Una carta maldita y el crimen impune de una mujer: más revelaciones sobre el fusilamiento del General Valle

El general al mando de un levantamiento contra la dictadura de Aramburu fue fusilado el 12 de junio de 1956. Cómo fueron las horas previas a que fuera detenido y los textos que escribió antes de entregarse. Infobae revela más testimonios inéditos de Paco Manrique, testigo directo de esa época

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Valle dijo “Voy a entregarme. Le pido que me deje escribir unas cartas”
Valle dijo “Voy a entregarme. Le pido que me deje escribir unas cartas”

El testimonio de Francisco Manrique que publicamos ayer merecía una segunda parte. Para los que no lo conocieron, “Paco” Manrique fue un alto jefe naval muy comprometido con la Revolución Libertadora que cuando paso a retiro dedicó gran parte de su vida al periodismo. El que se confiesa sobre el asesinato del general Valle no es ya el Manrique-naval, es el periodista y dirigente político que pide su baja de la Armada en 1961 para poder opinar libremente sobre los acontecimientos nacionales. Fue pura pasión y compromiso, lo vi durante la guerra de Malvinas y lo observé durante sus diferentes campañas electorales. Director de los semanarios “Correo de la Tarde” y “Correo de la Semana” y más tarde analista televisivo. Durante la segunda etapa de “Correo de la Tarde”, en plena dictadura del teniente general Jorge Rafael Videla, su publicación fue clausurada. Inicialmente Manrique defendió con pasión al equipo económico que comandaba José Alfredo Martínez de Hoz, mientras que el almirante Emilio Eduardo Massera, a medida que se acercaba su retiro y pretendía llegar a la Presidencia de la Nación, lo atacaba. En 1977, Massera ordenó secuestrar toda una edición del diario y Manrique lo impidió con un “de aquí no se llevan nada”. Luego lo llamó telefónicamente a Massera y durante la áspera conversación no tuvo nada mejor que decirle: “sos un hijo de puta”. Su hijo Pablo fue testigo de esa conversación.

En 1970, Manrique es Ministro de Bienestar Social del gobierno de facto del general Roberto Marcelo Levingston (a quien le renuncia el 9 de febrero de 1971) y posteriormente vuelve a la misma cartera con el presidente de facto Alejandro Agustín Lanusse. En 1972 renuncia al gabinete presidencial y va a presentarse como candidato a Presidente de la Nación en las elecciones de 1973 con el acompañamiento del demócrata progresista Rafael Martínez Raymonda. El 16 de mayo de 1986 el presidente constitucional Raúl Ricardo Alfonsín lo designa Secretario de Turismo.

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En sus últimos años “Paco”, cuando retornaba a su casa después de una jornada de trabajo, se sentaba frente a su máquina de escribir y llenaba páginas de recuerdos que él interpretaba que eran para la posteridad. Luego de terminado de redactar depositaba los escritos en una canasta que se encontraba debajo de su escritorio.

En este documento inédito que se revela comienza aclarando que “Siempre guardé silencio con referencia al fusilamiento del General Valle. Y eso que me insultaron, de arriba abajo, durante muchos años. Particularmente, como era lógico, durante la campaña electoral. Con muy poco tiempo de vivir en este país, y con muy flaca memoria, será posible recordar las solicitadas que abundaron llamándome ‘entregador’ de aquel militar. Pero esta vez quiero poner las cosas en su lugar para que mi testimonio, absolutamente veraz, sea recogido por los que, algún día, sin apasionamientos, intenten develar el misterio del desconcierto argentino.”

El que se confiesa sobre el asesinato del general Valle no es ya el Manrique-naval, es el periodista y dirigente político que pide su baja de la Armada en 1961 para poder opinar libremente sobre los acontecimientos nacionales
El que se confiesa sobre el asesinato del general Valle no es ya el Manrique-naval, es el periodista y dirigente político que pide su baja de la Armada en 1961 para poder opinar libremente sobre los acontecimientos nacionales

A diferencia de otros escritos no menos importantes el documento no tiene fecha. Pero un detalle inicial me permite conocer que fue escrito en los días previos al 17 de noviembre de 1972, simplemente por la graciosa anécdota que relata, si así se la puede calificar: “Antes de agregar lo que escribí hace ya más de veinte años y que debe constar en los archivos de la Armada, quiero contar un episodio risueño. Se refiere a la llegada de Perón al país, a la primera llegada, cuando ya habían sido lanzadas las elecciones y cuando, por mi parte, trataba de organizar una fuerza política para quebrar aquella trampa para la República.”

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“Una mañana, por separado - la mañana era justamente poquísimos días antes del anunciado arribo - tuve dos extraños visitantes que, raramente, me hablaron en términos paralelos y parecidos que puedo traducir así:

-- Perón está por llegar. Parece que esta vez es en serio. Viene a armar un gran lío. El Viejo debería haberse quedado en Madrid y dejarse de jorobar. Le quiero decir que si viene, usted comprenderá, debo estar al lado de él. Pero cuando se vaya vendré a su lado.

“Esto es, apenas, unas pequeñas migajas de lo que ambos, por separado, me dijeron. Ambos quizás creyeron que era yo el ‘delfín’ que preparaba Lanusse y que, tras el traspié del Viejo, saldría al frente del proceso. Ambos supusieron que era mejor dejar claras sus posiciones ante cualquier eventualidad. Ambos fueron ‘fieles’ seguidores de Perón. Ambos firmaron las solicitadas contra mí. Y ‘ambos’ eran: uno, Lorenzo Miguel (Secretario General de la Unión Obrera Metalúrgica y titular de las “62 Organizaciones” del sindicalismo peronista), y el otro, Ramón Elorza (alto dirigente del sindicato Gastronómico). Nunca había hablado nada con ellos de política. Su pasaje por mi escritorio fue para dejar abierta una no descartable operación de futuro, según ellos imaginarían”.

Los diarios de la época dieron cuenta del fusilamiento del General Valle
Los diarios de la época dieron cuenta del fusilamiento del General Valle

Tras contar su anécdota de noviembre de 1972, Manrique se sumerge en el relato sobre el fusilamiento de Valle que se publicó ayer. Y como se relató, tras el encuentro de Andrés Gabrielli con el almirante Isaac Francisco Rojas en su departamento de la calle Austria, “volví a subir a Gabrielli en mi auto y me pidió que lo llevase al Círculo Italiano. Era una noche helada y ya serían las tres o cuatro de la madrugada. Al llegar al Círculo me pidió que esperase un segundo y, efectivamente, regresó casi instantáneamente con dos personas, una de las cuales, luego supe, era el coronel Gentilhuomo (sic). Se trata de Federico Aquiles Gentiluomo, Promoción 58 del CMN. Egresó el 22 de diciembre de 1932 y pasó a retiro el 21 de octubre de 1955. Luego será destituido. Era Oficial de Estado Mayor y fue ascendido post mortem a general de brigada. La resistencia peronista lo nombró Secretario de Inteligencia Peronista (SIP).

Les dijo en mi presencia y como para que lo oyera, y como para que los demás me tomasen de testigo: “He arreglado todo. Valle se podrá rajar”. Yo corregí: “Será detenido antes de una hora”. Los dos señores del Círculo no abrieron su boca y volvieron, al parecer, según Gabrielli, a continuar su partida de póquer.

Había ya, entre pitos y flautas, pasado una hora o más. Gabrielli me pidió que lo llevase a la calle Corrientes al 4.000. Lo hice. Al llegar allí, bajamos. Me dijo: “Aquí está el departamento mío que ocupó Valle, aprovechándose de la amistad. Ya debe haberse ido”. Lo acompañé a un tercer piso, al fondo. Abrió con su llave. Yo quedé afuera. Escuche: “Juancho. Está todo arreglado. He venido con Manrique”.

Valle dijo “Voy a entregarme. Le pido que me deje escribir unas cartas”. Estuvimos solos mucho tiempo. Puede ser una hora o tres, no podría precisarlo. Escribió lo menos cinco cartas y me las dio para que las leyese. Me negué. Me pidió que las entregase al día siguiente: “Si han fusilado gente, a mí me deben fusilar también. He sido el jefe y acepto mi responsabilidad total.”.

Finalmente me dio una carta que debía yo entregarle al coronel Gentilhuomo (sic) con destino a Perón. Me pidió que la leyera. Le pregunté qué iba a hacer. Me respondió: “No quiero que me detenga la Policía. Me iré con usted para que me detenga el Ejército, al que pertenezco”. Llamó a Gabrielli y le entregó las cartas, excepto la dirigida a Perón, que yo guardé en el bolsillo interno de mi sobretodo. Como dijimos ayer, Valle una vez detenido se retiró con el general Quaranta y a las diez de la mañana la Junta Militar se reunía. “La reunión fue corta. Y Valle fue fusilado al día siguiente (12 de junio de 1956). Esta es toda la sucesión de hechos que conozco” hasta aquí. El relato de Manrique al almirante Hartung que no se pudo publicar ayer sigue así: “Le agrego: El nombre de Gabrielli fue dejado de lado y no mencionado como tampoco la dirección del departamento que, como yo era el único que la conocía, nunca fue allanado. La carta a Gentilhuomo, para Perón, la entregué yo como Valle me pidió.

Francisco Manrique antes de ser periodista y político
Francisco Manrique antes de ser periodista y político

Si considera que falta algo, le ruego que me lo reclame, porque será trampa de la memoria y nada más. La verdad es que esto produce vómito.

Firmado: Francisco Manrique.

P.D.: La carta de Valle a Perón no la copié, lo que puede haber sido un error, pero si anoté estos párrafos que a lo mejor sirven a sus historiadores: “He creído siempre en usted, especialmente después de los hechos del 16 de setiembre... Cuando me habló Gentilhuomo invitándome en su nombre a encabezar un movimiento revolucionario contra el régimen imperante no dudé en ponerme al servicio de la causa del pueblo, creyendo que era necesario reparar la injusticia cometida. Asumo mi responsabilidad total. Si me he equivocado, será la irremediable sanción la que pondrá orden en mis cosas...”

Una aclaración: Al releer esta carta hoy, me doy cuenta de que debo aclararle que cuando Gabrielli llamó a Valle desde la casa de Rojas, en lugar de informarle que en media hora sería detenido - tal cual lo convenido - le dijo que permaneciese allí porque estaba arreglando todo. Esto me lo aclaró el propio Valle, agregando que, de cualquier manera, estaba ya dispuesto a entregarse ante tantas traiciones que conocía o adivinaba. Nada más. (El original de esta carta fue entregado por mí en las propias manos del almirante Hartung el día 24 de junio de 1956). En mi comunicación al almirante Hartung, hoy fallecido, hago mención de que la carta al coronel Gentilhuomo la entregué yo mismo. Ahora debo ampliar este importante detalle. Lo encontré a Gentilhuomo en el Círculo Italiano. Ya había sido fusilado Valle. Lo hice llamar afuera y se acercó a mi auto, que yo mismo manejaba:

-- Esta carta me la entregó Valle. Está dirigida a Perón. Aquel hombre estaba lleno de tremendas dudas sobre mí. Se notaba a las claras. Estuvo muy frío y era comprensible. Pasó el tiempo, más de dos años. Habían quedado atrás mis sonoros enfrentamientos del Liceo Naval y era periodista. Sería, posiblemente, diciembre de 1958, cuando Gentilhuomo me llamó por teléfono a mi escritorio de “Correo de la Tarde” en la vieja Editorial Haynes. Dijo que quería hablar conmigo. Nos juntamos en un cafetín de la Avenida Díaz Vélez.

- He sido amigo de Valle y soy amigo de Tanco. Se imagina que el episodio de los fusilamientos es imposible de que pueda olvidarlo, porque yo pude ser también uno de los fusilados. Quiero que hablemos ahora, si lo desea, de esa carta a Perón.

--Aquella carta ¿llegó a destino? - pregunté.

--Sí y no. El original lo tengo yo, bien guardado, porque puede ser un documento muy importante, más adelante, en defensa de la conducta de Valle. Me limité a mandar una copia fotográfica.

El General Tanco secundó a Valle en el levantamiento de 1956
El General Tanco secundó a Valle en el levantamiento de 1956

Años después el país quedó consternado ante un raro episodio, casi inexplicable. Gente desconocida había entrado en la casa de Gentilhuomo, en su ausencia, revisando todo lo revisable, para culminar su hazaña arrojando a su esposa por una ventana, lo que le causó la muerte.

Tiempo después me volvió a llamar Gentilhuomo. Era un hombre deshecho. El asesinato incalificable de su mujer lo había destrozado. Lo encontré envejecido y profundamente triste.

-- Manrique. Lo que voy a decir es una simple sospecha porque no tengo más que pruebas por el absurdo. ¿Qué podían buscar en mi casa que no fuese el original de aquella carta? Muchas veces se me amenazó pero ninguno de los míos lo tomó en serio. Mi vida ha sido clara. Ahora es triste y está terminada. La posesión de esa carta fue la condena de muerte de mi mujer. Tengo la más absoluta seguridad. Por otra parte, estoy recibiendo amenazas concretas anunciándome que si no aparece el “papelito” que conozco, me van a matar.

Gentilhuomo falleció el 5 de junio de 1970. La carta original está en poder de alguien.

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