“Me sentaba en su falda y me tocaba”: el desgarrador testimonio de la argentina que encontró en Madrid al sacerdote que la abusaba de niña

Natalia, de 49 años, enfrentó al religioso cara a cara cuatro décadas después de la pesadilla que sufrió cuando asistía a las clases de catequesis en una iglesia de Las Heras, Mendoza. El Arzobispado de Madrid ordenó la suspensión cautelar del abusador, que negó las acusaciones en su contra

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La parroquia San Antonio de Padua de Las Heras, Mendoza, fue el escenario de los abusos sexuales que sufrió Natalia.
La parroquia San Antonio de Padua de Las Heras, Mendoza, fue el escenario de los abusos sexuales que sufrió Natalia.

“¿No se acuerda de mí?”, le preguntó Natalia C. P., una mujer argentina de 49 años, al sacerdote que la abusaba cuando asistía a la catequesis preparatoria para la primera comunión en una iglesia de Las Heras, en la provincia de Mendoza. La víctima, que debió esperar cuatro décadas para denunciar el calvario que vivió de niña, mantuvo en abril pasado un cara a cara con su abusador en una parroquia de Madrid, España. Gracias a una investigación realizada por los medios españoles Cadena SER y El País, la mendocina finalmente encontró a D. A. M. M., de 68 años, quien, a pesar de haber negado las acusaciones en su contra, ya fue suspendido por el Arzobispado de Madrid.

De acuerdo al conmovedor relato de Natalia, los abusos que sufrió por parte del religioso ocurrieron entre 1982 y 1983, cuando ella tenía entre 9 y 10 años, en la parroquia San Antonio de Padua de Las Heras. “Yo iba a la catequesis de primera comunión los sábados por la tarde. Iba sola, y era la única, porque a los demás los acompañaban sus padres. Al terminar, el sacerdote me conducía a una pequeña habitación, al lado de la iglesia, me sentaba en su falda y tocaba mis partes íntimas. Me tocaba y me decía que lo tocara. Un día llegué a casa y mi ropa interior estaba manchada de rojo después de los tocamientos, y la tiré a la basura para que mi madre no se enterara. Yo quería escapar de allí, pero no sabía cómo, no sabía qué hacer. Después de la comunión nunca más lo volví a ver”, reveló la mujer en diálogo con los citados medios de España.

Si bien ahora, 40 años después de haber sufrido los reiterados abusos, Natalia pudo contar lo vivido en primera persona, al principio no le resultó nada sencillo. Cuatro años después de su comunión, tomó el coraje suficiente para decírselo a su madre. Enterada de la pesadilla que había vivido su hija, la mujer se presentó en la parroquia local para denunciar al sacerdote, pero las autoridades de ese entonces le dijeron que había muerto. Sin embargo, en 2018 Natalia se enteró que eso no era cierto. El abusador fue trasladado de parroquia en parroquia hasta que recayó en la ciudad de Roma, Italia, donde finalmente fue localizado.

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Durante el pasado verano europeo, el sacerdote fue trasladado a Madrid y recién en ese momento Natalia pudo denunciar los abusos sexuales en España. Lo hizo ante el defensor del pueblo de Madrid y el Arzobispado de Madrid. “Que siga siendo cura hasta el día de hoy es el colmo. Pero la justicia llega, siempre llega”, subrayó Natalia durante su testimonio.

Natalia enfrentó al sacerdote abusador en la parroquia San Valentín y San Casimiro de Madrid, España.
Natalia enfrentó al sacerdote abusador en la parroquia San Valentín y San Casimiro de Madrid, España.

Gracias a las pesquisas realizadas por Cadena SER y El País, en abril pasado la diócesis madrileña ordenó la suspensión cautelar de D. A. M. M. y su traslado. Además, la investigación se encuentra en manos del dicasterio vaticano para la Doctrina de la Fe.

En diálogo con El País, el sacerdote denunciado ratificó que estuvo en la parroquia San Antonio de Padua de Las Heras durante las fechas indicadas por Natalia pero, al mismo tiempo, negó los hechos por los que se lo acusa. Sin embargo, la víctima reforzó su denuncia y concluyó: “Sé su nombre porque eso no se olvida”.

Al revelarse este nuevo caso de abuso sexual de menores en la Iglesia Católica, uno de los interrogantes pasa por cómo hizo D. A. M. M. para cambiar de destino y de país, sorteando todos los controles y sin levantar sospecha alguna. La respuesta está en su ingreso a la fraternidad sacerdotal Fundación Ramón Pané, fundada en 1994 por el cardenal hondureño Óscar Rodríguez Maradiaga y que se dedica a enviar sacerdotes del continente para reforzar parroquias en América y Europa.

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A partir del rastreo de su huella que elaboró el periódico español, se supo que el religioso pasó por tres diócesis italianas: la de Pescara, en el municipio de Bisenti, de 1999 a 2008; en Génova, de 2008 a 2015, en San Ambrogio de Voltri; y en la diócesis de Albano Laziale, cerca de Roma, de 2015 a julio de 2022, en la parroquia de San Bonaventura de Anzio, justo antes de ser trasladado a Madrid.

Ante la consulta de los citados medios sobre el abusador, desde la Fundación Ramón Pané no pudieron brindar respuestas claras. “He buscado en todos nuestros archivos y no encuentro ese nombre. Por lo tanto, confirmo que no pertenece a nuestra Fraternidad Laical”, sostuvo el presidente ejecutivo de la entidad, el también argentino Ricardo Grzona. Y en la misma línea, aclaró: “Nuestra fraternidad es una fraternidad laical. En estos momentos solo contamos con algunos miembros voluntarios laicos, que suelen ser catequistas o maestros, a veces en algunas parroquias que hemos colaborado, algún sacerdote nos dice que lo incluyamos, pero este no queda como miembro de la fraternidad, sino de su diócesis”.

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