La primera vez que escuché música reggae fue en 1977, en El Tren Fantasma. Legendario programa iniciático radial que se emitía por la frecuencia de FMR, primera radio FM en este extravagante lugar del planeta. Ciertamente era la frecuencia modulada de Radio Rivadavia. Hasta ese momento las radios eran AM, o sea se modulaba por amplitud. Por antena digamos. Con una mejor antena mejorabas la recepción. En las FM se modulaba a través de una frecuencia predeterminada por números. Con la antena, cualquier interferencia entre el transmisor y tu aparato de radio se volvía notoria, modulando a través de una frecuencia preestablecida nada se metía en el medio. Un gran avance para los chicos de la época: la música ahora se escuchaba casi perfecta, aunque de todas maneras pocos tenían una radio FM en su casa. Lo nuevo llegaba inexorablemente, así que escuché mis primeros reggaes en una FM incipiente.
El Tren Fantasma era conducido por el gran Omar Cerasuolo, lo musicalizaba Daniel Morano, que había viajado a Londres en el ´75 y llegó cargado del nuevo sonido que invadió las ondas radiales europeas. Discos de Roland Alphonso, Dandy Livingstone, Jimmy Cliff y los Wailers de repente aparecían con el punk de The Clash, el funky soul de Booker T & the MG´s y Funkadelic o algunos intentos de pop japonés como Yellow Magic Orchestra y los australianos Jo Jo Zep & The Falcons. El único espacio donde convivían esos discos era en ese programa, y allí recuerdo perfectamente mi reacción cuando escuché discos jamaiquinos pegados a Los Romanticos de Cuba o los Rolling Stones. Asi era el Tren Fantasma, un nuevo menú musical esperando por nosotros. Una historia aparte.
Eso nos preparó a muchos para cuando aparece la versión de “I shot the sheriff”, original de Bob Marley & the Wailers incluida en Burnin´ del 73, versionada un par de años después por Eric Clapton comenzando a vivir sus mejores momentos en 461 Ocean Boulevard, un disco que abrió las ventanas del blues mas sofisticado para el gran público. En una percepción absolutamente personal, ese nuevo sonido proveniente de una pequeña isla del Caribe pobre fue demasiado. Aun sigue siendo Bob Marley el único músico proveniente del tercer mundo que transformó la música pop a la altura de un John Lennon, de la dupla Jagger/Richards o mismo Bob Dylan. Ahi, en ese olimpo está Marley, quizás últimamente se están asomando muchos oídos nuevos en latitudes lejanas a Astor Piazzolla o a Tom Jobim, pero la penetración que tuvo Bob Marley en el rock, en el jazz , en toda la música joven del momento fue inigualable. Además, el reggae fue bendecido por el gustoso fervor de las huestes del punk rock. Esos delincuentes musicales vestidos de cuero y crestas, con alfileres de gancho colgando de las orejas y cadenas de perro en el cuello, que odiaban la autoridad y a Pink Floyd, vagos mal entretenidos que adoraban a los Ramones en NYC y a los Sex Pistols en Londres, a los únicos que respetaban eran a los jamaiquinos exiliados de la dictadura isleña que se juntaban en los ghettos de las grandes urbes haciendo lo suyo. Básicamente los adoraban porque eran los únicos habitantes mas marginetos que ellos mismos.
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Nosotros por acá los mirábamos de lejos, medio comprendiendo la situación porque teníamos más problemas sociales que todos ellos juntos.
Clapton nos sonaba raro tocando esa cadencia caribeña con su banda aunque irresistible. Algo así ya se había escuchado en Houses of the Holy de Led Zeppelin, con “D´yer Maker”. También John Lennon intento algo similar al reggae en “Mind Games” aunque después Phil Spector lo hizo desistir de la idea. Ya el huevo estaba puesto.
El reggae llegó para instalarse y nutrir todo lo que estuviera a su alcance.
Si tenemos que hablar de nuestro reggae, que yo sepa los primeros compases se escucharon en los iniciales shows de Sumo, algunos guiños de Soda Stereo al sonido de The Police que eran una de sus principales referencias, Alphonso S´entrega y las primeras performances de los Abuelos de la Nada. Era un sonido distintivo y particular que hacía aullar al público que bailaba por fin en los recitales.
Ya en la radio el primer encontronazo de los musicalizadores con la nueva cosa fue un casette que los mismos Pericos nos traían a las discotecas con “El ritual de la banana”, algo mas calipso que reggae roots digamos, imposible de pasar por alto, también imposible de no bailar. Fue un gran éxito inmediato que catapultó a la banda de unas oscuras salas de ensayo a las cámaras de todo programa musical juvenil que estuviera al aire en la tele.
Los Pericos eran los de siempre, con Juanchi Baleiron y el Bahiano al frente, mas los otros y uno en especial que se encargaba de la percusión llamado Guillermo Bonetto. Este mismo, además de su vida Pericos arma con un par de amigos mas, Claudio Illobre y Gonzalo Albornoz, Los Cafres. Mas vinculados a las raíces del movimiento que a la explosión discotequera del asunto, tratan de abarcar otro repertorio, siguiendo el mismo camino que también emprendían Fidel Nadal y Sergio Rotman de los Fabulosos Cadillacs entre otros. Un camino que no los haría tan populares quizás, pero los haría necesarios. Cada vez mas chicas se metían en la senda rastafari cool, cada vez mas chicos se pondrían a investigar mas alla de Bob Marley, en Linton Kwesi Johnson, Toots & The Maytals y The Gladiators. Ahi entonces, como en el cuento de Jorge Luis Borges, los senderos se empiezan a bifurcar y entonces los derroteros ya son mas personales.
No hay que olvidar que el reggae es una música bastante espiritual, con muchas aristas religiosas, Jehová, Haile Sellasie, el Leon de Zion, Rastafarismo, el regreso a Babylon y demás asuntos demasiado serios para tratar aquí hoy.
Por el lado de Los Cafres, después de un par de presentaciones en 1987, la banda se separa por la imposibilidad de Bonetto de seguir con Los Pericos in crescendo y dedicarle a Los Cafres lo que se merecían. Vuelven en 1993, graban su primer disco “Frecuencia Cafre” en Buenos Aires, la mezcla se hace en los estudios Tuff Gong de Jamaica. El encargado es Erroll Brown, legendario ingeniero que trabajaba con Marley, Peter Tosh, Gilberto Gil, Gregory Isaacs, Third World, U-Roy y demás cabezones por el estilo, que se entusiasma con la idea de grabar el primer disco de Reggae Roots en español. Para eso estaban Los Cafres en el mundo, para iniciar un nuevo sendero en el reggae latinoamericano.
En el 95 graban Instinto, y después salen con Instinto Dub. Cada vez tocan mas y con mayor público, el sonido Cafre ya es emblema, cuando en 1997 aparece el que para mi es su punto mas elevado, en la ya de por si elevada trayectoria artística de la banda. No es mejor que otros, ni está mejor grabado o posee alguna particularidad asombrosa, no, nada de eso. “Suena la Alarma” es un álbum de reggae roots que te hace sentir las armonías Cafres casi hipnóticamente.
Grabado en los estudios Del Abasto al Pasto en Don Torcuato por Alvaro Villagra, en este disco por primera vez Los Cafres se autoproducen. Ellos mas una ayudita de los increíbles Alfredo Toth y Pablo Guyot dan por terminada una lista de canciones bellísimas, que enseguida empezaron a sonar en las radios, poniendo a la banda en la gran conversación. Me acuerdo de los musicalizadores de radio llamándonos, recomendándonos canciones para determinados espacios, todas parejas, cada una con su belleza inherente. Aun hoy, escuchar el disco entero sigue siendo una gran forma de mejorar nuestro dia. 15 canciones que llenan el alma. Desde “Capitán Pelusa” a “Velas y Sahumerios” o “Brilla”, el aire se inunda de sonido Cafre por igual. Desde que tuve el disco en las manos, “Flor del Potrero” fue mi favorita, en la radio y en la vida me atrevería a afirmar.
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”La vida es el regalo que tenés por abrir,
A ponerlo a gozar.
Romper el papel de tu piel,
Estás deseando volar.
Amor es el regalo que tenés por vivir,
A ponerlo a gozar.
Derrite el frio en tus alas,
Estás deseando volar.
Los sentimientos tienen nombre,
El tiempo va a alimentar.
Siempre sacude tu razón,
Busca aprender
Lecciones que no se borren.
Buscando ser fuerte,
Valiente, flor del potrero,
Busca aprender...
Busca aprender.
Busca aprender.
El regalo es la vida...
Flor del potrero,
Flor del potrero.”
Los Cafres en este disco fueron Guillermo Bonetto, Claudio Illobre teclados, Adrian Canedo en batería, Gonzalo Albornoz al bajo, la guitarra de Tomas Pearson, los brasses de Adrian Meli, Sergio Colombo y Luis Conde, mas la programación de Pedro Pearson. La canción está firmada por Claudio Illobre y Tomás Pearson, asi “Flor del Potrero” fue tema de conversación siempre entre Los Cafres y un servidor.
Claudio Illobre es además de family man y músico un gran disc jockey de música funk en plena actividad, DJ Casablanca, una mente amplia con refinado oído. Lo llamo.
”Soy melómano, DJ, muy aficionado a los sonidos negros del soul y del funk como ya sabés. Asi que siempre en Los Cafres vamos a inclinarnos por lograr ese máximo de dignidad, tanto en la lírica como en la música, que encontramos en los grandes de esos estilos. Nosotros somos una banda reggae, pero sentimos siempre al soul muy traducido en el reggae. ‘Flor de potrero’ es una canción del año 96 que habla de crecer en la adversidad. Habla de la flor que crece en la adversidad de un potrero. Que asi y todo perdura manteniendo su belleza. La letra del tema es una especie de piedra pulida, extraída de un texto mas grande. Un rescate de oraciones, con bastante de auto referencia. Algo de autoayuda, una espada contra las debilidades, un grito de aliento. Siempre pienso que quién es uno para dejar un mensaje no? Asi que es mejor tomarlo como una reflexión.en verdad son un monton de oraciones bien cuidadas, para que cada uno las tome como quiera. Y al final quedamos en que la flor del potrero es la que permanece de pie, ante todos los obstáculos.”
Pasa por ahi Guille Bonetto, suma su parecer al respecto:
“‘Flor del Potrero’ es una hermosura de tema, muy profundo. Con una poesía clara y contundente. Esa belleza me pegó desde que la conocí, la armonía me conquistó enseguida. Cierto es que todos los temas de Claudio tienen una profundidad muy enorme. Con imágenes muy claras, es como una guía para la vida quizás. Un manual de como vivir, en una lirica bellísima...”
Como los grandes equipos de futbol, esos que siempre están en torneos importantes ganando o perdiendo, pero sin perder jamás la esencia. Puede ir bien, o mejor, o pésimo, pero todo suma a su mística. O como esos vinos de gran prestigio, cuando quizás la cosecha de un año supera a la de otro, pero jamás deja de ser un gran vino.
Los Cafres son como esas grandes bandas que siempre son válidas. Puede gustarte un disco mas que otro, pero en verdad todos son buenos. Desde el comienzo aclaré que no sabría explicar porque Suena la Alarma me gusta mas que otros discos de Los Cafres. Quizás el resumen sea que cada vez que escucho “Flor del Potrero” me siento un poco mejor, por su armonía, por su letra. Como a Bonetto, me conquistó esta canción ni bien la conocí, y jamas me dejó de sonar.
Hoy Los Cafres con 3 décadas de carrera a sus espaldas, 15 discos además de infinidad de shows por toda América, con cambios y demás idas y vueltas, están mas vivos que nunca. Sobre todo en esos tres que desde el comienzo levantaron la bandera del mejor reggae roots argento, Guille Bonetto, Claudio Illobre y Gonzalo Albornoz. Larga vida a Los Cafres y que las velas y los sahumerios sigan encendidos hasta la noche de los tiempos.
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