“Es como un calambre en las dos piernas y la cintura, de esos que inmovilizan, pero multiplicado por ocho”, así define el comisario inspector Claudio Peralta lo que experimenta quien recibe una descarga de la pistola Taser. Peralta tiene 52 años, está en la Policía de la Ciudad desde su creación hace 14 años (anteriormente pertenecía a la Policía Federal, donde ingresó a los 18 años) y es uno de los diez instructores que fueron entrenados por la compañía norteamericana que proveyó las armas, usadas en 160 países. “Duró cuatro días, en una jornada que arrancaba a las 7 de mañana y finalizaba unas 12 horas después”. Él, y los otros 9 oficiales, preparan en el Instituto Superior de Seguridad Pública a los 250 efectivos seleccionados para portar y almacenar los dispositivos a partir del próximo 17 de julio, cuando estarán en la calle. La idea del ministro de Justicia y Seguridad de la Ciudad, Eugenio Burzaco, es que las 60 armas que se compraron (a las que podrían añadirse otras 30), circulen a razón de dos por cada una de las 15 comunas porteñas.
Los instructores Taser fueron elegidos, entre otras condiciones, porque son Instructores de Tiro certificados y habilitados por el ANMac, el exRenar. Lo primero que aclara el comisario inspector Peralta sobre el uso de las Taser es que “este dispositivo electrónico lo que hace es salvar vidas. En Brasil se hizo un estudio con la policía en la favela, desde que se incorporó los homicidios cometidos desde la policía hacia los delincuentes bajaron un 20%. También hay estadísticas a nivel europeo: en Inglaterra, solamente con exhibir el dispositivo o su arco voltaico desistieron de la agresión el 85% de las personas”.
El dispositivo, explica Peralta, tiene una batería incorporada, que dura entre ocho y diez horas y posee una vida útil de alrededor de 500 descargas. El modelo que compró la Ciudad no es de última generación, por lo tanto no tiene la posibilidad de intercambiar la batería. Para utilizarla, se le deben colocar los dos cartuchos que contienen las sondas, que son “esos dos arpones que se proyectan en el aire e impactan sobre las personas”. Las Taser también poseen una cola de disparador -similar a un arma de fuego y que se acciona para efectuar el disparo- y una palanca de seguro para portarla sin riesgos. Y, quizás lo más importante, un accesorio llamado “botón de arco”.
En el curso, Peralta explica que las Taser serán portadas del otro lado del arma de fuego, para evitar confusiones en el momento del uso, que es habitualmente de tensión. Y los pasos que se siguen son: “Primero se desenfunda el dispositivo, que desde el principio llama la atención por su color amarillo; luego se quita el seguro y se enciende; en forma automática también se encienden un láser y una linterna, que cuando son reflejadas sobre el cuerpo de una persona generan una circunstancia psicológica que los hace desistir de su agresión. Pero por último, el ‘botón de arco’ le permite al efectivo, antes del disparo, hacer una demostración de la descarga eléctrica en la boca de la sonda, y produce un ruidito por el contacto de los dos polos por medio de un arco voltaico”
La distancia ideal para el uso efectivo de la Taser, indica el comisario inspector, “depende de qué cartucho esté usando, porque la fábrica ofrece diferentes tipos que permiten tener diferentes distancias”. Pero, añade, lo que aconseja el fabricante para que el dispositivo sea efectivo es utilizarlo a una distancia de entre 5 y 6 metros, o un máximo de siete. “De acuerdo a los datos aportados por el fabricante, a 3 metros de distancia la sonda tiene una apertura de 30 centímetros 30,2, y a 6 metros se multiplica a 60 centímetros de apertura. La apertura es el arco voltaico que produce la sonda, es como un positivo y un negativo hacia el impacto. Lo que produce es una inmovilización neuromuscular. La persona en todo momento está consciente ,y no lo perjudica ni interviene en su sistema nervioso central. Esta lúcida y lo único que experimenta es una contracción muscular”.
-¿Qué siente exactamente el que recibe una descarga de Taser?
-Hay muchos que lo experimentaron y lo definieron de diferentes formas. Yo lo experimenté en varias oportunidades. Para explicarlo: si uno tuviera un calambre en las dos piernas y en la cintura, de esos que nos deja inmovilizados, hay que multiplicarlo por 8. Otros dicen que es como un cortocircuito. Son diferentes tipos de experiencias, depende quien reciba la descarga.
-¿Y puede tener secuelas?
-Hay muy muy bajas posibilidades. La secuencia es esta: al ser impactada la persona se conecta el arco voltaico y genera la contracción muscular, esa contracción muscular nos hace ponernos duros, por lo cual la persona, como no puede controlar las extremidades, cae al suelo. Esa descarga dura un máximo de 5 segundos y se corta automáticamente. A los pocos segundos, la persona vuelve a su realidad normal.
La instrucción, que tendrá una duración de una semana, se divide en tres. “Una etapa está referida directamente al operador, al policía que va a utilizar el dispositivo en la vía pública; otra es el curso para armeros, quienes van a resguardar, almacenar y verificar el dispositivo; y luego lo más importante, porque estos dispositivos nos permiten tener una memoria y asegurar la trazabilidad de la utilización. Está totalmente controlado”, señala Peralta.
La trazabilidad del uso se asegurará, cuenta, desde el mismo momento que la Taser se le asigna a un efectivo: “El nombre queda asentado en el sistema. El dispositivo también tiene un número, al igual que los cartuchos que utiliza. El uso queda registrado totalmente dentro de la memoria”.
Pero además, esa trazabilidad no sólo está asegurada por la memoria interna, sino también con una cámara de pecho que lleva el efectivo y comienza a grabar cuando se desenfunda la Taser. “Así, el uso no sólo queda registrado en el dispositivo, sino también con las imágenes y el audio de la cámara”, explica el oficial.
Durante la instrucción, enseñarán a los efectivos cómo tendrán que dar las voces preventivas ante una amenaza, y la forma correcta para manipular el arma: “Deben encender el dispositivo para que se pueda ver el láser y la linterna, y después exhibir el arco voltaico. Si el agresor no desiste, lo último es el despliegue de las ondas”. También harán un trabajo de campo, que es básicamente aprender a desenfundar correctamente la Taser. Y dos etapas más: una de role play, “que es una situación en la cual, el hombre o la mujer policía deben solucionar una circunstancia que le presentamos un escenario” y las exposiciones al arco, que son voluntarias. “Es fundamental que lo hagan, porque en el momento en que decidamos utilizar el dispositivo, sabremos a ciencia cierta los alcances que tiene y el efecto que ocasiona”, explica.
-¿Qué tipo de recomendaciones legales hacen, durante la instrucción, en cuanto al uso de las Taser por parte de un efectivo?
-Este dispositivo es menos peligroso que un arma de fuego, pero tiene que estar siempre utilizado dentro de los parámetros de la legítima defensa y el uso racional de la fuerza. Todo funcionario policial debe accionar dentro de ese marco jurídico y esta no es la excepción. Cuando el policía determine que es necesario utilizar el dispositivo para hacer cesar una agresión o riesgo de vida para el agresor, para el policía o terceras personas, lo usará. Esto es un accesorio más, una herramienta que viene a formar parte del equipamiento de un policía. En su momento sólo podía seleccionar el arma de fuego, acá tiene otro elemento para solucionar el incidente que se le presente con una baja letalidad. En última instancia, lo que va a generar la Taser para el agresor es salvarle la vida.
Seguir leyendo: