La historia del pueblo de 230 habitantes rodeado por un millón de árboles y cómo superó el paso de un tornado

Cazón se encuentra en el partido de Saladillo y fue declarado de interés turístico en 2019. En los últimos años, los pobladores sufrieron una gran sequía y luego un fuerte temporal que hizo volar techos y los dejó a oscuras. Cómo fue la reconstrucción y la fiesta que atrae hasta 25.000 visitantes

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Cazón se encuentra a 79 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires (Foto: Google Street View - Sandra Wechsler)
Cazón se encuentra a 79 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires (Foto: Google Street View - Sandra Wechsler)

A 15 kilómetros del partido bonaerense de Saladillo, en plena pampa húmeda, se encuentra Cazón, una localidad de aproximadamente 230 habitantes, que también es conocida como “el pueblo del millón de árboles”. Así lo anuncia un pintoresco cartel ni bien se ingresa al lugar que otros definen como un “paraíso verde”, porque desde cualquier ángulo ese es el color que predomina. La naturaleza no son solo una bella postal, sino también la fuente de trabajo de varias generaciones que se han dedicado a cuidar y reproducir las diferentes especies forestales y ornamentales. Gran parte de esa labor puede apreciarse en el Vivero Municipal Eduardo L. Holmberg, de 210 hectáreas, que está abierto todo el año y es de ingreso gratuito.

El 18 de septiembre de 1896 se considera el hito fundacional, y el nombre se atribuye a Joaquín Cazón, quien donó las tierras donde luego construyeron la estación ferroviaria que fue bautizada con su apellido. Las vías del Ferrocarril Roca están en desuso, porque el tren dejó de pasar hace tres años, y todavía despierta nostalgia en los cazoneros. “Es un punto de encuentro para nosotros, y siempre los sábados y domingo se juntaba mucha gente, y yo como hijo de un inmigrante italiano me acuerdo de que muchos paisanos de mi papá venían cada vez que había un casamiento, así que está lleno de recuerdos para todos”, comenta en diálogo con Infobae Antonio Martino, delegado municipal de la localidad donde nació.

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Por momentos le parece que fue ayer ese instante en que sus familiares llegaban, los saludos, los abrazos, la alegría, y en ese mismo lugar días más tarde llegaba la despedida, cargada de incertidumbre sobre cuándo sería el próximo reencuentro. “Nos gustaría reconstruirla, revocar, pintar, reparar los techos y dejarla linda para hacer algo cultural, pero actualmente vive una familia en la estación, y hay que conseguirles una vivienda y tener los permisos correspondientes para avanzar con eso”, explica.

La estación del ferrocarril, que se encuentra sin actividad (Foto: Google Street View - Felipe Arean Vazquez)
La estación del ferrocarril, que se encuentra sin actividad (Foto: Google Street View - Felipe Arean Vazquez)

La Plaza de la Juventud es otro de los tantos espacios verdes y centro de reunión de los vecinos. Además está el Club Social y Deportivo Cazón, y el parque que se ubica enfrente, que cuenta con sanitarios, bancos y fogones para hacer asado. Tal como fue en sus inicios, conservan la particularidad de que cada calle lleva el nombre de una provincia de nuestro país, y la avenida principal se llama Buenos Aires. El paseo también incluye un viaje por la historia, como los antiguos hornos de carbón que funcionaron entre 1975 y 1985. Algunos todavía están en pie. “Cuando yo era chico fui testigo del primer camión que cargaron haciendo un pasa manos, porque no había maquinaria ni palas frontales, entonces iban juntando todo en canastos que se iban pasando en andamios”, rememora Martino.

“Era un trabajo pesado, por todo el polvillo que volaba, que había que enfriar el carbón porque si estaba caliente cuando se abría la puerta se podía prender fuego, se mojaba para enfriarlo, y después había que retirar la producción para volver a empezar”, detalla. Cerca del primer almacén que existió en el pueblo -hoy hay tres-, habían construido el primero de esos hornos, donde actualmente están edificando la nueva delegación municipal. “Si llegamos a terminarla la vamos a inaugurar el día del aniversario en septiembre, y también se van a sortear cuatro viviendas para los habitantes que actualmente no tienen casa propia”, proyecta.

Más allá de los datos históricos y las huellas culturales, Antonio no tiene dudas a la hora de responder qué es lo que más se conoce de Cazón. “Muchos vienen a visitar el vivero que tiene más de 100 años, y casi todos nuestros padres y abuelos trabajaron ahí. En ese lugar aprendimos a hacer plantas, porque es algo que pasó de generación en generación”, asegura. Se refiere al Vivero Municipal Eduardo L. Holmberg, que fue inaugurado en 1910 a raíz de la Ley de Fomento de Forestación sancionada ese mismo año, durante la gobernación del General José Inocencio Arias y su Ministro de Obras Públicas, el doctor José Tomás Sojo.

El vivero municipal de Cazón, una pequeña localidad donde también hay viveros particulares, una delegación municipal, destacamento policial, centro de atención primaria de la salud, la capilla Nuestra Señora del Rosario y educación en los tres niveles
El vivero municipal de Cazón, una pequeña localidad donde también hay viveros particulares, una delegación municipal, destacamento policial, centro de atención primaria de la salud, la capilla Nuestra Señora del Rosario y educación en los tres niveles

Esa ley contemplaba la creación de viveros que produjeran especies frutales y forestales para promover el sector, con la admisión de aprendices y la venta de la producción al precio de costo. En 1979 pasó a manos del Municipio de Saladillo, y desde entonces funciona abierto al público con entrada gratuita. José María Onís es ingeniero agrónomo y desde hace ocho años es el director del vivero municipal. “Y ojalá que por muchos más, porque este es un lugar soñado no solo por su belleza natural, sino también por la gente que lo cuida con tanta pasión”, expresa en diálogo con este medio.

“Lo primero que nos preguntan es cuánto sale la entrada, y le decimos: ‘Nada, andá a recorrer todo lo que quieras’, y la única recomendación que les hacemos es que no arrojen basura ni enciendan fuego, que caminen, que anden en bici, porque es ideal para todo eso”, revela. Se han hecho carreras pedestres, bicicleteadas, y también brindan visitas guiadas cuando les escriben con anticipación, y sobre todo abren sus puertas a muchas escuelas que hacen uso de lo que llaman base de campamento.

El ingreso al Vivero Municipal Eduardo L. Holmberg, donde hay más de 100 especies forestales y ornamentales
El ingreso al Vivero Municipal Eduardo L. Holmberg, donde hay más de 100 especies forestales y ornamentales

“Es un lugar de esparcimiento para hacer distintas actividades, que se utiliza casi todas las semanas, viene gente a tomarse unos mates, y hay algunos emprendedores locales, que hacen empanadas, tortas fritas y pasteles para vender”, indica. Y enseguida suelta un sueño sobre el futuro de Cazón, que fue declarado pueblo turístico en septiembre de 2019: “La idea es sumar algo gastronómico para que tengan dónde almorzar, para que puedan recorrer y después comer algo en un lindo lugar, y creemos que con el tiempo se va a ir dando”.

Un millón de árboles

Se trata de la localidad bonaerense con mayor cantidad de árboles por habitante, según un censo local que realizaron en 2015 donde aseguraron que a lo largo y lo ancho del territorio alcanzan el millón de árboles, lo que representa que por cada cazonero hay más de 4300 árboles. “Algunos son producto de la naturaleza, y todo el resto gracias al trabajo de la comunidad, pero casi toda la provincia de Buenos Aires tiene árboles que salieron de este vivero, por eso valoramos tanto su trayectoria”, explica. Las 18 personas que trabajan en la producción realizan distintas tareas durante todo el año para hacer posible el mantenimiento de más de 100 especies, forestales y ornamentales, cada una con un tratamiento diferente y una manera de reproducirse específica.

La frase que se encuentra escrita en el cartel ni bien se llega a la localidad (Foto: Google Street View - Sandra Wechsler)
La frase que se encuentra escrita en el cartel ni bien se llega a la localidad (Foto: Google Street View - Sandra Wechsler)

“Es una labor muy artesanal porque se hace todo a mano, y a la intemperie. En invierno están las heladas y el viento que a veces dificulta, y en el verano los calores y la sequía, pero todos los empleados aman mucho lo que hacen, y a las plantas no solo tenés que conocerlas, sino también quererlas”, afirma. Dentro del largo listado algunas de las más pedidas son las casuarinas, variedad de acacias, fresno rojo, fresno dorado, plátanos, sauces, álamos, y paraíso; además de plantas arbustivas de jardín, como corona de novia, margaritas, jazmín amarillo y jazmín trepador.

“Algunas por semilla, otros por hijuelos, además tenemos variedades frutales, y otras son por injerto con personal muy capacitado porque son casi movimientos quirúrgico, es como un arte que se fue enseñando por abuelos, padres e hijos”, sostiene. En este sentido, diferencia la función comercial de la venta de plantas -ya sea a particulares, empresas o instituciones- de la función social que representa para los cazoneros la existencia de los viveros, tanto el municipal como el resto de emprendimientos privados.

En una de las ediciones de la exposición a la que asisten más de 20.000 personas por año (Foto: Facebook Expo Vivero Cazón)
En una de las ediciones de la exposición a la que asisten más de 20.000 personas por año (Foto: Facebook Expo Vivero Cazón)

“Contiene a un montón de familias que viven en el pueblo, y les brinda un ingreso económico y una oportunidad que de otra forma no tendrían”, expresa. En el predio de 200 hectáreas además hay otras actividades educativas. “Adentro funciona el jardín de infantes municipal “Nidito Alegre”, y la secundaria “Ingeniero Agrónomo Horacio Giberti”, que es una escuela agropecuaria con posibilidad de internado, tanto para varones como para mujeres. El vivero cedió 90 hectáreas para que los alumnos tengan un sector ganadero con tambo, cerdos, y puedan hacer tareas agrícolas”, describe.

Otro de los sectores que con cariño dicen que está “enviverado”, contiene plantaciones muy añejas, que originalmente habían sido hechas para la venta, y al quedar como excedente fueron creciendo cada vez más. “Hoy eso es un bosque hermoso, en el cual pudimos poner caminos y lugares para hacer recorridos, así que lo aprovechamos turísticamente y en las otras 40 hectáreas distribuidas en todo el lugar se hace la producción de distintas especies”, detalla. Según la época del año, el horario de ingreso cambia por la salida del sol: en invierno abren a las 7.30 de la mañana y atienden hasta las 13.30, y en verano desde las 6 hasta las 12, en ambos casos de lunes a sábado.

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Desde 2012 en octubre se realiza de manera ininterrumpida la Expo Vivero Cazón, que es una de las fiestas más concurridas del pueblo, donde hay una gran variedad de stands, paseos de artesanos, patio gastronómico, inflables para los más chicos y shows musicales de folclore y artistas invitados. Han pasado por el escenario de Cazón artistas como Fabiana Cantilo, Jaf, Juan Carlos Baglietto y Lito Vitale.

Así se ve el pueblo desde una vista aérea del día de la Expo Vivero Cazón, en el que hay gran variedad de stands y shows musicales
Así se ve el pueblo desde una vista aérea del día de la Expo Vivero Cazón, en el que hay gran variedad de stands y shows musicales

“En la última edición asistieron casi 25.000 personas, y como siempre digo, nosotros no tenemos mar, no tenemos montañas, no hay ruido, pero tenemos un montón de plantas que hacen muy bello el lugar y es imperdible venir ese fin de semana, porque son tres días de puro disfrute desde las 11 de la mañana hasta la noche”, recomienda Onís. En marzo también convocan a la Expo Cactus, otro de los eventos que genera mucho movimiento, y allí también hay foodtracks, stands de automóviles, y ponen en marcha un restaurante de campo del que se encargan las instituciones como las escuelas y el club. Cocinan asado criollo, lechón, chorizos, y empanadas, entre otros.

El tornado

“Hace casi dos años, el 8 de agosto de 2021, un domingo por la mañana un tornado hizo un desastre en el pueblo”, cuenta el director del vivero municipal. Destruyó árboles, volaron techos, muchos estuvieron sin luz y sin agua durante cinco días, y hubo muchas plantas caídas. Todos pusieron en práctica los conocimientos heredados y repuntaron nuevamente la localidad, que además había pasado una desesperante sequía que generó muchas pérdidas en la producción agropecuaria y ganadera, y poco después de haber sido declarados de interés turístico se había desatado la ola de contagios de coronavirus.

“Veníamos repuntando de la pandemia y justo se vino ese temporal terrible, pero hoy estamos de pie. Como siempre, pudimos reencausar, acomodarnos y seguir avanzando”, celebra. Recuerda que cuando se sumó a la gerencia del vivero, ocho años atrás, todavía no estaban tan definidos los lineamientos a seguir para fomentar el turismo rural, no había una variedad de alojamientos en Cazón, por lo que los puesteros y los visitantes debían hospedarse en Saladillo para poder asistir, y con el correr del tiempo fueron surgiendo emprendimientos dentro de la localidad.

"Desde que se hizo más conocido por los viveros, se están instalando más personas que vienen de Buenos Aires buscando tranquilidad, gente que por ahí se jubila, se vienen y edifican su quinta", asegura Antonio Martino, delegado municipal de Cazón
"Desde que se hizo más conocido por los viveros, se están instalando más personas que vienen de Buenos Aires buscando tranquilidad, gente que por ahí se jubila, se vienen y edifican su quinta", asegura Antonio Martino, delegado municipal de Cazón

El delegado municipal cuenta que fue uno de los primeros en alquilar las cuatro habitaciones de su casa los fines de semana y también su quincho. La respuesta fue buena y la replicó también cada 9 de julio para que quienes asistan a la fiesta patria que se celebra a lo grande en el partido cabecera, con jineteada criolla en la Sociedad Rural, pudieran quedarse esos días. “Actualmente hay viviendas que se alquilan en pleno campo, a 3 o 4 kilómetros del pueblo, en las chacras, y son unas hermosas casas para ir en familia, donde se pueden ver animales, andar a caballo, en bicicleta, muy tranquilos”, asegura Martino, y le sugiere a los interesados que consulten a la Secretaría de Turismo de Saladillo, que dispone de todo el listado de hospedajes disponibles, entre los que se encuentra un domo que inauguraron dos emprendedores.

Como buen abanderado de su localidad natal, aclara que no solo en tiempos de fiestas se puede visitar, sino que además es ideal para escapadas de relax. “Tenemos un camping municipal que se alquila, una casa con quincho donde pueden quedarse ocho personas, tiene pileta, lugar para acampar y es económico: pasar el día cuesta 500 pesos y quedarse a dormir 2000 pesos”, comenta. Sueña que este año puedan abrir un restaurante, que considera esencial para complementar las propuestas turísticas.

“Solo falté de Cazón cuando fui a hacer la colimba en la época de Malvinas, después pasé toda mi vida acá y amo el lugar de donde soy”, sentencia Antonio, que en 1982 estuvo en Mar del Plata junto a un grupo de soldados que estuvo a punto de viajar a combatir a las islas, pero finalmente fue requerida otra batería que contaba con misiles y artillería antiaérea.

Los colores de las plantas florecidas durante las fiestas de Cazón convocan también a muchos fotógrafos y realizan concursos (Foto: Facebook Expo Vivero Cazón)
Los colores de las plantas florecidas durante las fiestas de Cazón convocan también a muchos fotógrafos y realizan concursos (Foto: Facebook Expo Vivero Cazón)

Onís, por su parte, confiesa que aunque se desempeña como director hace menos de una década, su historia con el vivero municipal empezó mucho antes. “Cuando me recibí no encontraba trabajo y conseguí como administrativo en una empresa que hacía asfalto y justo estaban asfaltando desde la ruta hasta Cazón; ese mismo tramo que ahora hago todos los días para entrar acá”, revela aún asombrado de las vueltas de la vida. Entre risas admite que en su caso el dicho “hacer camino” fue literal.

Ambos extienden la invitación a su querido “pulmón verde”, al que se ingresa por la Ruta Nacional 205, en el acceso del kilómetro 170, y desde allí son otros seis kilómetros por camino pavimentado. “Esperamos a todos los que quieran venir, y serán recibidos con los brazos abiertos”, expresan con agradecimiento a cada una de las generaciones de cazoneros, que mantienen y cuidan su patrimonio desde hace 126 años.

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