Monseñor Jorge Casaretto: “El objetivo final de este libro es la reconciliación de los argentinos”

El obispo emérito de San Isidro habló en un panel sobre “La verdad los hará libres”, obra que resume la acción de la Iglesia Católica ante “la espiral de la violencia” en los 60 y 70. “La grieta es el gran problema de hoy: si no llegamos a acuerdos no podremos unirnos en pos de alguna idea fundamental”, dijo

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Monseñor Casaretto en la presentación del libro: "La verdad los hará libres"; es "un aporte a la reconciliación de los argentinos"

“Esta obra es muy importante. Ahí contamos la verdad y la Iglesia es la única que ha contado la verdad en serio”, afirmó monseñor Jorge Casaretto, obispo emérito de San Isidro, en un panel sobre el libro La verdad los hará libres:”, que resume la investigación académica que la Conferencia Episcopal Argentina le encargó a la Universidad Católica.

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Casaretto destacó que “los militares nunca han reconocido lo que hicieron”, aunque también señaló que esa verdad “los autocondena” y que “muchos de ellos están en la cárcel” e incluso “muchos de ellos injustamente”. “Las organizaciones de derechos humanos tampoco cuentan la verdad de lo que ha pasado, la Iglesia es la única que está contando todo, cómo actuó, qué pasó con las monjas, con los sacerdotes, los obispos”, insistió.

Los dos primeros tomos de
Los dos primeros tomos de la monumental obra que el Episcopado argentino le encomendó a la Universidad Católica: "La verdad los hará libres. La Iglesia Católica en la espiral de la violencia en la Argentina 1966-1983" y "La Conferencia Episcopal y la Santa Sede frente al terrorismo de Estado 1976-1983"

Y en particular quiso destacar el desempeño del Nuncio Apostólico de la época, monseñor Pío Laghi, “porque fue muy denostado por las Madres de Plaza de Mayo y muchas otras personas”, pero de los documentos reunidos en los dos tomos de la obra publicados hasta ahora, surge “que fue alguien clarividente: él venía a decirnos a muchos obispos ‘ustedes tienen quer ser mucho más firmes en las denuncias”, recordó Casaretto, y admitió que “el Episcopado no actuó tan drásticamente como debió haber actuado”.

También María Cristina Cacabelos, abogada especialista en resolución de conflictos civiles, que perdió a tres de sus hermanos por la violencia de los 70 pero eligió perdonar tanto a Montoneros como a militares, destacó el acompañamiento que ella y su familia recibieron en ese durísimo trance por parte de Pío Laghi (ver video al pie de esta nota): “Toda la actividad que desarrolló (el Nuncio) figura en la documentación que el Episcopado me ha entregado”, dijo Cacabelos, quien recordó que también contaron con el respaldo del sacerdote jesuita Ignacio Pérez del Viso y del obispo Carmelo Giaquinta, cuyos escritos sobre la Iglesia durante la dictadura, así como los de monseñor Miguel Hesayne y del propio Casaretto, forman parte del tomo I de La verdad los hará libres.

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María Cristina Cacabelos, en una
María Cristina Cacabelos, en una imgen de archivo, en los estudios de Infobae

Cacabelos trabaja activamente en la reconciliación y el perdón; desde hace años, visita a los militares presos por la represión ilegal.

En el panel, realizado en el CUDES (Centro Universitario de Estudios), en el marco de la Diplomatura en Cultura Argentina que se dicta en esa institución, también participaron el teólogo Carlos Galli, uno de los coautores de esta obra monumental de la que ya se publicaron dos tomos y es inminente la salida del tercero, y Ricardo Albelda, secretario académico de la Facultad de Teología de la UCA. El panel fue coordinado por Jorge Colombres Mármol, miembro de la Diplomatura en Cultura Argentina.

La presentación corrió por cuenta de Roberto Bosca, director académico del CUDES, quien celebró la llegada de esta obra, que dijo esperaba hace mucho tiempo. “Lo que no se asume, no se redime”, afirmó y fundamentó la necesidad de eludir una mirada hemipléjica hacia el pasado: “La verdad que libera es la verdad completa”.

De izquierda a derecha: Ricardo
De izquierda a derecha: Ricardo Albelda, María Cristina Cacabelos, Jorge Colombres Mármol, Jorge Casaretto y Roberto Bosca. Panel de presentación de "La verdad los hará libres" en el CUDES

Las reflexiones del panel llevaron a una pregunta del público: “¿Cómo se sale de estos procesos? ¿Cómo se termina la violencia y empieza la paz? ¿Estamos con el esquema de castigar todos los crímenes hasta el último momento? ¿Quisiera saber la posición de la Iglesia sobre algunos procesos, como por ejemplo el de Colombia y las FARC, donde a los guerrilleros no se los castiga tanto; o el de Irlanda del Norte, donde también hubo soluciones que no fueron la estricta Ley del Talión, como el de Sudáfrica, donde al que dice la verdad, debe arrepentirse y no se lo castiga”.

Monseñor Casaretto recogió el guante, recordando “cómo ha planteado la Iglesia el camino de la solución: primero la verdad, la memoria real de lo que pasó, después la Justicia y después la Reconciliación”.

Luego detalló lo sucedido en la Argentina. Recordó que “veníamos en un camino más o menos trabajado hacia la reconciliación”, aunque admitió que la Iglesia debió haber dicho “estas cosas en su tiempo”. “Esta obra debió haberse publicado mucho antes, pero también somos pecadores”, dijo y explicó que “llevó tiempo ponerse de acuerdo” al interior mismo de la institución y ordenar los archivos y toda la documentación importante que contenían.

Monseñor Jorge Casaretto: "La grieta
Monseñor Jorge Casaretto: "La grieta es el gran problema de hoy: si no llegamos a acuerdos, no podremos lograr la reconciliación de los argentinos en pos de alguna idea fundamental”

“El objetivo final -siguió diciendo- es la reconciliación de los argentinos, pero ¿qué pasó? En el interín hubo una fuerza política, el kirchnerismo, que vislumbró que una, de alguna manera, venganza le iba a reportar políticamente, y fue un impedimento muy grande para seguir avanzando en ese camino de reconciliación, y estamos así, sin poder reconciliarnos”.

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“Hay una grieta muy grande en la Argentina”, sostuvo, y para que “esa reconciliación se realice es necesario que los argentinos nos pongamos de acuerdo, y ese es el gran problema de hoy: si no llegamos a acuerdos no podremos lograr esa reconciliación de los argentinos en pos de alguna idea fundamental”.

Puso como ejemplo la guerra que se evitó con Chile, algo en lo que la lglesia y en particular el papa Juan Pablo II tuvieron mucho que ver. Y concluyó que, aunque la Iglesia “no regula los procesos históricos, esta obra es un aporte precisamente a la reconciliación de los argentinos”.

Basada en su experiencia de estos años, María Cristina Cacabellos dijo que “para llegar a la reconciliación tenemos que empezar a recorrer un camino de futuro, salir del pasado, porque el pasado ya lo conocemos y ese camino, como dice el Papa, es de construcción de una Cultura del Encuentro y para llegar a ella, que será la base y el sustento de la reconcilliación de los argentinos, solamente tenemos que aprender a dialogar”.

Ricardo Albelda y María Cristina
Ricardo Albelda y María Cristina Cacabelos

Para Ricardo Albelda, que colaboró en la redacción de la obra, “la violencia de los 70 es una herida abierta que no hemos podido cicatrizar”. “Todos somos víctimas de eso -agregó- porque, como decía Demócrito, ‘la ruina es la misma para vencedores y vencidos’. Deseamos ser Nación y debemos construir la Nación que necesitamos. Urgen caminos de diálogo y concordia frente a la confrontación”.

Albelda citó una carta de Perón a Balbín en 1972 -”juntos y sólidamente unidos no habrá fuerza politica que pueda con nosotros”-, para luego preguntar: “¿Estamos los argentinos tan lejos de esta actitud histórica de deponer las divisiones del pasado que supone memoria, verdad y justicia, asumir el diálogo en el presente, poner nuestra mirada en el futuro para alcanzar la tan anhelada fraternidad social?”

En el comienzo del panel, vía zoom, intervino el teólogo Carlos Galli, quien explicó que en el libro se usó la figura de la “espiral de la violencia y no de los dos, tres, cuatro, demonios, porque hubo violencia en las injusticias estructurales, en el odio entre argentinos -que lamentablemente se da nuevamente hoy-, en las persecuciones y proscripciones recíprocas, en los golpes de Estado, en los movimientos violentos armados, de guerrilla, de derecha y de izquierda, en las bandas paraestatales y finalmente en el método de represión clandestina” de la última dictadura, con su secuela de “secuestro, prisión, tortura, muerte o desaparición definitiva”.

Luego de detallar otros aspectos de la enorme tarea que le fue encomendada por el Espiscopado a la UCA, y en la que fue secundado por el presbítero Juan Guillermo Durán y Luis Oscar Lliberti, y por el teólogo Federico Tavelli, y un considerable número de colaboradores, Carlos Galli concluyó diciendo que “la búsqueda de la paz debe basarse en cuatro principios: la verad, la justicia, la libertad y el amor, o amistad social”.

“Si los dirigentes son quienes deben trazar la arquitectura de la paz, todos, especialmente los cristianos, especialmente los católicos, debemos ser artesanos de la paz en nuestro medio y en nuestro querido y dolido país. Esperemos que este panel ayude a una obra común de reconciliación y pacificación”.

La verdad los hará libres: la Iglesia Católica en los 70. Carlos Galli: "Esperemos que esto ayude a una obra común de reconciliación y pacificación”

En los últimos 20 años, lo sucedido en la dictadura ha sido más materia de un relato frecuentemente interesado que de una investigación rigurosa. Un relato que ha habilitado además la estigmatización de una institución, como las fuerzas armadas, que pertenece a toda la nación.

Como dijo monseñor Casaretto, sobre los 70, pocos han dicho toda la verdad. Y propuestas como la que alguna vez formulara Claudio Tamburrini, ex detenido desaparecido que logró fugarse de un centro clandestino de detención, de ofrecer beneficios a los represores a cambio de información, fueron rechazadas por la intransigencia de los organismos de derechos humanos. “Han pasado 30 años -decía Tamburrini en 2013 [N. de la R: ahora ya son 40]-. El tiempo se nos está acabando, se nos están muriendo los represores. Nos quedan cuestiones fundamentales por resolver, como es saber qué pasó con los detenidos desaparecidos, dónde están los cuerpos, dónde los bebés apropiados...” Y reflexionaba: “Se ha puesto énfasis en los procesos judiciales, en el castigo y en la noción de justicia, [pero] en este momento la prioridad es la noción de verdad y la noción de justicia concebida más ampliamente”.

Pero este pensamiento razonable no tuvo eco en el marco de una política impulsada desde 2003, de vivir en el pasado revisando agravio por agravio, con un enfoque unilateral y sin una mirada de futuro. Cabe esperar entonces que esta iniciativa de la Iglesia, como lo expresan los coautores de la obra, sea recibida como un aporte a la unidad, como un puente sobre la grieta que impide proyectar un futuro común.

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