Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el 80% de la población con discapacidad, que representa aproximadamente el 15% de la población mundial, no accede al trabajo formal. En Argentina, según datos recogidos en 2018 por INDEC, y en concordancia con la media ubicada por la ONU, la tasa de empleo es de apenas el 32,2%. Los mismos datos de la ONU revelan que tienen menos oportunidades económicas, peor acceso a la educación y tasas de pobreza más altas.
Esto significa “una clara la vulneración de derechos que enfrenta la población así como la necesidad de eliminar barreras y obstáculos para promover la participación de las personas con discapacidad en la vida social, económica, política y cultural. Y es urgente la revisión de políticas públicas interseccionales que contemplen la diversidad humana para la protección de derechos”, opinan desde las organizaciones que integran la Alianza AHORA, una de las artifices de la campaña o “Inclusión Artificial”, creada por Grey Argentina.
Lo que hicieron, bajo el concepto “I.A.; Inclusión artificial”, es crear la campaña en la que se ve a personas con discapacidad en distintos roles laborales y hacer un paralelo con la realidad, donde eso no sucede. “En el mundo real, el 75% de las personas con discapacidad no consigue trabajo”, dicen los creadores.
“Desde el Consejo Publicitario es necesario poder hacer un aporte desde la comunicación a esta problemática tan preocupante. Reconocemos que el desafío de las sociedades en el mundo actual es la promoción y la garantía de derechos humanos, asegurando el desarrollo inclusivo, equitativo y sostenible de una sociedad que facilite la convivencia en paz, eliminando barreras y generando apoyos. Contexto en el cual, el valor de la inclusión a través del derecho al trabajo resulta evidente”, dice Florencia Saguier, presidenta del CPA expresa.
Agustina González fue diagnosticada con Síndrome de Kenny Caffey, un trastorno que afecta muchos órganos y tejidos del cuerpo, y hace un año y medio trabaja en el Banco Nacional de Datos Genéticos. Lograr ese empleo fue la culminación de camino largo y agobiante. “Antes de este empleo, busqué trabajo y no lo conseguía y es triste darse cuenta de que era por tener una discapacidad, pero desde que trabajo bajo relación de dependencia cambió mi vida”.
Lo mismo siente Facundo Roma, diagnosticado con Asperger a los 9 años, que ahora es empleado de una empresa privada de logística. “Fue mucho lo que cambió tener un trabajo”, asegura.
La campaña fue pensada para que diera un mensaje contundente. “Con el auge de las IA creando imágenes imposibles, pensamos que era una gran herramienta para demostrar todo lo que todavía falta hacer para que esas fotos sean parte de la realidad. Es interesante destacar qué tan lejos de la realidad están, que en muchos casos hubo que replantear infinidad de veces los prompts, porque ni siquiera la IA podía imaginar los escenarios de inclusión laboral que le pedíamos recrear”, manifestó Denise Orman, CEO de Grey Argentina.
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Las experiencias de tener un empleo
Agustina tiene 24 años y nació con una enfermedad que, aunque la tiene en tratamiento médico, nunca le impidió desarrollar todo su potencial. Al terminar la secundaria comenzó a buscar empleo y logró, a los 19 años, su primera pasantía. Luego la segunda. No siempre tuvo la correspondiente paga.
Recién en 2020 se acercó a Adeei, una entidad que mediante un equipo interdisciplinario ayuda a las personas con alguna discapacidad a encontrar su primer empleo formal, entre otras tareas. “Antes de entrar al Banco trabajé en una farmacia, luego estudié para ser auxiliar de farmacéutica porque me gustó el rubro, pero las veces que fui a buscar trabajo no me fue bien”, cuenta.
No le decían que no, pero no la llamaban. “Eso me ponían mal porque el trabajo lo podía hacer, pero se nota que no hay inclusión de verdad en las empresas. Que una persona sea discapacitada no quiere no decir que no pueda tener la misma oportunidad para trabajar. Me hacían sentir distinta”.
Pero, finalmente, logró llegar al empleo que deseaba. “Hago tareas administrativas y estoy muy contenta. Me siento muy integrada al grupo, tengo muy buenos compañeros. En lo personal me siento independiente porque puedo pagar mis cuentas, comprar las cosas que necesito, como algún un remedio. Además tengo una buena obra social”, asegura la mujer de José León Suarez.
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Facundo, de 26 años, trabaja en el área financiera de una empresa privada y se ocupa de hacer análisis de cuenta. Antes de este empleo, buscó trabajo unas seis veces y tampoco le fue del todo bien. “Tiré CV con ayuda de alguno de mis terapeutas pero finalmente lo conseguí cuando llegué a Adeei, que me abrieron más posibilidades. Antes hice algunas pasantías en tareas administrativas”.
“Tener este trabajo cambió todo. Me ayudó a organizarme porque era una persona bastante desorganizada y a tener una rutina. El esfuerzo más grande para mi fue el proceso de las dos entrevistas laborales porque era la primera vez que iba a una”, cuenta.
Algunos datos sobre discapacidad y trabajo en Argentina
Según el último Estudio Nacional sobre el Perfil de las Personas con Discapacidad de 2018, el 10,2 % de la población mayor a 6 años tiene algún tipo de dificultad y entre ellos, la tasa de actividad de las personas mayores de 14 años es del 35,9% y la de inactividad es del 64,1%. Y la tasa de empleo es del 32,2 por ciento.
Estos datos dan cuenta de que un significativo porcentaje de personas con discapacidad en edad económicamente activa están sin trabajo. En su mayoría son mujeres y población en situación de vulnerabilidad social.
Del porcentaje de personas con discapacidad que se encuentran inactivas, el 70% corresponde a personas con discapacidad intelectual y psico social, y en ese porcentaje, están quienes tienen síndrome de Down.
En tanto, las mujeres están en una doble situación de desventaja a la hora de tener una oportunidad laboral y aún más aquellas con discapacidad intelectual y psicosocial. También, se considera que el 80% de las personas adultas dentro del espectro autista están desempleadas.
Esta situación preocupante que afecta a las personas con discapacidad, probablemente esté relacionada a las múltiples barreras que aún existen en la sociedad, especialmente ligadas a prejuicios, mitos, estereotipos, discriminación, desconocimiento, ignorancia, señala el informe.
En Argentina, más del 87% de las Personas mayores de 14 años con Certificado Único de Discapacidad (CUD) no tiene trabajo. Además de la falta de empleo, también sufren situaciones de precariedad laboral: 3 de cada 10 no registran aportes (29,7%).
En este aspecto, el marco normativo actual establece que tanto el Estado nacional como provincial están obligados a ocupar Personas con Discapacidad en una proporción no menor del 4% de la totalidad de su personal y a establecer reservas de puestos de trabajo, exclusivamente otorgados por ellas. Hoy, el 34% de las personas con CUD trabaja en el sector público, mientras que el 66% lo hace en el sector privado.
Todo esto impacta en la vida de las personas: vivencian las peores tasas de participación en el mercado laboral en comparación con el resto de la población (OMS, 2011); ingreso tardío al mundo laboral y por ende escasa experiencia laboral; tienen escasa formación y certificaciones no reconocidas; dificultades para aplicar a ofertas laborales que demandan perfiles profesionales o altamente calificados; situaciones frustrantes o de discriminación a lo largo del proceso de inclusión laboral; inclusión laboral bajo formatos de informalidad y precariedad; acceso a puestos de trabajo subvaluados o de baja calificación y jerarquía.
“La inclusión laboral de personas con discapacidad se relaciona directamente con la eliminación de las diferentes barreras, tanto físicas, comunicacionales y actitudinales, así como también, con la generación de condiciones que aseguren el ejercicio pleno de sus derechos y el reconocimiento y valoración de las diferencias que las caracterizan”, dicen desde AHORA (Alianza Humanista de Organizaciones para la Reflexión y la Acción), que busca incidir en la cultura y en las políticas públicas para que todas las personas con discapacidad puedan ejercer plenamente sus derechos (https://ahoradiscapacidad.org).
Además, sostienen que “toda inclusión laboral formal provee ingresos económicos, lo que posibilita una vida autónoma y la manutención de la propia familia. Adicionalmente, la inclusión laboral mejora la autoestima, estructura la rutina de las personas y les da un sentido de pertenencia, un sentido de propósito y una mayor estabilidad, lo cual mejora la calidad de vida. En contraposición, el desempleo favorece el aislamiento, produce una privación económica y consecuentemente una deprivación ocupacional, favorece la dependencia de las personas del Estado, al tener que depender económicamente de las distintas protecciones sociales para sustentarse, lo que perpetúa o favorece una situación de pobreza. Por último, pero no por ello menos importante, cuanto más tiempo las personas permanecen desempleadas, menores son sus posibilidades de conseguir un trabajo”.
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