El 23 de marzo de 1982, cuando Rafael Wollmann llegó a las islas Malvinas, cumplía 24 años. Echado del trabajo, con tres amigos habían fundado Imagen Latinoamericana, una agencia que logró vender sus servicios a otra, Gamma. Wollmann y sus amigos ofrecieron hacer una cobertura especial sobre Malvinas, sus pobladores, su fauna, flora y la labor en las estancias. Cuando el 30 de marzo había terminado el trabajo, su intención fue la de viajar a las Georgias junto a Simon Winchester, periodista de The Sunday Times, donde había llegado la noticia del conflicto suscitado con Constantino Davidoff, cuando viajó a desmantelar instalaciones en ese archipiélago.
El 1 de abril por la noche, mientras cenaba, la radio interrumpió su programa musical y el gobernador Rex Hunt comunicó la noticia de que fuerzas argentinas se dirigían hacia las islas. Para entonces, el personal de YPF había sido encerrado en el edificio municipal y a él le recomendaron que no se asomase a la calle porque los marines tenían orden de tirar a matar.
Wollmann, primera generación de argentinos de padres polacos, se transformó en el único fotógrafo que tomó las primeras imágenes de la recuperación argentina. Una de ellas es icónica: la del cabo principal Jacinto Eliseo Batista, un comando anfibio conduciendo a soldados ingleses que caminan con los brazos en alto, con Lou Armour a la cabeza, un comandante de sección de 22 años.
Juan Sandoval era fotógrafo del diario Crónica y había sido enviado a Junín para cubrir un partido del club Sarmiento. Cuando ese 14 de abril llegó al estadio, no había nadie. Toda la ciudad estaba en la estación del ferrocarril despidiendo a los soldados del Grupo de Artillería 101 que partían a Comodoro Rivadavia. Avisó al diario y se quedó con ellos, y volvió a la redacción con media docena de rollos con fotografías tomadas por su Nikon F 2.
Primero, la despedida en Junín, luego el viaje a San Antonio Oeste, y por último a Comodoro Rivadavia. Recuerda que todo era alegría. Cuando los soldados se enteraron que era de Crónica, accedieron a sacarse una foto en grupo, con él en el medio.
También recuerda haber cubierto el regreso de soldados, pero como arribaban al Apostadero Naval, no le permitieron ingresar. Se las arregló para tomar las fotos con un teleobjetivo.
Una parte del material de Wollmann y el de Sandoval, junto a los de Eduardo Farré, Román Von Eckstein, estos dos últimos de la agencia Telam y Osvaldo Zurlo, que trabajaba en el diario La Nueva Provincia, forman parte de una doble exposición que puede visitarse en el edificio anexo del Congreso. “Malvinas, retratos de un sentimiento” y “Malvinas, cuatro viajes” es una invitación para vivir aquellos 74 días y para sentir más cerca a las islas.
La excusa para inaugurar esta muestra que aborda distintos aspectos de la historia y la actualidad de las cayó perfecta: es en el marco de la conmemoración del Día de la Afirmación de los Derechos Argentinos sobre las Malvinas, Islas y Sector Antártico.
Por un lado, en la planta baja del edificio anexo se encuentra “Malvinas, retratos de un sentimiento”, que presenta una selección de fotografías, algunas de ellas inéditas, tomadas por los reporteros gráficos argentinos que cubrieron las alternativas del Conflicto del Atlántico Sur, desde las islas y el continente. “Son imágenes de heroísmo, compromiso y sacrificio de aquellos que lucharon por la soberanía nacional y en pos de un sentimiento compartido”, destacan los organizadores, la Fundación Taeda y la Dirección de Cultura de la Cámara de Diputados.
Las fotos fueron reunidas originalmente para el libro “Malvinas: un reportaje visual” (Editorial Taeda, 2007), cuya primera edición fue publicada en ocasión del 25.° aniversario de la guerra. La obra compiló, por primera vez en un mismo soporte, el trabajo de los fotógrafos Wollmann, Sandoval, Farré, von Eckstein y Zurlo.
“A partir de esa obra, Taeda montó la muestra “Malvinas, retratos de un sentimiento” para que recorriera el país con el objetivo de que el gran público, sobre todo las generaciones más jóvenes, pudiera conocer distintos momentos de esta gesta de la forma más vivencial posible”, afirmaron sus organizadores.
Con espíritu realmente federal, en los 16 años que lleva, la exposición fue presentada en plazas, centros cívicos, instituciones educativas, museos y diferentes espacios públicos de toda la Argentina, desde la Quiaca a Ushuaia. En esta última ciudad austral, una copia de la muestra quedó instalada de forma permanente.
La otra muestra, situada en el entrepiso justo arriba, Wollmann expone una selección de fotos que tomó en los cuatro viajes que realizó a las islas: en 1982, 2002, 2012 y 2022.
El de este profesional es un caso único, ya que no solo experimentó cómo eran las islas antes de la guerra de 1982 y retrató el momento clave de aquel 2 de abril, sino que su lazo con el archipiélago perduró a través de los años. Cuando las circunstancias internacionales lo permitieron, no dudó en volver a visitar esa tierra en las décadas posteriores al conflicto armado, y pudo retratar la posguerra, la inmensa riqueza faunística que habita este inhóspito territorio y el desarrollo que provocó la explotación de los recursos pesqueros.
Wollmann está lleno de anécdotas. Como lo que le dijo Don Bonner, que había sido chofer del gobernador Hunt, quien le dijo que los kelpers debían agradecerle al general Galtieri haberlos puestos en el mapa porque hasta entonces eran ignorados por Gran Bretaña; o cuando señala una fotografía a un niño rubio mirando un blindado argentino en las calles de Puerto Argentino; ese mismo niño, ya hombre, fue el que lo guió en su último viaje hasta una pingüinera.
El 3 de abril de 1982 logró colarse en un vuelo con periodistas y camarógrafos y fue al continente a despachar las fotografías tomadas el histórico 2 de abril. Se quedó en San Julián y le quedó grabado a los pilotos que, cuando llegaban de una misión, miraban sus relojes, esperaban dos minutos, y se largaban a llorar desconsoladamente al tener la certeza de que sus compañeros no regresarían.
Al inaugurar las muestras, Mario Montoto, presidente de la Fundación Taeda agradeció a Wollmann y Sandoval, que estaban presentes, “los dos grandes protagonistas”, como los definió. Dijo que Taeda “es una familia muy malvinera” y que desde un primer momento, en la editorial se habían propuesto difundir Malvinas, no desde el punto de vista militar o político, sino desde el sentimiento.
Recordó que 17 años atrás se propusieron recolectar fotografías de la guerra de Malvinas, y como en las distintas fuerzas eran pocas las que conservaban, recurrieron a los fotógrafos que habían cubierto el conflicto. Así nació un primer libro y luego surgió el proyecto de una muestra itinerante que cubriese todo el país. Montoto conserva recuerdos imborrables de esas muestras, como cuando la organizaron en la plaza San Martín y se acercó una persona que, humildemente, se presentó como el comandante del Crucero General Belgrano. Era el capitán Héctor Bonzo.
A su turno, Wollmann aseguró que “el tema Malvinas es difícil de explicar por el componente emocional, que lo hace único”. Dijo que las islas “es lo que une a todos los argentinos”. De esos cuatro viajes, Taeda editó un libro de dos kilos, con 480 páginas distribuidas en 270 páginas, donde hay imágenes de la vida cotidiana en las islas, paisajes y con el recuerdo siempre presente de la guerra.
Por último, la diputada por Tierra del Fuego, Rosana Bertone hizo entrega a Montoto del diploma que acredita que ambas muestras, que contaron con el auspicio de la diputada Gisela Marziotta, habían sido declaradas de interés por la Cámara de Diputados.
Están abiertas a todo el público de manera gratuita de 8:00 a 20:00 hs, hasta el 23 de junio, en el Anexo A del Congreso de la Nación, Av. Rivadavia 1841, CABA.
Es una oportunidad para los que conocen las islas y para los que nunca fueron, de revivir o conocer esas islas que, más que un territorio, es un sentimiento.
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