron los integrantes de Kiss. Fueron tentados para encarnar a los villanos de la historia, los que se oponían a los Bee Gees. Dijeron que no. Una muestra de buen juicio que se empañó con su decisión posterior, que también estuvo relacionada con el cine: protagonizaron Kiss Contra los Fantasmas (una película endeble, kitsch, pero que al menos protagonizaron y llevaba el nombre de la banda en el título, y que comparada con Sgt Pepper parecía El Ciudadano).

Los Bee Gees se habían convertido en los artistas más taquilleros del momento. Los hermanos Gibb vendían millones y millones de copias de cada uno de sus temas y de sus álbumes. Parecían invencibles. La buena racha, creían, no se extinguiría. Poco antes de que Sgt. Pepper le preguntaron a Robin Gibb sobre el proyecto: “Los chicos de hoy no tiene idea del Sgt. Pepper de los Beatles. Así que cuando vean la película y escuchen nuestras versiones, se van a quedar con eso, es lo que recordarán de acá en adelante. Desgraciadamente, los Beatles quedarán como algo secundario. Los Beatles no están más. Se separaron hace muchos años y nunca tocaron en vivo Sgt. Pepper. Cuando salgan nuestras versiones va a ser como que las canciones de ellos nunca hubieran existido”. Puede tratarse de la declaración más estúpida de la historia, de la profecía más vanidosa y errada del último milenio.

El productor Robert Stigwood con los Bee Gees en medio del rodaje. Venían de triunfar juntos con Fiebre de Sábado por la Noche (Crédito: imdb)
El productor Robert Stigwood con los Bee Gees en medio del rodaje. Venían de triunfar juntos con Fiebre de Sábado por la Noche (Crédito: imdb)

Durante años, los Bee Gees corrieron detrás de los cuatro de Liverpool. La gente confundía alguna de sus canciones y los comparaban constantemente (y solían perder en esas comparaciones). Pero ante la separación de los Beatles y el inesperado renacimiento y reconfiguración de los australianos en estrellas mundiales del Disco, los Hermanos Gibb creyeron que ellos estaban a su altura.

En el elenco había otros grandes músicos. Aerosmith aceptó en el momento que gracias a los excesos y la vida desbocada su carrera entraba en una larga pendiente que recién lograron remontar en los años 90; de todas maneras su versión de Come Together es más que digna. También están Billy Preston y Alice Cooper quien recibió permiso para dejar durante 48 horas la clínica en la que hacía la rehabilitación a la drogas (aunque con el tiempo se dio cuenta que más que un lugar para adictos se trataba de un neuropsiquiátrico). Entre los actores estuvieron Donald Pleasence, George Burns y Steve Martin que estaba en un gran momento, tanto que uno de sus álbumes de comedia había llegado poco antes al segundo puesto del ranking Billboard. Ni siquiera su aporte sirvió.

A poco de empezar el rodaje, casi todos los participantes se dieron cuenta de que las cosas no iban bien. Pero nadie se detuvo. Hubo cambios abruptos en el guión cuando el director descubrió que ni los tres Bee Gees ni Frampton eran capaces de decir una línea con dignidad, su inhabilidad para la actuación era épica. Así el personaje de George Burns se convirtió en una especie de narrador de la historia y el resto se dedicó a cantar.

El clímax de la película, se suponía, sería la escena final. Recrearían la tapa de Sgt. Pepper con un elenco de celebridades enorme. La ambición era contar con el mayor cúmulo de estrellas por metro cuadrado de la historia. De esa manera, la producción cursó invitaciones a medio Hollywood y a más de un centenar de músicos que habían conocido el éxito durante la última década. Creyeron que se trataría de la reunión definitiva de talentos. Los primeros en decir no fueron los cuatro Beatles. Los productores pensaron una táctica seductora. Tentaron a las figuras con pasajes en primera clase, alojamiento en un hotel exclusivo, viáticos generosos, limusinas, champagne, el mejor catering disponible, una gran fiesta con canilla libre de sustancias varias. A pesar de eso fueron muchísimos los que se resistieron. Así ese cuadro final se convirtió en un amontonamiento de personajes de segundo orden, talentos olvidados, cantantes de suceso efímero y unos pocos genios que no pasaban por su mejor momento artístico y comercial (Curtis Mayfield, Tina Turner, Bobby Womack, Bonnie Raitt, Minnie Riperton).

Hay algo peculiar en este desastre. Las grandes catástrofes produjeron quebrantos económicos devastadores. Pero acá eso no sucedió. El presupuesto del film fue de 13 millones de dólares y la película recaudó 20. La banda de sonido, el álbum doble hoy –felizmente- olvidado, se convirtió en disco de platino al vender más de un millón de copias, aunque no cubrió las expectativas porque la tirada inicial había sido de tres millones. La fama de sus participantes, la inercia de sus conquistas anteriores y el prestigio Beatle imposible de opacar, salvó los números finales.

La versión de Got To Get You In My Life de Earth Wind and Fire es un gran cover. La banda obtuvo un Grammy por ella (Crédito: imdb)
La versión de Got To Get You In My Life de Earth Wind and Fire es un gran cover. La banda obtuvo un Grammy por ella (Crédito: imdb)

Si los inversores salieron indemnes, no sucedió lo mismo con los artistas. Todas las carreras se resintieron. Frampton ya no volvió a conocer el éxito, los Bee Gees comenzaron un leve descenso que se terminaría de consolidar con el Disco Sucks y el director Schultz quedó confinado a ponerse al frente de episodios de distintas series televisivas. Los sueños de Stigwood de construir un emporio con varias décadas de preeminencia se desmoronaron.

Las versiones de las temas casi logran el imposible de erosionar creaciones invencibles como la de los Beatles. Ni siquiera la participación de George Martin, el mítico productor, salvó los papeles.

Paul McCartney y Ringo Starr fueron al estreno de la película. Se fueron sin hacer declaraciones. Después se supo que reaccionaron igual que el resto: les pareció pésima. John Lennon y George Harrison no aparecieron. George más de un años después cuando un periodista le preguntó su opinión respondió con elegancia que sabía que los Bee Gees, Frampton y Stigwood habían conseguido muchos logros a lo largo de su carrera pero que esto había salido mal. “Dañó sus carreras, su imagen, no necesitaban hacer eso. Es como si nosotros tratáramos de hacer los temas de los Rolling Stones. Los Stones los van a hacer mejor”.

Un periodista escribió que la peor tragedia que le había ocurrido a los Beatles, después del asesinato de Lennon, fue esta película y estas versiones de sus temas. Casi una nueva modalidad criminal.

Pero no todo fue malo en este film que con el paso del tiempo ni siquiera parece resistir el consumo irónico. Fue la ocasión para que Earth Wind and Fire grabara uno de los grandes covers de la historia, su versión de Got To Get You Into My Life.

A veces, aun de las catástrofes surgen gemas.

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